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domingo, 18 de mayo de 2025

Carta a los medios de A. García Calvo

El secuestro y ejecución a cargo de la banda terrorista ETA del concejal de Ermua (Vizcaya) Miguel Ángel Blanco fue objeto de una cobertura informativa extraordinaria durante las 48 horas que duró hasta su desenlace el 12 de julio de 1997. 
 
Tomo la información, copio y pego, de la inevitable Güiquipedia:  Las cadenas de televisión y los periódicos lucieron lazos azules o negros en sus cabeceras.​ Las figuras de los principales informativos de radio y televisión como Ernesto Sáenz de Buruaga, Pedro Piqueras y Àngels Barceló cubrieron los acontecimientos desde el País Vasco.​ A las 15.59h del sábado 12 de julio, un minuto antes del fin del ultimátum de 48 horas reclamado por ETA, TVE, Antena 3, Telecinco, Canal + y las cadenas autonómicas agrupadas en FORTA, guardaron 60 segundos de silencio. A las 17.25h, tras conocerse la aparición del cuerpo de Miguel Ángel Blanco, la 1 de TVE comenzó un especial informativo de más de tres horas y media de duración, con una cuota de pantalla del 57,41%. En total, según los datos recogidos por un estudio de Zenith Media, los diferentes programas informativos del fin de semana congregaron a más de 25 millones de personas delante de los televisores. Según el mismo estudio, en el País Vasco, hasta el 73% de la población siguió en algún momento los especiales informativos de televisión. En muchos municipios sonaron las campanas, en homenaje al concejal, tras saberse el desenlace del secuestro. El funeral y entierro de Miguel Ángel Blanco el 15 de julio fue un evento difundido en directo por las cadenas de televisión españolas, llegando incluso cadenas internacionales como la CNN y la BBC a emitir imágenes en directo durante sus informativos.
 
Muy pocas voces se levantaron entonces contra aquel inusitado despliegue mediático, nunca antes visto, que favorecía tanto a la banda terrorista dándole publicidad como a los "medios de producción narrativa" o, dicho de otra manera, a la Industria de Producción de Noticias del Régimen. Una de ellas fue la de Agustín García Calvo, que escribió la siguiente carta a trece periódicos nacionales que solo publicaron siete y ninguno de los de Madrid, lo que según el autor da la medida de la censura bajo el Régimen.
 ​ 

    Señor Director:
 
    Es clara, o tal vez sea demasiado clara, la cuenta que aquí sigue:
 
    A) Eso que ustedes llaman ETA o IRA o BANDA TERRORISTA tiene su principal apoyo y munición de fuerzas en la Televisión y demás Medios de Formación de Masas. Ninguno de sus recursos puede ni de lejos compararse en poder con la publicidad estrepitosa que esos Medios dedican a cada uno de sus gestos, fechorías y amenazas; y es evidente que, sin ese apoyo, si los Medios no se ocupasen de ella (o, lo más, en algún rinconcito de SUCESOS), la Banda habría enseguida dejado de existir, como deja de existir todo lo que no aparece en Televisión. 
 
    B) En justa compensación, la Banda o como la llamen proporciona a los Medios, con la Televisión a la cabeza, una cantidad de contenidos, materia o recursos para llenar páginas y espacios, de un valor enorme para ellos. Apenas si los más cacareados escándalos deportivos o estruendos roqueros para juventud de estadio pueden competir con esos terroristas en generosa contribución de materiales con que llenar los vastos vacíos cotidianos. 
 
    Alguno más entendido en cuestiones financieras podrá evaluar en miles de millones el importe de lo que la ETA o Banda que sea aporta a la Industria de Producción de Noticias y a los espacios televisivos (B) y lo que los Medios, a su vez, le aportan en masa de poder y promoción a la dicha Banda (A), y hallará que, con algunos regateos de más o menos, el intercambio es equitativo y satisfactorio para ambas partes. 
 
    Pero las cifras del Dinero cantan; y lo que nadie puede ya creer es que ni la ETA esa esté de verdad contra el Capital o Estado y sus Medios ni los Medios del Estado o Capital estén de veras contra la Banda. Dos entidades que mantienen ese negocio con provecho mútuo, no pueden ser enemigas, sino del mismo orden. 
 
    El negocio se monta, como siempre, a costa de la gente corriente y vaga, que no tiene grandes intereses ni en la Banda susodicha ni en la gestión de los Medios de Formación de Masas; a la cual se la engaña y entretiene y, si llega el caso, se la hace salir en manifestaciones levantando las manos y las protestas... ¿a quién?: no va a ser a los terroristas, que tienen el deber profesional de no oír nada, y que, con ese inocente barullo, se regocijan a la par que los Gerentes de Televisión, y no va a ser al Poder, a las Autoridades y a los Medios de que viven ellas, que no tienen la culpa y que están tan compungidas como los ciudadanos. Al aire, al cielo. 
 
    ¿Será posible que en uno de los periódicos del Régimen se deje todavía aparecer en un rincón una cuenta clara, una nota de sentido común, de lo que cualquiera de la gente siente por lo bajo? 
AGC.
 
oOo
 
García Calvo plantea la tesis provocadora de que hay una relación de perfecta simbiosis y beneficio mutuo entre las bandas terroristas y los medios de información que él denomina con ironía “Medios de Formación de Masas (de Individuos Personales”). 
 
Según el autor, las bandas y atentados terroristas existen y cobran realidad -que es aquello de lo que se habla- gracias a la atención mediática que reciben. Sin esa visibilidad, desaparecerían: "como deja de existir todo lo que no aparece en Televisión” y ahora, ampliando un poco el espectro, añadimos 'en la Red'. 
 
Los medios, por su parte, se benefician enormemente del terror dada la enorme cantidad de noticias que genera y la mercantilización de la información: las noticias violentas y espectaculares proporcionan contenido morboso y sensacionalista que llena espacios y tiempos y atrae audiencia (y, por ende, beneficios económicos). 
 
Esta relación de mutua conveniencia anula la idea de que estén en bandos contrapuestos. Ni los terroristas están en contra del sistema, ni los medios están realmente combatiéndolos, porque unos y otros están alimentándose mutuamente dentro de la misma lógica en la que conviven del capital y el espectáculo. 
 
Las víctimas reales son las personas comunes y corrientes, que no participan ni se benefician directamente de este "negocio", pero que son usadas como masa emocional o simbólica, en manifestaciones o en la narrativa pública.