jueves, 10 de julio de 2025

El principio de precaución

Cuando no se puede justificar la existencia del gobierno (y del Estado) como remedio de los males que sufrimos porque el propio gobierno y el Estado suelen ser la causa de muchos de ellos, se intenta hacerlo basándose en el principio de precaución, que consiste en que están ahí no para curar los males actuales sino para prevenir los futuros, los cuales, si no estuvieran, serían mayores que los presentes. La izquierda (o la derecha, da igual) gobierna para que no lo haga la derecha (o, da lo mismo, porque son términos políticos indiferentes y complementarios, la izquierda), porque si aquella llegara al poder que tiene ahora esta los males y desgracias serían, además de infinitos, muchísimo peores. Así que lo que se aconseja es que hay que votar por el mal menor, olvidando que este es el único que hay, ya que el mal mayor con el que nos amenazan si no lo hacemos es esencialmente futurizo.
 
Se basa este principio de precaución en la presunta sabiduría popular que proclama sandeces como 'hombre precavido vale por dos' o 'más vale prevenir que lamentar', así como en la penosa evolución que ha sufrido la terapéutica a lo largo de los siglo XX y XXI, fundamentada en que más vale la cautela que la medela, que es como los romanos llamaban a la medicina, que se ha vuelto a fuer de invasiva -todos somos enfermos en potencia si no lo somos en acto ya-, en más preventiva que curativa. 
 
Según este principio que defienden muchos políticos y economistas, el gobierno debería esforzarse por prever lo malo que pueda ocurrir para evitarlo, en lugar de precipitarse a arreglar lo que se pudo evitar si se hubiera previsto. 
 
  
La calidad de los bienes comunes como el aire y el agua se ha deteriorado debido a la contaminación atmosférica y de los acuíferos. Otro día hablaremos del agua y de cómo son preferibles las aguas naturales de fuentes y manantiales, que las aguas de los grifos. Ahora vamos a centrarnos en el aire, porque, según nos dicen, es la amenaza ambiental más importante par la salud a la que nos enfrentamos porque puede provocar enfermedades graves que nos lleven al otro barrio. 
 
Hemos visto cómo se han declarado incendios tóxicos que 'obligan' a confinar a la población, cerrando las ventanas si estaba en su casa, o abandonando la calle y enclaustrándose en su domicilio. Ha sucedido, por ejemplo, el pasado viernes 4 de junio en Azuqueca de Henares, en la provincia de Guadalajara, donde a raíz de un incendio producido en una fábrica de baterías de litio que ha quemado componentes de dicho metal se ha generado una nube de humo de alta toxicidad que ha 'obligado' a confinar cinco municipios. 
 
 
La calidad del aire, pues, se ha convertido en un “problema” -etimológicamente 'lo que se pone por delante'- que requiere una “solución”, pero no solo estamos hablando del aire exterior contaminado que respiramos en campos y ciudades, que eso no es ninguna novedad, sino también del aire interior de nuestros propios hogares, de cuyos niveles de contaminación llegan a decir que pueden ser más altos que los otros, por lo que habría que monitorearlo y purificarlo. Se espera que pronto sean obligatorios en todas las propiedades de nueva construcción dispositivos electrónicos a tal fin. 
 
Se preocupan ahora por la calidad del aire interior, porque del exterior obtienen sin ningún impedimento todos los datos que desean en las presuntamente "ciudades inteligentes", pero no pueden acceder a los datos de las casas sin permiso de los inquilinos o, en caso contrario, sin una orden judicial porque estarían invadiendo nuestra intimidad. Se habla ya de solucionar este “problema” con monitores inteligentes previamente programados que lo detecten y filtros que, instalados en los hogares, purifiquen la calidad del aire. Se quiere lograr que el aire sea más puro, limpio, saludable y agradable para respirar y no contraer, pongamos por caso, un cáncer de pulmón o un ataque de asma furibunda. Se habla, por ejemplo de la eliminación progresiva de las chimeneas, estufas de leña, quemadores de carbón u otros sistemas de calefacción basados en combustibles sólidos de uso doméstico. 
 
  
Este principio de precaución prioriza la salud ideal y futura en detrimento de la presente, incluso ante la falta de evidencia científica, lo cual, traducido aproximadamente, significa que se deberían implementar -¡cómo les gusta este polisílabo!- medidas aunque no haya el suficiente respaldo de la santa madre iglesia de la Ciencia para hacerlo. Que el gobierno publique los parámetros del aire puro es una licencia gratuita para amedrentar a la gente con los efectos adversos para la salud, que se añadiría al pronóstico del tiempo, enviando notificaciones de emergencia a todos los móviles que nos inmovilizan. 
 
Por la necesidad de "ejercer el principio de precaución" a fin de evitar futuros males mayores se cierran los parques públicos, cuyos árboles son en verano un remedio para la calorina sofocante al amparo de sus sombras y se hace para evitar que caiga de repente un rayo de Zeus fulminante y derribe uno de ellos y mate a un transeúnte que pasara casualmente por allí. Así que mejor que esa persona se confine en su casa encerrada entre cuatro paredes, y purifique y refrigere el aire de su habitáculo. 

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