Vivimos en una sociedad competitiva en la que se valora sobremanera la figura del triunfador según el ideal norteamericano del self made man u hombre que se ha hecho a sí mismo y que ha tenido éxito en la vida superando todos los obstáculos que se le han interpuesto.
Suele considerarse que la victoria es siempre superior moralmente a la derrota, que los que triunfan en los negocios, en la política, en el mundo artístico o en cualquier otro ámbito es porque son superiores, en detrimento de los vencidos, que fracasan porque se lo merecen.
Ya lo dice la copla, cuyo remate final le parecía a don Juan Eugenio Hartzenbusch "un blasfemo disparate": Y vinieron los sarracenos, y nos molieron a palos; que Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos. Frente a esta lógica que podríamos llamar deportiva de que los triunfadores son los mejores, hemos hecho en este arcón alguna vez la apología del valor de la derrota y de las causas perdidas, más nobles que las triunfadoras.
Vamos a centrarnos ahora en la etimología de la palabra latina “triumphus”, que ha triunfado, nunca mejor dicho, sobreviviendo en las lenguas romances a
la ruina del latín, que a pesar de ser una lengua “muerta”, como
maliciosamente recuerdan los defensores a ultranza de las lenguas “vivas”, es una
lengua que sobrevive en la mayoría de las actuales. Los siguientes términos son algunos vestigios que
atestigan la supervivencia del “triumphus” latino (en latín arcaico
triumpus sin aspiración): castellano, gallego y portugués triunfo, catalán triomf, francés triomphe, italiano trionfo y rumano triumf; así como inglés triumph, y alemán por partida doble Triumph y Trumpf (en el juego).
En
Roma había una ceremonia del triunfo, que consistía en un desfile
solemne que se le concedía a un general victorioso que, coronado de
laurel, símbolo de la victoria, y vestido con la tunica palmata y la
toga picta, subía al Capitolio en un carro tirado por cuatro caballos
blancos, mientras la multitud prorrumpía en gritos jubilosos de io triumphe!,
y los soldados que tomaban parte en el desfile entonaban cantos
elogiosos o satíricos sobre su general. Probablemente, la misteriosa
palabra que gritaban "triumphe" dio nombre a la propia ceremonia. De
este significado concreto de “desfile militar solemne” se pasa a los
genéricos abstractos de “triunfo” y “victoria”.
Arco de triunfo de Tito (Roma)
Tradicionalmente se ha interpretado el triumphus latino, a falta de mejor genealogía, como un préstamo del θρíαμβος
(thríambos) griego, pero fonéticamente es harto difícil demostrarlo si
no es a través de un intermedio etrusco, y aun así no está muy clara la
relación. En griego antiguo, θρίαμβος era un “himno que se cantaba en
las bacanales en honor del dios Baco”, por lo que no resulta muy explicable cómo un término dionisíaco como éste
habría llegado a ser un grito militar de exaltación triunfal de Marte, dios de
la guerra.
Es cierto
que en griego moderno θρίαμβος signficia “triunfo”, “éxito”, y que en
griego clásico se traducía el triumphus latino por θρίαμβος, pero
esa equivalencia antigua que se dio pronto entre las dos palabras, no
conllevaba una relación etimológica.
Por todo ello, cabe la posibilidad de que el triumpus mejor que el triumphus no sea un préstamo griego adaptado malamente a la fonética latina, como se ha creído, sino el imperativo de un verbo *iumpere que significaría “saltar” precedido del prefijo numeral “tri”,
tres veces, como propuso Richter. Tal verbo no está documentado por
escrito en latín, pero sería hermano del ingles jump “saltar”, o de una
variante suya *umpere, como propone García Calvo en su “Nueva
interpretación del carmen arval”, que se publicó en la revista Emérita,
vo. XXV (1957), páginas 387-448, y que no ha tenido mucha repercusión
internacional por aquello de “Hispanicum est, non legitur”, que sería un desarrollo de la conocida raíz indoeuropea *up con infijo
nasal, como en inglés up “arriba” con sus correlatos latino SVPER y
griego ὑπέρ, y que podría relacionarse también con las formas expresivas
castellanas (a)úpa, y aupar.
Fragmento de la inscripción donde aparece el Carmen.
Según dicha interpretación, triumpe
se traduciría por "brinca o salta tres veces", y sería el colofón de la
danza guerrera ejecutada por la cofradía de los hermanos arvales que
formaría parte del desfile de la victoria de los generales romanos. Es
cierto que no tenemos en latín el verbo *triumpere, y sin embargo sí que tenemos triumpare, que habría venido a sustituirlo a la vez que se incluyó en el vocabulario el sustantivo triumpus:
el paso de /p/ a /ph/, es decir la aspiración de la oclusiva labial
sorda y posterior conversión en fricativa /f/, es bastante trivial, como
demuestra el caso de sulpur/sulphur/sulfur, que es el viejo nombre del
azufre. El griego κόλπος “seno de una persona”, pasó al latín colpus, y de ahí se aspiró a colphus, y de ahí al latín vulgar colfus, de donde nuestro golfo, para referirnos a una gran ensenada marina que se adentra en la tierra entre dos cabos y a la anchura del mar.
El
Carmen Aruale o Cántico de los hermanos arvales es el documento escrito
más antiguo de la lengua latina. Sus versos se repiten siempre tres
veces, y tenemos la noticia de que su ejecución se acompañaba de una
danza de la cofradía: el tripudio que consistiría en tres pasos de
baile.
He
aquí el texto original del Cántico según la interpetación de Agustín
García Calvo, cuya letra cantó Chicho Sánchez Ferlosio a ritmo de
rocanrol en su disco A contratiempo: E NOS, LASES, IOVATE /
NE VELVE! RVE, MARMAR! SIN, SIN CVRRERE!
INPLE ORIS! /
SATVR FV! FER, E MARS! LIMEN SALI! STA, BERBER!
/ SE MVNI SAL! STERNE! I, ADVOCA! PET CONCTOS! /
E NOS, MARMOR, IOVATO!
/
TRIVNPE! TRIVNPE! TRIVNPE! TRIVNPE! TRIVNPE!
Su traducción sería aproximadamente algo como esto:
¡Eh, ayudadnos, dioses Lares!
¡No des más vueltas! ¡Arrójate, Mármar!
¡Deja, déjanos correr! ¡Llena los oídos! ¡Vé y hártate! ¡Adelante, eh, Marte!
¡Salta el umbral! ¡En pie, Voceador!
¡Salta la muralla! ¡Derriba y arrasa!
¡Ea, llama a tu lado! ¡Lánzate a por todos juntos!
¡Eh, ayúdanos por siempre, Mármor!
¡Tres veces brinca, brinca, brinca, brinca, brinca!
Merece la pena rescatar del olvido esta canción de los cuatro poderes (Pero al cuarto no) que Chicho Sánchez Ferlosio cantó a palo seco y en directo en un programa de televisión presentándola de la siguiente manera: Esta es una canción sobre la división de poderes. Todo el mundo sabe lo de Montesquieu del poder legislativo, ejecutivo y judicial, y también todo el mundo sabe que se llama el cuarto poder a la prensa. Es una canción que hice hace un año y que bueno pues ahí está, yo no estoy descontento de haberla hecho aunque no se haya publicado.
Posteriormente la cantó con acompañamiento de piano y la voz de Rosa Jiménez en una actuación en directo, que ha acabado incluyéndose y publicándose en el disco póstumo “La última noche en el Círculo de Bellas Artes” (2022).
La letra muy oportuna entonces y ahora mismo, cuando tanto se habla del conflicto entre los tres poderes del Estado, dice lo siguiente:
Yo iba mirando la enciclopedia / y hallé una regla que no está mal: / separar el legislativo, / el ejecutivo y el judicial. / Y pensaba yo, y pensaba yo / que en mi tierra de alguna forma / la antigua norma se quebrantó. / Y el segundo acalló al primero, / amarró al tercero y al cuarto no, / pero al cuarto no, pero al cuarto no. / El segundo acalló al primero, / amarró al tercero y al cuarto no. / No me parece que vayan hacia / la democracia que yo soñé. / Solo siento mucho recelo, / poco consuelo, ninguna fe, / porque digo yo, porque digo yo / que al fundirse los tres en uno / quizá ninguno sobrevivió. / Y el segundo acalló al primero, / amarró al tercero y al cuarto no, / pero al cuarto no, pero al cuarto no. / El segundo acalló al primero, / amarró al tercero y al cuarto no. / Por eso busco por los diarios / y por las radios mi libertad / con cuidado de que en la tele / no se me cuele la autoridad, / porque ya se vio, porque ya se vio / que a despecho de tanta euforia / la vieja historia se repitió. / Y el segundo acalló al primero, / amarró al tercero y al cuarto no, / pero al cuarto no, pero al cuarto no...
¡Qué pena que el cuarto poder, contra lo que cantaba el inolvidable Chicho, haya sido también acallado como el primero, y amarrado como el tercero por el segundo, por el ejecutivo, que no es tanto el gobierno de turno que nos toca padecer en cada momento en cada uno de los múltiples Estados, que es bastante superficial y a fin de cuenta también es un mandado, como nosotros, sino por el gobierno profundo, que es realmente quien manda y gobierna por encima de todos los Estados!
¿De qué nos sirve que haya libertad de expresión si nuestro pensamiento es esclavo? Hemos visto cómo a lo largo de la pandemia y ahora a propósito de la invasión rusa de Ucrania el cuarto poder, la prensa, mantiene un discurso único y monocorde que tacha de “desinformación” (misinformation en la lengua del Imperio) y censura y acalla los pocos vestigios de crítica que asoman! El cuarto poder está hoy en día sometido a otro poder, al poder del Capital que lo publicita y subvenciona.
Agustín García Calvo es el autor de la letra de la canción "Atrás, a contratiempo", que compuso basándose en una ocurrencia de su amigo el escritor Rafael Sánchez Ferlosio, que le ofreció los dos primeros versos (Carabelas de Colón, / todavía estáis a tiempo) y que canta Chicho Sánchez Ferlosio, animando a las carabelas de Cristóbal Colón a que como monjitas arrepentidas den marcha atrás y vuelvan al puerto del que partieron sin descubrir América, un alegato contra la Historia, y contra lo que se pretende celebrar el día 12 de octubre, que se ha convertido entre nosotros en el Día de la Hispanidad (o de la españolez, como decía don Rafael) y en la Fiesta Nacional.
He aquí la letra de la canción que interpreta Chicho: Carabelas
de Colón, / todavía estáis a tiempo. / Antes que el día os coja, /
virad en redondo presto, / presto. / Tirad de escotas y velas, / pegadle
al timón un vuelco, / y de cara a la mañana / desandad el derrotero. /
Atrás, ¡a contratiempo! / Mirad que ya os lo aviso, / mirad que os lo
prevengo: / que vais a dar con un mundo / que se llama el Mundo Nuevo, /
nuevo; / que va a hacer redondo el mundo, / como manda Tolomeo, / para
que girando siga / desde lo mismo a lo mesmo. / Atrás, ¡a contratiempo! /
Por delante de la costa / cuelga un muro de silencio; / si lo rompéis,
chocaréis / con terremotos de hierro, / hierro. / Agua irisada de grasas
/ y rompeolas de huesos, / de fruta, de cabecitas / veréis los árboles
llenos. / Atrás, ¡a contratiempo! / ¡A orza, a orza, palomas!, / huid a
vela y a remo. / El mundo que vais a hacer, / más os valiera no verlo, /
verlo. / Hay montes de cartón-piedra, / ríos calientes de sebo, /
arañas de veinte codos, / sierpes que vomitan fuego. / Atrás, ¡a
contratiempo! / Llueve azufre y llueve tinta, / sobre selvas de cemento,
/ chillan colgadas en jaulas / crías de monos sin pelo, / pelo. /
Los
indios pata-de-goma, / acorazados de acero, / por caminos de betún /
ruedan rápidos y serios. / Atrás, ¡a contratiempo! / Por las calles
trepidantes / ruge el león del desierto. / Por bóvedas de luz blanca /
revuelan pájaros ciegos, / ciegos. / Hay un plátano gigante / en medio
del cementerio / que echa por hojas papeles / marcados de cifra y sello.
/ Atrás, ¡a contratiempo! / Sobre pirámides rotas / alzan altares de
hielo / y adoran a un dios de plomo / con dientes de oro negros, / negros. /
Con sacrificios humanos / aplacan al dios del miedo, / corazoncitos
azules / sacan vivos de los pechos. / Atrás, ¡a contratiempo! / Trazan a
tiros los barrios, / a escuadra parten los pueblos. / Se juntan para
estar solos, / se mueven para estar quietos, / quietos. / Al avanzar a
la muerte / allí lo llaman progreso. / Por túneles y cañones / sopla
enloquecido el Tiempo. / Atrás, ¡a contratiempo! /
Por eso, carabelitas,
/ oíd, si podéis, consejo: / No hagáis historia, que sólo / lo que está
escrito está hecho, / hecho. / Con rumbo al sol que os nace, / id el
mapa recogiendo, / por el Mar de los Sargazos / tornad a Palos, el
puerto. / Atrás, ¡a contratiempo! / Monjitas arrepentidas, / entrad en
el astillero. / Os desguacen armadores, / os coman salitre y muergos, /
muergos. / Dormid de velas caídas / al son de los salineros / y un día
de peregrinas, / id a la sierra subiendo. / Atrás, ¡a contratiempo! /
Volved en Sierra de Gata / a crecer pinos y abetos, / criar hojas y
resina / y hacerles burla a los vientos, vientos. / Allí el aire huele a
vida, / se siente rodar el cielo, / y en las noches de verano / cantan grillos y jilgueros. / Atrás, ¡a contratiempo!
Pero no sólo es el día de la Fiesta Nacional, la Iglesia celebra el día de la Virgen del Pilar, en el que la virgen María se le apareció al apóstol Santiago a la orilluca del Ebro a su paso por Zaragoza.
Y es también el día de las Fuerzas Armadas, "un día de orgullo, de satisfacción, de sentirnos más unidos que nunca, teniendo en cuenta que somos miembros de un gran país como es España", según la ministra de la Guerra, que en su alocución envía un recuerdo cariñoso "a las familias que han perdido a sus familiares este año. Siempre estarán en nuestros corazones. Su acto de servicio no lo olvidaremos nunca". Considera significativamente la señora ministra que la muerte es un acto de servicio. Y, más adelante, en su breve y atropellada alocución afirma que "es un día muy importante para España y es un día importante para las fuerzas armadas, esas fuerzas armadas generosas, esas fuerzas armadas que están siempre en todos los lugares más difíciles y más complicados en el extranjero y en España; (...) los hombres y mujeres de las fuerzas armadas están siempre presentes con voluntad de servicio y de amor a España".
"Su acto de servicio no lo olvidaremos nunca"
La ministra, delante de la bandera rojigualda española, se encuentra flanqueada por la de la Unión Europea, azul con sus doce estrellas marianas, y la de la OTAN, aquella organización a la que de entrada le habíamos dicho que no y en la que acabamos entrando de cabeza con todas las consecuencias, de color también azul marino como el Océano Atlántico y con la rosa de los vientos que es la brújula que nos marca el Norte.
La ministra de la Guerra, en otras recientes declaraciones, afirmaba que había que "trabajar pensando en la industria de Defensa" porque esa industria creaba "puestos de trabajo". Y citaba a modo de ejemplo las fragatas F-110, los submarinos S-80, los vehículos 8 por 8 y un largo etcétera que es clave para la modernidad de las Fuerzas Armadas y la modernización de la industria de Defensa "porque crea muchos puestos de trabajo". Ese mismo argumento podría llevarnos a la defensa de la prostitución porque, al igual que la industria de Defensa, genera muchos puestos de trabajo.
Le
debemos al poeta Garci Sánchez de Badajoz (1460?-1526?), que nació
probablemente en la localidad sevillana de Écija, pero vivió en
Badajoz y al parecer murió loco en un manicomio, según informa José
María Valverde en su Antología de la poesía española e
hispanoamericana, publicada por editorial Anthropos (Barcelona, 1986), esta
preciosa copla que habla de las dos prisiones: una que me tiene a mí y otra que me tengo yo.
En dos prisiones estoy que me atormentan aquí la una me tiene a mí y la otra tengo yo.
Y aunque de la una pueda que me tiene libertarme, de la otra que me queda jamás espero soltarme.
Ya no espero, triste, no, verme libre cual nací, que, aunque me suelten a mí, no puedo soltarme yo.
El
llorado Chicho Sánchez Ferlosio retoma este viejo tema de las dos
prisiones, la exterior y la interior, en la coda que compuso para
cantar al final del Romance del prisionero:
"Cárcel tengo por fuera,
cárcel por dentro,
voy vagando y vagando,
puerta no encuentro:
tener no me importara
cárcel por fuera,
si de la de aquí adentro,
salir pudiera.
Veo el campo a lo lejos
por la ventana,
tristeza y esperanza,
noche y mañana.
Allí crece la yerba
de primavera,
esperanza y tristeza,
luz y quimera."
Escribía en 1984 el cantautor Chicho Sánchez Ferlosio, hermano del escritor, una carta
al entonces presidente del Gobierno Felipe González, recogida en el
volumen “Canciones, poemas y otros textos”, que era un alegato
contra la porra policial, en la que le rogaba que aprovechando los diez
millones de votos que sostenían su proyecto político eliminara la
porra del armamento policial. Los argumentos que utilizaba eran de todo tipo: La porra sólo sirve en realidad para
minar, castigar y humillar a quien ya se tiene neutralizado y sin
escapatoria. La porra estorba para correr, tanto si se intenta pegar
mientras se corre como si se lleva colgada, y el poder correr es
esencial en cualquier situación de violencia (...) La porra y lo que
representa, no sólo como símbolo para todos sino también como muda
instrucción impartida a quien reglamentariamente tiene que llevarla,
induce, a corto y a largo plazo, a situaciones de violencia que se
prestan a la escalada. Sin porra, el guardia usará más la cabeza.
Leído este
alegato treinta y ocho años después -ignoro si el presidente del gabinete socialista leyó la carta, lo que sí es cierto es que si la leyó,
hizo caso omiso, o sea ningún caso de la recomendación de Chicho-,
resulta que me entero ahora de que el Ministerio del Interior sustituye las
porras de goma por porras extensibles metálicas: más
de veinte mil de dichas porras de acero cuyo precio
asciende a los dos millones de euros (unos ochenta euros cada una),
llamadas eufemísticamente 'bastones policiales extensibles', y
“bastones policiales defensivos', van a ser empleadas
principalmente por los policías destinados en
Seguridad Ciudadana y las Unidades de Intervención Policial, más
conocidos como antidisturbios. Obsérvese cómo ha desaparecido la palabra "porra" sustituída por el eufemismo "bastón", en apariencia, aunque sólo en apariencia, menos agresivo, porque el bastón tiene un uso primordial que es apoyarse en él al caminar, y secundariamente puede servir para golpear, pero en el caso de la porra su uso único es como arma de aporreo.
Estos bastones, hechos con acero o aleación de máxima calidad,
pasan de los 26 centímetros cuando está plegados a un poco más del doble en toda su extensión y pesan poco más de medio quilo.
Se trata, siempre según el Ministerio, de un elemento de fácil
portabilidad que va siempre con el policía, discreto, dado su
reducido tamaño" y poseedor además de "un efecto
psicológico disuasorio por su efecto ruidoso al desplegarse".
La Dirección General de la Policía también ha elaborado un
protocolo específico sobre su uso en el que se detalla que, en caso
de golpear con el bastón extensible a una persona, el agente deberá
evitar hacerlo en vertical “de arriba hacia abajo”, además de no
hacerlo “bajo ningún concepto” en “la cabeza, cuello,
clavícula o columna vertebral”, prohibiéndoles a los agentes que
lo usen como “técnica de estrangulación”. Dicho protocolo añade
que estas defensas solo se utilizarán para “reducir, inmovilizar o
detener” a personas que muestren “una resistencia activa que
ponga en riesgo a los agentes o terceras personas”, que pueden
actuar de manera violenta o lo hayan hecho, que amenacen con un arma
blanca u otro objeto peligroso o estén a punto de poner en riesgo su
vida. Y siempre después de “haber agotado las vías de diálogo,
negociación y mediación previas”. El protocolo prohíbe usarlas
“con mujeres embarazadas o con menores de edad penal [hasta los 18
años] siempre que esta condición sea perceptible”, así como “con
personas de edad avanzada o personas débiles de salud”.
Según el Ministerio, las porras extensibles -aunque las llamemos 'bastones' siguen siendo porras, sólo que mucho peores- no solo servirán
para reprimir a manifestantes y asegurar la seguridad ciudadana, dado que tienen algunas cualidades de índole no represiva: “se puede
utilizar como instrumento de rescate, en el caso de personas
atrapadas en el interior de un vehículo o para la autoexcarcelación,
en caso de accidente, ya que su diseño permite romper las lunas del
vehículo, así como actuar como palanca para facilitar la apertura
de los espacios confinados". Estas utilidades, sin embargo, son
secundarias y colaterales de la principal, que sigue siendo aporrear.
Estas armas, además, poseen una mayor resistencia y dureza que las
tradicionales defensas semirrígidas, así denominan a las tradicionales porras de goma,
portando además en su extremo final una punta de polímero
endurecido, se supone que para mayor contundencia, lo que no corresponde -esto no se le escapa a nadie un poco espabilado- al principio que debe guiar la actuación de los cuerpos policiales de procurar la menor lesividad
posible.
Lo
paradójico de este caso es que el gobierno socialista o progresista,
como prefiere autodenominarse, ha eliminado las porras de goma, como pedía Chicho al presidente de aquel primer gabinete socialista, sustituyéndolas por otras metálicas mucho más efectivas y eficaces. "Son tan modernos / que provocan la envidia / de otros gobiernos", cantó en sus Coplas Retrógradas.
Vemos aquí un ejemplo más de cómo algunas reclamaciones ingenuas
de la gente son enseguida asimiladas por el orden establecido. La reivindicación popular que se coreaba durante la transición y que no va a ser atendida por el Poder, porque supondría la desaparición del Estado mismo y de la violencia institucional que ejerce, era "Disolución de los cuerpos represivos".
Tengo para mí que el bellísimo poema de Agustín García Calvo (1926-2012) "Tú, cuya mano..." (incluido en su libro Canciones y Soliloquios,
núm. 5, publicado por editorial Lucina, Madrid 1982) puede estar
inspirado en un verso que Propercio le dedicó a Cintia (1.11.23): tu mihi sola domus, tu, Cynthia, sola parentes: Tú sola eres mi hogar, tú, Cintia, mis padres. Que también puede entenderse como: Tú eres mi único hogar, tú, Cintia, mis padres. Y
teniendo en cuenta la polisemia de "domus" en latín: podríamos entender
que no sólo es su hogar, sino también su casa, su familia e incluso su
patria.
El verso de Propercio recuerda también a aquellos hexámetros de Homero (Ilíada,
6, 429-430), en los que Andrómaca le confiesa su amor a Héctor
diciéndole que no se vaya a la guerra porque él es todo lo que le queda,
lo más valioso para ella: "Héctor, y tú para mí eres padre y madre patrona, / y hermano también, y también mi florida prenda de bodas". (Traducción de A. G. C.). O también, en la traducción de Emilio Crespo Güemes: "¡Oh Héctor! Tú eres para mí mi padre y mi augusta madre, / y también mi hermano, y tú eres mi lozano esposo".
Y también nos recuerda, claro está, aquel pasaje del evangelio de Mateo
sobre la vida de Jesús (Mateo, 12, 46-49), donde se valoran más los
lazos de afinidad que los de parentesco o sangre, y que dice así en la
traducción del griego de Nácar-Colunga que manejo: "Mientras Él hablaba a la
muchedumbre, su madre y sus hermanos estaban fuera y pretendían
hablarle. Alguien le dijo: Tu madre y tus hermanos están fuera y desean
hablarte. Él, respondiendo, dijo al que le hablaba: ¿Quién es mi madre y
quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano sobre sus discípulos,
dijo: He aquí mi madre y mis hermanos".
Habría
que añadir otra influencia, sobre todo en lo que a la estructura
sintáctica se refiere, que es el soneto de Keats que comienza O thou whose face hath felt the Winter's wind, que tradujo el propio García Calvo como "Tú cuya faz ha herido el viento del invierno".
Agustín García Calvo
En "Tú, cuya mano..." el poeta habría eliminado el nombre propio
(Cynthia, que era un pseudónimo, como vienen a ser todos los nombres
propios al fin y al cabo) y lo sustituye por el pronombre de segunda
persona: un tú indefinido que puede ser cualquiera, cualquier otra
persona o cosa con la condición de que no sea yo. Ese tú indefinido que
se repite cinco veces -dos en el verso properciano- al comienzo de cada
estrofa es para el autor lo más importante, lo que para otros es la patria, los padres, Dios, las leyes y el ejército,
todas y cada una de esas personas y cosas juntas. Ese tú es para el
poeta lo más valioso, a pesar de lo que piensan y se creen todas esas
instituciones: que no es nada.
El poema se convierte así en una espléndida canción de amor hacia lo que
no tiene nombre "ni apellido", hacia lo desconocido, hacia lo que no se
sabe, donde se suceden imágenes de belleza y fuerza evocadora como esas
"nubes blancas", "praderas de la verde África", "rojos leones" de gran
colorido, o esa preciosa evocación de un beso donde se confunden la
lengua y la saliva "de puro sabrosa y templada", todo ello dentro de una
perfecta estructura que va recogiendo y repitiendo al final de cada
estrofa la última palabra de las anteriores
He aquí la letra, a la que puso música el llorado Chicho Sánchez
Ferlosio, que la cantaba con mucha gracia en el Teatro Español de Madrid
en 1982.
Tú, cuya mano me ha bañado
de un fuego transparente las espaldas,
cuyos ojos en claros naufragios hundieron
algunos principios elementales de mi alma,
tú eres mi patria.
Tú, que no tienes apellido,
que no sé si eres pájaro o si alcándara,
que de todos tus brazos las letras de plomo
cayéndose han ido, como si fueran nueces vanas,
tú eres mis padres
y mi patria.
Tú, que ni tú te acuerdas dónde
tendiste a orear las nubes blancas,
que de tantos amores que tienes confundes
el nombre de todos los días de cada semana,
tú eres mi Dios
y mis padres
y mi patria.
Tú, que tan dulcemente besas
que el cielo bocabajo se volcaba,
y que no se sabía de quién ya la lengua,
de quién la saliva, de puro sabrosa y templada,
tú eres mis leyes
y mi Dios
y mis padres
y mi patria.
Tú, que apacientas calaveras
por las praderas de la verde África
y a los rojos leones les echas de pasto
las rosas de leche de luna de Nuruquimagua,
tú eres mi ejército
y mis leyes
y mi Dios
y mis padres
y mi patria.
Eres mi ejército y mis leyes
y mi Dios y mis padres y mi patria,
y el ejército y Dios y las leyes y todas
las patrias y padres se creen que tú no eres nada:
que no eres nada.
Dedicado a alguien, cuyo nombre propio omito porque no deja de ser un pseudónimo como todos los nombres propios, que rindió hace unos años homenaje públicamente en la Red a la primera baja de las Fuerzas de Defensa de Israel, la cual, según él, "ofrendó su vida por la seguridad y el derecho a existir de Israel", y se olvidó de los muertos del otro bando, que también son nuestros muertos, pero que para él no contaban.
Ese alguien pedía asimismo -¿a quién?- la protección para los “miles de soldados hombres y mujeres –¡la guerra ya no es cosa de hombres, sino también de mujeres igualadas en lo peor a los hombres!- que están llevando a cabo la operación -la matanza- en Gaza”.
Nuestros son los muertos de uno y otro bando, porque todas las guerras son guerras civiles, guerras entre hermanos, guerras fratricidas. No tenemos derecho a reclamar sólo las víctimas de un bando olvidando las del otro.
A él y a los que piensan como él les conviene escuchar la hermosísima canción de Jorge Drexler de la Milonga del moro judío, cuyo estribillo, que escribió Chicho Sánchez Ferlosio, reza así: “Yo soy un moro judío / que vive con los cristianos; / no sé qué Dios es el mío, / ni cuáles son mis hermanos”.
Esta cuarteta genial
de Chicho muestra a la perfección el conflicto de las tres grandes religiones
monoteístas que han triunfado en el mundo moderno. Dichas religiones
suelen estar asociadas al nacionalismo y etnicismo más recalcitrantes. Todas ellas se creen la religión verdadera, y ninguna lo es.Las tres religiones
monoteístas tienen un único Dios con nombres distintos, que, en el
fondo, es la misma divinidad, llámese Jehová Alá o Yavé.
El moro judío
entre cristianos no sabe qué Dios es el suyo, ni quiénes son sus
hermanos correligionarios, si los moros, los judíos o los cristianos. Lo
que nos viene a decir la copla es que esas divisiones religiosas son,
en el fondo, triviales: las tres religiones monoteístas del Libro son la
misma religión, y por lo tanto las disputas religiosas entre moros,
judíos y cristianos no tienen ningún sentido o fundamento, y no son más que malentendidos.
Jorge Drexler compuso la Milonga del moro judío, con el estribillo de
Chicho, y la cantó. He aquí la letra de la canción compuesta por tres
décimas de Drexler y la cuarteta intercalada del estribillo de Chicho.
En fin, es muy fácil, como canta Drexler, sentirse pueblo elegido y considerar que los enemigos son los terroristas, y nuestra guerra una guerra justa. Es muy fácil, pero es mentira, porque lo mismo pueden pensar nuestros enemigos de nosotros. Y con razón, con un poco de razón, porque todos tenemos un poco de razón al fin y al cabo (pero ninguno en particular la tenemos del todo y en exclusiva).
Por cada muro un lamento /
En Jerusalén la dorada
/ Y mil vidas malgastadas
/ Por cada mandamiento. /
Yo soy polvo de tu viento /
Y aunque sangro de tu herida
/ Y cada piedra querida /
Guarda mi amor más profundo,
/ No hay una piedra en el mundo /
Que valga lo que una vida.
Yo soy un moro judío
/ Que vive con los cristianos. /
No sé qué Dios es el mío /
Ni cuáles son mis hermanos.
No hay muerto que no me duela,
/ No hay un bando ganador, /
No hay nada más que dolor,
/ Y otra vida que se vuela. /
La guerra es muy mala escuela, /
No importa el disfraz que viste. /
Perdonen que no me aliste
/ Bajo ninguna bandera.
/ Vale más cualquier quimera
Que un trozo de tela triste.
Yo soy un moro judío /
Que vive con los cristianos. /
No sé qué Dios es el mío /
Ni cuáles son mis hermanos.
Y a nadie le dí permiso
/ Para matar en mi nombre. /
Un hombre no es más que un hombre,
/ Y si hay Dios, así lo quiso. /
El mismo suelo que piso
/ Seguirá, yo me habré ido
/ Rumbo también del olvido. /
No hay doctrina que no vaya
/ Y no hay pueblo que no se haya /
Creído el pueblo elegido.