Hay palabras que zumban al oído y revuelan constantemente a nuestro alrededor como molestas moscas cojoneras, hija mía; por ejemplo esa de 'progresista'. Hay que ser progresista, cacarean nuestros políticos profesionales. El diccionario define progresismo como «ideología y doctrina que defiende y busca el desarrollo y el progreso de la sociedad en todos los ámbitos y especialmente en el político-social». Mala definición, porque incluye el término que hay que definir y que subyace al -ismo, que es progreso, en la definición.
"Progreso" procede del latín progressus, avance, marcha hacia delante, contrapuesto a regressus, que sería el retroceso, retorno o vuelta atrás.
Se supone que partimos de una situación de retraso y penuria material y moral, y que el avance técnico mejora la comunidad y facilita la supervivencia de la humanidad, como si el paso del estado salvaje al civilizado hubiera supuesto una notable mejoría.
El progresismo no deja de ser una huida hacia delante.
Hay una creencia escatológica secularizada, y en el fondo religiosa, es decir, supersticiosa, que dice que la historia sigue una línea ascendente de mejora, que consagra la idea de Progreso, con mayúscula, como si en ese paso hacia delante supiéramos a dónde vamos.
Pero este relato de la modernidad es desmentido sistemáticamente por la realidad. Las fuerzas progresistas, identificadas con las izquierdas políticas, están ancladas en el pasado. A finales del siglo XVIII, con la revolución francesa, se categorizaron los espacios políticos de izquierda y derecha, una división política que estructuró ideológicamente el mundo entre buenos y malos durante todo el siglo XX, y que perdura todavía.
Pero ahora, entrados ya en el tercer milenio de la era cristiana, está en crisis la dicotomía diestra y siniestra, como supo ver el Movimiento del 15 de mayo del año 2011 cuando se razonaron cosas como: «no existe derecha o izquierda sino arriba y abajo», o, la copla de Isabel Escudero: “Ni derecha ni izquierda; / entre arriba y abajo / está la pelea”.
Además, el progreso tecnológico e industrial nos ha llevado al borde del precipicio con un capitalismo suicida que expolia todos los recursos, incluidos las personas o recursos humanos, del planeta provocando una degradación sin precedentes, y con la revolución informática de esa cosa tan tonta que es la Inteligencia Artificial, cuyo avance ya no controlamos, sin olvidar la amenaza siempre pendiente de una III Guerra Mundial, que sería la definitiva porque “a la tercera va la vencida”.
Si las naciones no eran buenas, hija mía, porque no lo han sido nunca, las crecientes instituciones supranacionales como la ONU, la OMS, responsable de la pasada pandemia y de la futura que ya se entrevé en el horizonte, la OTAN, que nos vende la idea orgüeliana de que la guerra es la paz, o la Unión Europea no son mejores. De la Unión Europea, precisamente, ha dicho el flipado de nuestro presidente del Gobierno que "es el proyecto común que une al conjunto de los europeos y europeas" y que representa "la Europa solidaria que dio respuesta a esta grave pandemia de la COVID-19(!), la Europa líder y referencia en la transición (!) ecológica y la perspectiva humanista de la transformación digital (!!)". ¿Qué perspectiva humanista será esa, me pregunto yo, hija mía, "de la transformación digital"? ¿Qué querrá decir el que le escribe los discursos al jefe del Ejecutivo? ¿No habrá querido decir "perspectiva transhumanista y se le habrá atascado el prefijo trans-?
La UE, capitaneada por la señora Úrsula von der Leyen, a la que el flipado parece referirse cuando dice "Europa", la Europa solidaria que dio respuesta a la gravísima pandemia firmando contratos opacos, millonarios y suculentos con un laboratorio farmacéutico de cuyo nombre no merece la pena acordarse, que aseguraban diez dosis inyectables para cada europeo (y europea, que no está de más, aunque no haga falta decirlo), emprende ahora la lucha contra la desinformación, que no es otra cosa más que la institucionalización de la censura en el viejo continente... La UE, hija mía, no es más que un engendro político en el que 27 países no aciertan a resolver los problemas que no tendrían sin la UE.
Hay que salir de la falsa alternativa progresista. Quizá haya llegado el momento de parar, de hacer un alto en el avance en el que un ciego que cae en un precipicio, como en el lienzo de Brueghel el Viejo, arrastra consigo a los otros ciegos que iban tras él, inspirado en las palabras de Jesucristo (Mateo 15,14): Dejadlos, son guías ciegos; si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en la hoya.
Quizá haya llegado el momento de dejar de progresar, si no queremos precipitarnos en el abismo al que vamos de cabeza.
En el Libro de los Seres Imaginarios o Manual de Zoología Fantástica de Jorge Luis Borges, encontramos esta sorprendente perla: "No olvidemos el Goofus Bird, pájaro que construye el nido al revés y vuela para atrás, porque no le importa adónde va, sino dónde estuvo."
Las iniciativas mortíferas se imponen como soluciones salvadoras, el bombardeo mediático no ceja las 24 horas, los expertos afloran como ratas infectas saliendo de las cloacas por donde desaguan los excrementos de la monstruosidad económica que dirige la política de la obediencia ominosa.
ResponderEliminarLas profecías autocumplidas son las certezas que sostienen la idiocia y la maquinaria de superación de límites alimenta la euforia donde los súbditos se articulan como artefactos. «A mayor potencia autotransgresora de ese yo servil, mayor debilitamiento de cualquier noción de justicia y, a mayor absorción de la vida social y civil por el Mercado, mayores y más prodigiosos avances en la plasticidad de la materia del súbdito, en su capacidad de trans-figuración sin fin y en la obligación de gestionar compulsivamente, tal plasticidad, incrementándola con cada ejercicio».
Una frase impecable que le deja a uno sin respiración: "...los expertos afloran como ratas infectas saliendo de las cloacas por donde desaguan los excrementos de la monstruosidad económica que dirige la política de la obediencia ominosa". Gracias por el comentario.
EliminarPues va a tener mucho trabajo la UE para retirar tanta desinformación como hay. Una muestra: "AstraZeneka asegura que su vacuna protege al 100% de casos graves y muertes", "La vacuna de Pfizer contra el coronavirus logra un 100% de eficacia en adolescentes", y "Todas las vacunas protegen al 100% de la muerte por covid, y Pfizer es la más efectiva para evitar contagios". Guardo los recortes de prensa. (Marifé de Triana)
ResponderEliminarSin ninguna duda, Marifé. Casi pasa desapercibido entre tanto ruido mediático el tema del momento,que es la imposición de la censura en redes sociales por parte de la Unión Europea a través de la Ley de Servicios Digitales a partir del 25 de agosto. Gracias por la aportación.
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