Mostrando entradas con la etiqueta prostitución. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta prostitución. Mostrar todas las entradas

viernes, 18 de julio de 2025

Hacer (la) carrera

    'Hacer carrera' es una expresión que se usa para hablar del recorrido profesional moderno del hombre y la mujer igualada laboralmente a él en derechos y deberes. La palabra 'carrera' (career en la lengua del Imperio) está emparentada con el 'carro' (car), y es la forma femenina del adjetivo 'carrero' que deriva de él. En tiempos antiguos se denominaba 'vía carrera' (carraria uia en latín) a la carretera -del mismo origen- o camino apto para recorrerlo carros y carretas. Detrás del carro, la carrera y la carretera está el viejo verbo 'currere' correr, y el sustantivo culto 'cursus', curso, que nosotros aplicamos tanto al recorrido de un río, como al trascurso de ese otro río que nos arrolla cuando lo cronometramos, el tiempo, como al currículo académico, laboral o vital.    
  
 
 
    En tiempos de los romanos estaba el cursus honorum, que era la carrera política honorífica, no retribuida económicamente, por lo que solo la emprendían ordinariamente los varones patricios o plebeyos ricos que no tenían que 'ganarse la vida', que comenzaba jerárquicamente con la cuestura, el edilato, la pretura hasta el consulado en la época de la república.
 
    Hoy en día 'hacer carrera' suele empezar por cursar una carrera universitaria, y luego hacer trabajos de especialización en un determinado campo. También se usa para decir que alguien se ha desarrollado en una empresa específica, donde comenzó a trabajar en un puesto menor y ascendió hasta convertirse en gerente u otro puesto superior. 

    La docta Academia define la expresión “hacer carrera” un tanto ingenuamente como 'prosperar en sociedad', cifrando la prosperidad en una mejoría económica, pero también recoge una acepción que a mí, algo entrado ya en años, todavía me resuena en el oído pero que puede que ya esté algo desfasada,  que es, con el artículo determinado en medio, “hacer la carrera” como sinónima de “hacer la calle” es decir, estar en la vía pública a la búsqueda de clientes para el comercio carnal. No en vano se dice que la prostitución es el oficio más viejo del mundo, lo que sugiere que toda carrera profesional es en su sentido moderno una de las formas más sutiles de control social ideado por el capitalismo moderno y un oficio meretricio. 
Prostitutas callejeras
 
     La carrera profesional es una carrera de obstáculos que hay que superar para llegar a la meta, o una suerte de escalera que hay que subir con varios peldaños como la que soñó Jacob, que iba de la tierra hasta el cielo de Dios y simbolizaba la unión de lo humano con lo divino, una escalera hoy en día secularizada en la que no está muy claro si el cielo o paraíso prometido está arriba, en las alturas, o abajo. Uno siempre construye su carrera en aras del éxito futuro, lo que lo obliga a aceptar compromisos que no desea, a sacrificar parte de su vida en el altar del progreso profesional y a llevar máscaras cotidianas y adoptar comportamientos hipócritas. 
 
Escalera de Jacob, escuela francesa (c.1490)
 
     Uno se deja muchas cosas por el camino en pos del éxito profesional. Y luego es ya demasiado tarde cuando descubre todo lo que ha sacrificado para llegar a donde ha llegado, y que uno en su autorrealización profesional y personal se ha convertido en un perfecto engranaje al servicio del Estado o de la empresa privada, que solo ven a las personas como meros 'recursos humanos'.

viernes, 27 de junio de 2025

Pareceres LXXIX

386.- A los cuatro vientos. Declaraciones de una prostituta. "Las putas somos lo que somos: trabajadoras sexuales, obreras del oficio más viejo del mundo. La prostitución es la primera profesión de la historia de la humanidad. Nuestro oficio, en otros tiempos denigrado, ha adquirido hoy cierta visibilidad, consideración social, y aun respetabilidad, habida cuenta de la liberalización y relajo de las costumbres. Todos y todas somos putas:  jueces, políticos, actores, deportistas, médicos y un larguísimo etcétera que incluye todo tipo de trabajos asalariados y profesiones de quienes hacen lo que hacen no por amor o por el gusto de hacerlo, sino por dinero. Todos en esta puta sociedad -nunca mejor dicho lo de 'puta'- aunque no queramos reconocerlo engañándonos a nosotros mismos y pretendiendo burlar a los demás estamos prostituidos, aunque sólo lo proclamemos y admitamos las meretrices. Casi todos putas por activa o por pasiva de un modo indecente. Todos, a decir verdad, menos los niños, las tiernas criaturas angelicales que todavía no saben lo que es el dinero. Las prostitutas no engañamos a nadie; sólo tenemos que fingir a lo sumo algún que otro orgasmo para complacer a algún cliente exigente, como, por otra parte, hace cualquier mujer e incluso cualquier hombre; porque, no nos engañemos, todos, absolutamente todos, fingimos el orgasmo, esa sombra que perseguimos insaciablemente y no alcanzamos, y que no deja de ser un trampantojo, la zanahoria que se le pone al burro para que tire hacia adelante y que nunca alcanzará definitivamente". 
 
  
387.- Informatio.- El significado antiguo de “informatio”, que es la acción de “informare”, en sentido literal, es proveer de una forma a una materia amorfa, conformar, formar, configurar, ahormar, utilizando la metáfora etimológica de la horma del zapato, que es el molde con el que se fabrica este, pero también la pieza que se utiliza para que no se deforme. En la actualidad, lo que ha quedado de aquello, es que información es mera exposición, comunicado, noticia, con lo que se pierde aparentemente el sentido conformador y pedagógico del término. Los medios informativos son medios en realidad formativos, de creación del monstruo de la Opinión Pública, que es lo más alejado que puede haber del sentido común. Se supone que la Opinión Pública es la opinión de la mayoría, es decir, no la opinión que la mayoría tiene, sino la que debe tener porque está mandado que la tenga, y que la mayoría siempre tiene razón -esa es la falacia de la democracia-, por lo que la opinión de las minorías no cuenta. Un aforismo de Nicolás Gómez Dávila nos advierte de la distorsión que provocan los medios informativos a la hora de la percepción de la realidad: La importancia de un acontecimiento, dice, es inversamente proporcional al espacio que le dedican los periódicos. Añadamos, más en general, los medios masivos, incluyendo la poderosa televisión y la todopoderosa Red, actualizando la sentencia del colombiano. 
 
  
388.- Escatológico. ¿Arte o Basura? Escatológico es todo lo que concierne a nuestras ultimidades y, al mismo tiempo, a nuestros excrementos, así que algo tendrán en común la muerte, que es el fin, y las deyecciones de lo que los niños llaman "caca", que es el oro en el que convertimos todo aquello que tocamos con nuestra varita mágica como modernos reyes Midas. Hemos hallado en nuestro proceso alquímico la quintaesencia u oro primordial que es, a saber, la mierda monda y lironda, que constituye la esencia del dinero: todo se convierte en dinero porque el dinero lo compra todo. Y el arte moderno cuesta mucho dinero, tanto que a veces no podemos ni hacernos una idea. Ha habido algunos artistas que han enlatado y vendido a precio de oro sus propios excrementos para dar a entender lo que ya sospechábamos todos: que, por lo general, el arte contemporáneo, tan caro e incomprensible en su pura abstracción, no valía nada (no vamos a ser tan necios de confundir su precio comercial y su valor o valía) y, al fin y a la postre, no era más que, dicho vulgarmente, una mierda pinchada en un palo, lo que viene por otro lado, a corroborar la muerte del arte en sus postrimerías, la muerte del arte en general y de las artes en particular, por lo que vuelven a encontrarse, serpiente que se muerde la cola, la caca y la muerte en una palabra: escatológico. Por eso uno lo que más quiere es que pare este tren, que se quiere apear en la próxima estación. 
 
 
 
389.-Proactivamente. Ha entrado en el diccionario de nuestra docta Academia el anglicismo 'proactive', de origen latino. Por lo que se ve, la lengua del moderno Imperio está basada en la nunca olvidada ni muerta del romano.  Se ha creado por oposición a “reactive”. El prefijo pro- le da un sesgo de anticipación a la actividad que no tiene su correlato re-, que indica simplemente acción que se opone a otra, como se ve, por ejemplo, en otro par de contrapuestos: progreso y regreso. Los prefijos pro- y re- le dan un sesgo muy especial a la actividad humana. Se habla, en efecto, de personas proactivas y reactivas. Mientras que la reactiva sería la persona que reacciona sin más, la proactiva se define como “que toma activamente el control y decide qué hacer en cada momento, anticipándose a los acontecimientos” (énfasis añadido por mí). Proactivos han sido los científicos, por ejemplo, de varias universidades anglosajonas que han creado vacunas contra virus inexistentes en previsión de futuras pandemias... Esa anticipación nos lleva, emulando al tío Baltasar, como dice el vulgo, a limpiarnos el culo antes de cagar.
 

390.- *Emacidad. - De los veinte adjetivos acabados en -ax que aparecen registrados en la obra del poeta latino Ovidio, subsisten en castellano dieciocho bajo la forma -az, todos ellos bisílabos, recogidos en el diccionario de la docta Academia, a saber: audaz, capaz, falaz, feraz, fugaz, locuaz, minaz (en desuso), mordaz, procaz, pugnaz, rapaz, sagaz, salaz, secuaz, tenaz, veraz, vivaz y voraz. Carecemos de *edaz, que no echamos mucho de menos porque sería sinónimo de voraz, glotón o tragón, y carecemos también de *emaz, que, sin embargo, nos vendría muy bien para rellenar un vacío semántico y describir al consumidor compulsivo que padece la manía (en el sentido griego de 'locura') de comprar cualquier cosa por el mero placer de poseerla sin necesidad de ella, que denominaríamos con el cultismo de *emacidad, que define muy bien la característica más notable de nuestra sociedad capitalista donde (casi) todo se compra y se vende. *Emaz, por cierto, se cotraponía a *vendaz, que sería el que sufre la patología complementaria de vender. Vemos el juego de estos adjetivos en Catón el Viejo que en su tratado De Agricultura escribía que era conveniente que el cabeza de familia romano fuera *vendaz (vendedor) y no *emaz (comprador), en un contexto en que el pater familias como rico terrateniente debe vender lo que le sobre: aceite, trigo, vino, ganado viejo, aperos viejos, y también esclavos viejos o enfermizos, porque venderlo es la forma de deshacerse de ello convirtiéndolo en dinero.
 
 

sábado, 18 de mayo de 2024

Pareceres XLVIII

236.-Parresía: unos octosílabos de Ésquilo, al que restituimos la acentuación esdrújula que corresponde a su nombre, tomados de su tragedia de tema histórico Los Persas (versos 591-594), que decían así en versión original celebrando la parresía de la gente corriente o capacidad de poder decirlo todo con libertad de expresión: οὐδ᾽ ἔτι γλῶσσα βροτοῖσιν / ἐν φυλακαῖς· λέλυται γὰρ / λαὸς ἐλεύθερα βάζειν, / ὡς ἐλύθη ζυγὸν ἀλκᾶς. Podemos traducirlos en prosa y pueden decir algo así como: Los hombres -los mortales, dice él- ya no pondrán freno a sus lenguas porque el pueblo es libre de expresar sus pensamientos a voluntad, ahora que el yugo del poder ha sido quebrantado. Pero quizá convendría traducirlos en verso, tal como fueron escritos, con el mismo ritmo dactílico y con el eco de una rima asonante: Ya no se muerde la lengua / nadie, la gente se suelta / libre a decir lo que piensa, / rota del yugo la fuerza
 
 
237.- Elixir de amor. ¿Qué es el amor? Un niño caprichoso llamado Eros o Cupido, tanto monta, hijo de Afrodita o, si se quiere, porque es la misma, Venus: un mozalbete travieso, venéreo, loco de atar, hideputa y cegato. Ciego, sí, es el amor verdadero y eterno, que dura un par de años y que nos hiere con sus flechas del amor mucho más que Apolo el que hiere de lejos con sus punzantes dardos. ¡Dios nos libre del amor y no sólo del amor de Dios! Y es que no hay peor herida que la del amor, porque es la única que no tiene ni cura ni mucho remedio, como bien sienten y padecen en sus propias carnes todos los enamorados que en el mundo han sido. Bien fuerte era Sansón, y lo venció el amor -pues más tira coño que soga. Y el amor es siempre loco: yo estoy por vos y vos, como reza el refrán, siempre por otro. 
 

 238.- Cierre de burdeles, putas callejeras. Felipe IV decretó en su día el cierre de todos los burdeles del reino de las Españas. Al prohibirse los prostíbulos públicos, surgieron las casas de putas clandestinas, pero el puterío lejos de atajarse con esa medida siguió en creciente aumento. Las prostitutas preferían trabajar en prostíbulos en lugar de hacerlo en donde cuadrara, puesto que en los locales de alterne contaban con protección y fuera de allí estaban a menudo desprotegidas a merced de su clientela. Pero ¿no es un trabajo u oficio -el más viejo del mundo- la prostitución? Los que quieren abolirlo creen que no lo es, y que ninguna mujer se dedicaría voluntariamente a ello si pudiera ganar dinero haciendo otras cosas más dignas. Pero no entremos en cuestiones morales de dignidad e indignidad. Los trabajos, incluida la prostitución, son actividades que no se realizan gratis et amore por la gracia de hacerlas, sino por dinero. Ya que el trabajo es una forma de servidumbre -¿voluntaria?- remunerada que está legalizada -y hay incluso un Ministerio de Trabajo y Economía Social- legalizar también las mancebías en vez de tratar de abolirlasy condenar a las prostitutas a hacer la calle, sería más coherente con la política y economía social de dicho ministerio, con la higiene, la seguridad, la salud pública y el bienestar de los súbditos del reino.
 
 
239.- Eutanasia: Supongamos que le reclamamos al Estado el Derecho a Morir, el derecho a una Muerte Digna o Buena Muerte. ¿Qué más quiere él, que se dedica de ordinario a administrar la muerte, que es la vida cotidiana, de todos sus súbditos y a matarnos lentamente que no le reclaman así una Vida Digna o Buena Vida? No hay que reivindicar leyes, sino, en todo caso, despenalizar las existentes. El Estado a veces confunde derechos y deberes, e incluso define algunas cosas simultáneamente como un derecho y un deber. Eso podría pasar con la eutanasia, que el “derecho a morir” que reclaman algunos deje de ser un “derecho” y se convierta en un “deber” cuando se obligue a quienes no quieran hacer uso de ese derecho porque, si no lo hacen, ponen en peligro la existencia de la Seguridad Social y la caja de las pensiones se arruina? El problema puede surgir cuando uno se niegue a tomar la decisión correcta y solidaria. El Estado ya tiene demasiado poder y no tiene ningún empacho en abusar de él en cualquier momento, por lo que concederle más poderes sería, literalmente, como hacerse el haraquiri, el suicidio ritual japonés consistente en abrirse las entrañas del vientre. 
 
 
240.- Guerra y no conflicto. No deja de asombrarnos cómo en esta ocasión los mandarines del mundo y sus medios de formación de la opinión pública, llamando a las cosas por su nombre, han denominado “guerra” a la guerra, y no, como otras veces, “conflicto”, “intervención armada”, “misión humanitaria”, “operación especial” o cualquier otra zarandaja que sirva para ocultarnos la verdad. Sin duda se les ha escapado la palabra a los medios de conformación de la opinión pública. Pero la palabra, libre, se volvió como un bumerán contra los que la habían lanzado. Y hace unos años surgió el clamor popular contra la cruda realidad que designaba. Hasta la máxima jerarquía de la iglesia católica, apostólica y romana, se vio en la obligación de condenarla, no pudiendo bendecir la Santa Sede la guerra como cruzada como hiciera en otras ocasiones. Lo mismo sucede con la paz: no quieren la paz, sino la victoria porque lo que quieren es la guerra, ganar la guerra. No nos engañemos.
 
 

domingo, 14 de abril de 2024

Espectáculo de variedades

Yo también soy idiota. Hecha esta confesión personal, debo decir que el escritor catalán Quim Monzó publica ‘Ments preclares’, subtitulado “El llibre dels idio­tes”, un libro, que no he leído, de artículos periodísticos sobre los idiotas, y declara: “No encuentro tan grave llamar idiota a alguien; yo mismo soy idiota”. Y me hago la siguiente reflexión: etimológicamente idiotas, en efecto, somos todos y cada uno en el sentido original del término griego: persona privada o particular, simple ciudadano, hombre del común, plebeyo, también soldado raso; ignorante, rudo, vulgar, inexperto, profano. Ya lo decía el Bachiller Carrasco en El Quijote, atribuyéndoselo al Eclesiastés y citando la Vulgata latina, para ponderar el gran número de necios que había en todos los tiempos y lugares: stultorum infinitus est numerus: "el número de imbéciles es infinito". Así que yo mismo soy idiota ἰδιώτης, etimológicamente hablando, lo reconozco. ¿Qué le vamos a hacer? Y una de las características de mi persona que tengo como idiota que soy es además de hablar, leer y escribir, que para eso me enseñaron en la escuela, un idioma ἰδίωμα, que es lo mismo que una patria, una nacionalidad, o sea, una propiedad privada, una jaula, pero también un instrumento con el que, sin embargo, puedo, denunciarlo. 

Inteligencia Artificial: IA no son solo las siglas de “inteligencia artificial” sino también, y más propiamente hablando, de la expresión “invasión algorítmica”, que es de lo que se trata lo primero. 

La mentira política.  “En política no se puede mentir. Si uno miente tiene que dimitir”. Lo ha dicho una ministra del gobierno español, da igual su nombre propio y apellidos y su ministerio. Lo ha dicho y ha dicho la verdad olvidando que ella, como miembro de ese gobierno que es, es forzosamente una mentirosa, por el axioma de que gobernar es mentir, o, como escribió Maquiavelo, gobernare è far credere: "gobernar es hacer creer", que viene a ser lo mismo que mentir, porque la creencia es un acto de fe y la fe se fundamenta en la mentira. Gobernar es, en efecto, mentir, sin que pueda decirse lo contrario, que mentir sea gobernar, pero sí que parece que para gobernar es preciso ejercer el arte del engaño, y para engañar hay que mentir, porque el Poder se basa en dos pilares fundamentales que vienen a ser uno solo en definitiva y el mismo: el miedo y la mentira. 

 

La guerra es un crimen de lesa humanidad. No penséis que la guerra no es un crimen: Lo dijo Ernest Jéminguay en 1946 y debería repetirlo cualquier biennacido ahora mismo como si se tratara de un mantra religioso: Never think that war, no matter how necessary, nor how justified, is not a crime: “Nunca penséis que la guerra, por necesaria o justificada que sea, no es un crimen”. No a la guerra por lo tanto. 

Abolición del mos meretricius. Bienintencionada sin duda la querencia de abolir la prostitución que les ha entrado a algunos progresistas, si no fuera porque no se dan cuenta de que no se puede erradicar el puterío sin abolir el sistema capitalista de producción que fundamenta su propia esencia teológica. Nada más lejos de su intención porque dichos progresistas no pretenden abolir el trabajo asalariado. Escribe Paul Lafargue en El Sermón de la Cortesana, incluido en su Religión del Capital (1886): La cortesana trafica con lo que no se puede ni pesar ni medir, con la cosa inmaterial que escapa a las sagradas leyes del intercambio: vende el amor, como el tendero suministra el jabón y la candela, como el poeta detalla el ideal. Pero la cortesana vendiendo el amor se vende; da al sexo de la mujer un valor, su sexo participa entonces de las cualidades de nuestro Dios, se convierte en una parcela de Dios, es Capital. La cortesana encarna a Dios.

lunes, 1 de enero de 2024

Pareceres (XXXVII)

181.- La mejor traducción: No hay una traducción definitiva en absoluto de ninguna obra literaria. Si existiera algo así, no habría ninguna necesidad de traducir periódicamente los mismos textos una y otra vez. En cambio, vemos que cada cierto tiempo aparecen nuevas traducciones de muchísimas obras que tienen ya decenas de versiones a un mismo idioma, lo que se debe, entre otros motivos, a que las lenguas cambian, evolucionan como organismos vivos que son. Algunas palabras caen en desuso y otras entran de repente en la lengua, dependiendo de modas y costumbres, por eso lo ideal sería leer las obras en su versión original pero como non omnia possumus omnes y nuestros conocimientos de otras lenguas son siempre muy limitados, tenemos que recurrir a las traducciones, a falta de poder beber de las fuentes originales. Las traducciones envejecen, se hacen obsoletas con el paso del tiempo, por eso hay que rehacerlas constantemente.


182.- Prostituir(se): El verbo latino «prostituere» es verbo compuesto de «pro» y «statuere», con el sentido primigenio de 'estar frente', 'estar a la vista', de donde acaba significando “estar expuesto a la venta”, vía exponerse a la codicia o antojo del deseo. Dícese tanto de los vendedores que están frente a sus tiendas para anunciar sus productos como de los productos mismos que se exponen para su venta en el escaparate de la tienda. Especialmente, dícese de quienes PRO-ST-itυyen a otros o se PRO-ST-itυyen a sí mismos poniéndose frente al PRO-ST-íbυlο (destaco con las mayúsculas el preijo PRO- y la raíz simple -ST- del verbo stare que comparte con statuerel). Horacio usa ese verbo una vez referido a su libro que había de ponerse en venta, y que estaba impaciente por salir a la luz y exhibirse, al igual que un joven esclavo deseoso de hacer la calle, como dice Moralejo en su traducción de las Epístolas horacianas.  El autor le previene a su libro que va a aparecer en el mercado de lo que le espera, y que lo hará arrepentirse cuando su amante se harte de él. Ha de gustar a todos mientras esté en la flor de la vida; pero a la postre acabará devorado por las polillas o exiliado en algún remoto lugar. Más aún, acabará rebajado (¿o elevado?) a la categoría de libro escolar, es decir, de lectura obligatoria de los escolares. 

183.- Más o menos. Este desgraciado planeta Tierra, y nosotros, sus humanos habitantes, que gira dentro del sistema solar no alrededor del Sol, sino de la palabra “más” debería rectificar su órbita y ponerse a girar sensu contrario, en torno a la palabra “menos”, y en vez de ir a más, ir a menos: menos policías, menos fronteras, menos guerras, menos terratenientes, menos cárceles, menos ideologías, menos religiones… 

184.- ¿Año nuevo? Se nos va del calendario y de la agenda 2023. Creía yo ingenuamente el año pasado que éste iba a ser el año en el que menos idiotas iban a cruzarse en mi camino, y lamento haberme equivocado, así que volcaré todas mis esperanzas en el año nuevo que dicen que ha comenzado ya, anoche después de las doce campanadas, aunque en realidad siempre he sospechado que no hay años nuevos, que siempre es el mismo año que se repite una y otra vez y que renace cuando finaliza. Pero no dejo de reconocer el éxito que tiene el cambio numérico de año, que da la falsa sensación de que cerramos un ciclo para abrir otro con nuevas y diferentes expectativas e ilusiones, y más cuando, como es el caso de un servidor, uno ya es más viejo que el catarro de Matusalén. Pero también debo agradecer, y no dejo de hacerlo, el estar rodeado de gente que mantiene una de las características más elementales y básicas del género humano, que es la de ser animales sociales, que se empeñan, pese a todas las recomendaciones sanitarias, en no guardar la distancia social con sus congéneres. Quien conserva esta característica es grato para mí, quien la ha perdido es uno de esos idiotas que tanto se han cruzado en mi camino, como he dicho más arriba, alguien que es mejor que se mantenga alejado y distanciado, dentro de su idiocia particular, putodefendiendo, como dicen los jóvenes ahora anteponiendo el prefijo puto- a las palabras que quiere denigrar, su limitación putomental.

185.- Terrorismo sanitario. Ante el repunte de enfermedades respiratorias como la gripe A y B (pronto vendrán la C, la D... y sucesivas, hasta la Z) y el Covid-19, que sigue vivito y coleando, que en la última semana ha mostrado un aumento considerable del 37,17 por ciento, el Ministerio de Sanidad ha publicado recomendaciones para prevenir el contagio que incluyen el lavado de manos, cubrirse la nariz o boca al toser o estornudar y usar mascarilla lo más opaca posible a fin de evitar la respiración en caso de padecer síntomas compatibles con una infección respiratoria. Por último, se -impersonalmente- recomienda seguir las pautas de vacunación frente a microorganismos respiratorios, es decir, arremangarse y someterse a los jeringuillazos que se dispongan, y evitar, en lo posible, acudir al puesto de trabajo con síntomas de enfermedad, para lo que será preciso que el médico de cabecera nos dé la baja, claro.

Respuesta de Stefano Scoglio, coautor de Virusmanía, a la pregunta: ¿Qué es un virus?

viernes, 24 de noviembre de 2023

Pareceres (XXXIII)

161.-Niños muertos. El espectáculo de los niños despedazados nos conmueve especialmente, nos hiere en el alma, levanta ampollas, pone el dedo en nuestra llaga: porque nosotros, adultos, nos estamos contemplando a nosotros mismos: somos niños muertos aquí y ahora: ellos son el espejo más sangriento y más sangrante de nuestra propia intimidad, y de nuestra impotencia. Esos niños rotos gazatíes son el símbolo de la devastación de la infancia mundial, víctima de la sociedad adulta, víctima de los de arriba y de lo de siempre así en la paz como en la guerra. Si queremos ver sus imágenes, no tenemos más que asomarnos a un espejo ahora mismo y mirarnos y abismarnos en él. Esta barbarie, perpetrada por los que se creen dueños del monopolio de la verdad, impuesta por el armamento de destrucción masiva y expuesta por los medios terroristas de distracción para las masas, no ha sido posible sin la complicidad y el silencio de muchas personas en nombre de Dios, es decir, del Dinero, y de la libertad y la democracia, que son los regímenes políticos que lo avalan.

 

 162.- ¿Qué es el amor? Un niño llamado Eros, hijo de Afrodita, o Cupido, hijo de Venus: ese mozalbete travieso, venéreo, loco de atar, hideputa y cegato -ciego es el amor verdadero y eterno, que dura un par de años- que nos hiere con sus flechas del amor (Dios nos libre del amor y no sólo del amor de Dios) mucho más que Apolo el que hiere de lejos con sus punzantes dardos. Y es que no hay peor herida que la del amor, porque es la única que no tiene ni cura ni mucho remedio, como bien sienten y padecen en sus propias carnes todos los enamorados que en el mundo han sido. Bien fuerte era Sansón, y lo venció el amor -pues más tira coño que soga. Y el amor es siempre loco: yo estoy por vos y vos, como reza el refrán, siempre por otro.

 

163.- Centros de reclusión de menores. Las modernas y monstruosas concentraciones escolares donde se imparten las enseñanzas obligatorias, ese nuevo servicio militar, son el fruto del desmantelamiento progresivo, al que hemos asistido impasibles, de las pequeñas escuelas nacionales, convertidas hoy en aulas de cultura o pinturerías por el estilo cuando no cerradas a cal y canto, de los pueblos de la curtida piel de toro. Dichos colegios se cerraron con el pretexto del éxodo rural y de que cada vez había menos niños en los pueblos, pero entre las razones, y no las últimas, que contribuyeron a que dejara de haber niños en las zonas rurales figura precisamente el cierre de las escuelas.

 

164.- Poesía eres tú. Dice Borges en algún sitio como consuelo para todos los poetas que no hay poeta por malo que sea que no haya escrito alguno de los mejores y más sublimes versos del mundo. Eso mismo lo dijo muchos años antes Sócrates (lo cuenta Platón): no son los poetas los que hacen los poemas, sino los dioses o las musas que los inspiran. Los poetas no serían más que intérpretes en el sentido que damos ordinariamente a “medium” de los dioses. Así un dios puede servirse de un poeta insignificante para componer el más hermoso poema lírico. Sócrates hablaba de un poetastro de segunda o tercera fila, llamado Tínico de Cálcide, que jamás había compuesto ningún poema memorable, salvo una copla que estaba a la sazón en boca de todo el mundo y que era, quizá, el más hermoso de todos los poemas líricos. Según reconocía el propio autor, su copla era “un hallazgo de las Musas”, es decir, de las hijas de la Memoria, o sea, de la vida que uno, y uno es cualquiera, ha vivido.

 

Apolo y las Musas, John Singer Sargent (1921)

165.- Las putas al poder. Reivindiquemos la ascensión de las meretrices al gobierno, o dicho con un lenguaje más llano y castellano, que las putas ocupen los escaños del Poder. ¿Cuál es la razón? Que, según la sabiduría castiza y popular, sus hijos y sus hijas ya ocupan altos cargos democráticamente electos, sin mayor discriminación sexual, en las poltronas de los ministerios. Como dice una pintada, que es expresión desgarrada de la voz popular en una pared: Las putas al poder, que sus hijos y sus hijas ya lo están. Recordemos aquello de “tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando” de los Católicos Reyes, que se ha hecho realidad en esta España posmoderna y que viene a decir que igual da ya el timbre masculino o femenino de la voz de mando. Lo que parece que nadie cuestiona es que haya voz de mando, y donde hay capitán o capitana, ya se sabe, no manda la marinería. Ahora bien, en esta putañera España, debe entenderse por puta lo que es menester: no aquella persona que hace lo que hace por gusto, que no suele además ser el caso, sino la que hace lo que hace, sea lo que sea, única y exclusivamente por el vil metal, poderoso caballero, don Dinero, como cantó Quevedo. Ay, maldita España jornalera y putañera que se gana el pan de cada día como Dios manda, o sea, con el sudor de su frente prostituida, y que ignora que, como dijo el divino verbo, no sólo de pan vive el hombre.

 

jueves, 6 de enero de 2022

Tolerancia cero

Los políticos profesionales son tan políticamente correctos que por no decir “intolerancia”, que suena muy intransigente porque lleva la negación (in-) incorporada, utilizan el término 'tolerancia', cargado de positividad, para, acto seguido, negarlo añadiéndole un cero a la derecha en la expresion  “tolerancia cero”, que es eufemismo de lo mismo, pero parece más transigente y tolerante. Recuérdese que el cero es la cifra por antonomasia: El término 'cifra' procede del árabe sífr, que significa 'vacío' y que se aplicó en romance en principio al cero, y sólo posteriormente a los demás guarismos.

Está mal visto ser intolerante, y una de las acusaciones que más se lanzan los unos a los otros es la de intolerancia, por lo que hay que mostrarse tolerante, pero no con todas las cosas ni situaciones. Si no queremos tolerar la violencia, por ejemplo, apostaremos por la tolerancia 'cero', que es expresión similar a "caso omiso". Hacer caso omiso, es sencillamente, no hacer ningún caso, porque omiso, que la Academia define como 'flojo y descuidado', es el participio irregular o fuerte de omitir, mientras que 'omitido' es el participio regular o débil llamado a funcionar más como adjetivo que como verbo.


Hemos olvidado seguramente lo que era una casa de tolerancia entre nosotros, que no era, como podría parecer a primera vista, un lugar de libre intercambio de ideas, de cultos religiosos o algo por el estilo, sino un prostíbulo: una mancebía donde lo que se toleraba era la prostitución y el lenocinio, que, tolerada durante el resto del año, sólo se prohibía con motivo de fiestas religiosas, como por ejemplo la cuaresma. De ahí que se diga la expresión 'andar como puta por Cuaresma' para indicar desocupación y falta de ingresos.

 


Algunos políticos hablan, por ejemplo, de tolerancia cero contra la pedopornografía, que es la pornografía infantil. Y más aún de tolerancia cero contra la pedofilia. Y más aún de tolerancia cero contra la prostitución infantil. Pero no se sublevan contra lo que nos prostituye a adultos y a infantes, que es el capital o dicho de otra manera don Dinero, todopoderoso caballero, que monetariza nuestro tiempo, capitalizándolo. Contra eso no, porque eso es sagrado, incluso ahora cuando se habla de la desaparición del dinero físico, pero no del verdadero, que es el espiritual o virtual. Es más el dinero es ahora más que nunca Dios. Pero se rasgan las vestiduras porque en esta sociedad nuestra se ejerza violencia sexual contra los niños, pero no otras violencias. Y los jueces, hipócritas puritanos, condenan a aquellos que trafican con material pornográfico infantil, reservando la pornografía como material o contenido sensible para los adultos.

La sociedad considera que la violencia contra los niños la ejercen los pedófilos, es decir, los que, según la etimología del término quieren a los niños con acendrado amor, tal vez por aquello de que 'quien bien te quiere te hará sufrir y llorar'. Resulta que los que quieren a los niños los violentan, los violan.

Pero al margen de algunos individuos, los llamados menoreros, que no son tantos, por otra parte, a los que no les atraen sexualmente los adultos, y sí los menores de edad, resulta que la sociedad misma comete en grado sumo el mismo pecado que dice combatir y castigar: violentar a los niños, violarlos, adulterarlos, convertirlos en otros, en adultos.

Y la sociedad en la que vivimos no es pedófila precisamente, sino pedófoba: tiene miedo y deseo a la vez de los niños, tiernos angelitos, a los que ama y odia, y por eso ejerce sobre ellos la violencia de arrebatarles la virginidad de su libertad e inocencia.