miércoles, 5 de enero de 2022

Más sentiencias y sentires (I)

¿Negros pensamientos? El pensamiento no es ni blanco ni negro, el pensamiento es un proceso que consiste en desembarazarse de todas las ideas, blancas y negras. 
 
 
 
Lógica contradictoria. -Oigamos a las perturbadoras tres brujas de Macbeth de Shakespeare que cantan a coro: “Hermoso es lo feo y es feo lo hermoso”. Ellas nos enseñan la lógica de la contradicción, nos enseñan a ver la belleza en la fealdad y la fealdad en la belleza: lo que es feo es bello y lo que es bello es feo. De igual manera podrían enseñarnos a ver que lo malo es bueno y lo bueno es malo, como nos han inculcado desde nuestra más tierna infancia.
 
Blasfemia religiosa.- Los españoles somos quizá los únicos que logramos ascender a la cumbre de la blasfemia religiosa cuando decimos: ¡Me cago en Dios! 
 
¿Cuánto mide exactamente un metro? No me digas que cien centímetros porque entonces voy a preguntarte cuánto mide exactamente un centímetro... No me digas que... 
 
Los voluntarios sociales son como los malos samaritanos que hacen el bien supuestamente desinteresado a los demás por puro egoísmo solapado. Su altruismo es esencialmente egoísta: tras él se ocultan deseos inconfesables de salvación individual. 
 
Machista se dice en griego moderno con resonancias clásicas “fallo-crátes”: falócrata. Machismo es falocracia, o sea, gobierno del falo o miembro viril. El falo constituye en esta moderna sociedad democrática el verdadero aparato del poder, el milenario bastón de mando. Pero ni siquiera hace falta tener uno entre las piernas para ser un falócrata o machista: muchas feministas han luchado tanto por la equiparación con los hombres que han conseguido desarrollar uno entre sus piernas.
 
Percibir la realidad de las cosas es prescindir de las ideas que tenemos de ellas. ¿Cuándo se tienen las cosas claras como el agua clara? Cuando no se tienen muy claras las ideas. O mejor, cuando no se tienen ideas que enturbien las cosas porque nos hemos desembarazado de ellas. 
 
No es raro que, tras aplicarle un supositorio a un niño pequeño, se le salga otra vez del recto y tengamos que repetir la maniobra; y aun desecharlo y utilizar uno nuevo. Esto suele deberse a un error técnico. Aunque pueda chocar un poco, la mejor forma de administrar los supositorios no es la que suponemos, valga la redundancia, a primera vista, es decir, introducirlos en el ano por su extremo puntiagudo, sino al contrario, por el extremo obtuso o romo. Esto facilita que el supositorio quede alojado en el recto, porque así, cuando el ano contrae el esfínter, lo que hace es impulsar el supositorio hacia adentro y no expulsarlo. 
 

 
Solemos decir que hay que llamar a las cosas por su nombre y no utilizar ridículos eufemismos que lo único que hacen es ocultar la realidad. Al pan lo llamamos pan y al vino vino: al pan pan y al vino vino. Dos elementos estos, el pan y el vino, fundamentales en nuestra cultura cristiana y en nuestra tradición mediterránea grecolatina. No en vano el pan y el vino eran metáforas del cuerpo y la sangre de Jesucristo. Y, remontándonos más atrás aún, el pan era el fruto cereal de la madre Deméter, o sea Ceres, y el vino el don bacanal de Dioniso, la sangre simbólica de la tierra. 
 
Solemos decir que hay que llamar a las cosas por su nombre, y es verdad, pero los nombres ocultan también la realidad de las cosas.
 
¡Peligro: niños! Educación vial: el mundo al revés. La señal no avisa a los niños del peligro que suponen para ellos los coches, sino a los coches, que son peores que el caballo de Atila porque lo arrasan todo, del peligro de los niños, criaturas angelicales y perversas polimorfas donde las haya.

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