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lunes, 9 de agosto de 2021

Tiempo contra amor, amor contra tiempo

Traigo aquí para comentario un óleo del pintor francés Pierre Mignard titulado El Tiempo cortando las alas del Amor (1694) porque, como revela su título, es una alegoría de cómo el amor, representado por un niño, es víctima del paso del Tiempo, es decir de su propio futuro, ante el que sucumbe. El amor es el dios Eros o Cupido desarmado, sin su arco y sus poderosas flechas. El Tiempo, que en griego se dice χρόνος (chrónos, raíz que conservamos en no pocos helenismos), dotado de unas enormes y poderosas alas que simbolizan su cronometrado paso se ha identificado con el viejo dios Κρόνος (Crónos, Crono, de la raza de los titanes, perteneciente a la primera generación divina, anterior a los dioses olímpicos, el Saturno de los romanos que devoraba a cada uno de sus hijos varones según le nacían), y le está cortando las alas al Amor con una podadera. Su símbolo es un reloj de arena, y la guadaña cercenadora y mortífera. Crono o Saturno, que en su origen era un dios agricultor, aparece otras veces empuñando una hoz, ya que se relaciona con el cultivo y la poda de la vid, y comparte este atributo con las alegorías posteriores de la muerte. El Tiempo mata al Amor, le corta las alas para que no pueda emprender el vuelo libre como el viento y herir los corazones de los hombres y los dioses. 


 El Tiempo cortando las alas del Amor, Paul Mignard (1694)

El cuadro representa la guerra eterna y a muerte entre el amor y el tiempo. El amor, cuando florece, lucha contra el tiempo haciendo que nos olvidemos de él, y el tiempo a su vez contra el amor. Es una guerra sin cuartel, interminable, que en el cuadro de Mignard se resuelve a favor del primero, que ha doblegado al sentimiento amoroso, al que apresa entre sus piernas y le cercena las alas que le habían nacido a sus espaldas, unas alas que simbolizan el anhelo de vuelo y libertad, algunas de cuyas plumas yacen ya por el suelo... Cortarle las alas a alguien, desplumarlo como se hace con algunos pájaros para que no vuelen, es privarlo de libertad, impedir su vuelo.

El pintor ha imaginado al Padre del Tiempo musculoso, con barba y cabellos canosos, con la guadaña de la muerte que cercena la vida y el reloj de arena, a más de unas poderosas alas oscuras. El carcaj cargado de flechas de Cupido/Eros, que yace por el suelo, simboliza la derrota del amor. Los deseos que encarnan esas flechas se han extinguido, privados de alas como el dios.

La representación del tiempo, cuya imagen se confunde con la del ángel de la muerte, recuerda a algunas alegorías del invierno como un anciano inexorable, y contrasta con la representación del amor, un niño ligado a los placeres fugaces de la vida, impotente frente a su propio futuro, condenando como está no tanto a envejecer como a entrar en la sociedad adulta. 

 Saturno cortando las alas al amor, Antoon Van Dyck (1630)

Unos años antes que Mignard,  el pintor flamenco Antoon Van Dyck había tratado el tema en su Saturno cortando las alas al amor (hacia 1630). El Tiempo es también aquí un anciano un tanto desaliñado y medio calvo que corta, despiadado, las alas a Cupido, cuyo cuerpo blanco y tierno se retuerce y revuelve inútilmente contra ese atropello. La alegoría es evidente. Pero el tiempo aquí ya es Saturno, es decir, el Padre, pues se ha consumado la identificación de χρόνος (chrónos) y Κρόνος (Kronos) devorando a uno de sus hijos, reduciendo a tiempo cronometrado la vida del hombre y sus amores. Es mucho más que lo que aparenta: la alegoría va más allá de representar lo efímero del amor, que sería una mera ilusión que se desvanece con el trascurso del tiempo y que, por lo tanto, no dura más que unos pocos años en el mejor de los casos, como en aquellos versos de Jean-Pierre Claris de Florian, que decían en la lengua de Molière "Plaisir d´amour ne dure qu´un moment / Chagrin d´amour dure toute la vie", que musicó Berlioz para orquesta y que han cantado gentes muy diversas, y que en nuestra lengua podrían sonar rítmicamente y cantarse así, traduciendo el "moment" por un "suspiro": No dura más que un suspiro el amor, / y el desamor dura toda la vida.


 Saturno cortando las alas de Cupido, Ivan Akimov (1802)

El pintor ruso Ivan Akimov retoma también, por su parte, este tema en su Saturno cortando las alas de Cupido (1802), donde el viejo dios, que recuerda vagamente por su musculatura y sus largas barbas al Moisés de Miguel Ángel, utiliza la propia guadaña, que es el símbolo de la muerte, y no ya una inocente podadera como en Van Dick y Mignard, para cortarle las alas al niño dios, a su hijo, que, por su parte, ha dejado caer, como en los tratamientos anteriores, sus armas: su arco y sus flechas. Se identifican así el futuro y la muerte definitivamente, al compartir ambos el atributo de la guadaña que en un caso corta las alas y en el otro la vida.



Una imagen más moderna, cuya autoría desconozco, tomada de la Red, representa esta misma escena, pero aquí son los padres, la madre y en concreto el padre la encarnación de Saturno o el Tiempo de los relojes, es decir el Futuro,  los adultos que cortan las alas al niño, su hijo, con unas enormes tijeras, como, sin duda alguna, les hicieron sus padres a ellos cuando eran pequeños, por lo que ahora repiten, convertidos ellos en padres y acomodados en la edad adulta y sociedad establecida, el bárbaro ritual.