jueves, 17 de julio de 2025

¡Reármense! ¡Ar!

Lo que está pasando ya se veía venir desde la pandemia de Dios con sus confinamientos, eufemismo políticamente correcto de 'encerronas', toques de queda, que en nuestro país se rebautizaron como 'restricciones de movilidad nocturna', porque lo primero era algo muy trasnochado de cuando la guerra y tal, salvoconductos, estados de alarma y un vergonzosísimo etcétera. 
 
¿Qué está pasando? Pues que hay que rearmarse como Dios manda. El Periódico Global(ista) nos informa de que el presidente de la república francesa, aprovechando el desfile militar de la fiesta nacional del 14 de julio, anunció un aumento del gasto de Defensa de 6.500 millones de euros en los próximos dos años, lo que conlleva congelación de pensiones, supresión de dos días festivos al año convirtiéndolos en laborables, y recorte de prestaciones sociales, afirmando que "Europa nunca ha estado tan amenazada desde la II Guerra Mundial". 
 

En el Reino de Bélgica, según leo en la prensa, pretenden introducir en la Constitución un “estado de crisis” que estaría a medio camino entre la presunta paz actual y la amenaza de guerra siempre futura. Esta iniciativa pretende modernizar el papel del ejército mediante un nuevo código de defensa. En la actualidad, las posibilidades de intervención militar son limitadas. En términos de seguridad, Bélgica sólo puede encontrarse oficialmente en dos estados: o bien en paz, donde se aplican las normas clásicas del derecho, o bien en guerra, un estado que, según la Constitución, debe ser proclamado formalmente, cosa que no ha vuelto a ocurrir desde la II Guerra Mundial. 
 
En tiempos de paz, el ejército no puede intervenir por propia iniciativa. Aunque pueda ser movilizado en determinadas situaciones, su papel es siempre de apoyo, secundario. Con la declaración del citado“estado de crisis” se trataría de enfrentarse a ese engendro que llaman “amenazas híbridas”, un concepto jurídico impreciso que vale tanto para un roto como para un descosido y puede servir para todo lo que los mandamases consideren que amenaza su gobernanza: ciberataques contra los servicios públicos, incendios provocados que causan cortes de electricidad, campañas de desiformación, y lo que se les ocurra que pueda desestabilizar el establishment del establecimiento del Estado y su orden establecido y estabulado. El “estado de crisis” puede servir para cualquier cosa en definitiva que no constituya formalmente un casus belli (motivo de guerra, para los que no han estudiado latín). 
 
  
El problema de este concepto de “amenaza híbrida” es su imprecisión. Será una “amenaza híbrida” lo que el gobierno decida a su conveniencia que es una amenaza híbrida. Ya en latín esta palabra significaba animal mezclado, surgido de una hembra doméstica como podía ser una cerda y de un macho salvaje como un jabalí, algo así como nuestro cerdolí,  y también el hijo de una romana libre y de un bárbaro liberto. El término tenía una ortografía dudosa, unas veces se escribía hybrida, otras hibrida y otras ibrida, normalizándose la primera forma, con aspiración e y griega, por influencia del parecido con el término griego ὕβρις hybris, un concepto que en la antigua Grecia se refería a la arrogancia de la soberbia de transgredir los límites que separan lo humano de lo divino, y que en la actualidad se aplica a los coches híbridos que combinan un motor de combustión contaminante con otro eléctrico que pretende salvar el planeta no sin arrogancia. La “amenaza híbrida” le permitirá al gobierno por ejemplo desplegar el ejército en las calles sin tener que declarar el Estado de Guerra, que es algo poco popular, muy serio y problemático. 
 
¿Quién controlará y decidirá lo que es verdad y lo que es mentira? No hay que preocuparse. Para eso tenemos al moderno Tribunal del Santo Oficio de la Inquisión, que ha vuelto de la mano de los verificadores -en verdad falsificadores- de la realidad de los hechos, los denominados factcheckers: entre nosotros Newtral, Maldita y cía, auxiliados por la Inteligencia Artificial, esa señora que no tiene ni un pelo de tonta. 
 

Parece que la represión en Europa va de la mano del rearme. Con el paso del tiempo, los “estados de crisis” se harán permanentes para que -poco a poco- la población trague y se acostumbre a hacer lo que le mandan. Las sociedades europeas acabarán siendo cuarteles si alguna vez habían dejado de serlo por ventura. 
 
El auge de las amenazas híbridas ha creado una zona gris, que requiere un Estado intermedio legalmente definido para permitir la intervención, tanto sobre el terreno como en el ciberespacio: ni paz ni guerra sino todo lo contrario. 

3 comentarios:

  1. En términos puramente sistémicos, la lógica es simple: el capitalismo de libre mercado actual es adicto a una cadena ininterrumpida de shocks geopolíticos que sirven como excusa para crear “fondos” a partir de la nada económica y “redirigirlos” hábilmente a los mercados bursátiles. Los derivados y los misiles son dos caras de la misma moneda capitalista, y quienes ejercen el control sobre los derivados normalmente deciden quién dispara primero. Las especulaciones impulsadas por la deuda sobre un agregado de valor ficticio rehipotecado sin fin, que permanecerá sin realizarse, es un juego de simulación que requiere traumas constantes. https://amoryrabia.substack.com/p/quien-va-ganando

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    1. Gracias por el enlace. Muy agudo, como de costumbre, Fabio Vighi: "Cada vez es más evidente que el sistema actual sobrevive solo gracias a la comercialización exitosa de crisis: pandemias, conflictos militares, guerras comerciales y otros desastres que esperan su turno pacientemente". Y también: "Hoy en día, el PIB de un país, en los pocos casos en que supuestamente todavía registre algún tipo de “crecimiento”, simplemente refleja la cantidad de crédito concedido en su economía". Y más: "...es el movimiento transnacional e impersonal del capital el que determina la mayoría de las decisiones que toman los países individuales, incluidas las relativas a las escaladas bélicas". Item más: "La adicción a mover el dedo en la pantalla del Smartphone, por ejemplo, es hipnótica en sí misma, independientemente del contenido que aparezca brevemente en la pantalla. Una vez que los ojos quedan atrapados en el diabólico artilugio, la mente se insensibiliza inmediatamente frente a la necesidad de un pensamiento crítico serio". Gracias por estos descubrimientos.

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  2. Una puntualización: "Todo empezó con la pandemia", sí, pero más que con las medidas draconianas de los encierros y demás, con la financiación de la industria farmacéutica, que ahora se traslada, porque no hay que perderle la pista al dinero, a la industria militar.

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