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jueves, 22 de junio de 2023

¿Disolución de la Cámara Alta?

    Un simpatizante afín en parte al Partido Inexistente nos hace llegar esta reflexión ante las próximas convocatorias electorales:  Hagamos un pequeño ejercicio de imaginación: ¿Qué pasaría si en las próximas elecciones generales al abrir las urnas y proceder al recuento de votos aparecieran vacíos todos los sobres de las papeletas para el Senado?  La interpretación más lógica sería que los españoles no queremos senadores ni senatrices, por lo que debería, democráticamente hablando, disolverse la Cámara Alta. 

    Gramáticos tardíos latinos como Prisciano (siglo V) recogen el término 'senatrix', forma femenina de 'senator' (paralela a 'actor/actrix', 'imperator/imperatrix'...), no porque hubiera entonces mujeres en el Senado -cosa que no se verá hasta la modernidad- sino más bien porque era un procedimiento vivo mecánico que tenía la lengua de generar agentes femeninos sustituyendo el prefijo -tor por -trix. En cualquier caso, estos términos en la antigüedad, habida cuenta del nulo empoderamiento femenino, se entendían en primer lugar como “la mujer de...”. De ahí que, por ejemplo, senatriz de entenderse de alguna forma sería la mujer del senador, antes que la senadora propiamente dicha como se entiende en la modernidad, una vez equiparados el timbre masculino y femenino de la voz de mando.

    Si metemos, pues,  la papeleta del Senado en blanco y no sale ningún voto nominal, no podrá nombrarse a ningún senador ni senatriz. Tengamos en cuenta que países de nuestra órbita como Noruega, Suecia o Dinamarca no tienen Senado, y ni falta que les hace. Y no les va mal por eso, sino por el contrario. 

    Se trata, sin duda, de una cámara innecesaria, una rémora prescindible de los tiempos de Maricastaña, de cuando el imperio romano, por lo menos, que camuflaba al paso de sus legiones y el estandarte del águila la equiparación torticera del pueblo (POPVLVS) con sus gobernantes (SENATVS), como se hace hoy cuando se identifica al pueblo con el Estado o régimen que lo gobierna, bajo el estandarte de las siglas SPQR correspondientes a Senatus PopulusQue Romanus ('el senado y el pueblo romano'). 

    Los que propugnamos la disolución de esta cámara alta, que es sin duda una reminiscencia del consejo de ancianos de las antiguas gerontocracias, propugnamos también la abolición de la monarquía, que, además,  se encuentra en vías de extinción en casi todo el mundo en favor de regímenes republicanos. Parece que se trata de un proceso natural que nosotros podemos contribuir a acelerar. ¿Por qué tenemos nosotros, españoles, que mantener a 260 senadores y senatrices y una dinastía monárquica borbónica? 

 

    Si disolvemos el Senado, nos ahorraremos varios miles de millones de euros al año. También ahorraremos mucho aboliendo la pensión vitalicia de estos senadores y senatrices, Padres y Madres de la Patria, ya que los demás tenemos que trabajar, currar de verdad como cabrones, muchos más años que ellos para podernos jubilar. No tenemos nada que perder, salvo nuestras cadenas.

    Desde el Partido Inexistente, por nuestra parte,  añadimos la siguiente reflexión: ¿Por qué vamos a quedarnos simplemente ahí, reclamando la disolución del Senado y de la monarquía?

    Demos un paso más, y preguntémonos: ¿Por qué no hacemos extensiva esta protesta contra la Cámara Alta a todos los diputados y diputadas del Congreso? ¿Por qué vamos a querer reformar el sistema democrático vigente, disolviendo la Cámara Alta, cuando ambas cámaras han demostrado su insolvencia total e inoperancia? ¿No sería mejor prescindir de cualquier cámara alta o baja y de cualquier forma o régimen de gobierno tanto monárquico como republicano? 

 

    ¿Qué nos va a pasar si no tenemos gobierno? ¿Iba a pasarnos algo malo? No lo sabemos, pero sí sabemos a dónde nos ha llevado el hecho de tener gobiernos y el gobierno que tenemos. Lo otro, el caos y la anarquía que dicen los partidos existentes, no puede ser peor. Lo que nos está pasando es lo peor que podía sucedernos. Sólo tenemos una cosa que perder para librarnos de nuestras cadenas: el miedo a la libertad. Ni electores ni elegidos. Ni Cámara Alta ni Cámara Baja, camaradas. Ni Senado ni Congreso. Ni senadores ni senatrices. Ni diputados ni diputadas. Ni electores ni elegidos. Ni rey ni reina. El mejor gobierno: Ningún gobierno.