Una viñeta de mi admirado José Luis Rábago, alias El Roto, en el Periódico Global(ista), publicada a poco de la muerte del Papa el día 23 de abril de 2025, que lleva por título No podéis cambiar los dioses presenta un ángel a juzgar por el par de alas en sus hombros y la aureola de santidad sobre su cabeza que se columpia de espaldas a los lectores y un texto que dice: Podéis cambiar a los papas, pero a los dioses, no.
Hace alusión, obviamente, a la muerte del santo hacedor de puentes que es el papa entre los hombres y los ideales, especialmente, el supremo ideal, que es Dios. Conviene recordarlo ahora que la izquierda, como viuda desconsolada, lamenta tanto, más papista que el papa, el hecho de que el santísimo patriarca haya pasado a mejor vida, y ahora que se habla tanto de la sucesión de la sede apostólica, que ha quedado vacante, hecho que sume a la iglesia en la incertidumbre ante la ola ultra que nos sacude, como dicen los periodistas progresistas recurriendo a la manida metáfora marina de las olas.
La mención de los dioses y del cambio de la viñeta me ha traído a la memoria uno de los textos que más he leído y valoro del llorado Rafael Sánchez Ferlosio: Mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado (Alianza Editorial, Madrid, 1986), escrito a raíz del incidente del Challenger, ocurrido el 28 de enero de 1986, cuando el transbordador espacial estadounidense desafiante explotó poco después de despegar, causando la muerte de sus siete tripulantes, entre los que viajaba una maestra que iba a ser la primera civil en el espacio, como parte del programa "Teacher in Space" de la NASA, que buscaba acercar el espacio al público en general y al mundo educativo en particular.
![]() |
Explosión del Challenger (1986) |
Su muerte conmovió profundamente a la sociedad estadounidense, ya que muchos niños y maestros seguían el lanzamiento en vivo desde las escuelas. Su figura se convirtió en un símbolo de la tragedia y del idealismo que representaba la misión. Y llegó a decirse que su sacrificio no había sido en vano, lo que le revolvió las entrañas a Ferlosio, que escribió no sin indignación: Pero el respeto a los muertos no es respeto a sus muertes y a sus Causas, sino respeto a las vidas que perdieron; hacer que sus muertes sirvan para algo es negarles a las vidas que han perdido el derecho a no haber servido para nada, el privilegio de ser fin en sí mismas.
Dice Rafael (pág. 23): La Historia, el Progreso y el Futuro, lejos de suscitar recelo alguno, se vuelven dioses en quienes se puede confiar en cuanto exigen tributo de sangre, y justamente gracias a exigirlo.
Esos dioses, que escribe con inicial mayúscula, son, obviamente, los ideales, unos ideales que “exigen tributo de sangre”, nuestro sacrificio. Ya lo intuía Homero en La Odisea, al que cita oportunamente Ferlosio: Los dioses traman y cumplen la perdición de los mortales, para que los venideros tengan que contar (VIII, 579-580).
Buscando información sobre accidentes espaciales encuentro esta página pedagógica Molasaber.org donde se dice que ha habido otros accidentes mortales en misiones espaciales "que recuerdan que viajar al espacio y el sueño de la exploración más allá de la Tierra es una empresa difícil y costosa" (¡e innecesaria!). Y, en lugar de lamentar la pérdida absurda de vidas humanas en nombre de ese ideal, se agradece su sacrificio: "A todos aquellos pioneros que dieron su vida para llevar a la humanidad a las estrellas (¡sic!)... gracias".
Escribe Ferlosio más adelante: En el principio no fueron, ciertamente, los dioses de los cielos los que impusieron sacrificios a los hombres en la tierra, sino los sacrificios de los hombres de la tierra los que pusieron dioses en el cielo. Y a continuación razona: La Historia Universal no es sino el nombre, el disfraz y el maquillaje, tan pudorosa como fraudulentamente laicos, con que el arcaico y sangriento Yahvé-Señor-de-los-Ejércitos, iam senex sed deo uiridisque senectus, circula y se las bandea hoy en día impunemente, como un viejo verde, por los salones de moda del agnosticismo.(Pág. 35.)
Y concluye que no es el dios el que demanda el sacrificio, sino que es, por el contrario, el sacrificio el que postula al dios, ya que nunca es la Causa lo que se esgrime para justificar el sacrificio y la sangre derramada, sino siempre, por el contrario, el sacrificio, la sangre derramada, lo que se esgrime para legitimar la Causa.
Los que pretenden ser mensajeros para《llevar la humanidad a las estrellas》ignoran que somos 'polvo de estrellas', y en su búsqueda del estrellato ni siquiera perciben la estupidez que rige el empecinamiento por estrellarse. La Historia viene postulando dioses en el cielo y perfeccionando la 'destrucción creativa' o aniquilación que atesora la inmundicia en la tierra.
ResponderEliminarMuy bien traído lo de "llevar a la humanidad a las estrellas" como sinónimo de llevarla a estrellarse, o sea a 'hacerse astillas' confundiendo el estrellato con el astillero.
Eliminar