sábado, 22 de enero de 2022

Borges espurio y auténtico

 "Si pudiera vivir nuevamente mi vida,

declinaría, créanme, tal eventualidad,

harto de la fatiga de esta triste existencia

y de esta realidad falsa en sus apariencias,

harto de soportar la gravedad del mundo

como el gigante aquel que fascinaba al niño

que era yo y que hojeaba láminas de los libros

 de la mitología de griegos y romanos,

antes de que él supiera que iba a ser su destino

ser Atlante fatal, su fatídico sino,

valga la redundante torpeza literaria.

No hay instante que valga la pena de vivirlo

ni el hastío tedioso de volverlo a vivir.

Déjenme en paz librarme de esta guerra, la vida;

déjenme que me muera no más, si ya he vivido."


 
 
 

Yo soñé esta mañana que moría y sentía

una gran sensación de alivio. Desperté

del sueño, y desperté francamente feliz

no porque fuera un sueño, sino porque era libre.

Olvídense de Borges, olvídense de mí.

 

oOo

Circula por la Red un falso poema atribuido a Jorge Luis Borges que se llama Aprendiendo. Está tan mal escrito que no puede ser obra de Borges. Además, parece una mala traducción de la lengua del Imperio que, como se sabe, es el inglés norteamericano. En cuanto a los contenidos, son realmente tópicos, típicos lugares comunes de un manual de autoayuda escrito por algún psicólogo doctorado por cualquier supuestamente prestigiosa University de los United States donde a sus autores les han regalado el título por su participación en el equipo de rugby, y les han dado una beca para hacer un curso monográfico sobre pensamiento único y convencional.

Al pobre Borges, que estará removiéndose en su tumba contra tal falsificación, le habría hecho gracia la superchería plagiaria si hubiera tenido algo más de arte y un poco solo de ingenio. Por mi parte, se me ocurre contraatacar con este Desaprendiendo, igualmente falsario, que quizá sí podía haber escrito Borges. 



  
Desaprendiendo

Con el tiempo y con los libros de la Biblioteca Universal uno debería percatarse de la relatividad de las cosas todas de la vida, y de la sutil semejanza que hay entre el día y la noche, entre un éxito y un fracaso, entre el bien y el mal, entre el odio y el amor, entre la verdad y su falsificación.

Con el tiempo comprendes que la vida, esa vieja raposa de la fábula de Esopo, la peor maestra que podía tocarte en esta escuela, lejos de enseñarte algo, te convierte, si te dejas llevar por ella, en un sinvergüenza y un infame canalla.

Con el tiempo uno no aprende nada de nada, absolutamente nada, excepto la fatiga de desaprender lo mucho y lo mal que ha aprendido, desandando el camino andado.

Con el tiempo todo se va, la vida se va, los amigos se van, se van las palabras, se van los instantes, fugitivos como el río de Heraclito el Oscuro, y sólo queda el viejo déspota al que los griegos llamaron Cronos, ese dios omnipresente al que sería preciso desenmascarar.

Con el tiempo y en cualqueir lugar del mundo, aquí y ahora mismo en Buenos Aires, por ejemplo, se descubre al fin que el tiempo no cuenta ni vale para nada, ni siquiera para cicatrizar nuestras múltiples heridas.

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