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domingo, 15 de noviembre de 2020

El amor, el sexo y el virus coronado en la segunda ola

El adjetivo πάνδημος (pándemos) al igual que πανδήμιος (pandémios) hace su aparición estelar en el célebre diálogo platónico sobre el amor, el Banquete o Simposio, en el que uno de los comensales, un tal Pausanias, establece que Eros -el amor- no es un dios unitario e idéntico siempre a sí mismo, y de la misma forma que hay una Afrodita celestial -urania, la mayor, la que no tiene madre, la que nació de las espumas del mar fecundadas por el semen de Urano- y otra, la menor, que es hija de Zeus y Dione- a la que llamamos común, popular -pándemos, en griego-, hay también dos amores, pues Afrodita y Eros son inseparables. 

El eros popular o pandémico prefiere el cuerpo, mientras que el eros celeste o uránico ama más el alma. El primero es carnal, el segundo espiritual. Pausanias condena el primero. Quizá de aquí es de donde ha salido la conceptualización del llamado “amor platónico”, que se inclinaría más por el amor ideal, espiritual que el real o carnal que siente la gente de ínfima condición, que se lanza a lo que surja sin hacer demasiadas distinciones. 

A continuación interviene Erixímaco, que, admitiendo la distinción establecida por Pausanias, no condena sin embargo el amor vulgar y común, sino que lo recomienda con moderación. En esta misma línea, hay que recordar la actitud epicúrea y radicalmente contraria al amor platónico, entre los romanos, de Lucrecio, que habló en su poema en verso de la locura y el sufrimiento que provoca el amor ideal, y propuso como remedio la Venus uolgiuaga, la Venus que vaga por el pueblo.

 Afrodita Pandemos, Charles Gleyre (1854)

Jenofonte, por su parte, en su Simposio o Convite pone en boca de Sócrates, fiel a su no saber, que no sabe si hay dos Afroditas distintas o se trata de dos aspectos -epónimos o sobrenombres, dice él- de la misma diosa, un poco, diríamos nosotros, como sucede entre los católicos con el culto a la Virgen María, que es una sola, pero tiene distintas y numerosas advocaciones, aunque reconoce Sócrates que sí hay dos cultos distintos: εἰ μὲν οὖν μία ἐστὶν Ἀφροδίτη ἢ διτταί, Οὐρανία τε καὶ Πάνδημος, οὐκ οἶδα· καὶ γὰρ Ζεὺς ὁ αὐτὸς δοκῶν εἶναι πολλὰς ἐπωνυμίας ἔχει· ὅτι γε μέντοι χωρὶς ἑκατέραι βωμοί τε καὶ ναοί εἰσι καὶ θυσίαι τῆι μὲν Πανδήμωι ῥαιδιουργότεραι, τῆι δὲ Οὐρανίαι ἁγνότεραι, οἶδα. Así pues, no sé si hay una sola Afrodita o dos, la celestial y la vulgar, pues también Zeus, aunque parece ser uno mismo, tiene muchas advocaciones; aun así, sé que hay para cada una de ellas altares separados, templos y ritos, muy libres y relajados para la Afrodita vulgar, y muy cstos para la celestial (traducción propia).

Con sus consejos tan puritanos como obscenos, los nuevos idealistas de la celestial virtualidad sexual, los modernos sexólogos están oponiéndose a la pandemia mucho más de lo que ellos mismos imaginan, pues recomiendan en estos tiempos de la segunda ola del virus coronado que se han inventado para seguir sustentando el pánico, y que me recuerda a mí a aquella "ola de erotismo y pornografía que nos invade" de la dictadura tardofranquista, recurrir al amor uranio, celeste, ideal: tanto da. Aunque ellos no lo dicen así, nos están recomendando la Afrodita espiritual o amor platónico, o dicho con término más contemporáneo, para que lo entiendan los mileniales, el sexo virtual, que es lo mismo, lo que nos da idea de lo que será la dichosa “nueva normalidad”. 

Afrodita Urania, Christian Griepenkerl  (1878)

Dicen que hay que evitar los besos, hacer uso de mascarillas y preservativo, y que la pareja podrá llegar a tocarse manteniendo medidas preventivas. No sé yo muy bien cómo entender estas obscenidades. Supongo que se refieren a guantes asépticos. No creo que se precisen trajes de protección sanitarios similares a los de los astronautas... Pero si hay que guardar la distancia de seguridad de dos metros, que ahora parece que quieren rebajar a metro y medio, poca cosa podremos hacer con nuestra pareja estable u ocasional, salvo tocarnos a nosotros mismos y consagrarnos al onanismo.

"La sexualidad es tan rica y variada que no se pueden dar fórmulas mágicas -puntualizan-, sino solo realizar aquellas prácticas que sean seguras y placenteras para ambos". Me da a mí que lo de prácticas seguras y placenteras es muy contradictorio, pero bueno los sexólogos o expertos en conocer lo desconocido, que es el sexo, donde todos nos perdemos, llegan a sugerirnos que podemos encontrar algún placer, aunque parezca mentira, en lo que nos mandan: "A lo mejor la mascarilla se convierte en un objeto de fetichismo erótico". 

Pero lo más seguro, vuelven a la carga, es el sexo virtual o el cibersexo: no transmite el coronavirus, que es ahora lo que más importa, pero tampoco otras enfermedades venéreas, y evita embarazos no deseados. El sexo virtual, enfatizan, lejos de ser un mero "sustituto pobre" del sexo presencial, es decir, del sexo carnal de toda la vida, puede constituir "una nueva estrategia en las relaciones sexuales", una variante que puede ayudar a "salir de la monotonía" en la que a veces incurren algunas parejas poco imaginativas. 

 
Lo más seguro, en definitiva, aunque no se atreven a decirlo claramente así porque suena muy puritano, es no follar si no queremos infecciones ni contagios y somos personas cautas, porque de lo contrario somos unas cabras locas descerebradas que dicen “a fornicar, que son dos días y el mundo se acaba”, y eso sólo puede llevarnos a nosotros y a nuestras parejas a acabar mal, ya sea en el hospital o ya sea en el cementerio, que viene a ser lo mismo. 

Se trata de una campaña moralizante en toda regla de la vida pública y privada, cuya motivación primera no es como pudiera parecer a primera vista sanitaria, sino moral y en último extremo política, por lo que la argumentación profiláctica, higiénica y sanitaria que  nos ponen por delante es secundaria, como un intento de justificación o racionalización de las medidas que han, como dicen ellos, implementado. Dejamos al margen la cuestión, cuando menos discutible, de hasta qué punto es o no es tan verdaderamente letal el virus coronado como nos lo han querido presentar.

La vuelta a la normalidad sin adjetivos, la de toda la vida -no estamos hablando de la “nueva normalidad” que nos impone el discurso dominante- parece muy lejana en estos tiempos de virus coronario que corren. Dependerá, dicen algunos, “de lo que tarde en llegar una vacuna o un tratamiento eficaz para que la COVID-19 deje de tener el protagonismo actual y pase a ser una enfermedad más”.
 
Nacimiento de Venus, Alexandre Cabanel (1863)

Pues bien, el protagonismo actual que tiene el virus coronado se lo han dado las autoridades sanitarias y los medios, e indirectamente se lo damos nosotros ahora mismo hablando de él. El virus sólo ha dejado de ser el causante o responsable de una enfermedad más, que es lo que era, para convertirse en una coartada esgrimida por los gobiernos para mantener bajo control a la gente, no vaya a ser que se desmande. 

La mejor vacuna contra la COVID-19 está ya disponible y a nuestro alcance. Es bien barata y accesible. No hace falta adquirirla en ninguna farmacia. Hay stock suficiente para toda la población que la precise. No tine efectos secundarios: Consiste en dejar de creer en el virus, como decía el otro: la mejor vacuna es la pérdida de fe en Él.