La
victoria deportiva de la selección española de fútbol, alias la Roja,
sobre la inglesa se ha reinterpretado de alguna manera como si se
tratara de una victoria militar en el campo de batalla del
estadio de Berlín. No en vano antes del enfrentamiento habían
resonado solemnemente los himnos nacionales de uno y otro reino
poniendo firmes a los mandatarios y jugadores allí presentes. El Rey Felipe VI
y el príncipe Guillermo de Inglaterra, en ausencia de su padre el Rey Carlos III, representaban respectivamente a las Españas
y al Reino Unido de la Gran Bretaña. Ondeaban las banderas nacionales de una y otra nación rival, y miles de espectadores llenaban las gradas del
estadio. Ya lo dijo una vez un jugador de balompié: “El fútbol es
la guerra, y también ahí el triunfo es lo más importante”.
Tras
el goal que decidió la
victoria de España en el último momento del partido, el Borbón, corbata roja al cuello, al que
acompañaba la infanta, pantalones rojos a juego con la Selección, perdió su regia compostura y se levantó del
asiento como un hincha furibundo gritando “¡gol!” y
celebrando el triunfo de la Roja, mientras se veía apesadumbrado al príncipe
Guillermo, al que acompañaba su hijo, llevarse las manos a la cabeza y cubrirse el rostro como si no quisiera ver y reconocer la británica
derrota.
España, pues,
se alzó con el triunfo de la Eurocopa -la copa es el símbolo de la victoria, el botín arrebatado al enemigo que se exhibe como trofeo y preciado galardón-, y a continuación vino la
gran celebración de la victoria en la villa, corte y capital del reino, en la que varios jugadores de la
selección que representa los colores nacionales de la bandera rojigualda se
unieron a los no pocos hinchas y aficionados
que coreaban el grito de “Gibraltar español”, resucitando una
vieja cantilena patriótica y franquista que ha sido calificada por el
gobierno del Peñón como “rancia”, aludiendo quizá a su sabor
añejo y anticuado, más propio de la dictadura del caudillo, cuando el
Estado español reivindicaba su soberanía sobre la colonia británica, pero también desde la transición, porque cuando el hoy
Rey Carlos de Inglaterra y su esposa Diana Spencer se unieron en matrimonio en 1981
decidieron iniciar allí, en Gibraltar, su Luna de Miel recién casados, detalle que, conocido previamente por la casa real española, motivó
que los reyes a la sazón Juan Carlos y Sofía no asistieran al bodorrio.
El
caso es que después de aquello los gobiernos españoles dejaron de
reclamar la soberanía nacional sobre el Peñón, hasta que ahora
los rancios cánticos patrióticos han resucitado de la mano de la victoria futbolera y provocado la indignación del
ejecutivo gibraltareño, que en un comunicado hecho público ha
mostrado su decepción: Se
trata de
una mezcla totalmente innecesaria de
un gran éxito deportivo con declaraciones políticas
discriminatorias que
resultan enormemente ofensivas para
los gibraltareños.
El lamentable uso de la plataforma de la celebración en torno a la
victoria de la Eurocopa para promover la idea de usurpar el
territorio de Gibraltar es contrario al principio de que el deporte
no debe utilizarse para promover ninguna ideología políticamente
controvertida.
Si, la tierra, como dijo una vez un ex presidente del gobierno español, no pertenece a nadie, salvo al viento, lo cual no es cierto, porque la tierra tiene sus propietarios, que son los terratenientes, pero es muy bello y así debería ser, está claro que nadie tiene derecho a usurpar el territorio de Gibraltar, ni la corona británica ni la borbónica, ni los propios gibraltareños, que tan indignados se han sentido según sus autoridades, tampoco.
La
ministra portavoz del gobierno español, por su parte, dijo enseguida que había
que enmarcar esas manifestaciones en el contexto en que se celebraron y
no había que sacarlas de ese contexto, que era la “gran celebración”,
porque “la política exterior de un país la establece el gobierno
de ese país”, con lo cual vino a decir a las autoridades del
Peñón y del Reino Unido de la Gran Bretaña, que estuvieran tranquilas y mantuvieran la calma, que el gobierno español no iba a
reivindicar su soberanía sobre dicho territorio.
En otro orden de cosas, aunque relacionado con estas, una
cadena privada de televisión, de ideología progresista afín al
gobierno, la Secsta, en un programa de frivolidades
significativas ha mostrado un vídeo con imágenes de los jugadores
de la Selección
Española en el vestuario celebrando la victoria, en el que la locutriz bromea haciendo el siguiente comentario: Pudimos ver
algo inesperado: el culazo de uno de nuestros jugadores. No se sabe muy bien de quién era el "culazo", más bien enjuto, pues se halla de espaldas y podía ser de uno o de otro jugador, pero añadió: Lo que sí sabemos es que para muchos seguidores y, sobre todo, seguidoras, esto -se refería a las codiciadas nalgas- sí
que hace afición. Que ¡qué poderío!, ¿eh?
¿Qué pasaría si se nos enseñase por la televisión sin su consentimiento previo y expreso el
hermoso culete de alguna de las jugadoras de la selección española de fútbol femenino? ¿Sería sexismo, machismo, un atentado contra la integridad, intimidad y dignidad de la mujer?