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viernes, 7 de junio de 2024

Ante la impostura de los comicios europeos

Publicamos el comunicado remitido por el Partido In-Existente ante la convocatoria de elecciones europeas que se celebrarán en España, si Dios no lo remedia, que probablemente no lo remediará, el próximo domingo 9 de junio de 2024. 
 

     Votar en estas elecciones, como por otra parte en cualesquiera otros comicios, por alguna de las fuerzas concurrentes, sean del signo que sean, tanto de las llamadas izquierdas como de las derechas, tanto extremas como más afines al centro donde unas y otras se encuentran y dan la mano, no tiene ningún sentido político si lo que se pretendía ingenuamente con el depósito del voto en la urna fúnebre de la democracia era que cambiasen las cosas, si lo que se pretendía era contestar el orden establecido del imperialismo neo-liberal y del capitalismo progresado, ya que todas las fuerzas que concurren, incluidas las que se declaran de oposición, no ponen mínimamente en cuestión el funcionamiento del sistema que gira en torno a esos dos polos que probablemente son uno solo y el mismo en el fondo del asunto. 
 
 
    Otro gallo cantaría si se presentase alguna fuerza política antagonista que pusiera en tela de juicio al menos uno de los dos -ismos, bien sea el capitalismo progresado, o bien sea el imperialismo neo-liberal imperante, o, mejor aún, entrambos dos. Podría tener algún sentido el voto en este supuesto si no fuera porque el mero hecho de participar en una impostura lo convierte a uno en impostor.
 
    Votar en estas elecciones, y en todas las demás, equivale a elegir un naipe de una baraja en la que todas las cartas sin excepción son la misma y están marcadas, por lo que la elección resulta trivial e indiferente. Recordamos, en este punto, lo que escribiera certeramente Theodor W. Adorno: Freiheit wäre, nicht zwischen schwarz und weiß zu wählen, sondern aus solcher vorgeschriebenen Wahl herauszutreten. (Minima moralia 85)."La libertad consiste no en elegir entre blanco y negro, sino en escapar de toda alternativa preestablecida." 
 
 
    No votar, por el contrario, significa eximirse de la vulgar rechifla y tomadura de pelo que suponen estos comicios. Votar pensando en que así se pueden modificar las cosas significa no haber comprendido la tomadura de pelo y prestarse por lo tanto a dejar que se rían de nosotros a la puta cara, como suele decirse, aunque sea con las mejores y más respetables intenciones. 
 
    Escribía Giorgio Agamben recientemente a propósito del engendro de la Unión Europea en Europa o la impostura: dal punto di vista del diritto costituzionale, l’Europa non esiste: quella che chiamiamo «Unione europea» è tecnicamente un patto fra stati, che concerne esclusivamente il diritto internazionale. El hecho de que Europa, desde el punto de vista constitucional, no exista, como dice Agamben, podría animar al Partido In-Existente a votar por ella, si no fuera porque con nuestro voto precisamente estamos contribuyendo a dar existencia y consistencia a la impostura que denuncia el filósofo italiano. 
 
El rapto de Europa, Francisco de Goya (1772)
 
     Y más adelante añade: È allora perfettamente comprensibile che una entità politica senza una costituzione legittima non possa esprimere una politica propria. La sola parvenza di unità si raggiunge quando l’Europa agisce come vassallo degli Stati Uniti, partecipando a guerre che non corrispondono in alcun modo ad interessi comuni e ancor meno alla volontà popolare. L’Unione europea agisce oggi come una succursale della NATO (la quale NATO è a sua volta un accordo militare fra stati). En ese sentido, el Partido In-Existente y que no tiene ninguna pretensión de existir en el futuro ni de participar en su diseño, quiere denunciar estos comicios y la propia Unión Europea, que sólo existe gracias al cheque en blanco de nuestro voto, que sea el que sea, le otorga, aun sin pretenderlo, legitimidad. 
 
    Gane quien gane, es indiferente, porque nosotros, los habitantes de la vieja Europa raptada por el toro del Zeus norteamericano y atlantista,  siempre perderemos.  

sábado, 13 de enero de 2024

'Europa' quiere fichar a una cantante norteamericana para animar a los jóvenes a votar

    Un comunicado del Partido Inexistente denuncia la intención de la Comisión Europea de fomentar y manipular el voto juvenil ante la convocatoria de elecciones al parlamento europeo que se celebrarán, si nada ni nadie lo impide, cosa poco probable, Dios mediante, en junio del año en curso recién inaugurado. 
 
Taylor Swift como reclamo electoral
 
    La Comisión Europea quiere que los jóvenes voten, pero como muchos de ellos no saben qué votar y algunos optan razonablemente en consecuencia por no hacerlo, a un cráneo privilegiado se le ha ocurrido hacer un llamamiento a la la bellísima cantante norteamericana Taylor Swift, persona influyente del año según una conocida revista, como reclamo electoral a fin de que, aprovechando que en primavera andará por estos pagos del viejo continente dentro de su gira de promoción, haga un llamamiento a sus numerosos seguidores, los suiftis, para convencerlos de la importancia de depositar religiosamente su voto en una urna, porque la participación de la juventud es crucial para el sostenimiento del sistema democrático de dominio vigente, votando en los comicios comunitarios, y, last but not least, haciéndolo correctamente como Dios manda, es decir, votando a las opciones democráticas, ya sean neoliberales o sean ya socialdemócratas, da igual.
 
 
    Son conscientes en las altas instancias de dicha Comisión de que esta cita es especialmente delicada por el ascenso de la extrema derecha en varios países europeos, y podría salir el tiro por la culata, como suele decirse, si esos jóvenes desencantados de la política democrática de que disfrutan acudieran a votar y, seducidos por los cánticos de sirenas, votaran a la bicha. 
 
    La susodicha y atractiva cantante ya lo hizo en su propio país y su llamamiento fue un éxito relativamente rotundo -porque todo es relativo en la tierra del Señor. En septiembre pasado, en efecto, Taylor pidió a los seguidores de su generación que se registraran para votar en los comicios presidenciales de los Estados Unidos, y de golpe y sopetón se apuntaron 35.000 personas en el censo, y también les pidió, no menos importante, que no votaran a Donald Trump, que no salió. Allí es imprescindible solicitar la inscripción en el censo para poder votar, no como aquí que incluyen a toda la ciudadanía mayor de edad salvo error u omisión. 
 
 
    Para echar a Trump, les dijo, de la Casa Blanca, había que alojar a otro inquilino, en concreto, a Joe Biden, solución que al fin y a la postre ha resultado igual o peor que el mal que se pretendía remediar. Ya hemos visto cómo nos ha ido y cómo nos va, y cómo se ha hecho verdad aquello que dice la gente de que “otro vendrá que bueno me hará”, con el demócrata Joe Biden fomentando el belicismo democrático y echando leña al fuego en Ucrania, en Israel y por doquier.

martes, 9 de enero de 2024

Contra el sufragio universal femenino (y masculino).

    Ante la convocatoria electoral que padeceremos los europeos en mayo de este año, y las autonómicas de las taifas españolas del País Vasco y de Galicia allá por el mes de julio, rescatamos del olvido de la memoria colectiva y reivindicamos, por iniciativa del Partido Inexistente, la figura de Anna Mahé (1882-1960), maestra de escuela partidaria de una reforma de la ortografía francesa, teórica y practicante del amor libre y compañera de Albert Libertad, que asumió la administración del semanario francés L'anarchie -con inicial minúscula por su rebeldía contra las mayúsculas- junto a su hermana Amandine durante la detención de Albert Libertad, autora de un artículo sobre el voto femenino que viene a romper la corrección política que reina sobre este tema. 
 
Imagen de ¿Anna Mahé? sacada de una fotografía de grupo.
 
Foto del grupo de redactores de L'anarchie.
 
      El texto que reproduzco fue publicado en L'anarchie el jueves 3 de mayo de 1906. En él Anna Mahé se enfrenta a las feministas sufragistas que exigían el voto para las mujeres -algo que desde la óptica progresista actualmente vigente se considera un progreso de la humanidad en su carrera por obtener "derechos"- utilizando el argumentario clásico de los anarquistas contra el voto como sumisión a la autoridad por delegación de la soberanía. Su artículo radiografía la divergencia fundamental de análisis y estrategia entre el movimiento feminista de las sufragistas y el movimiento libertario que se ha dado en llamar anarcofeminista. El artículo se titula La mujer y el voto.
 
La Femme et le Vote, Anna Mahé (1906)
 
   LA MUJER DEBE VOTAR.
 PADECE LAS LEYES Y LOS IMPUESTOS.
Queremos el sufragio universal 
 Y no el sufragio unisexual.
 
    Tal es, según parece, el texto de los carteles colocados por los miembros de un grupo feminista: La Solidarité des femmes.
 
    Espero que todo el mundo comprenda la lógica y la absoluta utilidad de esta reivindicación de las mujeres. Nosotras sufrimos las leyes y los impuestos. Tengamos al menos la satisfacción y el consuelo de decir: Hemos contribuido a hacer esas leyes; hemos contribuido a fijar el tipo de estos impuestos. Estamos al mismo nivel que los hombres, el pueblo soberano; cada cuatro años podemos expresar nuestra voluntad nombrando a nuestros amos, e incluso a nuestras amas. Estoy acostumbrada a ver a mi alrededor sólo individuos con los mismos intereses y las mismas necesidades, y sin embargo hoy es como mujer, y sobre todo a las mujeres, a quienes quisiera dirigirme.
 
    Quisiera decir: 
 
    "Mujer, durante siglos estuviste duramente encadenada. Eras la bestia doméstica en la que satisfacían sus deseos, la bestia que tenía que servir al amo, criar a los hijos y mantenerse humildemente al margen de todos los asuntos sociales. 
 
    En los tiempos en que la inteligencia se llamaba "alma", hubo un largo debate sobre si tenías alma; si eras un ser inferior que debía obediencia ciega a tu amo. 
 
    Han pasado siglos. De forma menos dura, porque la vida se ha vuelto más refinada y la brutalidad más hipócrita, tu destino parece menos miserable. En realidad, ¿es mucho mejor que la suerte de la mujer de siglos pasados? Sigues siendo inferior, una esclava que sólo puede doblegar a su nivel al hombre que vive a tu lado. 
 
    Y, sin embargo, te invade un deseo de emancipación. Te atreves a levantarte y decir: "Padecemos los mismos sufrimientos que los hombres, queremos buscar con ellos la verdad".
 
    ¡Cuántas risas y cuántas iras acogen este despertar! ¡Cuántas burlas! ¡Ah! Por supuesto, los primeros pasos son vacilantes. Todavía estás intentando liberarte, mujer, y no ves el poco valor de los medios que quieres utilizar. Te levantas demasiado con el deseo de ser igual al hombre, de tener "los mismos derechos", sin preocuparte de si "esos derechos" tienen algún valor real. Guardas contra tu propio trabajo, un rencor sordo que has ido acumulando durante siglos. Eres feminista porque no has sabido comprender que el hombre sufría tanto como tú por esta dependencia en la que te ha tenido y que le degrada a él también. 
 
Sufragistas francesas
 
    Quieres ir a votar, mujer, quieres nombrar a tus amos, tener el mismo derecho que el hombre a la esclavitud social. Piénsalo... Mira a tu alrededor. Sufres como un hombre la arbitrariedad. ¿Qué locura es ésta? 
 
    Mujer, en los muros de París, en los muros de todas las ciudades, deberías poner estas palabras: 
 
    "Quien vota crea amos.” 
 
   Sufrimos las leyes arbitrarias impuestas por los amos. 
 
    No queremos el sufragio universal, es decir, el derecho de las mujeres y de los hombres a elegir a los amos, como no queremos el sufragio unisexual actualmente en vigor; no queremos el "derecho" a votar, porque no queremos amos que no elegiríamos como tampoco queremos los que nos impondrían.
Anna Mahé

lunes, 10 de julio de 2023

Comunicado del Partido Inexistente

    Ante el manifiesto firmado por ciento ochenta personalidades del mundo de la cultura del espectáculo y del espectáculo  de la cultura tales como Almodóvar, Rozalén o Buenafuente animando a los ciudadanos y a las ciudadanas a ir a los colegios electorales el 23J como está mandado a depositar sus votos contra la “ofensiva conservadora”, al grito de “A las urnas, ciudadanos”, que tanto recuerda el “Aux armes, citoyens” de la beligerante Marsellesa, y que viene así a equiparar las “urnas” con las “armas”, como si aquellas fueran, al igual que estas según el himno nacional francés, medios o instrumentos para alcanzar la inalcanzable libertad, el Partido Inexistente comunica que no ha firmado ni firmará nunca dicho manifiesto.

   El mentado manifiesto señala que nos hallamos ante una ofensiva conservadora (un pasito patrás) contra la que proponen su contraofensiva progresista (un pasito palante): acudir “masivamente a las urnas” porque no es momento de retrocesos, sino de avances, siempre que esos votos sean para los partidos del progreso. 
 
 Tanto los partidos conservadores del pasito patrás como los progresistas del pasito palante son partidarios de que depositemos masivamente nuestros votos en unas urnas que no dejan de ser papeleras, fortaleciendo así el régimen democrático alternante de dominación vigente.  
 
Se enfrentan unos y otros en los comicios electorales como si estuvieran en una pista de baile, o en el bamboleo del autobús zaragozano que le inspiró la canción de un dos tres, un pasito palante, María, un dos tres, un pasito patrás a Enrique Martín Morales, más conocido como Ricky Martin.
 

  Consideramos, desde el Partido Inexistente, que la oposición entre conservadores y progresistas, como la subyacente de derechas e izquierdas, es falsa. Como escribió Adorno, "la libertad consiste no en elegir entre blanco y negro, sino en escapar de toda alternativa preestablecida", y para eso, decimos nosotros, no hay que elegir, hay que huir del juego de las falsas elecciones.  

    El Estado necesita simultáneamente conservarse progresando y progresar conservándose. El  régimen democrático dominante se fundamenta en la alternancia de ambas necesidades: conservar el sistema tal como es y aplicarle medidas de mejora -parches- en el sentido de progreso, es decir, de avance garantizando así su permanencia. 


     Ambos, conservadores y progresistas, alimentan el mismo Régimen que por una parte aspira a salvaguardarse pero por otra sabe que no puede hacerlo si no es progresando, por aquello de que necesita cambiar para seguir siendo igual (mutatur ne uarietur), según el célebre aforismo de Giovanni di Lampedusa: Se vogliamo che tutto rimanga com’è, bisogna che tutto cambi ('Si queremos que todo permanezca como está, es necesario que todo cambie').

    Ante esta situación, el Partido Inexistente (PI) quiere denunciar que tanto los unos como los otros mienten y que mintiendo colaboran con el sistema: porque gobernar es mentir, es decir, ocultar la verdad. Los unos quieren conservar el Régimen sin ponerlo en cuestión, los otros quieren que progrese, es decir, que mejore, lo que no cuestiona su existencia, sino solo su funcionamiento, fortaleciéndolo al fin y a la postre. 


    La mejora de las condiciones laborales no acaba con la explotación laboral del trabajo asalariado, sino que la justifica de alguna manera haciéndola más llevadera al otorgarle un aspecto más humano, o como prefieren algunos, más humanitario, cuando el problema es el sistema mismo, el Régimen inhumano. 

jueves, 22 de junio de 2023

¿Disolución de la Cámara Alta?

    Un simpatizante afín en parte al Partido Inexistente nos hace llegar esta reflexión ante las próximas convocatorias electorales:  Hagamos un pequeño ejercicio de imaginación: ¿Qué pasaría si en las próximas elecciones generales al abrir las urnas y proceder al recuento de votos aparecieran vacíos todos los sobres de las papeletas para el Senado?  La interpretación más lógica sería que los españoles no queremos senadores ni senatrices, por lo que debería, democráticamente hablando, disolverse la Cámara Alta. 

    Gramáticos tardíos latinos como Prisciano (siglo V) recogen el término 'senatrix', forma femenina de 'senator' (paralela a 'actor/actrix', 'imperator/imperatrix'...), no porque hubiera entonces mujeres en el Senado -cosa que no se verá hasta la modernidad- sino más bien porque era un procedimiento vivo mecánico que tenía la lengua de generar agentes femeninos sustituyendo el prefijo -tor por -trix. En cualquier caso, estos términos en la antigüedad, habida cuenta del nulo empoderamiento femenino, se entendían en primer lugar como “la mujer de...”. De ahí que, por ejemplo, senatriz de entenderse de alguna forma sería la mujer del senador, antes que la senadora propiamente dicha como se entiende en la modernidad, una vez equiparados el timbre masculino y femenino de la voz de mando.

    Si metemos, pues,  la papeleta del Senado en blanco y no sale ningún voto nominal, no podrá nombrarse a ningún senador ni senatriz. Tengamos en cuenta que países de nuestra órbita como Noruega, Suecia o Dinamarca no tienen Senado, y ni falta que les hace. Y no les va mal por eso, sino por el contrario. 

    Se trata, sin duda, de una cámara innecesaria, una rémora prescindible de los tiempos de Maricastaña, de cuando el imperio romano, por lo menos, que camuflaba al paso de sus legiones y el estandarte del águila la equiparación torticera del pueblo (POPVLVS) con sus gobernantes (SENATVS), como se hace hoy cuando se identifica al pueblo con el Estado o régimen que lo gobierna, bajo el estandarte de las siglas SPQR correspondientes a Senatus PopulusQue Romanus ('el senado y el pueblo romano'). 

    Los que propugnamos la disolución de esta cámara alta, que es sin duda una reminiscencia del consejo de ancianos de las antiguas gerontocracias, propugnamos también la abolición de la monarquía, que, además,  se encuentra en vías de extinción en casi todo el mundo en favor de regímenes republicanos. Parece que se trata de un proceso natural que nosotros podemos contribuir a acelerar. ¿Por qué tenemos nosotros, españoles, que mantener a 260 senadores y senatrices y una dinastía monárquica borbónica? 

 

    Si disolvemos el Senado, nos ahorraremos varios miles de millones de euros al año. También ahorraremos mucho aboliendo la pensión vitalicia de estos senadores y senatrices, Padres y Madres de la Patria, ya que los demás tenemos que trabajar, currar de verdad como cabrones, muchos más años que ellos para podernos jubilar. No tenemos nada que perder, salvo nuestras cadenas.

    Desde el Partido Inexistente, por nuestra parte,  añadimos la siguiente reflexión: ¿Por qué vamos a quedarnos simplemente ahí, reclamando la disolución del Senado y de la monarquía?

    Demos un paso más, y preguntémonos: ¿Por qué no hacemos extensiva esta protesta contra la Cámara Alta a todos los diputados y diputadas del Congreso? ¿Por qué vamos a querer reformar el sistema democrático vigente, disolviendo la Cámara Alta, cuando ambas cámaras han demostrado su insolvencia total e inoperancia? ¿No sería mejor prescindir de cualquier cámara alta o baja y de cualquier forma o régimen de gobierno tanto monárquico como republicano? 

 

    ¿Qué nos va a pasar si no tenemos gobierno? ¿Iba a pasarnos algo malo? No lo sabemos, pero sí sabemos a dónde nos ha llevado el hecho de tener gobiernos y el gobierno que tenemos. Lo otro, el caos y la anarquía que dicen los partidos existentes, no puede ser peor. Lo que nos está pasando es lo peor que podía sucedernos. Sólo tenemos una cosa que perder para librarnos de nuestras cadenas: el miedo a la libertad. Ni electores ni elegidos. Ni Cámara Alta ni Cámara Baja, camaradas. Ni Senado ni Congreso. Ni senadores ni senatrices. Ni diputados ni diputadas. Ni electores ni elegidos. Ni rey ni reina. El mejor gobierno: Ningún gobierno.

viernes, 16 de junio de 2023

Resultados electorales

    No hace falta ser pitoniso ni futurólogo para predecir quién va a ganar (quién ha ganado ya) las elecciones antes de que se celebren, y no sólo las españolas sino las de cualquier país y en cualquier momento de su coyuntura histórica. Gane quien gane, pierde siempre el pueblo. Resulta indiferente que gane la derecha, la izquierda, el centro o las extremidades de ese falso espectro político: se trata de la misma bestia, Leviatán. 
 
    Dicen que hay un voto conservador que se opone a otro supuestamente progresista. Yo no lo creo. Todos los votos son conservadores en esencia. Si votar sirviera para cambiar las cosas y no para lo que sirve, que es lo contrario, estaría prohibido.  
 
    Dicen que la democracia es el gobierno del pueblo, pero el pueblo no quiere ningún gobierno. Son los gobiernos los que quieren que haya un pueblo que los elija, que los apoye, que los sustente sometiéndose al dictado mayoritario  de las urnas.



    Nos dicen que tengamos fe en el sistema y en el futuro. O para evitar las resonancias religiosas de la palabra "fe", la sustituyen por "confianza", que es término más laico y neutro, pero es lo mismo. El sistema y el futuro son lo mismo, porque el futuro es la muerte y el sistema no está nunca hecho hasta que no ha alcanzado su fin, su muerte siempre futura. Pero ¿por qué hay que tener confianza en algo tan evanescente como el futuro, un embeleco de curas y políticos para meternos el veneno de la esperanza en el alma?

    Los mandamases, desde el mandarín de China hasta el presidente del gobierno de cualquier tribu, los que más mandan en este mundo  son los más obedientes, los que más obedecen, los más mandados, los que más fe -o confianza-  tienen en Dios, es decir, en el Orden supremo establecido que se nos impone desde arriba: en el Dinero. Y lo que se nos impone desde lo alto es la fe o confianza o crédito, por usar el término económico, en uno mismo y en el futuro, ad maiorem gloriam Dei, para mayor gloria del Estado y del Mercado que son el Jano bifronte de la bestia monoteísta actual.


     Me alegraría mucho que siguiera viva la mecha de la rebeldía que alguna vez prendió. Pero sé que muchos de los que se indignaron antaño acudieron a votar religiosamente, cumpliendo con su deber cívico, lo que no ha dejado de entristecernos a algunos profundamente y aun de indignarnos. Si para algo sirven las elecciones es para desactivar la protesta, para que haya pueblo sometido, convertido en electorado, reducido a su condición de votante y contribuyente, para que todo cambie a fin de poder seguir igual.

    A los indignados les dijeron: "Si queréis que os tomemos en serio, presentaos a las elecciones, y dejad de ser un hatajo de mastuerzos". Y ellos, tontos de ellos, se presentaron a las elecciones y enterraron en las urnas su indignación entrando por el aro como domadas fierecillas.
 
    Si para luchar contra el capitalismo, porque nos declaramos de algún modo anticapitalistas, adoptamos la estrategia de adaptarnos al marco político capitalista y democrático dominante, acabaremos, en el mejor de los casos, gestionando “un poco mejor” el capitalismo, y, lo peor de todo, reforzándolo.


martes, 13 de junio de 2023

El error del pueblo, votar (del Partido Inexistente)

    Hace ya años, en 1977, cuando el Partido Comunista Griego quedó fuera del Parlamento de su país al no obtener los votos necesarios para ello, su secretario general Babis Dracópulos hizo unas declaraciones muy significativas:  “el pueblo también tiene derecho a equivocarse”. El pueblo griego, convertido en electorado, se había equivocado no votando a su partido, y excluyéndolo del Parlamento. Tenía razón el secretario general, pero no porque no hubiera sido elegido su partido, sino porque el pueblo que vota siempre se equivoca, sea lo que sea lo que vote; gane quien gane el pueblo siempre pierde.

    Más modernamente, en 2020, vino a decir algo parecido, si no era lo mismo, José, alias “Pepe”, Mújica, que fue presidente de Uruguay, a propósito de la elección de Bolsonaro con un apoyo popular importante en el Brasil: “No debe sorprendernos, entonces, que nuestros pueblos a veces acierten y a veces se equivoquen. Tienen todo el derecho a equivocarse”. La equivocación del pueblo brasileño consistía, según el exdirigente uruguayo, en haber votado al tal Bolsonaro. Pero hubiera dado igual que hubiera votado a su rival. No por ello habría dejado de equivocarse, porque el error es votar.

    Mucho antes que ambos ya lo había formulado otro político, como ellos, del derechas, Jose Batlle y Ordóñez (1856-1929), que fuera presidente del Uruguay antes que Mújica precisamente: “No es que el pueblo nunca se equivoque, sino que es el único que tiene el derecho de equivocarse.” Parece que más que un derecho es un deber el de equivocarse, como el voto, que se considera ambas cosas contradictorias. ¿Cómo no va a equivocarse el pueblo si elige delegar su soberanía?

    Lo que vienen a decirnos estas declaraciones de diversos políticos es que equivocarse es característico del pueblo. Podríamos decirlo en latín en tres palabras: errare populi est. En seguida se nos revela que este latinajo inventado sería una variante de aquel otro, tantas veces reiterado, que dice en su primera parte: errare humanum est..., y que en su segunda parte se muestra enseguida como cristiano por la mención del demonio: ...perseuerare autem diabolicum: Equivocarse es humano, pero perseverar es diabólico. Este dicho está inspirado en Cicerón, quien en una de sus filípicas sentenció: cuiusuis hominis est errare, nullius nisi insipientis perseuerare in errore: es propio de cualquier ser humano equivocarse, perseverar en el error sólo es propio del necio.

    Otro adagio latino que nos viene a las mientes reza: uolgus uolt decipi: el vulgo quiere ser engañado. Es la voluntad (uolt) del pueblo (uolgus) que lo engañen (decipi). Hay una variante que sustituye el pueblo por el mundo que viene a decir lo mismo: mundus uolt decipi, ergo decipiatur: El mundo quiere que lo engañen, pues que sea engañado.

     Tanto el pueblo o el mundo como el hombre, en efecto, tienen derecho a equivocarse, cada cierto tiempo, una y otra vez y todas las veces que haga falta. En el caso del pueblo convertido en electorado suele ser ordinariamente cada cuatro o cinco años, como está establecido, cuando se le concede la gracia de perseverar en el error.

    Pero como también reza otro refrán, el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, lo que podría aplicársele sin mucho empacho al pueblo, cuando vuelve a elegir, como si supiera lo que quiere, expresando su voluntad mediante un voto de confianza. Y ahí es donde el pueblo soberano se equivoca porque cree saber, y no reconoce que no sabe lo que hace.

    Siempre que vote perseverará en el error -eso es lo único diabólico- delegando su soberanía en un individuo personal, sea quien sea, porque los cabezas de listas o jefes ilustres, cuyos nombres propios e imágenes y declaraciones cacarean a todas horas los medios de (in)formación de masas -y las masas democráticas son los electores censados- son los santones que en las ocasiones solemnes de los mítines -y no hay nada más litúrgico, fascista y religioso en el peor sentido de la palabra que un mitin político, que tanto se parece a la celebración de la eucaristía donde los fieles repiten de memoria las consignas y oraciones del misal como papagayos y no pueden objetar nada a lo que dice el sacerdote porque es palabra de Dios y enseguida serían expulsados por el servicio de orden- ofician en traje de ceremonial etiqueta para conseguir los votos del pueblo, es decir, que el pueblo se someta al sacrificio declarando su voluntad de ser el rebaño del buen pastor. 

 

    El error es consustancial al pueblo que vota y al ser humano siempre que haga una elección. Cualquier decisión de delegación política de su soberanía será errónea. El sistema se encargará, sin embargo, de defender su derecho a equivocarse, eligiendo soberano, pero podría no hacerlo si se niega a elegir, como propone el Partido Inexistente, o eligiendo al único candidato que no le defraudará: Nadie.

     Como escribía Martínez Ruiz en La voluntad a propósito de los políticos profesionales que se presentan a la feria y farsa electoral: "No hay cosa más abyecta que un político; un político es un hombre que se mueve mecánicamente, que pronuncia inconscientemente discursos, que hace promesas sin saber que las hace, que estrecha manos de personas a quienes no conoce, que sonríe siempre con una estúpida sonrisa automática… Esta sonrisa, Azorín la juzga emblema de la idiotez política."