Entre los cuadros de Remedios Varo (1908 – 1963) destaca este de “Los amantes” (1963), que es una reflexión gráfica sobre la pareja y el amor. Se trata de un lienzo lleno de simbolismo y de significado que nos invita a profundizar en la experiencia del enamoramiento, y en el hecho que subrayó Fernando Pessoa en su Libro del desasosiego de que nunca amamos realmente a otra persona: "Nunca amamos a nadie. Es a un concepto nuestro -a nosotros mismos en suma- a quien amamos. Esto es verdad en toda la escala del amor. En el amor sexual buscamos un placer nuestro alcanzado por intermedio de un cuerpo extraño. En el amor que no es sexual, buscamos nuestro placer mediante una idea nuestra también. El onanista es abyecto, pero, en rigor de verdad, es la perfecta expresión lógica del enamorado. Es el único que no se oculta lo que pasa, por eso no se engaña".
Dos amantes, sentados en un banco de un frondoso parque, cogidos de la mano tiernamente, se miran y admiran, pero al mirarse no ven al otro, sino a sí mismos, porque sus rostros son el mismo rostro, un rostro andrógino enmarcado en un espejo que refleja al otro que es el mismo. Sus cabezas han sido sustituidas por dos espejos que reflejan simétricamente la misma imagen, como puede comprobarse por el detalle del lunar que hay en la mejilla, el mismo rostro que es el espejo del alma, como suele decirse, y resulta ser el reflejo del otro, que es uno mismo, independientemente de su sexo.
El motivo del espejo nos recuerda inevitablemente el mito de Narciso, que se enamora, como se sabe, de su propio reflejo visto en el agua y se ahoga en ella, metamorfoseándose luego según Ovidio en la flor de su nombre que nace en los humedales. Remedios Varo nos da a entender en este cuadro que la atracción que siente esta pareja que lleva a dos individuos de distinto sexo a unirse y fundirse en uno es la misma que sintió Narciso.
No en vano hay una relación con el agua también entre el
mito de Narciso y el lienzo: de la unión de la pareja se desprenden
unos vapores que emanan de sus cuerpos, y que acaso simbolizan la
pasión característica del arrobo de su enamoramiento, que ascienden
al cielo, se condensan y recaen sobre los enamorados en forma de
lágrimas de lluvia, ocasionando una inundación en torno a sus pies,
de manera que, parece advertirnos el lienzo, los amantes corren el peligro de
ahogarse lenta- e imperceptiblemente en el propio charco de su amor. Los amantes se ahogan en su amor propio.
El cuadro, al parecer, puede estar inspirado en el soneto de Baudelaire “La muerte de los amantes”, que me atrevo a traducir conservando verso y rima:
Madonna se inspiró sin duda alguna en este cuadro para una secuencia de su video Bedtime Story (1994).