Circula por la Red un falso
poema atribuido a Jorge Luis Borges que se llama Aprendiendo. Está tan mal escrito que
no puede ser obra de Borges. Además, parece una mala
traducción de la lengua del Imperio que, como se sabe, es el inglés
norteamericano. En cuanto a los contenidos, son realmente tópicos,
típicos lugares comunes de un manual de autoayuda escrito por algún
psicólogo doctorado por cualquier supuestamente prestigiosa
University de los United States donde a sus autores les han regalado
el título por su participación en el equipo de rugby, y les han
dado una beca para hacer un curso monográfico sobre pensamiento único
y convencional.
Al pobre Borges, que estará
removiéndose en su tumba contra tal falsificación, le habría hecho
gracia la superchería plagiaria si hubiera tenido algo más de arte
y un poco solo de ingenio. Por mi parte, se me ocurre contraatacar con
este Desaprendiendo, igualmente falsario, que quizá sí podía haber escrito Borges.
Desaprendiendo
Con el tiempo y con los libros de la Biblioteca
Universal uno debería percatarse de la relatividad de las cosas todas de
la vida, y de la sutil semejanza que hay entre el día y la noche,
entre un éxito y un fracaso, entre el bien y el mal, entre el odio y
el amor, entre la verdad y su falsificación.
Con el tiempo comprendes que la vida, esa vieja
raposa de la fábula de Esopo, la peor maestra que podía tocarte en
esta escuela, lejos de enseñarte algo, te convierte, si te dejas
llevar por ella, en un sinvergüenza y un infame canalla.
Con el tiempo uno no aprende nada de nada,
absolutamente nada, excepto la fatiga de desaprender lo mucho y lo
mal que ha aprendido, desandando el camino andado.
Con el tiempo todo se va, la vida se va, los
amigos se van, se van las palabras, se van los instantes, fugitivos
como el río de Heraclito el Oscuro, y sólo queda el viejo déspota al que
los griegos llamaron Cronos, ese dios omnipresente al que sería
preciso desenmascarar.
Con el tiempo y en cualqueir lugar del mundo, aquí y ahora mismo en
Buenos Aires, por ejemplo, se descubre al fin que el tiempo no
cuenta ni vale para nada, ni siquiera para cicatrizar nuestras múltiples
heridas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario