martes, 1 de abril de 2025

"Y naufragar me es dulce en este mar"

Rafael Sánchez Ferlosio se despidió, un día como hoy hace ya seis años, en el año del Señor de 2019 del mundo con un verso de Leopardi e'l naufragar m'è dolce in questo mare "y naufragar me es dulce en este mar", dejándonos un poco huérfanos a todos sus lectores.

Nos ha dejado el bachiller Sánchez, el único título académico de una de nuestras mejores plumas de todos los tiempos: Rafael Sánchez Ferlosio, don Rafael. Murió en el hospital en las calendas de abril, solo, a los noventa y dos años, poco después de hablar por teléfono con un amigo y recitarle en italiano,  él que había nacido en Roma, este bellísimo poema de Giacomo Leopardi titulado El infinito.

 
Siempre grato me fue este solitario
cerro y este seto, que por gran parte
me impide ver el último horizonte.
Mas sentado y mirando, interminables
espacios de más allá, y sobrehumanos
silencios y profundísima calma
imagino en mi mente, que por poco
se me estremece el alma. Y como oigo
gemir el viento entre las hojas, ese
infinito silencio a esta voz
voy comparando: y viene a mí lo eterno,
las estaciones muertas, la presente
y viva, y su sonido. Así que entre esta
inmensidad se anega el pensamiento:
y naufragar me es dulce en este mar.

oOo
 
Leopardi nos dejó también esta reflexión sobre la vejez, el sumo mal, y la muerte, que viene a liberarnos de ella: "La muerte no es un mal, porque libera al hombre de todos los males y, al mismo tiempo que los bienes, le quita los deseos. La vejez es el sumo mal, porque priva al hombre de todos los placeres, dejándole el apetito hacia ellos, y porque lleva consigo todos los dolores. Sin embargo, los hombres temen la muerte y desean la vejez"No sé si le agradaría a Ferlosio este pensamiento del poeta romántico, pero casi estoy seguro de que sí.

1 comentario:

  1. Me acordé también de de aquel otro de Leopardi, de “La sera del dì di festa”

    ……………………….. Or dov’è il suono
 Di que’ popoli antichi? or dov’è il grido 
de’ nostri avi famosi, e il grande impero 
di quella Roma, e l’armi, e il fragorio 
che n’andò per la terra e l’oceano? 
Tutto è pace e silenzio, e tutto posa 
il mondo, e più di lor non si ragiona.
Nella mia prima età, quando s’aspetta 
bramosamente il dì festivo, or poscia 
ch’egli era spento, io doloroso, in veglia, 
premea le piume; ed alla tarda notte 
un canto che s’udia per li sentieri 
lontanando morire a poco a poco,
 già similmente mi stringeva il core.

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