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jueves, 2 de noviembre de 2023

Traductor, traidor

    A propósito de la traducción que Emily Wilson, profesora de clásicas de la Universidad de Pensilvania, publicó hace cinco años de la Odisea de Homero al inglés (acaba, entre paréntesis, de sacar ahora mismo también su traducción inglesa de la Ilíada), se ha dicho que es la primera traducción de Homero a la lengua de Chéspir hecha por una mujer, y hay que destacar que si bien puede ser significativo que haya habido más traductores que traductoras de Homero, eso no significa que la traducción por ser obra de una mujer tenga que ser mejor o peor o en definitiva distinta que la de un hombre.
 
    Como suele ser tradicional por lo general en las traducciones de Homero al inglés, la de Emily Wilson es una traducción en verso, y eso no deja de ser un mérito importante, aunque haya traducciones en excelente prosa como la de Samuel Butler, elogiada por el mismísimo Borges, que dijo que era la “la más fiel de las versiones homéricas”. 
 
    Utiliza Emily Wilson el pentámetro yámbico de raigambre chespiriana, y conserva el número de versos del original: es decir que a cada hexámetro de Homero le corresponde más o menos un pentámetro yámbico inglés. 
  

     Ya desde la traducción del primer verso de la Odisea se percibe cuál es el objetivo de su versión, que es adaptar Homero al inglés contemporáneo. Así resuelve el primer epíteto homérico que aparece en el primer verso de la epopeya, en la invocación a la Musa. El poeta le ruega que le hable del hombre “polýtropon”, que ella traduce sin complejos como “Tell me about a complicated man.” (Háblame acerca de un hombre complejo, mejor quizá que 'complicado')
 
    Es una traducción novedosa, quizá demasiado simple si tenemos en cuenta cuánto se han devanado los sesos los traductores a nuestra lengua, por ejemplo, por traducir el epíteto homérico. Así: “Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos” (José Luis Calvo) , “Háblame, Musa, de aquel varón de multiforme ingenio” (Luis Segalá y Estalella), “Musa, dime del hábil varón que en su largo extravío” (José Manuel Pabón), “Háblame, Musa, del hombre de muchos caminos” (Carmen Estrada), “Háblame, Musa, del hombre de múltiples tretas” (Carlos García Gual), Canta, ¡oh Musa!, aquel héroe siempre vario / sagaz, astuto y en ardid fecundo” (Antonio de Gironella), entre otras muchas. 
 
ἄνδρα μοι ἔννεπε, μοῦσα, πολύτροπον, ὃς μάλα πολλὰ
πλάγχθη, ἐπεὶ Τροίης ἱερὸν πτολίεθρον ἔπερσεν·
πολλῶν δ᾽ ἀνθρώπων ἴδεν ἄστεα καὶ νόον ἔγνω,
πολλὰ δ᾽ ὅ γ᾽ ἐν πόντῳ πάθεν ἄλγεα ὃν κατὰ θυμόν,
ἀρνύμενος ἥν τε ψυχὴν καὶ νόστον ἑταίρων.


Apoteosis de Homero, Jean-Auguste-Dominique Ingres (1827)

    Así traduce Emily Wilson al inglés los cinco primeros hexámetros: Tell me about a complicated man. / Muse, tell me how he wandered and was lost / when he had wrecked the holy town of Troy / and where he went, and who he met, the pain / he suffered in the storms at sea, and how / he worked to save his life and bring his men /back home. 
 
    Hace unos años traduje yo estos mismos versos en hexámetros castellanos del siguiente modo: “Cuéntame, Musa, del hábil varón que bogó a la deriva / mucho, después de arrasar el alcázar sagrado de Troya; / vio ciudades y el ser conoció de muchísimas gentes, / y hondas sufrió por el piélago en su alma penalidades / mientras bregó por su vida y retorno de sus compañeros.” 
 
    Pero, revisándolos ahora, no me quedo contento con la traducción que hice del epíteto como “hábil”, que era copia o sugerencia de la de Pabón. Así que ahora, volviendo sobre el caso, se me ocurre otra resolución  del πολύτροπον (polýtropon) dichoso, y rimar de paso esos cinco hexámetros asonantándolos, imitando la tgraducción magistral que hizo García Calvo de la Ilíada: 
 
    Cuéntame, Musa, del artimañero* varón que hubo errado / mucho, después de arrasar el alcázar de Troya sagrado; / vio de muchos pueblos ciudades y supo sus hábitos, / y muchas penalidades sufrió por el piélago en su ánimo, / por su vida y regreso de sus compañeros bregando. 

Sirenas y Ulises, William Etty (1787-1849)

     *He optado por artimañero. Podía también haber creado un epíteto como mil-mañas basándome en algunos compuestos existentes en castellano con el prefijo mil- como, por ejemplo, mil-leches, del perro que no es de raza pura, o milhojas, el pastel de varias capas, donde el número 'mil' quiere decir 'varias' y 'muchas', como el prefijo griego poly-, y eligiendo mañas entre las traducciones de “tropos” (que pueden ser vueltas, por alusión a lugares que visita Ulises en su extravío y tretas, como propone García Gual). 
 
    Estoy seguro de que si vuelvo otro día sobre estos mismos versos propondré otra traducción, otra traición, por aquello de que el traductor es  un traidor, siempre provisional porque no hay ninguna definitiva.  Por eso es importante leer los textos si es posible en su propia lengua y versión origina. Todas las traducciones son tentativas más o menos afortunadas.

martes, 27 de diciembre de 2022

Una bala perdida

    El artista británico Chris Mitton (Londres 1963-...) confiesa que cuando era niño no podía entender cómo el revólver tan utilizado en las películas del oeste americano de indios y vaqueros que veía en el cine y la televisión, el Colt 45 se llamaba “pacificador” (peacemaker, o 'hacedor de la paz' en la lengua del Imperio), hasta que comprendió la idea de que la paz se mantiene gracias a la amenaza de las armas, el viejo 'si uis pacem, para bellum' de los romanos (si quieres la paz, prepara la guerra, que es el fundamento de la pax Americana),  una ideología que ha robustecido siempre el militarismo y que evolucionó hasta la proliferación de armamento nuclear de destrucción mutua asegurada y masiva de la Guerra Fría de mediados del siglo XX hasta la actualidad, cuyo uso desembocaría en la destrucción completa tanto del atacante como del atacado, tanto de los tirios como de los troyanos.
 
      Esta arma de acción simple, cuyo tambor tiene cabida para seis cartuchos, fascinó al niño que era el artista Chris Mitton, que, una vez adulto, decidió reproducirlo haciendo una réplica exacta de 3:1 de un original, tallada a mano en un bloque de mármol de Carrara blanco, lo que le llevó seis meses, presentándolo sobre un soporte de acero inoxidable, convirtiéndola en una Obra de Arte.  En esta página se pueden ver fotos del proceso imitativo, mejor que creativo, que ha seguido el artista.
 
    Dice, a propósito, la inevitable Güiquipedia que el Colt Pacificador fue ampliamente utilizado por la industria cinematográfica, que lo elevó a la categoría de mito al asociarlo a grandes estrellas de la pantalla en las películas del viejo oeste americano. 
 
La pistola pacificadora, Chris Mitton   
 
    El que a un instrumento de muerte se le denomine 'pacificador' sólo se explica por la amenaza que conlleva. Este nombre es como el viejo epíteto latino “pacifer”, portador de la paz, a imagen y semejanza de “lucifer”, portador de la luz, que los romanos le dieron a Marte, el dios de la guerra. La paz, evidentemente, solo puede estar fundada sobre la amenaza de la guerra, lo mismo que la vida sobre la de la muerte. Claro que en ambos casos ni la paz es paz verdadera ni la vida es vida de verdad, sino todo lo contrario. Por eso nos va como nos va. 
 
  Hay, según me cuentan, una serie televisiva norteamericana, estrenada este mismo año, titulada así mismo 'Peacemaker' (El pacificador), cuyo argumento se resume muy sencillamente: Un hombre lucha por la paz a toda costa, sin importar a cuántas personas tenga que eliminar para conseguirla. Quizá debería acabar la última temporada de dicha serie con el suicidio del protagonista y de la serie. 
      
Ulises y Nausícaa, Jean Alfred Marioton (1888)
 
    Cuando Ulises naufraga en la isla de Esqueria, desarmado y desnudo, después de haber perdido tripulación y barco, donde lo encuentran unas muchachas y una de ellas, Nausícaa, la hija del rey Alcínoo, se enamora perdidamente de él, descubre que sus habitantes, los feacios, no saben de arcos ni flechas, porque son un pueblo pacífico que solo se preocupa de los aparejos de sus negras naves. En el ágora se levanta un templo al dios del mar, el terrible y fascinante Posidón, y allí mismo los feacios, que no se cuidan de las armas, se dedican en cambio a sus amarras y velas, a los mástiles y remos de sus naves "con las que cruzan ufanos el mar plateado de espumas". Gracias a ellos y a uno de sus navíos podrá Ulises, después de regalarles a cambio de su hospitalidad el relato de toda su odisea, volver a su reino, a Ítaca, que había dejado atrás hacía veinte años para poder ganar una guerra en la que al final no hay ni vencedores ni vencidos, ni buenos ni malos, sino solo derrotados.    
     

miércoles, 3 de febrero de 2021

Mi nombre es Nadie

-Cíclope, me has preguntado mi nombre propio y yo mismo / te lo diré; pero dame el presente, tal prometiste: /  Nadie tengo por nombre. Y Nadie me llaman a mí mi / madre, mi padre y todos los otros, mis compañeros. 

Era la respuesta del taimado Odiseo, más conocido como Ulises, en el canto noveno de la Odisea al gigante Polifemo, que le preguntaba medio beodo al héroe homérico su nombre al mismo tiempo que le rogaba que por favor le sirviera más vino, y que él a cambio le obsequiaría con un presente para demostrarle su hospitalidad. Ulises le servía vino y emborrachaba al gigante, que se adormecía no sin antes reconocer que el vino, que él nunca había trasegado antes,  era "extracto de néctar y de ambrosía".     

 Odiseo/Ulises cegando a Polifemo

Pero el astuto héroe no le ha revelado su nombre propio, que es Odiseo, hijo de Laertes, sino que le ha dicho que se llama Utis, que en griego significa Nadie; "u" es la negación, no, como en utopía, y "tis" alguien (quis en latín): No-alguien, Nadie, Ninguno. No-body en las traducciones inglesas o Personne en las francesas.

En su origen Nadie no era una palabra negativa en castellano, sino positiva, digamos. Es una forma derivada del participio latino “natus –a –um”, que significa “nacido”. La forma “nadie”, procede del plural masculino “nati”. Corominas propone una frase como “homines nati non fecerunt”, que significaría literalmente “hombres nacidos no lo hicieron”. Si suplimos el sustantivo “homines” quedaría: “nati non fecerunt”. Este “nati” evoluciona a “nadi”, por sonorización de la oclusiva dental sorda intervocálica, y pasaría a “naid”, de donde la forma vulgar que todavía se oye “naide” y, como reacción contra el vulgarismo, nuestro nadie
 
Nada, por su parte, tampoco era palabra negativa, ya que procede de RES NATA “cosa nacida, el asunto suscitado en cuestión”. Así una frase como NON FACIT REM NATAM “no hace la cosa en cuestión”, se simplifica en el romance castellano: NON FACIT NATAM, de donde “no hace nada”; pero en romance francés sería NON FACIT REM: il ne fait rien.  Nada se dice en catalán "res", o sea, cosa.

Lo que en definitiva le estaba diciendo el héroe homérico, volviendo al más humano de todos los héroes homéricos porque de hecho no era un semidiós de origen divino, sino un hombre de carne y hueso, al cíclope Polifemo es que su nombre propio era cualquiera, podía ser cualquiera, con lo que le estaba dando a entender de paso sin pretenderlo también que detrás de cualquier nombre propio como el suyo, que no quería revelárselo, lo que se encuentra es el nombre común, la fosa común del anonimato, porque todos los nombres propios son en último extremo pseudónimos, reales pero falsos, como la propia realidad.


La respuesta de Odiseo/Ulises recuerda, cada cuatro o cinco años en época de elecciones en nuestros sistemas democráticos representativos modernos, el lema que apareció en los gloriosos años sesenta en los Estados Unidos, donde se proponía a Nobody (Nadie) para presidente, el mejor candidato sin ningún género de duda: Vota a Nadie, Nadie cumplirá las promesas electorales, Nadie escuchará tus problemas, Nadie ayudará a los pobres y desempleados, Nadie se preocupa por ti, si Nadie resulta elegido las cosas irán mejor para todos y cada uno. Nadie dice la verdad.
 

viernes, 17 de enero de 2020

Una nueva Odisea ilustrada

Acabo de releer con gran placer La Odisea, traducida y adaptada magistralmente por Carmen Estrada, y espléndidamente ilustrada por su hijo Miguel Brieva. 

 
Su lectura me ha recordado a los libros ilustrados de la Colección Historias de la editorial Bruguera de mi infancia y adolescencia, que acompañaban los textos de las aventuras con ilustraciones alusivas, y que permitían así que, fascinados por los dibujos de la novela gráfica, nos adentráramos en la lectura de la propia novela literaria.

 Desembarco en una isla


 
 Odiseo y el cíclope Polifemo

 No es sin embargo un libro para jóvenes, aunque puede serlo, sino para todo tipo de público en general. Me ha sorprendido por la cuidada edición (encuadernación,  papel,  tipo de letra), por la calidad de la propia traducción de Carmen Estrada en un lenguaje actual que reproduce impecablemente a la vez que actualiza el estilo de Homero.

 Odiseo oye el canto de las sirenas

Me han fascinado las ilustraciones en color y en blanco y negro de Brieva, un dibujante que admiro desde hace tiempo, de las que reproduzco algunas para incitar a la adquisición de este libro que, como he dicho más arriba, es un perfecto regalo que podemos hacer a alguien, o, sin ir muy lejos, a nosotros mismos. 

Reencuentro de Odiseo y Penélope



Merece la pena sumergirse otra vez en las aguas de esta Odisea y tener entre las manos este impagable volumen.