martes, 3 de diciembre de 2024
Mierda de Artista, Artista de Mierda
martes, 26 de noviembre de 2024
Pareceres LXII
301.- Volver al cine. Las salas de cine tienen cada vez menos espectadores. En los últimos años, sobre todo, se ha producido una deserción casi total del sector. Muchas han cerrado en el centro de la ciudad y en los pueblos. Su cierre se explica por el auge de las plataformas digitales que ha provocado el cambio de hábito de muchos cinéfilos tras la pandem(enc)ia, quienes huían de los espacios públicos -que se decían contagiosos- y buscaban los privados y domésticos de la reclusión familiar. Pero la cosa ya venía de antes con las cintas de vídeo que se alquilaban en los videoclubes y los DVD, solo que se vio favorecida con la aparición del virus coronado. Sin embargo la experiencia de entrar en una sala oscura, sentarse en una butaca, olvidarse uno de sus problemas y circunstancias y meterse en la pantalla sigue siendo única, y es una pena ver esta decadencia. Los pocos espectadores, además, que frecuentan una sala cinematográfica se ven alterados por sus teléfonos móviles supuestamente inteligentes, incapaces de mantenerlos apagados o en silencio, enviando y recibiendo guasaps, por lo que no pueden disfrutar de la experiencia inmersiva y única de meterse dentro de una película. Me encantaría poder redescubrir el placer de disfrutar de una buena película en una oscura sala de cine, metáfora de la caverna platónica, que era para mí una experiencia semanalmente inolvidable, pero me da la sensación de que el séptimo arte ha muerto.
302.- El plátano de Cattelan. No es un plátano cualquiera. Es una obra de arte. Un chef-d'oeuvre. No por nada, sino porque lo ha hecho un artista Maurizio Cattelan (1960-...), y lo presentó en 2019 adherido a una pared con una cinta americana en la Art Basel Miami Beach bajo el título de "Comediante", quizá porque el artista o la propia obra de arte se estaba riendo de nosotros, su público. Fue vendido entonces por la no despreciable suma de 120.000 dólares, con lo que se convirtió en el plátano más caro del planeta. Pero la fruta, que no tardará en madurar, ennegrecerse y pudrirse, pero siempre podrá sustituirse por otra, ha vuelto a ser noticia porque recientemente la obra, que no deja de ser un insulto al arte y a la inteligencia, ha vuelto a venderse en una subasta, y lo ha hecho por la astronómica cifra de 6.200.000 (seis millones doscientos mil) dólares, revalorizándose considerablemente como puede comprobarse. Una buena inversión que ha enriquecido a su artista, un provocador que, si fuera español, a la pregunta de qué es el arte, respondería "pasmarte, morirte, petrificarte de frío".
303.- Hombres de poca fe. Perder la fe, que es lo peor que hay, si eso fuera posible, sería paradójicamente una ganancia. Me gustaría poder decir y escribir que la fe va perdiendo terreno día a día en las vidas de las personas, que nadie cree ya en nada, pero no es verdad, desgraciadamente. Es cierto que la mayoría de la gente no cree ya en Dios, que es una fantasmagoría monoteísta del pasado: soy ateo, gracias a Dios, dijo Buñuel. A fin de cuentas Dios no era más que un pretexto para creer en algo. Pero la pérdida de fe de mucha gente en Dios, el fantasmón judeocristiano del pasado, no significa que la gente no crea en ninguna otra cosa, sino que ha sustituido una creencia obsoleta, por otras supercherías más modernas y no menos perniciosas, como por ejemplo la economía, que es la cara verdadera y dura de la política, y el dinero o Becerro de Oro, que es la nueva epifanía del viejo dios de Israel, o la importancia del individuo y la real gana de su voluntad personal o voto (y lo llaman libertad y no lo es) o el sufragio universal y o el cambio climático, cuyo negacionismo, según dicen, mata. Dicen que la fe puede mover montañas, y puede que sea verdad, pero a mí me parece, y a cualquiera, creo yo, que es mejor que las montañas estén quietas, inmóviles donde están, que no se muevan y produzcan un terremoto. Amén.
304.- No hay más que denuncias. Los asuntos ya no se resuelven cara a cara, de tú a tú. A la menor palabra fuera de tono uno se arriesga a ser demandado y a tener que buscarse y pagarse un abogado. ¿Tienes un problema con alguien, con un vecino, por ejemplo porque pone la televisión muy alta a horas in tempestivas de la madrugada? ¿Por qué no se lo dices personalmente? ¿Por qué no tratar de resolverlo directamente con la persona en cuestión? Se impone la denuncia policial, o contarles a terceros, la versión de uno mismo, por supuesto. Esta operación de difamación ya no sólo no se hace en directo, sino a través de las redes sociales que nos enredan aún más. ¿Alguien se ha comportado de una manera que no nos ha gustado? Evitemos a esa persona, ¿para qué enfrentarnos e intentar aclararlo? Además de evitarla, podemos bloquearla en nuestras redes sociales. Este comportamiento es cada vez más común, detrás de él está la incapacidad de relacionarnos con el prójimo, tememos la confrontación directa, nos escondemos detrás de chismes parciales que solo cuentan nuestra propia versión distorsionada. Estamos en un mundo no ya de cobardes que se esconden detrás de las redes sociales, sino de personas que necesitan intermediarios para resolver sus problemas a espaldas de los directamente afectados. Incapaces de comunicarnos con los demás abierta- y honestamente, nos refugiamos en la denuncia anónima.
305.- Cambio, change, exchange, Wechsel. Los ciudadanos votan con la esperanza de un cambio, reza un titular de un periódico cualquiera sobre un país democrático cualquiera. Si no tuvieran esa esperanza, no votarían. Pronto se verán defraudados cuando vean que el cambio que se produzca sólo será recambio nominal: cuanto más cambian las cosas, más son las mismas, como dijo el otro, porque cambian para no variar. ¿No habrá cambiado todo para seguir todo igual al fin y a la postre? ¿No cambiamos una moneda por otra con el mismo valor en el mercado? ¿No será peor, incluso, ahora que antes, porque no se reconocen las nuevas formas evolucionadas de la misma opresión y el dominio? ¿No será esa la esencia de la españolez? Puede que ese sea nuestro sentimiento trágico de la vida, según el afortunado título de don Miguel de Unamuno. Si alguien denuncia la falsedad del cambio, será tachado enseguida de loco, adquiriendo el perfil trágico de una heroína como Casandra, condenada a decir la verdad y a que nadie le preste ni la más mínima atención. Contra la presunción de no saber: sabemos muchas,

miércoles, 3 de mayo de 2023
Lecciones de economía: 8. -Dinero y artes.
martes, 27 de diciembre de 2022
Una bala perdida
jueves, 4 de agosto de 2022
Varia variorum (Espectáculo de variedades III)
Alegato contra las personas mayores. Este alegato no va dirigido contra los ancianos, porque en realidad, benditos sean, son como niños, sino contra los adultos, es decir, contra aquellos seres humanos que han dejado atrás su infancia y su juventud, pisoteándola como Atila el rey de los hunos, y han alcanzado la meta de la madurez entrando por el aro de la sociedad organizada y establecida; contra aquellos que, dejando de ser incendiarios, se han convertido en bomberos de sus propios fuegos revolucionarios y ardores juveniles; contra aquellos que se han acomodado en el sistema; contra aquellos a los que sólo importa la cantidad y no la calidad, quienes para conocerte quieren saber cuánto ganas, porque ya no vale aquello de “tanto tienes, tanto vales” sino “sólo vales lo que ganas”; contra aquellos que se preocupan por las cifras y sólo entienden de números, es decir, de dinero; contra aquellos que han fraguado su personalidad, su persona, la máscara hipócrita del actor de teatro antiguo, sobre el asesinato del niño que fueron alguna vez y que era capaz de interesarse por cualquier cosa excepto por los números y las cifras, lo único que les preocupa ahora a ellos, los adultos, los adúlteros, los adulterados.
Sesentayochistas. Los jóvenes que se rebelaron en aquel mayo glorioso de 1968 en París no hicieron más que someterse a la ley de los mercados, plegarse al mercantilismo y a la mercantilización general del universo mundo. Todos -bureno, todos todos no, pero sí la inmensa mayoría- se han convertido en capitalistas y en gobernadores democráticamente electos que saben controlar a las mil maravillas el márketing electoral mediático. Los sesentayochistas son los viejos que detentan ahora el poder, malditos sean: reclamaron que la imaginación, o sea ellos, debía llegar al poder, y llegaron. Se olvidaron de muchas cosas por el camino, se olvidaron de que la imaginación debe rebelarse siempre contra el poder que la hace impotente.
La voz de los espíritus. En una sesión de espiritismo, el espíritu de un fallecido recientemente se comunica a través de un médium y proclama que los muertos somos nosotros.
Primaballerina en la Ópera de Breslavia, fotografía de Stefan Arczyński (1953)
Del arte contemporáneo. Resucitamos aquí el viejo debate entre los modernos y los antiguos en favor de los antiguos. No es verdad que, como dijo Duchamp, todo lo que se ponga en un museo, que es un espacio consagrado a las musas y por lo tanto a las artes, se convierta por arte de magia, valga la redundancia, en obra de arte, como tampoco es verdad la fórmula más chabacana y warholiana de que todo lo que hay en un supermercado, por ejemplo una lata de cerveza, pueda entrar en un museo y, por ende, convertirse en una obra de arte. La gente lo sabe. Los modernos críticos de arte, artistas frustrados, no quieren darse por enterados. El arte contemporáneo no merece por lo general el apelativo de “arte”: es basura abstracta, una mierda pinchada en un palo, pero no arte. No denominemos, pues, arte al arte contemporáneo. Atrevámonos a desengañarnos.
Gana la banca. La banca siempre gana. ¿Quién va a desbancarla? ¿Quién será el desbancador que desbanque a la banca? ¿Será el banquero el que gane el dinero de la banca? ¿Se producirá alguna vez la quiebra del sistema bancario usurero universal? ¿Lo verán mis ojos antes de que se los trague la negra tierra?
Desengaño. Shepard Frairey es el nombre propio del joven artista de segunda o tercera fila que realizó el cartel guarjoliano de Obama con la palabra “HOPE” que en la lengua del imperio significa “esperanza” en la campaña electoral, estampada bajo la efigie del futuro sheriff y mesías electo democráticamente. Pues bien, el creador de esa imagen lamenta ahora en unas declaraciones a la prensa algo que yo, que no me creo nada, ya dije en su momento: que el primer presidente negro de los Estados Unidos ha decepcionado a la juventud porque no ha luchado contra el status quo como prometió reiteradamente. Y es que el tan prometido y cacareado cambio (CHANGE, en la jerga imperial) no era más que un recambio en el poder para que todo siguiera, si no iba a peor, por lo menos igual de mal. Más vale tarde que nunca. El desengaño, digo.
¿Cada uno es cada uno? Nos dicen que cada uno es cada uno, y es mentira. Nos falta mucho y nos sobra mucho para ser el que somos, para ser cada uno. Por eso, porque cada uno no es cada uno, no hay manera de contarnos ni puede haber una mayoría que se haga pasar por el conjunto totalitario de todos.
Horrores televisados. Las imágenes vistas a través de la pequeña pantalla estupefaciente nos ayudan a asimilar la represión, el dolor y el sufrimiento propios y ajenos, desposeyéndonos de sentimientos. El primer gran reality show bélico fue la masacre de Golfo Pérsico en el año 1991, cuando por primera vez asistíamos desde las butacas de nuestros comedores a las imágenes en directo de los bombardeos sobre Bagdad con toda la naturalidad del mundo. Asistimos después a muchos otros, destacando la guerra contra el virus y la pandemia durante los años 2020 y 2021. Ahora tenemos, además de la actualización COVID-22 Plus, la guerra de Ucrania.
¿Por qué no muere el Poder? Mal se plantea el pintor brasileño las cosas. Se pregunta, en efecto, el artista ingenuamente que por qué las personas del poder, los poderosos, no mueren. Y él se ha retratado apuntado con una pistola a la Reina de Inglaterra, al presidente de Irán y al de su país, al que degüella con un cuchillo, entre otros mandamases potentados del mundo. El autor comenta que la idea de pintar las obras que ha pintado donde él ajusticia a los poderosos surgió cuando empezó a ver a los líderes mundiales como responsables de la «gran cantidad de males que afectan a una enorme cantidad de gente en todo el mundo». Y se justifica considerando que como ellos matan a tanta gente, no sería mala cosa matarlos a ellos. No se da cuenta el artista de que los poderosos, como él dice, son impotentes al fin y a la postre y de que muerto el perro no se acaba la rabia, porque lo importante no es matar al individuo-títere que supuestamente encarna el poder, sino el poder mismo que él encarna porque nosotros delegamos irresponsablemente en él nuestro voto.