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viernes, 23 de diciembre de 2022

La canción de los cuatro poderes

    Merece la pena rescatar del olvido esta canción de los cuatro poderes (Pero al cuarto no) que Chicho Sánchez Ferlosio cantó a palo seco y en directo en un programa de televisión presentándola de la siguiente manera: Esta es una canción sobre la división de poderes. Todo el mundo sabe lo de Montesquieu del poder legislativo, ejecutivo y judicial, y también todo el mundo sabe que se llama el cuarto poder a la prensa. Es una canción que hice hace un año y que bueno pues ahí está, yo no estoy descontento de haberla hecho aunque no se haya publicado. 
 
 
    Posteriormente la cantó con acompañamiento de piano y la voz de Rosa Jiménez en una actuación en directo, que ha acabado incluyéndose y publicándose en el disco póstumo “La última noche en el Círculo de Bellas Artes” (2022). 
  

    La letra muy oportuna entonces y ahora mismo, cuando tanto se habla del conflicto entre los tres poderes del Estado, dice lo siguiente: Yo iba mirando la enciclopedia / y hallé una regla que no está mal: / separar el legislativo, / el ejecutivo y el judicial. / Y pensaba yo, y pensaba yo / que en mi tierra de alguna forma / la antigua norma se quebrantó. / Y el segundo acalló al primero, / amarró al tercero y al cuarto no, / pero al cuarto no, pero al cuarto no. / El segundo acalló al primero, / amarró al tercero y al cuarto no. / No me parece que vayan hacia / la democracia que yo soñé. / Solo siento mucho recelo, / poco consuelo, ninguna fe, / porque digo yo, porque digo yo / que al fundirse los tres en uno / quizá ninguno sobrevivió. / Y el segundo acalló al primero, / amarró al tercero y al cuarto no, / pero al cuarto no, pero al cuarto no. / El segundo acalló al primero, / amarró al tercero y al cuarto no. / Por eso busco por los diarios / y por las radios mi libertad / con cuidado de que en la tele / no se me cuele la autoridad, / porque ya se vio, porque ya se vio / que a despecho de tanta euforia / la vieja historia se repitió. / Y el segundo acalló al primero, / amarró al tercero y al cuarto no, / pero al cuarto no, pero al cuarto no... 
 
 
    ¡Qué pena que el cuarto poder, contra lo que cantaba el inolvidable Chicho, haya sido también acallado como el primero, y amarrado como el tercero por el segundo, por el ejecutivo, que no es tanto el gobierno de turno que nos toca padecer en cada momento en cada uno de los múltiples Estados, que es bastante superficial y a fin de cuenta también es un mandado, como nosotros, sino por el gobierno profundo, que es realmente quien manda y gobierna por encima de todos los Estados! 
 
    ¿De qué nos sirve que haya libertad de expresión si nuestro pensamiento es esclavo? Hemos visto cómo a lo largo de la pandemia y ahora a propósito de la invasión rusa de Ucrania el cuarto poder, la prensa, mantiene un discurso único y monocorde que tacha de “desinformación” (misinformation en la lengua del Imperio) y censura y acalla los pocos vestigios de crítica que asoman! El cuarto poder está hoy en día sometido a otro poder, al poder del Capital que lo  publicita y subvenciona.  

lunes, 23 de mayo de 2022

¡Ni caso!

    Durante mucho tiempo la información era un bien que escaseaba y era más difícil de conseguir que el oro, pero hoy día hay una apabullante inflación y superávit informativo: sobra por doquier. En la Red que se proyecta en las micro- y macropantallas de la caverna mediática es lo que más abunda, desde luego: información, de hecho es casi lo único que hay: noticias que son publicidad, propaganda para masas.
 
    La función de la prensa subvencionada por el Estado y por el Capital privado, tanto monta, consiste en suministrar cantidades ingentes de información para crear con ellas interpretaciones, o sea opiniones, favorables o desfavorables, utilizando estrategias de manipulación de la percepción, creando el fantasma de la Opinión Pública, que no es la opinión que tiene la gente, sino la que debería profesar.
 
La caverna de Platón
 
    Frente a las creencias que se nos imponen desde arriba, hay algo que surge de abajo, de lo más profundo de nuestros bajos fondos, que es la duda, lo único que nos permite salir de la opinión o de la creencia para tener acceso no al conocimiento de la verdad, que nunca poseeremos, sino al reconocimiento de la mentira.  Cualquier enfoque crítico pasa por la desmitificación y el desengaño de las creencias gracias a la duda.
 
    Como se ha podido ver a lo largo y ancho de la crisis de la pandemia del virus coronado, la mayoría de la gente ha preferido la opinión a la razón, la narrativa a la verdad. La doctrina de la pandemia podría resumirse del siguiente modo: Una epidemia de un terrible virus nuevo se cierne sobre toda la humanidad. No hay ningún tratamiento. Hay que confinar a la totalidad de la población, no sólo a los enfermos, sino también a los sanos. La superación de la pandemia provendrá únicamente de la vacuna. Estos cuatro puntos citados son, desde un punto de vista científico, bastante discutibles, y no solo eso: falsos. Y de hecho hay científicos que los han discutido, aunque han sido enseguida censurados, silenciados y tachados de negacionistas. El síntoma de esta pandemia fue la covidiarrea que hizo que se acabaran en un primer momento todas las existencias de papel higiénico en supermercados.
 
    Un problema que no data de ayer. Como decía Voltaire en su Diccionario filosófico bajo el epígrafe de Opinión: Se la considera la reina del mundo; lo es tanto que cuando la razón quiere combatirla, la razón es condenada a muerte. Es preciso que renazca veinte veces de sus cenizas para ahuyentar a la usurpadora. 
 
 

    Opinión es sinónimo de creencia que es una elección personal y subjetiva, como los gustos personales, opuesta al carácter universal de la razón. Y si la opinión es irracional, ¿qué diremos de la Opinión Pública, que dirige el mundo?
 
    Hay un término griego para la opinión que es doxa que aunque no está recogido todavía en el Diccionario de la docta Academia de la lengua española se usa mucho en ciencias sociales, y no nos resulta muy extraño, porque lo tenemos en adjetivos como ortodoxo y heterodoxo, y convertida la equis en jota en paradoja.
 
    Hay quien dice que la información, junto con el aire y con el agua, es lo que más abunda en el planeta: información, informaciones. El aire y el agua son necesarios para vivir. La información ¿para qué es necesaria? Algunos dirán que para saber lo que pasa. Pero es mentira. Las informaciones son necesarias para meternos el miedo en el cuerpo contándonos mentirijillas y para distraernos de lo que pasa de verdad. Lo mismo que el aire y que el agua, que están cada vez más contaminados en el planeta azul, la información también está polucionada, manipulada, sesgada; por lo que su abundancia se convierte en asfixiante: no es una riqueza de la que podamos enorgullecernos, sino un motivo de gran preocupación.
 
Caminante sobre mar de nubes, C. D. Friedrich (1818)
 
       La información es un tumor cancerígeno que pretende aniquilarnos, anestesiar nos  insensibilizándonos ante lo que pasa, porque la información logra que nos desentendamos precisamente de “lo que pasa” y nos preocupemos por cosas que no nos interesan, que ni nos van ni nos vienen, para que así seamos incapaces de ver lo que tenemos delante de nuestras propias narices -eso y no otra cosa es "lo que pasa"-, pues vemos, en su lugar, las pantallas que nos ponen a modo de aquellas orejeras que les plantaban a los asnos para que caminaran siempre adelante en la misma y prefijada dirección.
 
    ¿Es bueno, pues, estar informado? Para nada. No sólo no es bueno, es perjudicial para la salud física y mental. Nuestra tarea, por lo tanto, es librarnos de la información, desinformarnos, no hacer caso de lo mucho que nos cuentan.