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martes, 22 de octubre de 2024

¿Homenaje o ultraje a la bandera?

    Recojo aquí y me hago eco de la propuesta de homenaje a la bandera que hizo el escritor Rafael Sánchez Ferlosio a propósito de la creación ex nihilo de la Comunidad Autónoma de Madrid en 1983, cuyo himno compuso Agustín García Calvo, con música del maestro Pablo Sorozábal Serrano,  por encargo de su primer presidente Joaquín Leguina por el módico precio de una peseta, y cuya bandera definió Santiago Amón Hortelano con diseño de José María Cruz Novillo, según leo en la inevitable Güiquipedia: un fondo rojo carmesí según unos, pero según otros, que no se ponen de acuerdo en esto, rojo vivo o encendido con siete estrellas blancas de cinco puntas cada una situadas en el centro en dos filas, cuatro arriba y tres debajo.
    Con el objeto de dar mayor vivacidad y color festivo al fervor ceremonial que siempre debe rodear el merecido culto a la bandera de esta comunidad, la comisión de protocolo de la Autonomía de Madrid se complace en anunciar al público que, entre las prácticas rituales oficialmente reconocidas y prescritas para mejor honrar y celebrar dicha bandera, queda incluida la de su propia combustión, no teniéndola en adelante por agravio, sino por acendrada expresión del más devoto acatamiento, y con la sola reserva de que la limitación de las disponibilidades presupuestarias asignadas por la comunidad al capítulo de banderas pudiese eventualmente recomendar alguna siempre momentánea restricción en el legítimo ejercicio de esta específica forma de culto a la bandera consistente en el homenaje incineratorio.

    No estaría mal que este “homenaje incineratorio” que propone Ferlosio, y que en el caso de la Comunidad de Madrid podría acompañarse con la ejecución cantada del himno correspondiente,  se hiciera extensivo a las banderas de las restantes comunidades autónomas así como a las de sus ayuntamientos o concejos respectivos, a la rojigualda de toda la nación y a la europea, y a las de todos los Estados y nacionalidades del orbe de las tierras, sin que su combustión se considerara un agravio o un ultraje, sino, por el contrario, el más acendrado, nunca mejor dicho, homenaje que pudiera hacérseles. 


Yo estaba en el medio: / giraban las otras en corro / y yo era el centro. / Ya el corro se rompe, / ya se hacen estado los pueblos, / y aquí de vacío girando / sola me quedo. / Cada cual quiere ser cada una: / no voy a ser menos: / ¡Madrid, uno, libre, redondo, / autónomo, entero! / Mire el sujeto / las vueltas que da el mundo / para estarse quieto.

Yo tengo mi cuerpo: / un triángulo roto en el mapa / por ley o decreto, / entre Ávila y Guadalajara, / Segovia y Toledo: / provincia de toda provincia, / flor del desierto. / Somosierra me guarda del Norte y / Guadarrama con Gredos; / Jarama y Henares al Tajo / se llevan el resto. / Y a costa de esto, / yo soy el Ente Autónomo Último, / el puro y sincero. / ¡Viva mi dueño, / que, sólo por ser algo / soy madrileño!

Y en medio del medio, / capital de la esencia y potencia, / garajes, museos, / estadios, semáforos, bancos, / y vivan los muertos: / ¡Madrid, Metropol, ideal / del Dios del Progreso! / Lo que pasa por ahí, todo pasa / en mí, y por eso / funcionarios en mí y proletarios / y números, almas y masas / caen por su peso; / y yo soy todos y nadie, / político ensueño. / Y ése es mi anhelo, / que por algo se dice: "De Madrid, al cielo".

 Ceremonia de incineración de bandera mexicana.

    En México existe un protocolo para la ejecución de la ceremonia de incineración de la bandera nacional, previsto sólo en caso de que esta haya sufrido algún deterioro, lo que conlleva que el paño descolorido o estropeado, una vez reducido a cenizas tras rociarlo, supongo, con alcohol o gasolina para una rápida y segura combustión, sea sustituido por otro nuevo, previa autorización de las autoridades correspondientes, lo que, como puede verse, guarda cierta relación de semejanza con el mito del renacimiento del ave Fénix.

    Según lo que estipula La Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales de aquel país: “Las cenizas de esta bandera deberán ser resguardadas o enterradas como un simbolismo de regreso a las entrañas de la Patria. La Bandera Nacional es un objeto sagrado, que incinerado y transformado en polvo vuelve a sus orígenes”. Se identifica así la Patria con la propia tierra, es decir se hace que el adjetivo suplante al sustantivo, pues, como se sabe “patria” es la forma femenina del adjetivo patrio, que significa concerniente al padre, que determinaba al sustantivo “tierra” en la expresión “tierra patria”, y se oculta el sustantivo “tierra” a la vez que se procede a la sustantivación del adjetivo al que, para mayor gloria de Dios, se le impone la mayúscula honorífica, por lo que se dice que las cenizas de ese “objeto sagrado” que es el pendón nacional, al ser enterradas, simbolizan el “regreso a las entrañas de la Patria”, lo que no deja de recordarnos por otra parte lo que le dijo Jehová a Adán en la Biblia: con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella has sido tomado, ya que polvo eres y al polvo volverás (puluis es et in puluerem reuerteris), (Génesis, 3, 19), sobre todo cuando se le imprime carácter sacrosanto a dicho emblema que “transformado en polvo vuelve a sus orígenes”.

    Así continúa la susodicha ley: “El emblema nacional al ondear libre nos recuerda lo más hermoso de nuestra patria, superior, excelsa, que nos unifica y obliga por igual y a la cual todos nos debemos. Al unísono decimos adiós a las cenizas que regresan a la tierra, quien con amor las toma en su regazo. Así piensa el pueblo de México de sus símbolos patrios”.


    Es cierto que la imagen de una bandera es bella cuando ondea libremente al viento, pero es hermosa porque flamea y porque cuando lo hace sugiere precisamente su propia combustión, la suya propia y la de todas las demás banderas, reales y falsas como son; reales en cuanto que símbolos de las patrias existentes, pero falsas en cuanto que todas y cada una de ellas pretenden ser la única y verdadera, arrogándose la supremacía y exclusividad de encarnar a la Patria, cuando lo que hay no son más que “patrias chicas”, por así decirlo, que simbolizan la división aleatoria y arbitraria de la humanidad, basada en criterios geográficos e históricos como el lugar en que hemos nacido y la lengua que hemos aprendido o que nos ha enseñado a hablar, sujetos a cambios como están ya que ninguna patria es idéntica a sí misma siempre. No hay pues ultrajes a la patria ni a la bandera; el ultraje es que haya patrias y banderas, da igual que grandes o chicas,  municipales, autonómicas, nacionales o europeas.

    A la pregunta de qué es la Patria, podrían responderle bien aquellos versos anónimos: -Una idea, nada más, / como cualquiera otra, falsa, impuesta. / Nuestra patria es el amor, / perdido paraíso sin fronteras. / Otra patria no es verdad / ni digna de que nadie la defienda: / patria no hay que valga más,  / ni noble patriotismo a fin de cuentas. 

    Flamear según la RAE de la Lengua deriva del latín “flamma” que origina nuestra palabra patrimonial “llama”, y los cultismos "flamante" y "flamear". Se define en primer lugar en su acepción culinaria como “rociar un alimento con alcohol y prenderle fuego”, también “despedir llamas” y, finalmente, y dicho de una bandera, “ondear movida por el viento, sin llegar a desplegarse enteramente”, porque sus ondulaciones, acompasadas del crepitar del paño batido por el viento, sugieren las llamaradas del fuego fulgurante. No hay espectáculo más bello que una bandera al viento, porque simboliza la disolución de sus colores y su propia indefinición y deflagración, la ecpirosis o purificación por el fuego flamígero que arrastra al cosmos al cabo del Gran Año destruyéndolo para su renacimiento o palingenesia, que, a su vez, será destruido de nuevo según los estoicos,  que se consideraban seguidores de Heraclito,  al final del nuevo ciclo. 
    ¿Llegará alguna vez el día feliz en que asistamos a la ceremonia, simbólica o real, de arriado y, acto seguido, incineración solemne de todas las banderas,  deterioradas y desgastadas por el uso y el abuso que de ellas se ha hecho a lo largo de la historia universal, y no sean sustituidas por otras nuevas ni repuestas, o, lo que sería lo mismo, el día en que estandartes, lábaros y pendones no sean más que lo que son, paños o trapos o retazos de tela que, izados en el mástil, ondean al viento sin  representar nada ni a nadie, carentes de cualquier significación y simbolismo, como las cometas multicolores de jirones de tela o cintas de papel que, sujetas por un cordel muy largo, se arrojan al aire para que el viento las vuele y sirvan de diversión a niños y muchachos?  

jueves, 22 de agosto de 2024

El virus de la guerra

    Hay un virus -veneno ponzoñoso en latín- mucho más peligroso que el coronado y que el de la viruela del simio con el que la OMS decreta ahora, otra vez, la Emergencia Sanitaria Internacional, un virus más viejo que el catarro de Matusalén, que es a la vez extremadamente contagioso, virulento y asesino: el virus de la guerra [ho toû polémou -polémios, polemikós- iós (ὁ τοῦ πολέμου -πολέμιος, πολεμικός- ἰός), que de las tres formas podría decirse en griego clásico], el virus (o también la flecha, que ambas cosas significa el término) de la guerra; flecha que, cuando está en el disparadero del arco, tiene que partir forzosamente, según el refrán chino que recordaba Rafael Sánchez Ferlosio. 

    Sólo hace falta comparar algunos datos para ver la letalidad de ambos virus: la viruela símica, ahora renombrada como MPOX, contabiliza unos pocos cientos de muertos desde enero de este año, mientras que el virus guerrero de Israel en Palestina, mucho más localizado, suma muchos miles, demasiados. 
 
 
    Como se vio en el siglo pasado, la epidemia de este virus bélico se convierte enseguida en pandemia, de modo que la guerra es ya un virus endémico, que está etimológicamente "en el pueblo", pero no por otra razón más que porque se le ha impuesto desde arriba. Es lo que sucedió en 1914-1918, en la llamada Primera Guerra Mundial, y en 1939-1945 en la Segunda: dos guerras que se propagaron rápidamente por todo el planeta, convirtiéndose en dos pandemias mundiales o, como se prefiere decir ahora, globales, globalizadas, y que causaron decenas de millones de muertos. 

    El virus de la guerra es consustancial y esencial al Estado, cuya función es administrar la muerte en todos los ámbitos: militar, económico, sanitario, social, cultural e identitario. Ya lo expresó Randolph Bourne: la guerra es la salud del Estado, es decir, su quintaesencia. Y antes que él, Heraclito de Éfeso, que consideraba que Pólemos -guerra en griego- era el Padre y Rey y señor de todas las cosas y personas, títulos que le correspondían a Zeus, padre de hombres y de dioses.

 
  Tras la Segunda Guerra Mundial, en 1948, se creó el Estado de Israel en Oriente Medio, uno de los más modernos, implantándose genéticamente en él el virus esencial y saludable para él, pernicioso para los demás, de la guerra, imprescindible para su sustento, que ha ido propagándose ininterrumpidamente desde entonces hasta bien entrado el siglo XXI en la actualidad. La justificación de la creación de este Estado moderno a cargo de David Ben-Gurión, el primer primer ministro de Israel, era el trágico genocidio que los judíos de Europa occidental habían padecido bajo el nazismo.
 
    El Estado hebreo justifica la guerra so pretexto de legítima defensa de sus intereses y de su población debido a su política de expansión, pero Israel solo no podría aplicar esta política sin el apoyo de Estados Unidos y del Reino Unido, dos democracias consolidadas donde no gobierna el pueblo, contra lo que dice la palabra, sino el dinero que poseen los Rothschild y los Rockefeller. 
 

    Los Estados Unidos de América, desde su creación, han estado en perpetuo conflicto también, abierto o encubierto, contra los indígenas en primer lugar y contra todo el resto del mundo, buscando siempre imponer su voluntad, por las buenas o por las malas, por lo civil o por lo militar, como decía un reyezuelo de la taifa cántabra, porque para ellos América, un nombre propio como otro cualquiera y, por lo tanto, un pseudónimo de Dios, es lo primerísimo. El virus de la guerra le permite al Estado subyugar a su población bajo su dominio permanente. Declarar la guerra -que es la  paz, según Órgüel-  es, en el fondo, el sueño absoluto de todo dictador, más aún cuando se oculta bajo la apariencia de un demócrata que actúa para garantizar el bien, que es la seguridad, de la población. 
 
    Estamos pues ante una Tercera Guerra Mundial (o Cuarta, mejor dicho, si consideramos la Guerra Fría encubierta librada contra los pueblos durante los últimos setenta años de Historia), que llevarán a cabo los países de la OTAN capitaneados por el Imperio del tío Sam contra los BRICS -acrónimo inventado para meter a los estados 'emergentes' de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica en el mismo paquete-, especialmente contra Rusia y China, una guerra que ya están librando los ucranianos, que han tomado la iniciativa, pasando a la ofensiva, e invadido a la madre Rusia, por lo que es más que previsible que el virus bélico acabe propagándose y contagiándonos a todos.

miércoles, 15 de mayo de 2024

Armados hasta los dientes (I)

    "El riesgo de guerra no es inminente, pero no es imposible", alertaba en febrero la regenta de la Comisión Europea, cuyo nombre propio no vamos a mencionar aquí. Y, siguiendo su estela, la ministra de la Guerra española, cuyo nombre tampoco mencionaremos, todos los nombres propios son intercambiables, cacareaba en marzo que la amenaza de guerra era “total y absoluta”. 
 
    Dos años después de la guerra en Ucrania y con Oriente Medio incendiado por la guerra de Israel en Gaza y la amenaza de un estallido de onda más amplia, los mandamases europeos han desenterrado el hacha de la guerra. No solo hablan a las claras y sin tapujos de “guerra”, sino que han aumentado el gasto militar a unos niveles “sin precedentes”, según el informe que publica anualmente el Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz de Estocolmo (Sipri), según informaba The Guardian.
 
     Por primera vez, el gasto militar del gobierno ha aumentado considerablemente en los cinco continentes del globo terráqueo según el grupo de expertos Sipri, alcanzado un nivel récord de 2.440.000 millones de dólares, lo que supone el mayor aumento anual del gasto gubernamental en armas en más de una década. 
 
    A nadie se le escapa que hay un riesgo de conflagración porque las armas llevan escritos en ellas sus fines, y su fin es la guerra, y el fin de la guerra no es la paz, sino la victoria. 
 
    En contra de que se pueda hacer un buen uso de las armas, sacaba Rafael Sánchez Ferlosio en su Campo de retamas el refrán "puestos a reñir, el cuchillo es el que manda" y añadía sutilmente: "pero lo que vengo yo preguntándome hace tiempo es si no podría ser, en cambio, que fuese el cuchillo el que mandase ponerse a reñir". Y aducía en su apoyo el verso de Homero: El hierro por sí solo atrae al hombre, donde 'hierro' es metonimia de armamento en general, como en el dicho "el que a hierro mata, a hierro muere".
 
 
    No cabe duda de que las armas ejercen una fascinación en los seres humanos que es el aliciente que los empuja a manejarlas: el hierro de por sí arrastra al hombre a la guerra, independientemente del empleo bueno o perverso que quiera hacerse de él. No es el hombre el que tira del hierro, sino al revés: Es el hierro quien tira del hombre, como tradujo acertadamente don José Manuel Pabón al castellano el refrán homérico, lo que contradice el único argumento de los defensores del uso de las armas: no las usamos los hombres, sino que nos usan ellas a nosotros.  
 
    No somos, pues, los hombres los que hacemos un uso bueno o malo de las armas; el único uso bueno que cabe hacer de ellas es no usarlas; son las armas las que nos usan a nosotros y nos  convierten en carne de cañón, y ya se sabe para qué sirven, para nada bueno. Una pistola lleva escrito en sí misma el fin para el que ha sido fabricada. El gatillo llama al dedo urgentemente para que lo apriete. 
 
 
   El aumento sin precedentes del gasto militar es una respuesta directa al deterioro global evidente de la paz y la seguridad. Los dos Estados que más gastan (o mejor dicho invierten) en armamento son los Estados Unidos y la China, que vienen a sumar la mitad del gasto militar mundial según la citada fuente de información. 
 
    Lógicamente este dinero público es una inversión que general capital. La esencia del Estado es la guerra, como se ve a las claras, pero es también la esencia del Capital, que encuentra en ella actualmente su mejor inversión, con obsolescencia programada incluida. No se busca la paz, sino la victoria. Hemos pasado del capitalismo vírico al bélico en la búsqueda constante de nuevos mercados e inversiones.

domingo, 12 de noviembre de 2023

Pareceres (XXXII)

156.- ¿Estado laico? ¿Qué quiere decir "laico"? La palabra procede del griego λαϊκός laïcós, que propiamente significa “relativo o concerniente al pueblo”, formada como está sobre el sustantivo λαός “pueblo”.  Nos llega  a través del latín tardío laicum, que origina dos términos castellanos: por un lado el cultismo 'laico' y por otro la palabra patrimonial 'lego'. La docta Academia define laico como“que no tiene órdenes clericales” y también “independiente de cualquier organización o confesión religiosa”, y el vulgarismo 'lego', que añade al significado anterior una segunda acepción derivada de la cultura del estamento clerical que es “falto de instrucción, ciencia o conocimientos”. Es esta la acepción que más predomina en español actual. Se dice que uno es lego en una materia, o sea, inexperto, desconocedor, no instruido. La expresión "estado laico" sería, en este sentido, un estado que no depende de ninguna organización religiosa, pero desde el punto de vista etimológico, sería un 'estado popular', una contradicción en sus términos: Estado y pueblo no pueden conjugarse. Pretender que un Estado sea popular es imposible: El Estado se define como el yugo que se le impone al pueblo para su sumisión o que éste se autoimpone en estos tiempos democráticos que corren. Lo auténticamente popular o laico en el sentido etimológico de la palabra sería que no hubiera ninguna forma de Estado, ni confesional ni aconfesional o laico. 
 
  
157.- El carácter sagrado del dinero. Los templos antiguos, según la tesis del injustamente olvidado Bernhard Laum (1884-1974), fueron los primeros bancos que tenían grandes reservas de metal procedentes de las ofrendas a los dioses. Allí surgió el cuño que garantizaba con su sello la pureza y el peso, indicando propiedad sobre los esclavos, los caballos, el ganado... Era la marca de posesión. El cuño indica que la moneda pertenece al dios. Todas las monedas antiguas llevaban la imagen de un dios o de un símbolo sagrado relacionado con la divinidad. El lazo entre la moneda y la religión es evidente. La imagen del soberano en la moneda es el símbolo de la autoridad monetaria del Estado. El soberano aparece en la moneda como divinidad, y de este modo el carácter sagrado de la moneda no es modificado. Hay una secularización. En Roma la remuneración de las tropas es esencial: la soldada militar era el pretexto principal de la emisión de la moneda. Pero la moneda romana es una moneda ya secular, a diferencia de la griega. No se halla ningún motivo sagrado en la moneda fiduciaria romana... Pero eso no prueba que el principio de sustitución, que es la base de todo nominalismo, no haya salido, en resumidas cuentas, de la esfera religiosa. Esta última se ha secularizado simplemente en el curso de su evolución, y ha sido utilizada por el Estado con fines puramente profanos, no ya religiosos en el sentido estricto del término. Grecia es el origen, y Roma acaba el proceso. Para ambas la moneda es un producto del Estado, y sirve ante todo a sus intereses. 
 

 
158.- La moral identitaria. Rafael Sánchez Ferlosio definió la exaltación de la identidad, que alaba lo propio y rechaza lo ajeno, con lo que él denomina “la moral del pedo”. Esta moral pedorra y farisaica puede aplicarse a todas las identidades, y especialmente a las nacionales y al nacionalismo. Savater alude a la moral del pedo ferlosiana como “ese hálito que no nos molesta salvo cuando es ajeno”. Puede aplicarse esta moral, a demás de a la identidad,  a nuestras opiniones, que consideramos tan intrínsecamente nuestras, tan propias, que se las ofrecemos a los demás como el niño pequeño que en su etapa anal les muestra orgulloso sus heces a sus padres, después de haber defecado en el orinal, como el más precioso regalo que puede ofrecerles. Recojo la definición de Ferlosio: A la moral de la identidad, en fin, acaso el nombre científico que mejor le cuadre sea el de «moral del pedo», pues la condición particular del pedo es tal vez la figura más capaz de definir con plena exactitud la situación, en la medida en que la escrupulosa selección de lo genuinamente propio y el riguroso rechazo de lo extraño por los que se distingue la actuación de la moral de identidad, en ninguna otra imagen podrían estar mejor representadas que en el pedo, a cuya esencia igualmente pertenece la rara condición de que nos complacemos en el aroma de los propios tanto como nos causa repulsión el hedor de los ajenos. (Rafael Sánchez Ferlosio. Ensayos II: Gastos, disgustos y tiempo perdido. Debate, Barcelona 2016). 
 

 
 159.- Bendito sea el dios que me libra de los otros dioses. Del poeta católico francés Paul Claudel (1868-1955), este fragmento de su oda Magnificat, contenido en Cinq Grandes Odes (1911) en el que da las gracias a Dios por haberle liberado de los falsos dioses, ídolos dice él, cuyos nombres escribe con letra inicial mayúscula y honorífica. Dice así: Bendito seas, Dios mío, que me has librado de los ídolos / y que haces que solo te adore a Ti, y no a Isis ni a Osiris, / ni a la Justicia, ni al Progreso, ni a la Verdad, ni a la Divinidad, ni a la Humanidad, ni a las Leyes de la Naturaleza, ni al Arte, ni a la Belleza... Pero no debe escapársenos que esa virtud liberadora que el poeta francés le concede a Dios, y que es notable en el caso de los modernos dioses laicos como el Progreso, o la Humanidad, o la Naturaleza, que cita, -quizá le falta la Ciencia- no nos libera de la mayúscula honorífica del nombre común ascendido a nombre propio que es Dios, que encarna a todos los otros dioses e ídolos, tanto a los paganos como a los laicos, y sobre todo al que en la lengua del Imperio, por algo será, se escribe con mayúscula, capitalizándose, que es I (yo), el último reducto de Yavé. 
 
 
160.- Ultima ratio regum: ¿Cuál es el último argumento (o razón) de los reyes y príncipes de este mundo? ¿Cuál será la última y más extrema medida para que los gobernantes puedan gobernar y mantenerse en el gobierno? Luis XIV, el Rey Sol, hizo grabar ese latinajo en la fundición de sus cañones, con lo que daba a entender así bien a las claras que eran las armas de fuego en general el recurso y sustento último que tenía el Poder que él encarnaba en la monarquía, pero vale lo mismo para los regímenes republicanos, cuando han agotado otras vías más pacíficas de resolución y de creación de conflictos, como las políticas de la diplomacia y el buen gobierno (que se llama así porque hace que parezca buena la existencia del gobierno si no se utiliza la fuerza de las armas). La última razón del poder establecido es la administración violenta de la muerte. Las armas, pues, y los ejércitos que las utilizan en las guerras son el último recurso (pero por eso mismo también el primero) para resolver los conflictos, porque cuando no son un hecho son como la espada de Damoclés una amenaza que pende sobre las cabezas de los súbditos. Un personaje de Calderón de la Barca lo proclama claramente: Que sepas que en la campaña / última razón de Reyes / son la pólvora y las balas.
 
 

martes, 31 de octubre de 2023

Recordando al bachiller Sánchez (Ferlosiana)

Desconocía la espléndida necrológica  que le dedicó Jorge Bustos, periodista y subdirector del diario El Mundo, a Rafael Sánchez Ferlosio (1927-2019)bajo el título de  Ferlosiana el 2 de abril de 2019. La copio y pego en el Arcón como homenaje a Sánchez Ferlosio, cuyo único título académico fue el de bachiller.

 

      De una España que idolatra la cocina, el gimnasio y las mascotas ya estaba tardando en bajarse Rafael Sánchez Ferlosio, que consagró su vida a las anfetas, la sintaxis y los hombres. Tiene suerte de haberse muerto antes de tener que soportar la humillación del elogio unánime, el gran contestatario devenido autoridad, el iconoclasta hecho mármol, el ceñudo revelado en su ternura. Lo cierto es que el inmortal ha muerto y ha hecho bien, porque nada de lo que podía ofrecerle el mundo podía ya interesarle.

    El columnista capaz de escribir "sinaítico" porque quizá veterotestamentario le parecía manido está mejor en los libros de texto -¿los hay aún?- que en su tertulia del barrio de la Prospe. El español que se medía con Ortega, y en ocasiones lo vencía, no tenía espacio en los zascas de Twitter. El humanista que acusó a Walt Disney de ser "un corruptor de menores nunca bastante execrado, el más mortífero cáncer cerebral del siglo XX", jamás habría podido exonerar a sus discípulos, especistas descongelados que propugnan los derechos humanos de los animales. El anarquista que clamaba lo mismo contra "el furor de dominación" del Estado y contra "el furor de lucro" del mercado no encajaba en el troquel binario con que se empeñan en seguir sexándonos como a pollos sin cabeza. El ciudadano ahíto ya en los 80 de la "empachosa onfaloscopia" -omphalós en griego significa ombligo- por la que la lucha cívica de la igualdad cedía al empuje disgregador de las identidades no resistía otra ojeada a los frentes judaicos populares en que ha degenerado la izquierda. El ateo irreductible que se mofaba del macizo de la raza marcha de aquí antes de aguantar la nueva ola de narcisismo folclórico que esencializa la romería del Rocío o eleva la tauromaquia a misión histórica. El moralista escatológico que denunciaba "la moral del pedo" ha preferido morirse antes de seguir oliendo el tufo a sacristía laica de tanta oenegé, colectivo, minoría, activista de agravio vivo e intestino muerto cuyo gas noble solo complace al que por su culo lo predica. 

 


Y el jacobino, en fin, que hace un año ya confesaba el tedio oceánico que le producía el tabarrón catalán ha decidido fallecer oportunamente antes de seguir tolerando "esta peste catastrófica de las autonomías, las identidades, las peculiaridades distintivas, las conciencias históricas y los patrimonios culturales", por culpa de lo cual la inteligencia de los españoles -afirmaba- va degradándose hasta acercarse peligrosamente a los umbrales de la oligofrenia.

Ahora que se ha ido el sabio, los tontos seguirán felices y los listos respirarán aliviados, y todos afrontaremos así con renovada energía esta campaña donde toda mezquindad tiene su asiento y todo pedo identitario encuentra su habitación.

Descanse RSF en su guerra eterna. Amén."

jueves, 26 de octubre de 2023

Historia, magistra uitae

    De la pregunta retórica que formula Cicerón en De Oratore (II,36) se ha sacado una definición de la Historia como 'maestra de la vida': "Pero ¿con qué otra voz si no es con la del orador, la historia, testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, mensajera de la antigüedad, se encomienda a la inmortalidad?" (historia uero testis temporum, lux ueritatis, uita memoriae, magistra uitae, nuntia uetustatis, qua uoce alia nisi oratoris immortalitati commendatur?).
 
    Quiere decirse con ella que el análisis del pasado ofrece elementos que ayudan en las elecciones y en los comportamientos del presente, y se utiliza muchas veces para animar al estudio de la historia, que es historiografía. No en vano la historia nace con la escritura. El término latino magistra, femenino de magister, está formado sobre el adverbio “magis” que significa “más”, y se contrapone a minister, formado sobre “minus”, que quiere decir “menos”, origen de nuestro ministro. Etimológicamente el maestro es el que nos enseña, y el ministro el que nos sirve. 
 
Clío, la musa de la Historia.
 
    Me acordaba de esta definición de Cicerón de que la historia es la maestra de la vida cuando leía la reflexión del poeta francés Paul Valéry (1871-1945), que en sus Miradas sobre el mundo actual y otros ensayos, escribía (el énfasis en negrita es mío):  
 
    La Historia es el producto más peligroso que haya elaborado la química del intelecto. Sus propiedades son bien conocidas. Provoca sueños, embriaga a pueblos enteros, les imprime recuerdos falsos, exagera sus reflejos, mantiene abiertas sus viejas heridas, los atormenta en su reposo, los induce a delirios de grandeza o de persecución, y hace a las naciones más amargas, arrogantes, insufribles y vanas. 
 
    La Historia justifica lo que se quiera. No enseña rigurosamente nada, pues lo contiene todo y proporciona ejemplos de todo. 
 
    ¡Cuántos libros se han escrito titulados “la lección de esto, las enseñanzas de aquello”!  Nada podría ser más ridículo de leer tras los acontecimientos que siguieron a los acontecimientos que estos libros interpretaban en la dirección del futuro.
 
    En el estado actual del mundo, el peligro de dejarse seducir por la Historia es mayor que nunca. 
 
La Musa Clío, Pierre Mignard (1689)
 
    La argumentación de Paul Valéry contra Clío, la Historia como magistra uitae es que no puede enseñarnos nada porque contiene ejemplos de todo, de una cosa y de su contraria. La musa de la Historia, Clío, la grandilocuente, la mentirosa, -Clío, cantando hazañas, devuelve al pasado su tiempo- se encarga de engañarnos haciéndonos creer que hay otras épocas, y que la nuestra, que es en verdad la única que hay aquí y ahora, comparada con las pasadas, que sólo existen en la memoria de esta,  es mejor o peor que aquellas, ocultándonos el hecho fundacional que inaugura la Historia Universal que es nuestra expulsión del paraíso, y que toda la historia desde entonces no es más que la crónica de nuestro destierro y del exilio.
 
    Entre nosotros, Rafael Sánchez Ferlosio ha despotricado también contra la Historia definiéndola como historia de la dominación, y afirmando que la Historia, el Progreso y el Futuro son dioses que exigen un tributo de sangre, y son divinidades precisamente gracias al tributo sangriento que nos exigen. 
 

    Decía el historiador medievalista francés Marc Bloch (1886-1944) que el buen historiador se parecía al ogro de la leyenda, que ahí donde olfatea carne humana, ahí sabe que está su frase. Pero no es el historiador, sino la propia Historia, con mayúscula honorífica, la que es como el ogro carnívoro de los cuentos, que donde huele a carne fresca sabe que se encuentra el botín y la presa que va enseguida a devorar convirtiendo la vida en biografía, es decir, reduciéndola a crónica del tiempo, a cómputo y a cuento. 
 
    Habría que concluir, enmendando a Cicerón y siguiendo la reflexión del poeta: historia, mala magistra uitae: la historia es mala maestra de la vida.

martes, 10 de octubre de 2023

Artillería de mensajes breves y un bucle

La mayoría sólo expresa opiniones personales, mas si alguien formula algo razonable, no se oye, o, si se oye, no se escucha, asordado en el runrún mayoritario. 
 
Dijo o escribió con toda la razón del mundo Agustín García Calvo: «Si cada uno no creyera que hace lo que quiere, sería imposible que hiciera lo que le mandan».
 
Aunque disminuye el impacto de los incendios provocados, aumenta sin embargo la cobertura mediática que los vincula con el cambio climático insistentemente.
 
Mienten El Diario Montañés, La Voz de Asturias, El País, El Heraldo de Aragón, ABC... La única noticia veraz de cualquier periódico es su fecha de publicación.
 
Carpe diem: Hasta el vino de la mejor cosecha, si lo guardas demasiado tiempo en tu bodega para que envejezca y adquiera rancia solera acaba avinagrándose. 
 
En el diccionario Multa paucis “enemigo” es el contrario en la guerra, y “guerra” es rompimiento de paz entre dos o más naciones; y profesión y arte militar
 
Lo más sospechoso de algunas soluciones, escribió Ferlosio, es que se las encuentra siempre que se quiere, presentándosenos antes, añado yo, que los problemas. 
 

 
Si no ha sucedido ninguna desgracia gorda en el mundo esta mañana, experimentamos como un vacío existencial, y decimos: No trae nada interesante el periódico. 
 
Hay un hacer por hacer que no es sino hacer lo que ya está hecho y no merece la pena rehacer, que nos conduce a la hiperactividad de un activismo sin sentido. 
 
 Nuestro nombre propio, el nombre con el que nos bautizaron o nos inscribieron en el registro civil y se nos conoce no deja de ser otro más de los pseudónimos. 
 
¿Qué quiere el pueblo? El pueblo no sabe lo que quiere, sabe lo que no quiere, y, si lo sabe, no es lo que quiere, sino lo que le mandan que quiera, lo mandado. 
 
Escribe González Dávila: “El capitalismo es realmente culpable de lo que lo acusan, pero condenarlo sólo a él garantiza la impunidad del verdadero delincuente”. 
 
¿Quién será el verdadero delincuente que se esconde impunemente detrás del capitalismo? Tras el sufijo -ismo con que se reviste la palabra se oculta el Capital. 
 
La vulgaridad colonizó la tierra, escribe González Dávila. Sus armas han sido la televisión, la radio, la prensa: y ahora, además, en nuestra época, internet. 
 
 En esta sociedad cada cual repite siempre la misma acción como Sísifo, condenados a acarrear nuestra cruz en bucle sin fin una y otra vez. En esta sociedad...

 

Loop significa “bucle” en inglés y to loop the loop “rizar el rizo”. Si enlazamos las dos oes, formamos el símbolo matemático de infinito que John Wallis acuñó.

domingo, 24 de septiembre de 2023

Corpus sanum?

     Rafael Sánchez Ferlosio escribió lo siguiente sobre el fomento del deporte y la educación física en nuestro sistema educativo:   

    Al lado de la espuria enseñanza de la historia como interés de Estado, hay que poner el cultivo escolar de los deportes, con mucha más acrisolada tradición de neto interés de Estado, agigantado hoy en día hasta un extremo nunca conocido. Una vez más, doña Esperanza Aguirre, en la ya repetida conferencia, reco­mienda el deporte en la enseñanza, encareciéndolo nada menos que como «una excelente escuela de vida», prime­ro porque «nos enseña a respetar un reglamento» y después porque «el deportista entrega siempre lo mejor de sí mismo sin escatimar esfuerzos ni sacrificios». Lo de que enseñe a respetar un reglamento bien se comprende en una adicta al liberalismo hayekiano, que no es capaz de imaginar más reglas que las de la pura y dura competen­cia, sin concebir que pueda haberlas no competitivas, como las de la lealtad, el socorro o la colaboración. Y en cuanto a que el deportista entrega lo mejor de sí mismo, ¿hay que pensar que lo mejor de uno mismo son las pata­das, que es lo que entrega en el más popular de los depor­tes? Pero, además, ¡qué «humanidades», tanto ganar, ganar, ganar!, humano no es medirse con los otros hombres, sino ocuparse de las cosas. Finalmente, en lo que atañe a los esfuerzos y los sacrificios, siempre me ha parecido a medias incomprensible y a medias indecente que el vacío furor de ganar por ganar les lleve a algunos a tratar su cuerpo a latigazos, como si fuese su propio caba­llo de carreras. «Cuando el diablo no tiene qué hacer, con el rabo mata moscas», dice el refrán; «Cuando el santo no tiene en qué pensar —parafraseo—, se desuella la espalda a zurriagazos». Y, sobre todo, tan sólo una mentalidad to­talmente aberrante puede considerar educativa y «de interés nacional» una asignatura que llega a dar lugar a si­tuaciones como la de «partido de alto riesgo». (Rafael Sánchez Ferlosio: “Borriquitos con chándal” en “Pedagogos pasan, al infierno vamos”, incluido en “La hija de la guerra y la madre de la patria”, editorial Destino, Barcelona 2002). 



    -¿Para qué, me pregunto yo,  tanta gimnasia, o educación física,  como se prefiere llamar ahora? ¿Sirve para algo? ¿No sería mejor dedicar ese tiempo a las matemáticas, a la lengua, al inglés o a cualquier otra asignatura o disciplina más útil para el día de mañana?

    -Claro que sirve para algo, y no poco, sino mucho: la educación física, el ejercicio físico sirve muchísimo para el día de mañana tanto como las matemáticas, la lengua, el inglés, o la "espuria enseñanza de la historia como interés de Estado", que dice Ferlosio, porque su objetivo es lograr que los niños no se descuiden nunca, que se cuiden desde bien pequeños para que cuando sean mayores no dejen de ser votantes y contribuyentes sanos y saludables que harán ejercicio físico hasta que les llegue la hora en que llame la Parca a su puerta, porque no se trata de esperarla uno sentado, llevando una vida sedentaria, sino un ritmo dinámicamente enérgico y activo. 

    La moderna preocupación por la salud corporal, tanto física como mental, se ha convertido en el síntoma enfermizo predominante de nuestra época, una obsesión similar a la búsqueda de la salvación del alma en la Edad Media. De hecho la palabra latina salutem, de la que procede nuestra "salud", antes que salud, que en latín se decía sanitas o ualetudo, significaba “salvación”.


    Bertolt Brecht en el breve apólogo El esclavo de sus fines, incluido dentro de sus "Historias de almanaque", formula una tremenda pregunta retórica en relación con la educación física, la gimnasia y el deporte y, en general, con la poco saludable preocupación por la salud. Leámosla:

El señor K. formuló en una ocasión las preguntas siguientes: —Todas las mañanas mi vecino pone música en un gramófono. ¿Por qué pone música? Dicen que para hacer gimnasia. ¿Por qué hace gimnasia? Porque, según dicen, necesita fortalecer sus músculos. ¿Para qué necesita fortalecer sus músculos? Porque, como él mismo asegura, ha de vencer a los enemigos que tiene en la ciudad. ¿Por qué necesita vencer a sus enemigos? Porque, según he oído decir, no quiere quedarse sin comer. Tras enterarse de que su vecino ponía música para hacer gimnasia, hacía gimnasia para fortalecer sus músculos, fortalecía sus músculos para vencer a sus enemigos y vencía a sus enemigos para comer, el señor K. preguntó: —¿Y por qué come?

jueves, 2 de marzo de 2023

Odio a España

     Recuerdo la polvareda que levantó Rafael Sánchez Ferlosio, (1927-2019) el entrañable cascarrabias y prosista más acendrado de nuestras letras, cuando confesó en la presentación de su libro “God & Gun” (2008), que odiaba de siempre a España, sobre todo, matizó, cuando pensaba en los toros o en la fiesta del Rocío. Se lanzaron enseguida sobre él como perros rabiosos y furiosos los defensores a ultranza de la patria y sus sacrosantas tradiciones, los patriotas de pacotilla, que olvidaban, sin duda, lo que dijo Samuel Johnson de que el patriotismo era el último refugio de los canallas. 

     Alguno llegó a decir que si don Rafael odiaba a España era un incoherente, porque era como si un sabueso odiase la mano que le daba de comer, porque el octogenario novelista y ensayista vivía por aquel entonces de sus libros y sus libros se vendían y se compraban fundamentalmente en España. Como muestra, un botón: El Jarama era novela de lectura obligatoria para tantas generaciones de bachilleres españoles, de cuyos derechos de autor vivía el premio Cervantes, que, sin embargo, siempre renegó públicamente de su obra narrativa en general y de esta en particular. 


     Se le tachó de hipócrita y se comparó su caso con el de Noam Chomsky, el intelectual estadounidense más lúcido, conspicuo y crítico con la política internacional de los Estados Unidos y con la mayoría de sus compatriotas, argumentando que tanto uno como otro vivían a costa de sus criticados conciudadanos, que pagaban por sus libros y sus conferencias.

     Creo yo que don Rafael es un patriota al estilo del señor Keuner de Bertolt Brecht, que, desde su óptica laica y atea, definió el patriotismo o, más literalmente el amor (Liebe) a la patria (Vaterland) como el odio a las diversas patrias (Vaterländer, en plural), porque precisamente ese odio está motivado por amor a la patria que no existe en la realidad, dado que ninguna de las que existen, y menos la nuestra propia, entre tantas como hay,  es la verdadera de verdad.  


    El problema viene por la penalización del odio, por el llamado delito de odio que ha entrado en nuestra legislación. Tanto el odio como el amor son sentimientos humanos que nunca se dan químicamente puros, y que en ningún caso deberían estar penalizados judicialmente. Suelen darse  la mayoría de las veces, confundidos, como en el famoso 'Odi et amo' de Catulo, que le dice a su amada: "Te odio y te quiero, que cómo lo hago quizá me preguntes. // No lo sé pero así / siento y es esa mi cruz."  

 


    A nadie que odiara a su jefe de oficina como Ferlosio odia a España, se le ocurriría considerar un delito ese odio y renunciar al sueldo que le paga. Porque si el jefe le contrató como empleado fue porque decidió utilizarlo -eso quiere decir empleado: utilizado- y porque encontró seguramente un beneficio en el trabajo que él desempeñaba. El empleado, pues, no le debe ningún agradecimiento a su jefe. Es más: se lo debe el jefe a él, que cumple religiosamente con su trabajo. Puede exigirle eso: cumplimiento. Lo que no puede exigirle de ninguna manera es cariño, porque en el corazón no manda nadie. ¿Donde está su incoherencia? ¿Dónde la incoherencia de Ferlosio? ¿No se puede, además, odiar a la madre que lo ha parido a uno? ¿Por qué iba a amarla, porque madre sólo hay una? No es razón suficiente. ¿Es obligatorio amar a la madre de uno solo porque sea la madre de uno, la que lo ha parido, aunque sea una hija, por su parte, de la grandísima chingada?


miércoles, 12 de octubre de 2022

"Carabelas de Colón, todavía estáis a tiempo".

    Agustín García Calvo es el autor de la letra de la canción "Atrás, a contratiempo", que compuso basándose en una ocurrencia de su amigo el escritor Rafael Sánchez Ferlosio, que le ofreció los dos primeros versos (Carabelas de Colón, / todavía estáis a tiempo) y que canta Chicho Sánchez Ferlosio,  animando a las carabelas de Cristóbal Colón a que como monjitas arrepentidas den marcha atrás y vuelvan al puerto del que partieron sin descubrir América, un alegato contra la Historia, y contra lo que se pretende celebrar el día 12 de octubre, que se ha convertido entre nosotros en el Día de la Hispanidad (o de la españolez, como decía don Rafael) y en la Fiesta Nacional.

       

       He aquí la letra de la canción que interpreta Chicho: Carabelas de Colón, / todavía estáis a tiempo. / Antes que el día os coja, / virad en redondo presto, / presto. / Tirad de escotas y velas, / pegadle al timón un vuelco, / y de cara a la mañana / desandad el derrotero. / Atrás, ¡a contratiempo! / Mirad que ya os lo aviso, / mirad que os lo prevengo: / que vais a dar con un mundo / que se llama el Mundo Nuevo, / nuevo; / que va a hacer redondo el mundo, / como manda Tolomeo, / para que girando siga / desde lo mismo a lo mesmo. / Atrás, ¡a contratiempo! / Por delante de la costa / cuelga un muro de silencio; / si lo rompéis, chocaréis / con terremotos de hierro, / hierro. / Agua irisada de grasas / y rompeolas de huesos, / de fruta, de cabecitas / veréis los árboles llenos. / Atrás, ¡a contratiempo! / ¡A orza, a orza, palomas!, / huid a vela y a remo. / El mundo que vais a hacer, / más os valiera no verlo, / verlo. / Hay montes de cartón-piedra, / ríos calientes de sebo, / arañas de veinte codos, / sierpes que vomitan fuego. / Atrás, ¡a contratiempo! / Llueve azufre y llueve tinta, / sobre selvas de cemento, / chillan colgadas en jaulas / crías de monos sin pelo, / pelo. / 

                                            Los indios pata-de-goma, / acorazados de acero, / por caminos de betún / ruedan rápidos y serios. / Atrás, ¡a contratiempo! / Por las calles trepidantes / ruge el león del desierto. / Por bóvedas de luz blanca / revuelan pájaros ciegos, / ciegos. / Hay un plátano gigante / en medio del cementerio / que echa por hojas papeles / marcados de cifra y sello. / Atrás, ¡a contratiempo! / Sobre pirámides rotas / alzan altares de hielo / y adoran a un dios de plomo / con dientes de oro negros, / negros. / Con sacrificios humanos / aplacan al dios del miedo, / corazoncitos azules / sacan vivos de los pechos. / Atrás, ¡a contratiempo! / Trazan a tiros los barrios, / a escuadra parten los pueblos. / Se juntan para estar solos, / se mueven para estar quietos, / quietos. / Al avanzar a la muerte / allí lo llaman progreso. / Por túneles y cañones / sopla enloquecido el Tiempo. / Atrás, ¡a contratiempo! /


                                                                            Por eso, carabelitas, / oíd, si podéis, consejo: / No hagáis historia, que sólo / lo que está escrito está hecho, / hecho. / Con rumbo al sol que os nace, / id el mapa recogiendo, / por el Mar de los Sargazos / tornad a Palos, el puerto. / Atrás, ¡a contratiempo! / Monjitas arrepentidas, / entrad en el astillero. / Os desguacen armadores, / os coman salitre y muergos, / muergos. / Dormid de velas caídas / al son de los salineros / y un día de peregrinas, / id a la sierra subiendo. / Atrás, ¡a contratiempo! / Volved en Sierra de Gata / a crecer pinos y abetos,  / criar hojas y resina / y hacerles burla a los vientos, vientos. / Allí el aire huele a vida, / se siente rodar el cielo, / y en las noches de verano / cantan grillos y jilgueros. /
Atrás, ¡a contratiempo!


        Pero no sólo es el día de la Fiesta Nacional, la Iglesia celebra el día de la Virgen del Pilar, en el que la virgen María se le apareció al apóstol Santiago a la orilluca del Ebro a su paso por Zaragoza.

    Y es también el día de las Fuerzas Armadas, "un día de orgullo, de satisfacción, de sentirnos más unidos que nunca, teniendo en cuenta que somos miembros de un gran país como es España", según la ministra de la Guerra, que en su alocución envía un recuerdo cariñoso "a las familias que han perdido a sus familiares este año. Siempre estarán en nuestros corazones. Su acto de servicio no lo olvidaremos nunca". Considera significativamente la señora ministra que la muerte es un acto de servicio. Y, más adelante, en su breve y atropellada alocución afirma que "es un día muy importante para España y es un día importante para las fuerzas armadas, esas fuerzas armadas generosas, esas fuerzas armadas que están siempre en todos los lugares más difíciles y más complicados en el extranjero y en España; (...) los hombres y mujeres de las fuerzas armadas están siempre presentes con voluntad de servicio y de amor a España".

"Su acto de servicio no lo olvidaremos nunca"
    
     La ministra, delante de la bandera rojigualda española, se encuentra flanqueada por la de la Unión Europea, azul con sus doce estrellas marianas, y la de la OTAN, aquella organización a la que de entrada le habíamos dicho que no y en la que acabamos entrando de cabeza con todas las consecuencias, de color también azul marino como el Océano Atlántico y con la rosa de los vientos que es la brújula que nos marca el Norte.   
 
    La ministra de la Guerra, en otras recientes declaraciones, afirmaba que había que "trabajar pensando en la industria de Defensa" porque esa industria creaba "puestos de trabajo".  Y citaba a modo de ejemplo las fragatas F-110, los submarinos S-80, los vehículos 8 por 8 y un largo etcétera que es clave para la modernidad de las Fuerzas Armadas y la modernización de la industria de Defensa "porque crea muchos puestos de trabajo".  Ese mismo argumento podría llevarnos a la defensa de la prostitución porque, al igual que la industria de Defensa, genera muchos puestos de trabajo. 

jueves, 13 de enero de 2022

Breve mensajería y villancico ferlosiano

Un hombre irrumpió con una pistola en un bar y descerrajó cuatro tiros al televisor. No era un desequilibrado mental, era alguien cuerdo que sabía lo que hacía. 
 
Se ha hecho proverbial entre nosotros el estúpido dicho de que hay que hacer algo “sí o sí”, en lugar de “sí o no”, con lo que se anula la disyuntiva negativa. 
 
Según una macroencuesta, el setenta y siete por ciento de los españolitos estaría dispuesto a vacunarse tantas veces como les digan las autoridades sanitarias. 
 
El nuevo juguete navideño de venta en farmacias, el predictor de Papá Noel, poco importa si falso o verdadero, ha reforzado las medidas sanitarias totalitarias. 
 
 El villancico más hermoso que escribió Ferlosio: Nazca el niño negativo: / nadie, nunca, nada, no. Su estribillo resuena en mis oídos como alegre campanilla. 
 
Los no vacunados de 60 a 79 años tienen 20 veces más riesgo de fallecer que los vacunados, según la Ministra de Sanidad, inexperta en cuestiones sanitarias. 
 
El presidente del gobierno celebra el logro del objetivo: noventa por ciento de inoculados con pauta completa, y crece vertiginosamente el número de contagios. 
 
 Ni oro ni incienso ni mirra. El don más precioso de los Reyes Magos al Niño fue la revelación de que no existe la Sagrada Familia, que es la verdadera epifanía. 
 
 El oficiante con su equipo impoluto de protección individual hurga con el palitroque ritual en la nariz del paciente: le da la comunión de la hostia consagrada. 
 
Hazte tu propia prueba todas las veces que quieras y participa de la paranoia colectiva. Vaya negocio que se han inventado, me cago en el dios de las farmacias. 
 
Los niños vuelven a la escuela con mascarilla tras la pausa navideña a aprender las lecciones que les servirán para nada en la vida con rutinaria mansedumbre. 
 
Los libros de caballerías que sorbieron los sesos a don Quijote son los artículos científicos que dan cuento y cuenta de una realidad falsa como pérfida moneda. 
 
 Sócrates sólo albergó por lo que se sabe una sola creencia positiva: el daimon, un espíritu o genio divino que cuando se manifestaba siempre resultaba negativo. 
 
oOo
 
Rafael Sánchez Ferlosio

 
Nazca el niño negativo,
nadie, nunca, nada, no.

Si amanece la arrogancia
de la fuerza y el valor,
niño débil y cobarde,
niño noche y deserción.

Nazca el niño negativo,
nadie, nunca, nada, no.

Si relumbran los fusiles
de la blanca afirmación,
niño oscuro, niño inerme,
niño niebla y evasión.

Nazca el niño negativo,
nadie, nunca, nada, no.

Si los médicos prescriben
la alegría y la salud,
niño triste, niño enfermo,
sin niñez ni juventud.

Nazca el niño negativo,
nadie, nunca, nada, no.

Si en el quicio de la carne
la palabra se escindió,
niño niño, niño niña,
niño luna, niño sol.

Nazca el niño negativo,
nadie, nunca, nada, no.

Si a la luz de la justicia
toda culpa se aclaró,
niño bueno, niño malo,
sembrador de confusión.

Nazca el niño negativo,
nadie, nunca, nada, no.

Si la lógica decide
de la verdad y el error,
niño cierto, niño falso,
blanco de contradicción.

Nazca el niño negativo,
nadie, nunca, nada, no.

Si entre la carne y el verbo
imposible fue el amor,
niño nadie, niño nunca,
niño nada, niño no.