Mostrando entradas con la etiqueta congreso. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta congreso. Mostrar todas las entradas

miércoles, 23 de julio de 2025

Congreso, a secas

El Congreso de los Diputados pasa a denominarse "Congreso" a secas, como acordó la mayoría parlamentaria en el pleno del martes 22 de julio pasado, que ha sido el último del presente período de sesiones antes de las vacaciones estivales de sus señorías. 
 
El Reglamento de la Cámara Baja, además, será reescrito en el llamado lenguaje inclusivo. Esta reforma del Reglamento, instada inicialmente por el gobierno progresista, ha salido airosa. Únicamente los partidos conservadores votaron en contra, por considerar innecesaria esta nueva redacción del texto, que les parecía "farragosa". 
Fachada actual

Aunque la fachada no se modificará, el Congreso de los Diputados, que es como se denomina actualmente, 'como si todos los parlamentarios fueses varones'(?) que interpretan erróneamente los feministas, pasará a denominarse Congreso a secas. Tampoco van a quitar uno de los dos leones melenudos de bronce, ambos machos, sustituyéndolo por una leona para la pareja heterosexual, que protegen simbólicamente la entrada a las Cortes posando su garra sobre la bola del mundo y que reciben los nombres de Daoíz y Velarde en honor de los héroes del 2 de mayo. Habría que destituir a uno de ellos, para que hiciesen juego con los diputados y diputadas, y fueran león y leona, y a esta última denominarla, para no ser menos que los héroes, con el nombre de una heroína, por ejemplo, Agustina de Aragón. Todo sería así más equitativo e igualitario, y todos (y todas) estarían más contentos (y contentas).
 
En este caso no se aplicará la redundancia del femenino como en el caso del Consejo de Ministros y Ministras progresistas, lo que obligaría a decir, en el lenguaje inclusivo que pregonan, “Congreso de los Diputados y las Diputadas”, sino que se eliminará también el masculino genérico actual, por lo que quedará solo Congreso.
 
Fachada políticamente corregida
 
 La docta Academia define Congreso, con mayúscula inicial, como “cuerpo legislativo de ámbito nacional, compuesto por los diputados o representantes de los electores”, distinguiéndolo de congreso, con minúscula inicial, que es la “reunión, generalmente periódica, de los miembros de una asociación o colectividad para exponer y debatir temas previamente fijados”. 
 
Hago notar que en el caso de la Cámara Alta no hace falta decir “Senado de senadores (y senadoras, o quizá *senatrices)”, porque sería una redundancia innecesaria, la palabra nos viene así ya del latín de los romanos, 'senatus', emparentada como está etimológicamente con los seniores, es decir, con los más viejos, vestigio del consejo de ancianos de la tribu primitiva. 
 
Pero en el caso de la Cámara Baja me temo que sí hacía falta, ya que, dado que tanto tirios como troyanos gustan ya de cacarear innecesariamente “españoles y españolas, ciudadanos y ciudadanas, ministros y ministras...”, ¿por qué no podían poner, políticamente corregidos más que correctos, “Congreso de los diputados y las diputadas”, a imagen de la “Cámara de diputadas y diputados” que antepone el femenino al masculino, primero las damas, de la república de Chile? 
 
Lo hacen, seguramente, no por no duplicar y prolongar tanto el nombre de la institución, cosa que no les importa en absoluto a la hora de alargar sin necesidad sus discursos, sino, sobre todo, para evitar, me parece a mí, cacofonías resonantes, no poco significativas, por otra parte, dado el eco castellano de la rima 'putadas', que la docta Academia define como derivado malsonante de puta y “faena, mala pasada”, y que asocia con jugosos sinónimos como trastada, jugada, jugarretaperrería, cerdada, guarrada, carajada, y, del otro lado del charco, chingadera.

jueves, 22 de junio de 2023

¿Disolución de la Cámara Alta?

    Un simpatizante afín en parte al Partido Inexistente nos hace llegar esta reflexión ante las próximas convocatorias electorales:  Hagamos un pequeño ejercicio de imaginación: ¿Qué pasaría si en las próximas elecciones generales al abrir las urnas y proceder al recuento de votos aparecieran vacíos todos los sobres de las papeletas para el Senado?  La interpretación más lógica sería que los españoles no queremos senadores ni senatrices, por lo que debería, democráticamente hablando, disolverse la Cámara Alta. 

    Gramáticos tardíos latinos como Prisciano (siglo V) recogen el término 'senatrix', forma femenina de 'senator' (paralela a 'actor/actrix', 'imperator/imperatrix'...), no porque hubiera entonces mujeres en el Senado -cosa que no se verá hasta la modernidad- sino más bien porque era un procedimiento vivo mecánico que tenía la lengua de generar agentes femeninos sustituyendo el prefijo -tor por -trix. En cualquier caso, estos términos en la antigüedad, habida cuenta del nulo empoderamiento femenino, se entendían en primer lugar como “la mujer de...”. De ahí que, por ejemplo, senatriz de entenderse de alguna forma sería la mujer del senador, antes que la senadora propiamente dicha como se entiende en la modernidad, una vez equiparados el timbre masculino y femenino de la voz de mando.

    Si metemos, pues,  la papeleta del Senado en blanco y no sale ningún voto nominal, no podrá nombrarse a ningún senador ni senatriz. Tengamos en cuenta que países de nuestra órbita como Noruega, Suecia o Dinamarca no tienen Senado, y ni falta que les hace. Y no les va mal por eso, sino por el contrario. 

    Se trata, sin duda, de una cámara innecesaria, una rémora prescindible de los tiempos de Maricastaña, de cuando el imperio romano, por lo menos, que camuflaba al paso de sus legiones y el estandarte del águila la equiparación torticera del pueblo (POPVLVS) con sus gobernantes (SENATVS), como se hace hoy cuando se identifica al pueblo con el Estado o régimen que lo gobierna, bajo el estandarte de las siglas SPQR correspondientes a Senatus PopulusQue Romanus ('el senado y el pueblo romano'). 

    Los que propugnamos la disolución de esta cámara alta, que es sin duda una reminiscencia del consejo de ancianos de las antiguas gerontocracias, propugnamos también la abolición de la monarquía, que, además,  se encuentra en vías de extinción en casi todo el mundo en favor de regímenes republicanos. Parece que se trata de un proceso natural que nosotros podemos contribuir a acelerar. ¿Por qué tenemos nosotros, españoles, que mantener a 260 senadores y senatrices y una dinastía monárquica borbónica? 

 

    Si disolvemos el Senado, nos ahorraremos varios miles de millones de euros al año. También ahorraremos mucho aboliendo la pensión vitalicia de estos senadores y senatrices, Padres y Madres de la Patria, ya que los demás tenemos que trabajar, currar de verdad como cabrones, muchos más años que ellos para podernos jubilar. No tenemos nada que perder, salvo nuestras cadenas.

    Desde el Partido Inexistente, por nuestra parte,  añadimos la siguiente reflexión: ¿Por qué vamos a quedarnos simplemente ahí, reclamando la disolución del Senado y de la monarquía?

    Demos un paso más, y preguntémonos: ¿Por qué no hacemos extensiva esta protesta contra la Cámara Alta a todos los diputados y diputadas del Congreso? ¿Por qué vamos a querer reformar el sistema democrático vigente, disolviendo la Cámara Alta, cuando ambas cámaras han demostrado su insolvencia total e inoperancia? ¿No sería mejor prescindir de cualquier cámara alta o baja y de cualquier forma o régimen de gobierno tanto monárquico como republicano? 

 

    ¿Qué nos va a pasar si no tenemos gobierno? ¿Iba a pasarnos algo malo? No lo sabemos, pero sí sabemos a dónde nos ha llevado el hecho de tener gobiernos y el gobierno que tenemos. Lo otro, el caos y la anarquía que dicen los partidos existentes, no puede ser peor. Lo que nos está pasando es lo peor que podía sucedernos. Sólo tenemos una cosa que perder para librarnos de nuestras cadenas: el miedo a la libertad. Ni electores ni elegidos. Ni Cámara Alta ni Cámara Baja, camaradas. Ni Senado ni Congreso. Ni senadores ni senatrices. Ni diputados ni diputadas. Ni electores ni elegidos. Ni rey ni reina. El mejor gobierno: Ningún gobierno.