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sábado, 1 de noviembre de 2025

La última lección del curso


Crónica de la conferencia -o charla como preferiría llamarla el Maestro- que iba a impartir en el Instituto de Educación Secundaria para inaugurar el curso escolar, y que hubiera dado pie a un animadísimo debate. 

«Vengo aquí a hablar en contra de lo que os enseñan todos los días en todas partes, en este mismo Instituto, por ejemplo, y en vuestras casas y en la televisión, en contra de la fe que os inculcan y de la atención que debéis dispensar al futuro, a vuestro porvenir. Porque vamos a hablar de lo que os dicen que más importa, de lo único que importa, de vuestro futuro.” 

La voz profunda del viejo profesor, un octogenario pletórico de vida, irrumpe en el auditorio del Instituto y suena solemne captando enseguida la atención del público adolescente. Habla la voz de la experiencia frente a una masa de alumnos de primero y segundo de Bachillerato, que se preparan para afrontar los exámenes de fin de curso, la transición inventada hacia ese mañana predicado que nunca se alcanza.

El Maestro, no poco bohemio a juzgar por su aliño indumentario un tanto hippy,  no sólo lanza mensajes antisistema a los jóvenes hambrientos de rebeldía sino que consigue que calen en sus cerebros, incluso un viernes a esa última hora de clase de la semana que es la más difícil de impartir. 

Dicen que es un poeta y un filósofo presocrático, y un filólogo y un dramaturgo y un catedrático de latín que fue expulsado por Franco de la Universidad,  y no se sabe cuantas cosas más, toda una eminencia...

Su sermón del predicador laico no es nuevo, pero logra azuzar las mentes de la concurrencia. Se dirige a los «no estúpidos, a los disidentes e incrédulos, al que duda aunque sea con el miedo irracional de no saber dónde apoyarse". 

A mitad de su intervención, se abre un turno de coloquio. Una alumna de 2º de Ciencias levanta la mano y lamenta: «Sabemos que estamos haciendo lo que nos dictan pero no tenemos alternativa. De una manera o de otra siempre vamos a estar dentro del sistema, del que no puede salirse uno». «Intentar matar la fe es difícil, pero a veces basta con quebrantarla un poco», le contesta el viejo profesor, que comienza a despotricar a continuación contra la Democracia, el régimen actual de «administración de la muerte», según sus propias palabras. "La democracia mata al pueblo, porque parte de una idea falsa: se basa en el voto y eso presupone fe en que uno sabe lo que quiere y adónde va, y en que el  sufragio universal  es la expresión de ese saber". 

"¿Pero no es cierto, señor García Calvo, que usted luchó contra la Dictadura de Franco, apoyando al movimiento estudiantil de los años sesenta del siglo pasado junto con Tierno Galván y Aranguren, en favor de la Democracia?" Le interrumpe un profesor joven que acompaña a sus alumnos. 

"Es cierto lo primero,  la parte negativa de tu pregunta, que aquello fue una lucha contra la Dictadura, pero no lo segundo, la parte en la que afirmas que fue "en favor de la Democracia", es más, la Democracia es el nombre del régimen actual de administración del futuro, o sea, de la muerte, que padecemos, es decir, la Dictadura contra la que lucha ahora el pueblo, o lo que quede en nosotros de pueblo que no existe." Asevera el Maestro, dejando más que pensativo a todo el auditorio con la paradoja que acaba de lanzar de que la Democracia es la nueva Dictadura, por eso el ha apoyado también el Movimiento 15-M, como saca a relucir, desde el principio, asistiendo todos los jueves a la Puerta del Sol. 

Su razonamiento se cuela por las rendijas de la cotidianidad de los muchachos de forma inmediata. «El instituto, los padres, los exámenes, los medios de comunicación, os van matando, comiendo la posibilidad de curiosidad, de vivir, porque todo está con las miras puestas en aprobar, en tener un título universitario, conseguir un puesto de trabajo y traer hijos para la gloria», argumenta.


«¿Dice entonces que asumamos el "carpe diem"?», se cuestiona una estudiante de 1º de Humanidades, que cita el verso de Horacio. Pero ese es para el filósofo otro error en el que suele tropezar la sociedad actual. «Nadie es dueño de pasárselo bien, ni siquiera de saber lo que va a pasar. Sólo somos dueños del ¡no!».

El debate «contra el futuro» empieza a animarse en la Biblioteca del Instituto con numerosas intervenciones. Salen a relucir múltiples temas como la profilaxis, el poder establecido, el sentido de la vida o el hastío. El abuelo se siente cómodo frente a un público virgen de esquemas, colmado de inquietudes. «Al luchar contra la fe estamos quitando estorbos para que las posibilidades sean infinitas e imprevistas», sentencia, citando a Machado: "Caminante,  no hay camino, /  se hace camino al andar".

Con sus ochenta y seis años, el Maestro al igual que cuando tenía 40, detesta el concepto de la espera. A los discentes, con 17, les aguarda un futuro «incompatible» con el vivir. «Es la mentira principal y el arma fundamental que el régimen emplea para someteros, para que no pase nada inconveniente», subraya el catedrático.

Pero se acerca el final y la última lección suena como un bálsamo reparador: «El Poder, para alegría nuestra, nunca lo puede todo, nunca lo consigue del todo. El proyecto mortífero no siempre fructifica. Hay voces que saben decir que no.”

El mundo contemporáneo subraya las exclamaciones, pero se olvida con demasiada frecuencia de los interrogantes. Son pocos los que se cuestionan las cosas. Los niños que preguntan, cada vez más escasos, son de oro.  Y es cierto que preguntarse es, por supuesto, más difícil que dar una respuesta cualquiera, pero contestar a la pregunta reconociéndose casi de inmediato en una respuesta no hace más que matar la pregunta. "Y precisamente es la pregunta lo que importa, lo que no debe morir nunca, lo que debe vivir".

Agustín García Calvo, el más joven de todos los viejos profesores, murió a los ochenta y seis años en su Zamora natal el día de Todos los Santos de 2012. No llegó a impartir la conferencia o charla, como él hubiera preferido, de la que acabo de ofreceros la crónica.  Sus palabras, sin embargo, están vivas porque,  como dijo muchas veces, en la lengua, que es del pueblo, no manda nadie, ni  siquiera Dios, ni tampoco la muerte, esa que se lo llevó a él, esa que "nadie la llama y viene, como el viento;  saberla,  nadie la sabe,  porque no tiene nombre ni mandamiento".

Amancio Prada canta en este vídeo uno de los poemas más bellos de Agustín García Calvo: "Tú,  cuya mano", al que puso música Chicho Sánchez Ferlosio.

 

sábado, 25 de octubre de 2025

Avec te temps / Con el tiempo

    En Tiempo contra amor, amor contra tiempo analizábamos algunos tratamientos pictóricos del combate a muerte entre el amor, que hace que nos olvidemos del tiempo, y el Tiempo, el Chronos (χρόνος) griego, representado a veces con un reloj de arena o una clepsidra, e  identificado enseguida con el Saturno romano por una falsa homonimia con Cronos (Κρόνος), el titán padre de Zeus/Júpiter, una divinidad en principio agrícola cuyo símbolo era la guadaña, que acabará simbolizando a la mismísima muerte inmortal,  que con su paso y su peso le corta las alas literalmente a Eros, o sea a Cupido, el amor.

    Añado aquí un tratamiento pictórico muy distinto a los que veíamos allí, se trata del cuadro de Bernardino Mei, "Amor curado por el tiempo con el agua del río Leteo", pintado a mediados del siglo XVII, donde aparece Cupido, o sea Eros, en el centro, desnudo, con las alas abatidas, desarmado con la aljaba caída y sus flechas a la derecha, y a su izquierda Chronos, el Tiempo, caracterizado como un anciano, también alado como el amor, con una jarra de agua del río Leteo, que es el del olvido -todos los que beben sus aguas olvidan su biografía-, y con la mano derecha, curando con una pluma impregnada en el agua las heridas sangrantes del amor. En el extremo izquierdo del cuadro un reloj de arena simboliza el tiempo, que aparece en este lienzo como curador de todas las heridas, incluso de las del amor. Es un tópico que a veces repite la gente: todo se cura con el tiempo o el tiempo lo cura todo.  Al no aparecer la guadaña entre los atributos del tiempo, este se presenta aquí como sanador, no como destructor.

    La figura femenina según algunos intérpretes representa a Afrotida/Venus como madre del dios Eros/Cupido, pero según otros encarna a Sapientia, la diosa romana de la sabiduría, por su actitud serena y majestuosa. El putto -niño alado que sobrevuela la escena- bajo la mirada de la Sapientia representa el amor purificado, platónico, ideal.

    Me viene a la memoria, volviendo al primer tratamiento del tema, a propósito de la guerra entre el tiempo con el amor y el amor contra el tiempo, la bellísima canción de Léo Ferré: "Avec le temps", grabada por primera vez en octubre de 1970, que viene a decirnos que el amor, que mientras dura es eterno, deja de serlo cuando tomamos conciencia de él, y entonces la muerte del amor, de puro sabido, nos separa, y ya dejamos de querernos. La canción fue escrita,  después de la ruptura con su segunda mujer al parecer. 

     Dice el oráculo digital, la IA de Gúguel que la canción de Léo refleja, además de la pérdida del amor, el paso del tiempo y el borrado de los recuerdos, 'une vision anarchiste et pessimiste de la société', en la que la pareja está destinada al fracaso. 

    Ha sido múltiples veces cantada por muchos artistas y en diversas lenguas. Añade la IA de Gúguel, que no se entera de casi nada, que no se conoce ninguna versión oficial de "Avec le temps" en español, ya que es una canción icónica de la música francesa. (No entiendo yo entre paréntesis, la razón que se aporta de que no exista tal versión en castellano, pues hay otras canciones 'icónicas de la música francesa' como "Ne me quitte pas" de Jacques Brel o "La vie en rose" de Edith Piaf, que sí han sido cantadas en castellano, esta última incluso por la propia Edith Piaf. Se  cura en todo caso la IA en salud concluyendo que "no hay una versión ampliamente reconocida y establecida en español que iguale la fama de la original", lo cual puede que sea cierto, pero no es menos cierto que entre nosotros la ha grabado y cantado Amancio Prada en el año del Señor de 2007. Aquí está:

 

viernes, 17 de octubre de 2025

Cárceles

    Un Ministro del Interior de las Españas ya fallecido  (no era el actual, que aún vive, pero para el caso como si lo fuera, ni siquiera recuerdo si era conservador o progresista, lo que viene a ser lo mismo) declaró que la situación económica que por entonces atravesaba el reyno y que calificó como difícil, no muy distinta de la actual, no afectaría a la partida destinada a las prisiones para el año venidero. Haya o no haya nuevos presupuestos del Estado para el año que viene, no importa, se prorrogan los existentes, y siempre habrá una partida para las cárceles.
  
    Según los datos disponibles en la Red, en el reyno de las Españas hay unos 23.000 funcionarios de prisiones, o sea, carceleros, y la población reclusa para 2025 se cifra en alrededor de los 60.000 'internos', según los datos disponibles de principios de año. A 31 de diciembre de 2024, en efecto, se registraron 59.226 personas privadas de libertad, de las cuales 55.103 eran hombres y 4.123, mujeres. La cifra total puede variar ligeramente durante el año debido a la fluctuación de ingresos y salidas de prisión, por lo que la ta tasa española de población reclusa podría situarse en torno a un poco más de uno por ciento: 126,2 reclusos por cada 100.000 habitantes, según los datos de 2023, y España se encontraría entre los países de Europa Occidental con mayor población reclusa. Pero podemos dormir tranquilos pensando que los malhechores están encarcelados y que nosotros somos libres, lo que no es verdad, porque ni son todos los que están ni están todos los que son. Además, no hace falta insistir en que el Poder Judicial existe para que no haya precisamente justicia, legitimando con su existencia las tropelías y las injusticias. 
 

    El excelentísimo aprovechó su discurso para combatir la imagen "distorsionada", según él, de las cárceles, como si no supiéramos lo que es eso. Al día siguiente publicó un artículo en El Diario Global(ista), alias El País, diciendo: "La sociedad debe conocer qué se hace dentro de las prisiones. Es bueno que ahora que se habla tanto de impuestos la gente sepa en qué se gasta el dinero. Nos vamos a seguir esforzando para que las prisiones sigan teniendo los recursos que necesitan… No se puede hablar de justicia o de seguridad sin hablar del sistema de prisiones". 
 
    Todo esto ocurría, precisamente, el día de la patrona de las prisiones, el día de la Merced y de las Mercedes, el 24 de septiembre. Muchas mercedes, o sea, muchas gracias, señor ministro, le sean dadas a Vuestra Merced, o sea a Vd. por recordarnos a qué se destinan los impuestos con los que contribuimos a la causa, esos impuestos que pagamos y que según la publicidad vuelven a nosotros. 
 
    ¿Hemos olvidado cuál es la razón de ser de las cárceles? No lo perdamos de vista: Las prisiones existen para que los que estamos fuera creamos, engañados, que somos libres: privamos de libertad de una manera evidente a nuestros semejantes para que no se vea la evidencia de que todos estamos en verdad privados de ella. 
 
    La cárcel es, por lo tanto, una metáfora de la falta de libertad en la que malvivimos todos. Hemos de desmentir el mito de la libertad, que sirve como sostén principal del Estado y del orden establecido;  reconozcamos que lo que está padeciendo en la cárcel no es precisamente la persona, que está presa lo mismo dentro que fuera de la prisión, sino algo que no es la persona, que queda por debajo y que de una manera especial está allí constreñida; más bien algo que está contra la persona lo mismo que está contra la cárcel. 
 
    Chicho Sánchez Ferlosio lo expresó muy bien en la versión que grabó del célebre romance anónimo de El Prisionero en su disco A contratiempo (1978), al que añadió unos versos de su cosecha en los que el prisionero se quejaba también de la cárcel que tiene por dentro:  Cárcel tengo por fuera / cárcel por dentro... / Tener no me importara / cárcel por fuera / si de la de aquí adentro / salir pudiera.
    La cárcel es un encerramiento grosero por medio de muros, con la consiguiente privación de libertad que conlleva. Suele distinguirse entre presos políticos y presos comunes, pero en realidad y bien mirado los presos comunes son tan políticos o más que los primeros. A veces creemos que las cárceles están llenas de peligrosísimos delincuentes, pero no es cierto: la mayoría de los que están entre rejas están por delitos de drogas o contra el patrimonio por haber robado porque carecían de todo. La gente no suele engañarse cuando piensa, lo diga o no lo diga, que los malhechores más peligrosos están fuera de las cárceles, igual que los locos más peligrosos, que no están precisamente en los hospitales psiquiátricos.
 
    El poema completo de Chicho (tomado de Chicho Sánchez Ferlosio: Canciones, poemas y otros textos, Edit. Hiperión, 2008)'Cárcel tengo por fuera'. Subrayo en negrita los versos que canta añadidos al Romance del Prisionero, cantados en esta ocasión por Amancio Prada bajo el título Cárcel por dentro, añadiendo al final estos dos versos que supongo del propio Chicho:  '¿Quién tu cuerpo y tu cara / me devolviera?'
  Cárcel tengo por fuera, / cárcel por dentro, / voy vagando y vagando, / puerta no encuentro; / puerta no encuentro, ¡ay, no!, / puerta no encuentro, / el camino que busco nace / de adentro.
 
Tener no me importara / cárcel por fuera / si de la de aquí adentro / salir pudiera, / salir pudiera, ¡ay, sí!, / salir pudiera, / por un rayo de luz / mi vida diera. 
 
Veo el campo a lo lejos / por la ventana, / tristeza y esperanza, / noche y mañana; / noche y mañana, ¡ay, sí!, / noche y mañana, / tristeza omnipotente, / esperanza vana. 
 
Allí crece la yerba / de primavera, / esperanza y tristeza, /  (luz y quimera) / flor y tijera, / flor y tijera, ¡ay, sí!, / flor y tijera, / tristeza del que espera / y desespera. 
 
Donde nacen las penas / no crece hierba, / crecen cardos y ortigas, / frontera negra, / frontera negra, ¡ay sí!, / negra frontera, / por dentro mi dolor, / mi alma por fuera. 

domingo, 23 de mayo de 2021

El beso

 

El beso, Silvio Allason (c.1910)
 
 
Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... yo no sé
qué te diera por un beso.
(Gustavo Adolfo Bécquer)
 
El beso, Francesco Hayez (1859)
   
 


viernes, 1 de mayo de 2020

Que por mayor era, por mayo

En estos tiempos de cuarentena -ya pasa de cuarenta días y cuarenta noches y va para cincuentena, y suma y sigue- en los que todo el país se ha convertido en una enorme cárcel voluntaria desde el momento en que el Gobierno decretó que nuestras viviendas fueran nuestras mazmorras, y la población, mayoritariamente engañada, acató esa decisión resignadamente y aprobando dichas medidas de confinamiento porque eran, se suponía, por nuestro bien; y aquellos que se lo saltaron fueron en primer lugar escarnecidos por sus vecinos desde ventanas y balcones, y en segundo lugar multados y detenidos por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado o de orden público o como quiera que se llamen; en esta situación auténticamente kafkiana, me vienen a la cabeza los más hermosos versos de la lírica castellana: el romance del prisionero. La poesía nos recuerda la prosaica cárcel en la que vivimos y a la vez nos consuela de ella:





Que por mayo era, por mayo, 
cuando hace la calor, 
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor, 
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor,
sino yo, triste y cuitado,
que yago* en esta prisión, 
que ni sé cuándo es de día,
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba al albor;
matómela un ballestero; 
déle Dios mal galardón. 

oOo

*NOTA.- Hay versiones del romance que dicen "que vivo en esta prisión". Hoy nadie diría "que yago", que es una forma verbal que nos suena rara al oído y quizá incomprensible. Se trata, sin embargo, de la primera persona del singular del presente de indicativo del verbo "yacer", que ofrece las siguientes formas alternativas: yazco, yazgo y yago (latín iaceo). El primer significado que da el diccionario de la Academia es, referido a una persona, "estar echada o tendida", como en latín, donde se oponía a sto "estoy de pie", origen de nuestro estoy, y a sedeo "estoy sentado", cuyo infinitivo sedere es el origen de nuestro "ser", pero el segundo significado, relativo a un cadáver, "estar en la fosa o en el sepulcro" le conviene más a nuestro prisionero del romance, que no vive propiamente en una prisión, sino que yace en ella como si estuviera muerto porque está privado de libertad.