viernes, 18 de julio de 2025

Hacer (la) carrera

    'Hacer carrera' es una expresión que se usa para hablar del recorrido profesional moderno del hombre y la mujer igualada laboralmente a él en derechos y deberes. La palabra 'carrera' (career en la lengua del Imperio) está emparentada con el 'carro' (car), y es la forma femenina del adjetivo 'carrero' que deriva de él. En tiempos antiguos se denominaba 'vía carrera' (carraria uia en latín) a la carretera -del mismo origen- o camino apto para recorrerlo carros y carretas. Detrás del carro, la carrera y la carretera está el viejo verbo 'currere' correr, y el sustantivo culto 'cursus', curso, que nosotros aplicamos tanto al recorrido de un río, como al trascurso de ese otro río que nos arrolla cuando lo cronometramos, el tiempo, como al currículo académico, laboral o vital.    
  
 
 
    En tiempos de los romanos estaba el cursus honorum, que era la carrera política honorífica, no retribuida económicamente, por lo que solo la emprendían ordinariamente los varones patricios o plebeyos ricos que no tenían que 'ganarse la vida', que comenzaba jerárquicamente con la cuestura, el edilato, la pretura hasta el consulado en la época de la república.
 
    Hoy en día 'hacer carrera' suele empezar por cursar una carrera universitaria, y luego hacer trabajos de especialización en un determinado campo. También se usa para decir que alguien se ha desarrollado en una empresa específica, donde comenzó a trabajar en un puesto menor y ascendió hasta convertirse en gerente u otro puesto superior. 

    La docta Academia define la expresión “hacer carrera” un tanto ingenuamente como 'prosperar en sociedad', cifrando la prosperidad en una mejoría económica, pero también recoge una acepción que a mí, algo entrado ya en años, todavía me resuena en el oído pero que puede que ya esté algo desfasada,  que es, con el artículo determinado en medio, “hacer la carrera” como sinónima de “hacer la calle” es decir, estar en la vía pública a la búsqueda de clientes para el comercio carnal. No en vano se dice que la prostitución es el oficio más viejo del mundo, lo que sugiere que toda carrera profesional es en su sentido moderno una de las formas más sutiles de control social ideado por el capitalismo moderno y un oficio meretricio. 
Prostitutas callejeras
 
     La carrera profesional es una carrera de obstáculos que hay que superar para llegar a la meta, o una suerte de escalera que hay que subir con varios peldaños como la que soñó Jacob, que iba de la tierra hasta el cielo de Dios y simbolizaba la unión de lo humano con lo divino, una escalera hoy en día secularizada en la que no está muy claro si el cielo o paraíso prometido está arriba, en las alturas, o abajo. Uno siempre construye su carrera en aras del éxito futuro, lo que lo obliga a aceptar compromisos que no desea, a sacrificar parte de su vida en el altar del progreso profesional y a llevar máscaras cotidianas y adoptar comportamientos hipócritas. 
 
Escalera de Jacob, escuela francesa (c.1490)
 
     Uno se deja muchas cosas por el camino en pos del éxito profesional. Y luego es ya demasiado tarde cuando descubre todo lo que ha sacrificado para llegar a donde ha llegado, y que uno en su autorrealización profesional y personal se ha convertido en un perfecto engranaje al servicio del Estado o de la empresa privada, que solo ven a las personas como meros 'recursos humanos'.

1 comentario:

  1. Me ha recordado a este texto de Jiddu Krishnamurti (El arte de vivir): "La pobreza es culpa de la sociedad, una sociedad en la que los codiciosos y los astutos prosperan y alcanzan la cúspide.
    Y nosotros queremos la misma cosa, también queremos trepar por la escalera y llegar a la parte de arriba. Y cuando todos queremos llegar arriba, ¿qué sucede? Pisamos a alguien; y el hombre al que pisan, al que destruyen, pregunta: " ¿por qué la vida es tan injusta? Ustedes lo tienen todo y yo no tengo capacidad, no tengo nada"
    En tanto sigamos trepando por la escalera del éxito, siempre existirán el enfermo y el mal alimentado. Es el deseo de éxito el que tiene que ser comprendido y no por qué hay ricos y pobres o por qué algunos tienen talento y otros no tienen ninguno.
    Lo que tiene que cambiar es nuestro deseo de trepar, nuestro deseo de ser grandes, de alcanzar el éxito. Todos aspiramos al éxito, ¿no es así? Allí radica la culpa y no en el karma o en alguna otra explicación.
    El hecho real es que todos nosotros deseamos estar en la cima; quizá no en la cima misma, pero al menos tan alto en la escalera como seamos capaces de treparla.
    En tanto exista este impulso de ser grande, de ser "alguien" en el mundo, vamos a tener al rico y al pobre, al explotador y a los explotados".

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