El Congreso de los Diputados pasa a denominarse "Congreso" a secas, como acordó la mayoría parlamentaria en el pleno del martes 22 de julio pasado, que ha sido el último del presente período de sesiones antes de las vacaciones estivales de sus señorías.
El Reglamento de la Cámara Baja, además, será reescrito en el llamado lenguaje inclusivo. Esta reforma del Reglamento, instada inicialmente por el gobierno progresista, ha salido airosa. Únicamente los partidos conservadores votaron en contra, por considerar innecesaria esta nueva redacción del texto, que les parecía "farragosa".
Aunque la fachada no se modificará, el Congreso de los Diputados, que es como se denomina actualmente, 'como si todos los parlamentarios fueses varones'(?) que interpretan erróneamente los feministas, pasará a denominarse Congreso a secas. Tampoco van a quitar uno de los dos leones melenudos de bronce, ambos machos, sustituyéndolo por una leona para la pareja heterosexual, que protegen simbólicamente la entrada a las Cortes posando su garra sobre la bola del mundo y que reciben los nombres de Daoíz y Velarde en honor de los héroes del 2 de mayo. Habría que destituir a uno de ellos, para que hiciesen juego con los diputados y diputadas, y fueran león y leona, y a esta última denominarla, para no ser menos que los héroes, con el nombre de una heroína, por ejemplo, Agustina de Aragón. Todo sería así más equitativo e igualitario, y todos (y todas) estarían más contentos (y contentas).
En este caso no se aplicará la redundancia del femenino como en el caso del Consejo de Ministros y Ministras progresistas, lo que obligaría a decir, en el lenguaje inclusivo que pregonan, “Congreso de los Diputados y las Diputadas”, sino que se eliminará también el masculino genérico actual, por lo que quedará solo Congreso.
La docta Academia define Congreso, con mayúscula inicial, como “cuerpo legislativo de ámbito nacional, compuesto por los diputados o representantes de los electores”, distinguiéndolo de congreso, con minúscula inicial, que es la “reunión, generalmente periódica, de los miembros de una asociación o colectividad para exponer y debatir temas previamente fijados”.
Hago notar que en el caso de la Cámara Alta no hace falta decir “Senado de senadores (y senadoras, o quizá *senatrices)”, porque sería una redundancia innecesaria, la palabra nos viene así ya del latín de los romanos, 'senatus', emparentada como está etimológicamente con los seniores, es decir, con los más viejos, vestigio del consejo de ancianos de la tribu primitiva.
Pero en el caso de la Cámara Baja me temo que sí hacía falta, ya que, dado que tanto tirios como troyanos gustan ya de cacarear innecesariamente “españoles y españolas, ciudadanos y ciudadanas, ministros y ministras...”, ¿por qué no podían poner, políticamente corregidos más que correctos, “Congreso de los diputados y las diputadas”, a imagen de la “Cámara de diputadas y diputados” que antepone el femenino al masculino, primero las damas, de la república de Chile?

Lo hacen, seguramente, no por no duplicar y prolongar tanto el nombre de la institución, cosa que no les importa en absoluto a la hora de alargar sin necesidad sus discursos, sino, sobre todo, para evitar, me parece a mí, cacofonías resonantes, no poco significativas, por otra parte, dado el eco castellano de la rima 'putadas', que la docta Academia define como derivado malsonante de puta y “faena, mala pasada”, y que asocia con jugosos sinónimos como trastada, jugada, jugarreta, perrería, cerdada, guarrada, carajada, y, del otro lado del charco, chingadera.
Aunque la 'mona' se vista de seda...
ResponderEliminar...mona se queda, sí. De "cortes españolas" que ponía en la fachada durante la dictadura hemos pasado a "congreso de los diputados" en la democracia, el mismo perro con distinto collar.
EliminarEl congreso cierra por vacaciones... Sus señoríos y señorías van a tostarse al sol que más calienta, y a nosotros, qué bendición, nos dejan en paz. ¡Qué pena que en setiembre empiece otra vez el curso! (Rita la de los Peines)
ResponderEliminar