Traigo aquí para comentario un óleo del pintor francés Pierre Mignard
titulado El Tiempo cortando las alas del Amor (1694) porque, como
revela su
título, es una alegoría de cómo el amor, representado por un niño, es
víctima
del paso del Tiempo, es decir de su propio futuro, ante el que sucumbe.
El amor es el dios Eros o Cupido desarmado, sin su arco y
sus poderosas flechas. El Tiempo, que en griego se dice
χρόνος (chrónos, raíz que conservamos en no pocos helenismos),
dotado de unas enormes y poderosas alas que simbolizan su cronometrado
paso se ha identificado con el
viejo dios Κρόνος (Crónos, Crono, de la raza de los titanes,
perteneciente a la
primera generación divina, anterior a los dioses olímpicos, el Saturno
de los
romanos que devoraba a cada uno de sus hijos varones según le nacían), y
le está
cortando las alas al Amor con una podadera. Su símbolo es un reloj de
arena, y
la guadaña cercenadora y mortífera. Crono o Saturno, que en su origen
era un dios
agricultor, aparece otras veces empuñando una hoz, ya que se relaciona
con el
cultivo y la poda de la vid, y comparte este atributo con las alegorías
posteriores de la muerte. El Tiempo mata al Amor, le corta las alas para
que no
pueda emprender el vuelo libre como el viento y herir los corazones de
los hombres y los
dioses.
El Tiempo cortando las alas del Amor, Paul Mignard (1694)
El
cuadro representa la guerra eterna y a muerte entre el
amor y el tiempo. El amor, cuando florece, lucha contra el tiempo
haciendo que nos olvidemos de él, y el tiempo a su vez contra el amor.
Es una guerra sin cuartel, interminable, que en el cuadro de
Mignard se resuelve a favor del primero, que ha doblegado al sentimiento
amoroso, al que apresa entre sus piernas y le cercena las alas que le
habían
nacido a sus espaldas, unas alas que simbolizan el anhelo de vuelo y
libertad, algunas de cuyas plumas yacen ya por el suelo... Cortarle las
alas a alguien, desplumarlo como se hace
con algunos pájaros para que no vuelen, es privarlo de libertad, impedir
su vuelo.
El
pintor ha imaginado al Padre del Tiempo
musculoso, con barba y cabellos canosos, con la guadaña de la muerte que
cercena la vida y el reloj de arena, a más de unas poderosas alas
oscuras. El carcaj cargado de flechas de Cupido/Eros, que yace por el
suelo, simboliza la derrota del amor. Los deseos que encarnan esas flechas se han
extinguido, privados de alas como el dios.
La representación del tiempo, cuya imagen se confunde con la del ángel de la muerte,
recuerda a algunas
alegorías del invierno como un anciano inexorable, y contrasta con la
representación
del amor, un niño ligado a los placeres fugaces de la vida, impotente
frente a su propio futuro, condenando como está no tanto a envejecer
como a entrar en la sociedad adulta.
Saturno cortando las alas al amor, Antoon Van Dyck (1630)
Unos años antes que Mignard, el pintor flamenco Antoon Van Dyck había tratado el tema en su Saturno cortando las alas al amor (hacia 1630). El Tiempo es también aquí un anciano un tanto desaliñado y medio calvo que corta, despiadado, las alas a Cupido, cuyo cuerpo blanco y tierno se retuerce y revuelve inútilmente contra ese atropello. La alegoría es evidente. Pero el tiempo aquí ya es Saturno, es decir, el Padre, pues se ha consumado la identificación de χρόνος (chrónos) y Κρόνος (Kronos) devorando a uno de sus hijos, reduciendo a tiempo cronometrado la vida del hombre y sus amores. Es mucho más que lo que aparenta: la alegoría va más allá de representar lo efímero del amor, que sería una mera ilusión que se desvanece con el trascurso del tiempo y que, por lo tanto, no dura más que unos pocos años en el mejor de los casos, como en aquellos versos de Jean-Pierre Claris de Florian, que decían en la lengua de Molière "Plaisir d´amour ne dure qu´un moment / Chagrin d´amour dure toute la vie", que musicó Berlioz para orquesta y que han cantado gentes muy diversas, y que en nuestra lengua podrían sonar rítmicamente y cantarse así, traduciendo el "moment" por un "suspiro": No dura más que un suspiro el amor, / y el desamor dura toda la vida.
Saturno cortando las alas de Cupido, Ivan Akimov (1802)
El pintor ruso Ivan Akimov retoma también, por su parte,
este tema en su Saturno cortando las alas de Cupido (1802), donde
el
viejo dios, que recuerda vagamente por su musculatura y sus largas
barbas al Moisés de Miguel Ángel, utiliza la propia guadaña, que es el
símbolo de la muerte, y no ya
una inocente podadera como en Van Dick y Mignard, para cortarle las alas
al niño dios, a su hijo, que,
por su parte, ha dejado caer, como en los tratamientos anteriores, sus
armas: su arco y sus flechas. Se identifican así el futuro y la muerte
definitivamente, al compartir ambos el atributo de la guadaña que en un
caso corta las alas y en el otro la vida.
Una
imagen más moderna, cuya autoría desconozco, tomada de la Red,
representa esta misma escena, pero aquí son los padres, la madre y en
concreto el padre la encarnación de Saturno o el Tiempo de los relojes,
es decir el Futuro, los adultos que cortan las alas al niño, su hijo,
con unas enormes tijeras, como, sin duda alguna, les hicieron sus padres
a ellos cuando eran pequeños, por lo que ahora repiten, convertidos
ellos en padres y acomodados en la edad adulta y sociedad establecida,
el bárbaro ritual.