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jueves, 21 de noviembre de 2024

De la Salvación del Planeta

    De salvar almas para el Cielo y evitar que se condenen para toda la eternidad en el pudridero de los infiernos como pretendía la iglesia católica, apostólica y romana, hemos pasado durante la pandem(enc)ia a salvar vidas enclaustrándonos en nuestros hogares bajo arresto domiciliario autoinfligido, embozándonos con ridículas mascaretas y guardando las distancias de seguridad recomendadas con los prójimos, cada vez menos próximos y más distantes, a la vez que se aproximaban virtualmente los más lejanos por videoconferencias, y ahora se trata, por lo que se ve, de salvar el Planeta herido de muerte y moribundo que nos aloja con las bendiciones de la Iglesia de la Salvación Ecológica y de la Ficción Científica. 
 
    Hablemos del Planeta, y salgamos un poco al espacio exterior de la mano de la palabra, que llega a nuestra lengua a través del latín planēta, tomada como préstamo del griego πλανήτης, que significa "errante", y se aplica a los astros que giran alrededor de una estrella como el Sol y que se hacen visibles no porque tengan luz propia, que no la tienen, sino por la luz que reflejan. Planeta errante, es pues redundancia etimológica. La estrella, por cierto, alrededor de la que giramos nosotros, el astro rey, el antiguo Helio o Sol, viene a decirnos con su mudo silencio junto con todas las demás estrellas del universo sin fin que somos nosotros los fugaces, los errantes.
    Y claro para salvar el Planeta, con mayúscula honorífica que a Dios y a todo dios corresponde, hay que ducharse con agua fría, o, dicho negativamente, no hay que hacerlo con agua tibia o caliente ni meterse tampoco en una bañera rebosante como una piscina, que eso consume mucho líquido elemento del que andamos tan escasos y que está a punto de dejar de ser un recurso público para privatizarse, si no lo está ya, cotizando como cotiza en la Bolsa de los Valores: una ducha rápida con agua gélida y ya está, un gesto sencillo que salva a Gaia, la madre Tierra, Gea, sí, que nos parió. 
 
    No hay que encender la calefacción en invierno ni tampoco quemar leña en la chimenea, porque eso genera mucho dióxido de carbono o CO2 que asciende a la atmósfera y allí crea el efecto invernadero que recalienta el Globo y provoca el Cambio Climático antropogénico que nos trae pertinaces sequías y catastróficas inundaciones que se cobran vidas, tanto humanas como animales, si cabe hacer un distingo tan inepto, porque el Cambio Climático mata, así como la herejía negacionista que lo niega.
 
    Tampoco hay que usar el aire acondicionado que nos refresca en el verano. Basta, como sugirió la genialidad del Puto Amo, Fucking Master, en la lengua del Imperio que él chapurrea, con no llevar corbata y desabrocharse, si acaso, el botón de la camisa a la altura del cuello para así refrigerarse. De este modo tan sencillo, quitándonos la corbata, ahorramos energía, y estamos más cómodos y frescos, que es de lo que se trata en el estío, un gesto tan sencillo que, por arte de abracadabra, salva vidas, las presentes nuestras y las futuras de las generaciones por venir.
 
 
 "No llevo corbata, eso significa que todos podemos ahorrar desde el punto de vista energético (¿?); y he pedido a todos los ministros (y ministras, parece que dice deprisa y corriendo, aunque ellas no suelen llevar esa soga al cuello) y a todos los responsables públicos, y al sector privado, en la medida de lo posible, que cuando no sea necesario (¿lo es alguna vez?) no utilicen la corbata, y así todos ahorraremos (¿el dinero que cuesta la prenda? ¿energía?)". 
 
    Ya puestos, uno podía también, comparecer sin la chaqueta americana, y sin camiseta de tirantes por debajo, por supuesto, solo con la camisa arremangada, y desabrocharse un segundo botón, dando una imagen campechana y posmoderna, como si uno fuera lo que no es: uno más de los de abajo. 
 
 
    Para cocer los garbanzos, porque hay que alimentarse, use olla rápida, nada de estar horas y horas cocinando a fuego lento como hacían las abuelas, que eso consume mucho y de lo que se trata es de hacer ahorro de energía. Y, ya puestos a sentarnos a la mesa, una vez llegada la hora de yantar, comamos un revuelto de grillos, escarabajos y cucarachas, un plato muy sostenible y sabroso, dado que los eructos y flatulencias de la ganadería porcina y vacuna, cuyas carnes nos suministran sabrosas viandas,  emiten sin embargo gases de efecto invernadero, especialmente metano, por lo que hay que minimizar la dieta carnívora, ya que esas emisiones contribuyen al calentamiento planetario, o global, como prefieren algunos cráneos privilegiados, que con ese término pretenden hacer pedagogía para que tengamos bien presente que el planeta no es plano, como el encefalograma de los políticos, sino redondo. 
 
    Y no se preocupe usted, que oye las noticias en la radio mientras come so peligro de atragantarse al escuchar tantas sandeces, por los tanques de guerra y los misiles de largo alcance que el presidente senil de los Estados Unidos autoriza al títere nato ucraniano a utilizar contra la madre Rusia, porque tanto los unos como los otros son ecológicos, green, o sea, verdes, del color de la esperanza, la esperanza de que gracias a ellos alcancemos algún día la paz que salvará al mundo de la guerra que provocan.

lunes, 9 de septiembre de 2024

Pareceres LVII

276.- ¿Desarrollo sostenible? No sólo no hay en la realidad algo que pueda llamarse “desarrollo sostenible”, es decir, desarrollo que se sostenga cabalmente a sí mismo fundamentándose en un recurso tan limitado y perecedero como el petróleo, ese líquido oleaginoso de color negruzco y hediondo, materia grasa mezcla de hidrocarburos que arde fácilmente, expulsado de las entrañas de la tierra, formado por miríadas de microorganismos muertos animales y vegetales, sino que ni siquiera hay “desarrollo” que no sea contradictorio consigo mismo. La idea de Desarrollo, como antaño la de Progreso, no deja de ser una de las epifanías con las que a algunos se les revela apocalípticamente de repente la cara dura y oculta de Dios: una idea, nada más y nada menos, que, cuando se materializa, lo hace adoptando la forma que ya conocemos de la “marea negra”: un maremágnum de chapapote que nos invade y ensucia la belleza incomparable de nuestras playas, lo que no es ningún accidente sino la consecuencia lógica de esta civilización industrial cuya esencia son los petrodólares y el oro negro pronto a reconvertirse ya en energías verdes y renovables no menos sostenibles.  De hecho, la sustitución de las energías basadas en combustibles fósiles por renovables está destrozando el mundo rural en España. Algo que venía a salvar el medio ambiente y a hacer que resurgiera la vida de los pueblos, se está convirtiendo paradójicamente en todo lo contrario.
 
 277.- ¿Qué quieres ser cuando seas mayor? Escribía Fernando Savater un artículo periodístico titulado “San Sebastién” publicado en The objective el 11 de agosto de 2024:  “Los niños no piensan en el mañana, son los adultos quienes les inoculan el virus letal del porvenir con sus «¿qué quieres ser de mayor?», algo tan irreal como preguntarles «¿qué quieres soñar esta noche?». Con esa pregunta que por lo general suelen hacerles sus maestros, sus tíos o amigos de la familia, les están imponiendo la fantasmagoría del futuro, algo que les era completamente ajeno. Se trata, además, de una pregunta tramposa, que da por supuesto que el niño quiere ser mayor y quiere dejar de ser el niño que es y cambiarse por el adulto que está llamado a ser... Recuerda a aquel pecio de Ferlosio: ¿Quién soy yo para ponerle riendas, como a caballo propio, al que he de ser mañana? Son aquí los mayores los que al formular a los menores esa pregunta les están animando a espolear al caballo que han de ser mañana. Son también los adultos quienes les inoculan el virus letal del amor preguntándoles “¿a quién quieres más, a papá o a mamá”. Se trata de otra pregunta tramposa que conlleva la idea de que se quiere más a una persona que a otra, y que puede llevarnos en el futuro a la declaración solemne del amor: “Te quiero”. 
 278.- Diuide et impera. Cuando se fomenta el enfrentamiento horizontal entre homosexuales y heterosexuales, extranjeros y nacionales, agnósticos y creyentes -y dentro de estos, entre islámicos y cristianos, por ejemplo-, así como en definitiva entre hombres y mujeres, izquierdas y derechas, se nos está dividiendo desde arriba, según la vieja táctica estratégica del “divide y vencerás”, y se está ocultando y haciendo invisible la contradicción principal político-económica existente entre ricos y pobres, y entre pudientes y podidos. Hacen que nos enfrentemos entre nosotros para que no nos enfrentemos con ellos. Se impone pasar de la fase tolemaica a la copernicana abandonando la dicotomía de izquierdas y derechas para pasar a la de arriba y abajo: derecha e izquierda son hoy lo de arriba, la supraestructura, que está contra lo de abajo, que no tiene representación.
 
 
279.- La noticia del verano. El 28 de agosto se abrió el sepulcro de santa Teresa de Jesús en Alba de Tormes, provincia de Salamanca, donde se encuentra la tumba de la fundadora de la Orden del Carmelo y dos de sus preciadas reliquias, el corazón y el brazo izquierdo, y se comprobó según fuentes fidedignas de la diócesis abulense, que estaba "en las mismas condiciones que en la última apertura de 1914", si bien ninguno de los que asistieron en esta ocasión a la apertura estuvo presente hace ciento diez años. Pero los expertos pudieron comprobar que los restos mortales de la santa, pese al ligero olor a santidad y putrefacción, seguían incorruptos desde 1582, más de cinco siglos después de su sepultura. El proceso para llegar hasta la urna de plata que contiene a modo de sarcófago el cadáver de la Doctora de la Iglesia que vivía sin vivir en sí y tan alta vida esperaba que moría porque no moría, ha sido harto complejo. Primero se ha tenido que retirar la losa de mármol que lo cubría,  después, en la sala habilitada, y ya solo con la presencia del equipo médico científico y los miembros del tribunal eclesiástico se ha abierto el sepulcro de plata, que se encontraba en perfecto estado de conservación, destacando su excelente orfebrería, regalo que fue en su día de sus majestades los reyes Fernando Sexto y su esposa Bárbara de Braganza. Y se han utilizado para proceder a la apertura las famosas diez llaves del sepulcro: las tres que se conservan en Alba de Tormes, las tres que les ha prestado el Duque de Alba, y las tres que conserva en Roma el Padre General, además de la llave del rey. Tres de esas llaves son para abrir la reja exterior, tres son para abrir el sepulcro de mármol, y las otras cuatro son para abrir la urna de plata. 
 
 
 280.- Virus y olas de calor extremo. Descubren, antes que América, el Mediterráneo. Las temperaturas abrasadoras que azotan Europa han matado, según la prensa progresista, a decenas de miles de personas en los últimos años, pero, a medida que aumentan las muertes, los investigadores descubren que un grupo es el que sufre desproporcionadamente el peso del calor extremo: quienes viven en la pobreza según los estudios de los investigadores. Uno de estos estudios revela que las personas con ingresos inferiores a la media tienen más probabilidades de morir en olas de calor. Ya dijeron algo parecido los expertos cuando en la pasada pandemia descubrieron que los más afectados por el virus asesino eran las personas de bajísimos ingresos. ¿Por qué será? ¿Serán el virus y el calor extremo las causas de las muertes de los pobres o será, más bien, la pobreza y la miseria en la que viven? Uno de estos expertos, profesor de investigación de un prestigioso instituto especializado en temas sanitarios, cuyo nombre propio no viene a cuento, afirma que “No es lo mismo una ola de calor cuando estás en una habitación compartida con otras tres personas y sin aire acondicionado, que cuando estás en un chalet con acceso a piscina y aire acondicionado”.  Unas 175.000 personas mueren cada año en la vieja Europa por causas relacionadas con el calor, según la Organización Mundial de la Salud.
 

domingo, 8 de septiembre de 2024

El sesgo de la noticia

    Publicaba el diario Público el viernes pasado la siguiente noticia: "La crisis climática se acelera: el verano de 2024 ya es el más caluroso de la historia". El verano de 2024 aún no ha llegado a su fin, pero, según la citada fuente, ya se puede afirmar que es el más tórrido de la historia universal, lo que dicho así, en general, suena muy grandilocuente y algo que quizá no sea muy certero. La noticia es, cuando menos, confusa. Porque más abajo se dice que es el verano más caluroso desde que hay registros, es decir, desde que hay constancia escrita de los datos.  Pero ¿desde cuándo hay registros de las temperaturas? Según la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología) desde 1961. Para la citada fuente, la historia comienza con los registros escritos, que datan del año 1961 después de Cristo, lo que resulta por lo menos irrisorio, pero a partir de esa referencia se permite decir "el más caluroso de la historia". 
 
 
    Si leemos un poco más, comprobamos la intención de la noticia: "El calentamiento global se acelera día tras día". Se trata de una información sin duda alarmista. No solo da por sentado que hay calentamiento global, sino que este se acelera día a día. El pánico subyacente a esta noticia es que la aceleración cotidiana del calentamiento global provoca muertos, que se ceban sobre todo en las clases más bajas de la sociedad, que no tienen piscinas ni aire acondicionado para combatirlo.

    En realidad, eran varios los periódicos los que compartían la misma noticia y prácticamente el mismo titular el jueves pasado. Esto es lo que decía, a guisa de ejemplo, el Periódico Global:
   
    El diario El Mundo, que también publicaba la noticia, por su parte, la acompañaba de una encuesta a sus lectores sobre si estaban de acuerdo con el titular, cuyo resultado fue, según esta captura, que sólo un 22% decía que sí, mientras que el 78% restante se mostraba en disconformidad. Dicha encuesta ya no está disponible. Quizá porque el resultado contradecía el titular de la noticia que servía el periódico. 

    Europapress, por su parte,  precisa: "Agosto de 2024 fue el más cálido en España desde 1961 con una temperatura media de 25ºC". Más adelante se utiliza la expresión "desde el comienzo de la serie en 1961", que es a partir de cuando se empieza a contar. Pero podríamos preguntarnos ¿no hay datos anteriores? 
 
    Sí que los hay. Por ejemplo los de la estación meteorológica Saga, que nos ofrece información climática de todos los países del mundo con datos históricos que en algunos casos se remontan al año 1929, permitiéndonos incluso conocer el estado del tiempo de una fecha anterior en alguna de las mas de 9.000 estaciones de las que disponen información con datos históricos de las medias anuales, medias mensuales y la información histórica día a día, que nos permite ver, por ejemplo, cuál fue la temperatura media del mes de agosto en  España en 1960, un año antes de que empezara la serie, los registros o, si se quiere, la historia universal, que fue tres grados centígrados superior a la de este año:  28.2ºC.
 
 
    Podríamos eliminar el sesgo alarmista de la información, dándola de esta otra forma: "El mes de agosto de 1960 fue más cálido que el actual de 2024". O de esta otra: "Las temperaturas del mes de agosto de este año no han superado las que se alcanzaron en España en 1960 durante el mismo mes".  De hecho, según la citada fuente, la temperatura máxima alcanzada en aquel año fue de una media de 33,5ºC  y la mínima de 23,6ºC.
 
    Una  aguda viñeta de Andrés Rábago, El Roto, ilustra muy bien el sesgo alarmista que ha adquirido la omnipresente información meteorológica. De tener que protegernos de las inclemencias del clima, del frío en invierno y del calor en verano, un clima que casi siempre era 'variable' en las predicciones, ahora tenemos que protegerlo a él de nosotros, que somos los causantes del calentamiento global y del cambio climático:
 
     

jueves, 15 de agosto de 2024

Por un golpe de calor

    Muere un hombre de cuarenta y cuatro años de edad por un golpe de calor cuando paseaba por un parque de Madrid.  Las Agencias dan esta noticia que recoge, por ejemplo, El confidencial en su edición del 13 de agosto de 2024: Un varón de 44 años de edad ha perdido la vida este lunes en la capital por un golpe de calor. La víctima, que se encontraba en un parque del distrito de Latina, entró en parada cardiorrespiratoria cuando los sanitarios trataron de reanimarle.
 
    La noticia prosigue con informaciones horarias y locales más precisas: El suceso ha ocurrido en torno a las dos de la tarde en la calle Concejal Francisco José Jiménez Martín. Los profesionales del Samur-Protección Civil no pudieron hacer nada por su vida después de realizar tareas de RCP durante una hora. Su temperatura corporal rondaba los 42 grados. Finalmente se introduce información importante que no nos proporcionaba el titular: El fallecido era un paciente con patologías graves previas y medicación que pueden agravar el cuadro de golpe de calor que ha sufrido
 
 
    Si el hombre de 44 años era “un paciente CON patologías graves previas y medicación”, ¿cómo puede afirmarse que haya muerto, como reza el titular del tabloide, POR “un golpe de calor”, y que esto sea la causa del fallecimiento? Este juego de las preposiciones “por” y “con” es muy significativo e induce al error y a la confusión a la hora de determinar la causa de un suceso. ¿No sería un poco más lógico decir que muere un paciente POR las patologías graves que padecía CON un golpe de calor, que sería, en todo caso, la gota que colma el vaso, pero no la causa de la muerte de esa persona, sino una circunstancia concomitante y agravante, si se quiere, pero nunca responsable?
 
    La temperatura de su cuerpo rondaba los 42 grados, luego el hombre tenía una fiebre muy alta, que no se debe a los 42 grados que podían marcar los termómetros del parque madrileño a esa hora tan intempestiva en que, en plena canícula de Lorenzo, con un sol de justicia rabiosa, cae sobre nosotros cenital- y contundentemente, sino a las graves patologías previas que arrastraba. 
 
 
    Estamos -seguimos- sufriendo una intoxicación informativa considerable similar a la de la pandemia del virus coronado cuando se hablaba de muertos “con” el virus, en unos momentos en que todos prácticamente estábamos infectados con él o expuestos a él, tanto los vivos, que éramos la inmensa mayoría, como los que se morían, y los muertos “por” el virus, porque resultaba que la causa de la muerte de los que se morían, aunque fuera en un accidente de tráfico, era el virus al que, además, se le calificaba, cargando por si fuera poco las tintas,  de 'asesino'. 
 
   Esta intoxicación informativa probablemente no es casual e involuntaria o sensacionalista, sino que, como la pandémica, estaba promovida, desde arriba, para causar un terror rayano en el pánico que hiciera que la gente se sometiera al primer tratamiento preventivo que se le ofrezca y que pudiera evitar que cualquiera de nosotros o de nuestros seres queridos pasara a engrosar las estadísticas con las que nos bombardeaban de muertos a causa del virus asesino, que resultó que no era tan fiero como lo pintaban. 
 
 
     Detrás de esta intoxicación, late la vieja falacia lógica del “post hoc, ergo propter hoc”: después de esto, luego por causa de esto: se queda uno calvo y luego se muere, por lo que se determina que la calvicie es la causante de su muerte. Absurdo, pero creíble: creíble por lo absurdo que es, y cuanto más absurdo más digno de crédito fehaciente. 
 
    Quizá en este caso haya también una causa que explique la intoxicación informativa: hay que luchar contra el cambio climático provocado por los gases de efecto invernadero que desprende el planeta, y hay que hacerlo fomentando las energías renovables y la renovación del parque automovilístico y la lucha contra los combustibles fósiles y amortizando nuestra huella de carbono, que es el mal que hay que combatir, responsable del calentamiento planetario. La industria energética, en este caso, como antes la farmacéutica, está detrás de estas noticias alarmantes, que se complementan con esta otra información que les regala a las agencias de noticias el Instituto de Salud Carlos III de las Españas de Dios: “El calor ha provocado ya la muerte de 900 españoles en los primeros 12 días de agosto”. Y suma y sigue.
 
Viñeta de Mlalanda.

martes, 15 de agosto de 2023

El mensaje del Cristo Redentor

    Sobre la imagen del Cristo Redentor de Río de Janeiro se proyectó el pasado 28 de julio el llamado 'Reloj Climático' (Climate Clock, en la lengua del Imperio). Lo de reloj nos viene del antiguo horologion/horologium de griegos y romanos, como llamaron al artilugio que a través de los rayos del sol o de los granos de arena convertía el tiempo en números, y lo de climático nos viene del latín tardío, clima, que es adaptación del griego klíma klímatos 'inclinación' de la Tierra desde el ecuador a los polos, de ahí que signifique 'zona geográfica'. Un reloj climático terrorífico que marca el tiempo que nos queda para poder detener el calentamiento global que hará que el planeta, entrado ya en ebullición según los expertos de la ONU, se destruya como por combustión espontánea poniendo fin a la vida y al mundo, en un tiempo que se ha cifrado en menos de seis años a contar desde ya mismo.

    Ya ha comenzado la cuenta atrás de hecho con la proyección sobre el Cristo brasileño del reloj. El reloj pasó enseguida de los 6 años, 0 días y 00:00:00 horas a 5 años, 364 días y 23:59:59 horas, en un momento en que varios puntos del planeta en los que se han exagerado las temperaturas al tomarlas de la superficie terrestre en lugar de tomarlas de las tradicionales garitas meteorológicas, bien protegidas de los rayos del sol, que se colocan a un metro y medio o dos metros de dicha superficie, registraban unas temperaturas de calor extremo que, por otro lado, no son nada infrecuentes en esta época estival y en esos lugares. Cada momento que pasa queda menos.  

     Resulta que el hemisferio norte, donde ahora es verano y arde la canícula, está sufriendo estos días los efectos de una intensa ola de calor con temperaturas extremas en Estados Unidos, algunas zonas de Asia y varios países de Europa, donde también se han reportado incendios forestales de grandes dimensiones, como en Grecia, que sería ingenuo achacar al cambio climático, como sabemos en las Españas septentrionales, pero se imputan porque todo vale: si los incendios no son la causa, son la consecuencia...

    El reloj indica el tiempo que queda para detener el fin del mundo desatado por el calentamiento planetario. El reloj seguirá avanzando en su cuenta atrás y cuando llegue a cero significará que se avecina un apocalipsis climático de proporciones catastróficas desconocidas e inimaginables si las emisiones de dióxido de carbono (CO2), antiguamente llamado anhídrido carbónico, gas que liberado a la atmósfera provoca el efecto invernadero se mantiene en el nivel actual sin reducirse.  

     Quiero recordar que el Cristo Redentor ya se iluminó otra vez para darnos el mensaje pseudo-evangélico de que la vacuna salvaba vidas. Como comentamos en su momento en Dos metáforas de la inyección,  lo más sangrante era cómo se utilizaba la imagen del Salvator Mundi para adoctrinar a la población sobre las virtudes del supuesto suero milagroso, pero no sus palabras -el que salve su vida la perderá-, que son acaso lo más auténtico que nos ha quedado de él, más auténticas, desde luego, que cualquier utilización y manipulación de una imagen que pretenda representar -suplantar- al verbo encarnado. 

    Ha comenzado la apocalíptica cuenta atrás. Quedan, de seguir igual que estamos, sin reducir las emisiones de carbono a  la mitad por lo menos, menos ya de seis años para que se acabe el mundo, o dicho de otra manera: la probabilidad de impactos climáticos globales devastadores será muy alta. Bienvenidos, señoras y señores, a la Edad Media de la que no hemos salido todavía. El fin del mundo está a la vuelta de la esquina.

viernes, 11 de agosto de 2023

Sequía asintomática

-Hay que ver. En plena canícula de agosto, y mira cómo salimos a pasear, con el impermeable y el paraguas debajo del brazo por si acaso.

-Y raro es que tú no lleves la mascarilla puesta, Poldo, que tú eras de los que la llevaban por la calle hasta ayer mismo.

-Bueno, parece que ya se acabó la alarma esa... por ahora.

-Bien dices, porque seguro que este otoño vuelven a activarla, que llevamos ya meses sin pincharnos. Pero ahora toca la alarma del calentamiento planetario.

-No te burles, a ver si vas a resultar tú también negacionista del cambio climático.

-No, negacionista yo no soy, Poldo, pero tampoco un afirmacionista que va por ahí largando lo que no hay.

-Pues es que cambio climático tiene que haberlo, porque yo lo que digo, y soy mucho más viejo que tú, Davicín, es que esto no pasaba antes, no, y eso no hay que porfiarlo, porque no lo digo yo, lo dice la Ciencia.

-Será la Televisión, que la Ciencia está muy callada últimamente.

-No hace falta ser científico para darse cuenta de que no es ni medio normal que llueva en agosto, a no ser que haya cambiado el clima, lo que demuestra que hay cambio climático, que existe. 

-Existir sí que existe, porque están todo el día hablando de ello por la tele, pero que lo haya es harina de otro costal. Yo no lo tengo tan claro.

-Pues yo sí que me lo creo.

-Bueno, pues al final va a ser una cuestión de fe, Poldo. Pero no es para tanto, que esto son cuatro gotas nada más. Además, siempre ha habido tormentas de verano. Y parece normal que después de unos pocos días de calor de un verano perfectamente normal venga un tiempecillo fresco y algo lluviosillo.

-Pero llevamos cuatro días ya sin ver el sol, coño, y tampoco llueve en condiciones, que está todo el día morrinando.

-Mira, me estoy acordando yo ahora de unas inundaciones que hubo, cuando volvía yo de Francia...

-Inundaciones ha habido siempre, pero no en agosto.

-Sí, sí, en agosto fueron. No recuerdo de qué año... Pero fue en agosto, de eso estoy seguro, porque había estado yo de vacaciones  y volvía a Cantabria, y me pillaron en Bilbao, donde se desbordó la ría... Llovió a mares, y hasta murió bastante gente, creo recordar...

-Sí, recuerdo unas inundaciones que hubo hace mucho también aquí, pero no en agosto...

-Consultemos el aparato que todo lo sabe que traigo en el bolsillo, a ver qué dice... Escucha:“Se cumplen 35 años de las graves inundaciones del 26 de agosto de 1983, que dejaron 34 muertos y pérdidas por valor de 1.200 millones de euros. Había llovido mucho durante toda la semana, pero eso no significaba nada en una ciudad acostumbrada al agua.”

-Hace treinta y cinco años no pudo ser, si fue en el 83. Hará cuarenta, en todo caso, si no me he olvidado de sumar.

-Sí, claro, es que esta noticia es de hace cinco años. Ten en cuenta, amigo Poldo, que estos cacharros tienen demasiada información, la mayoría sin actualizar.

-Ahora me acuerdo yo, que aquí hubo también inundaciones en Ampuero y en Renedo de Piélagos, donde se desbordó el Pas.

-Pues ya ves, Poldo, que esto no es nada, que no pasara antes de vez en cuando. Hay que tener algo de memoria y no amnesia histórica, y no creerse todo lo que cuentan, porque según la televisión y muchos periódicos resulta que julio ha sido el mes más caluroso de toda la historia mundial, y ya no nos acordamos de cómo hizo el verano pasado, que fue muchísimo más caluroso que este. 

-Bueno, de alguien hay que hacer caso.

-Pero es que ahora todo el mundo se ha vuelto meteorólogo de la noche a la mañana, como antes virólogos y teólogos de Dios. Y es que, amigo Poldo, si comparamos esto con la pandemia, es exactamente igual: Nos acojonan metiéndonos miedo, y como antes nos metieron el virus, ahora nos meten el cambio climático. 

 

-Hombre, te sacan fotos de pantanos secos, y de desiertos y de termómetros bien soleados que marcan 50º, y de gente que le da un infarto y se muere del golpe de calor...

-Igual que antes con los muertos del virus...Y nos hacen ver lo que no hay: Si antes había enfermos asintomáticos, ahora hay sequía asintomática. O sea que el síntoma de que hay calentamiento es que no hay ningún síntoma de calentamiento, precisamente, y además han bajado las temperaturas. Y te harán creer, en nombre de la Ciencia, como de antes en nombre de Dios, lo que quieran, para luego echarte la culpa por tus emisiones y cobrarte el impuesto revolucionario.

-Bueno, ¿qué podemos decir? A lo mejor poca cosa, que los designios de la climatología, como antaño los de Nuestro Señor, son inextricables para nosotros y el común de los mortales.

-Sí, pero además ya no hay calentamiento global. ¿No has oído tú lo que dice el gerifalte ese de la ONU de que se acabó la era del calentamiento, y ahora entramos en la de la ebullición?

-¿De la qué?

-De la ebullición, del hervor de las ranas en el puchero.

-Pues peor me lo pones, amigo Davicín.

-Peor nos lo quieren poner, amigo Poldo.

sábado, 29 de julio de 2023

Quien paga manda

    Uno de los periódicos británicos más considerado es sin duda The Guardian, orientado ideológicamente hacia la izquierda política. Se dice que mientras The Times, el diario conservador, es el periódico de los que mandan en el Reino Unido, The Guardian, el rotativo progresista, es el de los que aspiran a mandar.

    Si consultamos la página electrónica de la milmillonaria Fundación de Bill y Melinda Gates, comprobamos enseguida que Guardian News & Media Ltd, la empresa que lo edita, recibe fondos habitualmente de dicha organización en concepto de subsidios o subvenciones gratuitas (grants, en la lengua del Imperio). El último dato publicado corresponde a septiembre de 2020, fecha en la que recibió gratis et amore en concepto de Global Health and Development Public Awareness and Analysis la suma de 3.499.032 dólares americanos para cubrir treinta y seis meses, es decir, tres años, por lo que es previsible que en septiembre de este año vuelva a recibir otra subvención por la misma cantidad o superior. 

    Su equivalente español sería El Periódico Global, alias El País. Ediciones El País, S.L. recibió, por su parte, en octubre del año pasado de la misma fundación la cantidad de 1.205.016 dólares bajo el mismo concepto que The Guardian, con una duración de treinta y cinco meses. 

    Vemos así cómo periódicos supuestamente independientes y progresistas son financiados no por sus lectores sino por la pseudo- filantrópica fundación, a más de la publicidad que suelen incluir.

    El caso es que en la portada de The Guardian de anteayer aparecía en primera plana este alarmante titular que forma parte de los análisis y concienciación pública sobre desarrollo y salud globales que subvenciona la mentada Fundación.

     El calentamiento global es noticia, es un hecho. Destaca en letra llamativamente roja el titular: global heating. Deberíamos mejor decir en castellano "calentamiento mundial o planetario", pero usamos el anglicismo 'global' para referirnos al planeta como globo terráqueo y que se vea, con la imagen del globo, que no somos terraplanistas. Podemos pecar de testaplanismo o encefalograma plano, pero nunca de terraplanismo.

    Las olas de calor son mortales y son el resultado de la crisis climática, y por lo tanto el fruto del calentamiento global, según los científicos expertos.

    El calentamiento global  es causado por el hombre, o, dicho en griego para que suene más científico y técnico, es antropogénico.

    Destruye vidas.

    Y lo peor de todo es que lo peor, valga la redundancia, está todavía por venir si no se producen recortes drásticos de emisiones.

    ¡Cuánto nos recuerda esta retórica a la del fiero virus coronado! Se habla de una amenaza inminente y, al mismo tiempo, se nos vende el remedio: el amuleto de la vacuna, en aquella ocasión, o la reducción de las emisiones en esta. ¡Cuánto terrorismo periodístico desprende!

    Pero pongamos esta noticia ahora en relación con otro periódico subvencionado por la Fundación de los señores Bill y Melinda, el francés Le Monde, de la misma ideología aproximadamente que The Guardian y El País, que recibió en agosto del año pasado la suma cuantiosa de 2.133.071 dólares con una duración de treinta y cinco meses, y que publicaba en noviembre de ese mismo años, pocos meses después de recibida la donación, la siguiente noticia significativa: Reducir la población contribuiría a la atenuación del calentamiento climático.

    ¿No nos hallamos ante un nuevo malthusianismo ecológico disfrazado de filantropía y amor al planeta?  Aquí tenemos, además,  la ecuación perfecta: la reducción de las emisiones se consigue rebajando la población, lo que en buena lógica se logra frenando los nacimientos (para que no seamos más de los que somos) y acelerando las defunciones (para que seamos menos de los que somos). 

   Lo primero, además, se consigue fomentando medios anticonceptivos y el aborto, promoviendo cambios de sexo y sexualidades LGTBIQ+ no reproductivas, insistiendo pedagógica- y machaconamente en que ya somos muchos y no cabe ni uno más en el planeta,  y económicamente en que es poco sostenible traer hijos al mundo, que no vienen con un pan bajo el brazo como se decía antaño, sino demandándolo; pero para reducir efectivamente el número existente hay que soltar algún virus y simultáneamente algún remedio que sea peor que la enfermedad que pretende combatir, como las inoculaciones a las que nos forzaron recientemente, hay que favorecer sedaciones y eutanasias, fomentando suicidios y profilaxis que hacen que perdamos el gusto por la vida, y  subvencionando y promoviendo, por supuesto, alguna que otra guerra que contribuya a hacernos creer que si no nos afecta directamente estamos en paz por contraposición.