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lunes, 18 de noviembre de 2024

¿Por qué los niños ya no juegan en la calle?

    Los niños ya no salen a jugar bulliciosos a la calle en las ciudades porque hay coches que pueden atropellarlos, pederastas que pueden violarlos -hay una excesiva alarma social en torno a las violaciones de niños, aunque quizá sean más frecuentes en el hogar que en la calle-, terroristas asesinos y muchos otros peligros indefinidos a la vuelta de cada esquina, por lo que se quedan, qué pena, en casa enchufados a la consola de videojuegos o a interné o a la caja tonta, o a las tres cosas a la vez. 
 
    El hogar está lleno de instrumentos tecnológicos y juegos para que el niño pueda quedarse el mayor tiempo posible en casa, cadenas y rejas que le impiden ser libre. 
 
    Los niños ya no recorren las calles de la ciudad para ir andando al colegio o al juego porque no tienen autonomía ni movilidad, por eso un adulto los acompaña y conduce en coche casi siempre a todas partes en sus desplazamientos cotidianos hasta la adolescencia.
 
    Habría que reeducar a los niños en el placer de trasladarse a pie o en bicicleta, invitándolos a ir a la escuela sin el acompañamiento paterno, sin miedo ninguno. 
 
 
    ¿Por qué ni siquiera se bañan ya los niños desnudos, gloria bendita de verlos, y despreocupados en las playas? 
 
     Las tiernas criaturas ya no pueden jugar en las plazas y en las calles porque éstas se han convertido en aparcamientos y vías para automóviles, lo que supone un excesivo acaparamiento del suelo público y urbano por parte de los coches. 
 
    Un niño no puede jugar al balón o a la pelota si no se mete a entrenar en un equipo con camiseta, pantalones cortos y zapatillas, con un entrenador y demás parafernalia; a poco que se descuide se lo profesionaliza. 
 
    La infancia es un lujo que los niños de hoy están privados de disfrutar por sus mayores, quienes, sin embargo, disfrutaron de la suya. 
 
     Los adultos los controlan, dirigen y entrenan, condenándolos a una nueva enfermedad: la soledad. Necesitan permiso paterno hasta para tirarse un pedo. No se les deja estar solos fuera de casa. 
 
 
    Se reduce así su movilidad, restringiéndose además a determinados lugares controlados y videovigilados. No les dejan encontrarse libremente en la calle con otros niños que no sean sus amigos y otros adultos que no sean sus padres. Les inculcan el miedo a los desconocidos. 
 
    El empeño de los padres ya no es como hace algunas generaciones, promover progresivamente la autonomía de los infantes, sino garantizar su dependencia y su protección. 
 
    Fuera de casa, prosperan las ludotecas y los parques temáticos siempre bajo la atenta mirada sobreprotectora y la custodia y control de los adultos. 
 
    Los adultos consideran al niño un “educando”, es decir, un sujeto que debe ser educado, que tiene valor no por lo que es sino por lo que llegará a ser el día de mañana. 
 
 Niños in-móviles
 
    El niño de carne y hueso es negado, no importa, no existe. El niño está, como la poesía de Celaya, “cargado de futuro”, excesivamente sobrecargado de la losa fúnebre del porvenir. 
 
    No importa lo que es, sino lo que será mañana, para lo que se le hace que no sea, se mata, de alguna de las maneras que hemos descrito, su infancia, subordinada a un proyecto de futuro. 
 
    El futuro ciudadano democrático será, por consiguiente, un niño muerto. 
 
    Recordemos el Principito de Antoine de Saint-Exupéry: “Todas las personas mayores han sido niños antes. (Pero pocas se acuerdan).” 
 
    Sería bello, muy bello, que liberáramos las plazas de los aparcamientos y las recuperáramos para paseo, descanso y solaz de niños. Sería muy bello por otra parte que los peatones recuperáramos las calles.

viernes, 18 de octubre de 2024

Pareceres LX

291.- Victimismo. Hay una ideología victimista que impregna la sociedad y que consiste en que solo tiene valor alguien si ha sido víctima de algo, por lo que declararse víctima es un mecanismo para llamar la atención que ennoblece a ojos de los demás al que ha sufrido algún daño grave por culpa ajena o por accidente fortuito. La ideología victimista reivindica con orgullo no algo que alguien haya hecho, sino algo que ha padecido, por ejemplo, abusos en la niñez, violencia machista, malos tratos, etc. Víctima se define en la actualidad en primer lugar como la persona o animal destinada a un sacrificio religioso. En la antigua Roma era la res de gran tamaño ofrecida en sacrificio a los dioses para pedirles la concesión de algún favor  o para agradecérselo, frente a la hostia, que era el de animal de menor tamaño, como la paloma, el cabrito o el cordero. Enseguida se registraron usos reflexivos, figurados y simbólicos, como la expresión latina: praebere se uictimam rei publicae: 'sacrificarse uno en aras del bien común', es decir, ofrecerse en sacrificio como víctima. La víctima se convertía así en victimaria de sí misma. La etimología popular relacionaba la palabra con el verbo latino uinco y la victoria, pero también con uincio 'encadenar, atar', pero no son satisfactorias ninguna de ambas etimologías porque la víctima no es tal por estar privada de libertad ni porque haya sido sometida, sino porque ha sido elegida, como demuestra la raíz indoeuropea de la que seguramente deriva, que sería *weik-, presente en el verbo alemán weihen 'bendecir, consagrar', por ejemplo en la significativa frase: dem Tode geweiht sein 'estar destinado a morir'. 
 
292. Emoticonos. Los mensajes escritos en línea forman parte ya de nuestra vida cotidiana. Hace 42 años nació el primer "smiley" digital. Lo que comenzó como una broma logró cambiar la forma en que escribimos para siempre haciendo que volviéramos de la escritura alfabética a la pictográfica. Pero, ¿cómo llegó a nuestras vidas el primero de estos pequeños iconos amarillos, que ahora han cobrado enormes dimensiones en la realidad digital? La creación del primer "smiley" data, al parecer, de 1982 y consintió en dos puntos, a modo de ojos, un guion en medio haciendo de nariz, y un cierre de paréntesis simulando una mueca sonriente. Esto es :-) Enseguida surgió la posibilidad de mostrar enfado con el signo de paréntesis invertido. Esto es :-(  Esta iniciativa que, al parecer nació en una universidad norteamericana, se extendió como la pólvora a través de las redes universitarias. Acababa de nacer el primer pictograma moderno digital, al que luego acompañaron el guiño de un ojo ;-) , la sorpresa que nos deja la boca abierta :-o o la lengua que se saca en broma :-p. El uso de estos iconos conocidos colectivamente por muchos como emojis, está en general en aumento. La aplicación de mensajería Guasap ofrece más de 3.600, pero hay algunas que ocupan los primeros puestos en frecuencia de usuarios. El año pasado la cara con lágrimas de alegría fue el emoji 😂 más utilizado a nivel mundial, seguido del corazón rojo ❤️. También entre los diez primeros está el pulgar hacia arriba👍. Pero, ¿cómo afecta esta tendencia a nuestra comunicación en su conjunto cuando las palabras y los sentimientos están cada vez más representados en pictogramas?
 
 
293.- Bajar a la calle. Los niños que hay ahora, tras el encierro diurno y nocturno durante la ominosa pandemia, han dejado de jugar y de relacionarse con otros niños fuera del marco familiar y escolar y han comenzado a acceder al mundo virtual. Además, han dejado de moverse, por lo que en la pospandemia nos hallamos ante problemas de obesidad mórbida, falta de inteligencia de las cosas, carencia de socialización y muchísimos problemas de salud mental. Y es que los niños ya no bajan a jugar a la calle ni van a casa de sus amigos, porque sus padres, protectores, no van a dejarlos solos  tal y como está el mundo... ¿Cómo está el mundo? Lleno de pederastas violadores y traficantes de órganos deseosos de raptarlos ofreciéndoles una golosina para venderlos en el mercado negro -como si hubiera un mercado blanco por contraposición. ¿Qué miedo pueden tener los padres a que sus tiernos retoños se hagan unos rasguños o mataduras, como nos hemos hecho todos de pequeños los que no nos hemos criado en una burbuja de cristal? Hay padres que prefieren que sus hijos estén seguros, a buen recaudo, en casa con sus teléfonos móviles antes de dejarlos salir a la calle. En mi infancia, no salir a la calle era uno de los peores castigos. Hoy ese castigo es la cruda realidad. Pero hay una evasión dentro del arresto domiciliario: la realidad virtual. Las pantallas son la calle de hoy, ocupan el espacio que tenían la calle y el juego. A cambio de eso los progenitores se sienten seguros y cómodos. Ahora no hay niños jugando con sus amigos en el parque, no bajan a las plazas, están enganchados. Si sustituimos la calle y los amigos por la pantalla del esmarfon, lo virtual les parece lo real, no la simulación de vida que es, por lo que en la vida real no son felices sin el móvil que los inmoviliza. Una generación de niños, la de la pandemia, vulnerables, retraídos, débiles, irascibles o inestables. Los padres no saben qué hacer con su tristeza y su hiperactividad. Cuando se ponen molestos, los llevan a terapia ocupacional. La solución más fácil, la pastillita.
 
Desgracia para unos, felicidad de otros. Sempé.
 
294.- Tres aforismos: Al humorista catalán Jaume Perich (1941-1995),  le debemos algunos hallazgos expresivos, tanto en el diseño gráfico como en la expresión escrita, hasta el punto de que podemos considerarlo un aforista o cultivador de aforismos. Aforismo es término griego que significa acotación. Es el aforismo, una máxima, es decir, una frase breve, concisa, categórica y elocuente. La palabra es voz griega, y significa definición, separación, acotación. Originalmente se refería a las reglas escritas del sistema ético médico, obra del griego Hipócrates -su primer aforismo es bien conocido en su formulación latina: ars longa, uita breuis, o sea, 'lo que hay que hacer es largo, la vida corta', que en su versión original griega era ὁ βίος βραχύς, ἡ δὲ τέχνη μακρή, citando antes la brevedad de la vida, y el término luego fue utilizado para cualquier tipo de frase o sentencia cuyo autor fuera conocido y cuyo contenido fuera relevante. Se diferenciaban así de los refranes y los adagios, que suelen ser anónimos, ya que pertenecen al acervo de la sabiduría popular. Lo fundamental del aforismo es la brevedad; pocas palabras que digan muchas y hondas cosas que inviten de modo sentencioso a la reflexión intelectual. He aquí tres ejemplos de el Perich: 1.- La autocensura —debe ser por llevar la palabra “auto”— es la que más atropella al creador. 2.- La esclavitud no se ha abolido, se ha puesto en nómina. y 3.- Los locos y los niños dicen siempre la verdad. Por eso se han creado los manicomios y los colegios. 
 
 
295.- Clichés. Es un tópico, un lugar común, una idea o expresión demasiado reiterada hasta el punto de que se ha convertido en fórmula que es capaz de pensar por nosotros mismos, sin que nosotros mismos pensemos en lo que quiere decir. Un cliché o clisé​ (del francés, cliché ‘estereotipo’, ‘estereotipia’) es una frase, expresión, acción o idea que ha sido usada en exceso, hasta el punto en que pierde novedad, especialmente si en un principio fue considerada notoriamente poderosa o innovadora. Sin embargo sigue actuando como una metáfora poderosa que es capaz de vampirizar nuestro pensamiento. Me vienen a la memoria, por ejemplo, a bote pronto  'guerra sucia' y 'dinero sucio' (o negro, y su correlato 'mercado negro') son expresiones falsificadoras porque el adjetivo que califica a los sustantivos guerra, dinero o mercado, a saber 'sucio/negro' implica que puede haber, por el contrario, guerra y dinero y mercado limpios o blancos, con lo que los chiclés arriba mencionados sirven para blanquear esos conceptos. Sucede lo mismo con la expresión "crimen (y criminal) de guerra", que rebajan la idea de que la guerra es un crimen por sí misma.
 

sábado, 21 de septiembre de 2024

Micrópolix

    Hay un parque temático en San Sebastián de los Reyes, en los Madriles, donde las tiernas criaturas de cuatro a catorce años pueden divertirse jugando al no poco aburrido juego de ser mayores antes de tiempo y adultos responsables. 

    Este centro de ocios y negocios infantiles, llamado Micrópolix -al parecer es palabro esdrújulo por lo que se oye en el vídeo promocional, aunque han olvidado la obligatoria tilde diacrítica-, es el sitio ideal para educar al niño, es decir para que deje de ser un infante y para que, muerto y enterrado lo vivo que haya en él, se convierta antes de tiempo en un adulto hecho y derecho: en un(a) self-made-(wo)man.

    Aquí pueden ser lo que vayan a ser cuando sean mayores anticipándose al porvenir que nunca llega, como dice la copla: aprenden a trabajar consagrándose a actividades laborales de su elección y a ganar y manejar dinero, adquiriendo cultura financiera, económica, que es lo mismo que decir política, y emprendedora, así como hipotecando el momento presente en las aras ensangrentadas del futuro, con la esperanza de venideras metas y tierras de promisión inexistentes. Ahí es nada.
 
    
 Micrópolix es una ciudad (πόλις, polis, ciudad en griego) en miniatura (μικρός, micrós, pequeño en la misma lengua) con la originalidad de la equis final, cuyo sentido se me escapa, que acuña su propia moneda, que se llama eurix. ¿Por qué será? Aquí las tiernas criaturas juegan a ser los adultos que van a ser cuando sean mayores: trabajan, abren cuentas bancarias como sus mayores... Y sobre todo pueden, acudiendo a la autoescuela y haciendo las correspondientes prácticas de conducción y educación vial, obtener el preciado Permiso para poder conducir autos, como en los coches de choque de las ferias, y circular por el parque temático micropolitano... No podía faltar una Oficina de Empleo para que se vayan acostumbrando a hacer cola los desempleados, donde se apuntan para realizar una veintena de oficios: veterinario, banquero, dependiente, policía... 


    A la par que se preocupan por administrar el dinero que van adquiriendo como mano de obra barata, los niños aprenden a regirse por los horarios y a subordinarse a sus dictados, de modo que si llegan tarde al laburo, por ejemplo, pierden los eurix del jornal. 

    Puede parecer poco ético que todo gire en torno al dinero, y algún pedopsicagogo moderno podría poner el grito en el cielo y venir con la cansina monserga y obsoleta prédica de que los niños también deben aprender a cooperar buscando soluciones solidarias en equipo y aportando cada cual sus talentos a la sociedad de consumo, pero no nos engañemos: el mundo real es poco ético y en él todo gira en torno al vil metal. No seamos hipócritas: Micrópolix prepara estupendamente a los pequeños para enfrentarse a Macrópolix,  que es lo que les espera fuera cuando salgan del ignominioso parque temático de ocios infantiles donde pueden celebrar sus cumpleaños. 

    Efectivamente, las actividades que se realizan en este centro de ocio con miras al negocio -nada de humanidades, que no sirven para nada y eso es lo bueno que tienen- son muy educativas: ayudan a preparar al niño para elegir una (de)formación profesional y solventar los retos que encontrará en la vida adulta, para que sea un emprendedor el lejano e inasequible día de mañana.


lunes, 9 de septiembre de 2024

Pareceres LVII

276.- ¿Desarrollo sostenible? No sólo no hay en la realidad algo que pueda llamarse “desarrollo sostenible”, es decir, desarrollo que se sostenga cabalmente a sí mismo fundamentándose en un recurso tan limitado y perecedero como el petróleo, ese líquido oleaginoso de color negruzco y hediondo, materia grasa mezcla de hidrocarburos que arde fácilmente, expulsado de las entrañas de la tierra, formado por miríadas de microorganismos muertos animales y vegetales, sino que ni siquiera hay “desarrollo” que no sea contradictorio consigo mismo. La idea de Desarrollo, como antaño la de Progreso, no deja de ser una de las epifanías con las que a algunos se les revela apocalípticamente de repente la cara dura y oculta de Dios: una idea, nada más y nada menos, que, cuando se materializa, lo hace adoptando la forma que ya conocemos de la “marea negra”: un maremágnum de chapapote que nos invade y ensucia la belleza incomparable de nuestras playas, lo que no es ningún accidente sino la consecuencia lógica de esta civilización industrial cuya esencia son los petrodólares y el oro negro pronto a reconvertirse ya en energías verdes y renovables no menos sostenibles.  De hecho, la sustitución de las energías basadas en combustibles fósiles por renovables está destrozando el mundo rural en España. Algo que venía a salvar el medio ambiente y a hacer que resurgiera la vida de los pueblos, se está convirtiendo paradójicamente en todo lo contrario.
 
 277.- ¿Qué quieres ser cuando seas mayor? Escribía Fernando Savater un artículo periodístico titulado “San Sebastién” publicado en The objective el 11 de agosto de 2024:  “Los niños no piensan en el mañana, son los adultos quienes les inoculan el virus letal del porvenir con sus «¿qué quieres ser de mayor?», algo tan irreal como preguntarles «¿qué quieres soñar esta noche?». Con esa pregunta que por lo general suelen hacerles sus maestros, sus tíos o amigos de la familia, les están imponiendo la fantasmagoría del futuro, algo que les era completamente ajeno. Se trata, además, de una pregunta tramposa, que da por supuesto que el niño quiere ser mayor y quiere dejar de ser el niño que es y cambiarse por el adulto que está llamado a ser... Recuerda a aquel pecio de Ferlosio: ¿Quién soy yo para ponerle riendas, como a caballo propio, al que he de ser mañana? Son aquí los mayores los que al formular a los menores esa pregunta les están animando a espolear al caballo que han de ser mañana. Son también los adultos quienes les inoculan el virus letal del amor preguntándoles “¿a quién quieres más, a papá o a mamá”. Se trata de otra pregunta tramposa que conlleva la idea de que se quiere más a una persona que a otra, y que puede llevarnos en el futuro a la declaración solemne del amor: “Te quiero”. 
 278.- Diuide et impera. Cuando se fomenta el enfrentamiento horizontal entre homosexuales y heterosexuales, extranjeros y nacionales, agnósticos y creyentes -y dentro de estos, entre islámicos y cristianos, por ejemplo-, así como en definitiva entre hombres y mujeres, izquierdas y derechas, se nos está dividiendo desde arriba, según la vieja táctica estratégica del “divide y vencerás”, y se está ocultando y haciendo invisible la contradicción principal político-económica existente entre ricos y pobres, y entre pudientes y podidos. Hacen que nos enfrentemos entre nosotros para que no nos enfrentemos con ellos. Se impone pasar de la fase tolemaica a la copernicana abandonando la dicotomía de izquierdas y derechas para pasar a la de arriba y abajo: derecha e izquierda son hoy lo de arriba, la supraestructura, que está contra lo de abajo, que no tiene representación.
 
 
279.- La noticia del verano. El 28 de agosto se abrió el sepulcro de santa Teresa de Jesús en Alba de Tormes, provincia de Salamanca, donde se encuentra la tumba de la fundadora de la Orden del Carmelo y dos de sus preciadas reliquias, el corazón y el brazo izquierdo, y se comprobó según fuentes fidedignas de la diócesis abulense, que estaba "en las mismas condiciones que en la última apertura de 1914", si bien ninguno de los que asistieron en esta ocasión a la apertura estuvo presente hace ciento diez años. Pero los expertos pudieron comprobar que los restos mortales de la santa, pese al ligero olor a santidad y putrefacción, seguían incorruptos desde 1582, más de cinco siglos después de su sepultura. El proceso para llegar hasta la urna de plata que contiene a modo de sarcófago el cadáver de la Doctora de la Iglesia que vivía sin vivir en sí y tan alta vida esperaba que moría porque no moría, ha sido harto complejo. Primero se ha tenido que retirar la losa de mármol que lo cubría,  después, en la sala habilitada, y ya solo con la presencia del equipo médico científico y los miembros del tribunal eclesiástico se ha abierto el sepulcro de plata, que se encontraba en perfecto estado de conservación, destacando su excelente orfebrería, regalo que fue en su día de sus majestades los reyes Fernando Sexto y su esposa Bárbara de Braganza. Y se han utilizado para proceder a la apertura las famosas diez llaves del sepulcro: las tres que se conservan en Alba de Tormes, las tres que les ha prestado el Duque de Alba, y las tres que conserva en Roma el Padre General, además de la llave del rey. Tres de esas llaves son para abrir la reja exterior, tres son para abrir el sepulcro de mármol, y las otras cuatro son para abrir la urna de plata. 
 
 
 280.- Virus y olas de calor extremo. Descubren, antes que América, el Mediterráneo. Las temperaturas abrasadoras que azotan Europa han matado, según la prensa progresista, a decenas de miles de personas en los últimos años, pero, a medida que aumentan las muertes, los investigadores descubren que un grupo es el que sufre desproporcionadamente el peso del calor extremo: quienes viven en la pobreza según los estudios de los investigadores. Uno de estos estudios revela que las personas con ingresos inferiores a la media tienen más probabilidades de morir en olas de calor. Ya dijeron algo parecido los expertos cuando en la pasada pandemia descubrieron que los más afectados por el virus asesino eran las personas de bajísimos ingresos. ¿Por qué será? ¿Serán el virus y el calor extremo las causas de las muertes de los pobres o será, más bien, la pobreza y la miseria en la que viven? Uno de estos expertos, profesor de investigación de un prestigioso instituto especializado en temas sanitarios, cuyo nombre propio no viene a cuento, afirma que “No es lo mismo una ola de calor cuando estás en una habitación compartida con otras tres personas y sin aire acondicionado, que cuando estás en un chalet con acceso a piscina y aire acondicionado”.  Unas 175.000 personas mueren cada año en la vieja Europa por causas relacionadas con el calor, según la Organización Mundial de la Salud.
 

sábado, 16 de marzo de 2024

"Mariposa en cenizas desatada"

    Escribía mi admirado Juan Manuel de Prada un artículo titulado Macaón en su columna Animales de Compañía, publicado en XLSemanal, donde confesaba que cuando era niño había sido coleccionista de mariposas, que cazaba durante sus vacaciones de verano en Verín (Orense). Recordando aquellos días de la infancia escribe con fervor sacramental: Eran veranos alumbrados por un sol eucarístico que se posaba sobre las mariposas y las transmutaba en joyas refulgentes de pedrería.

    Pero entre todas las mariposas había una, la Papilio Machaon, que era el cromo que siempre faltaba para completar la colección del álbum, la más difícil de conseguir, que compara, haciendo gala de otro símil religioso muy de su gusto, con una llama de Pentecostés, cuando los discípulos de Jesucristo fueron poseídos por el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego el quincuagésimo día después de la Pascua.

    Alguna vez -escribe- pude contemplar con detenimiento la majestad de una macaón en reposo: mientras libaba las flores, extendía su envergadura casi mitológica y mostraba los ocelos rojizos, ribeteados de azul cobalto, que ilustraban sus alas posteriores (...) Yo estaba convencido de que en aquellas alas rayadas de amarillo se cobijaba -añade en el trance de un arrebato místico- la indescifrable escritura de Dios. 

 


    Finalmente logró capturar una después de perseguirla, escribe, incansablemente por valles y montañas, entre retamas y malezas en las que acababa ahogándome (ella siempre sobrevolaba majestuosa), salvando barrancos donde más de una vez estuve a punto de despeñarme (ella los salvaba sin inmutarse, ajena a las leyes de la gravedad), internándome entre zarzamoras que siempre me cobraban un impuesto de arañazos. Recuerdo la belleza jeroglífica de sus alas sacudiéndose epilépticamente en la red, recuerdo los dedos de mi padre (que era quien se encargaba de ensartar las mariposas con un alfiler sobre el corcho) tiznados o alumbrados de aquel polvillo de levísimo oro, recuerdo la lenta agonía de la macaón (...).

      La preciada mariposa fue incorporada a la colección. Escribe De Prada que hoy, cuando contempla tantos años después la mariposa disecada presidiendo la colección de lepidópteros, colgando en la pared de su habitación en casa de sus padres, siente que allí quedó atrapada su infancia “atravesada para siempre también por un alfiler”.

    En la mitología griega, Macaon era hijo de Asclepio, el romano Esculapio, dios de la medicina, que tenía el don que había recibido de su padre de curar hasta las más graves heridas. Logró sanar las llagas de los héroes griegos, como la úlcera de Filoctetes. Según Virgilio, Macaón entró en la fortaleza de Troya metido en el caballo. Pero él, que había salvado de la muerte tantas vidas, no pudo evitar la hora de la verdad de la muerte propia. Según unos murió a manos de la amazona Pentesilea, según otros, víctima de Eurípilo. Murió como nuestra propia infancia, "mariposa en cenizas desatada", según la imagen del hendecasílabo falecio de Góngora, el poeta, que simboliza con ese símil la fugacidad de la belleza. 

     Vivir es sobrevivir a un niño muerto, como escribió Genet en alguna parte. Pero no olvidemos que esa muerte no es natural, ninguna muerte lo es -no hay tal cosa como muerte natural-, sino fruto de un asesinato. La macaón ha muerto atravesada por un alfiler, como el toro de lidia que recibe la mortal estocada en el ruedo de la plaza.

 

    Parafraseando al poeta vasco Joxean Artze (1939-2018), autor de uno de los poemas más bellos y breves que conozco, convertido en canción popular por la música que le puso Mikel Laboa, podemos decir: Si no la hubiera capturado y clavado el alfiler,  nunca habría sido mía, se me habría escapado. Pero así, disecada, ha dejado de ser mariposa que volaba. Y yo...  yo lo que amaba era su vuelo.

miércoles, 19 de abril de 2023

¿Churro, media manga o manga entera?

    Nostalgia y reminiscencias de la infancia, el único paraíso perdido. Llevábamos aquellos pantalones cortos, tan cortos que dejaban al descubierto las piernas enteras. Jugábamos en la calle. Jugábamos en pandilla. Jugábamos al escondite. O a las canicas. O a tapar la calle, que no pase nadie...
 
Juegos de niños,  P. Bruegel el Viejo (1560)
 
     O al burro, es decir a montarnos unos sobre otros, en dos bandos. El que se la quedaba, adoptaba la postura de burro, agachado y poniendo la cabeza entre las piernas del compañero de delante y sujetándose con las manos entre sus piernas. El burro era el que estaba en la cabeza de la fila, se apoyaba sobre la "madre", que estaba de pie contra la pared y que venía a ser el árbitro del juego. Entonces los jugadores del otro bando iban saltando uno por uno sobre la fila de burros, montándolos, digamos, y procurando los primeros ocupar los puestos delanteros para dejar sitio a los de atrás. El que iba a saltar gritaba: "¡Churro (o burro) va!". Cuando todos habían saltado, el último pregunta al primero de los agachados: "¿Churro, media manga o manga entera?" Tocándose al mismo tiempo una parte del brazo: Churro era el hombro, media manga el pliegue del brazo y manga entera la mano. Si el de abajo acertaba se intercambiaban los papeles; si no, se volvía a empezar. 
 

      Era un juego en el que primaba el contacto físico: nos tocábamos, nos frotábamos, nos rozábamos, nos sentíamos: tocábamos al que teníamos delante y nos tocaban, cuando estábamos debajo, el que teníamos detrás y el que saltaba sobre nosotros. Hace mucho tiempo que no veo jugar en ninguna parte a este juego ni al escondite ni a las canicas. 
 
    Hace mucho que no veo jugar a los niños en la calle. Durante la pandemia se prohibió en España que los niños salieran del confinamiento domiciliario porque se veían como contagiadores sin serlo y como contagiados sin estarlo, pero ya antes se veían pocos en los parques y en las calles de los pueblos y ciudades.
 
Detalle de Juego de niños, de Bruegel el Viejo (margen inferior derecho)
 
     Hace mucho que no se ven siquiera niños. ¿Existen todavía, angelitos perversos polimorfos, o se los ha tragado el progreso, que avanza que es una barbaridad, víctimas de la escuela y de la virtualidad de las nuevas tecnologías de la (in)comunicación y del virus asesino que ha impuesto el contact-less?

sábado, 18 de marzo de 2023

Defensa de los niños contra padres, maestros y escuelas

    Ante la proximidad de las vacaciones, muchos padres se plantean cómo van a soportar a sus hijos y a sobrevivir. Ellos son seguramente lo que más quieren en este mundo,  y durante el año echan de menos poder pasar más tiempo juntos, pero cuando llega el verano no saben qué hacer con sus vástagos y optan por mandar a las adorables criaturas a un campamento en el norte de Burgos, a estudiar inglés a Irlanda o a Gran Bretaña o a clases particulares y actividades extraescolares y complementarias de lo que sea.


    Y es que una vez liberados los niños del yugo de la institución escolar en verano (aestate pueri si ualent, satis discunt, que dijo Marcial: en verano los niños si están bien de salud, bastante aprenden ya), lo que sirve para que el yugo sea más tolerable en septiembre, se ve cuál es la función real de la escuela, esencialmente represiva y de guardería de la infancia: un parking temático donde so pretexto de educación se recluye a los niños en estado semisalvaje para su domesticación y que entren por el aro como fierecillas domadas. El amor paternofilial se resiente como una especie de obligación, una suerte de deber contraído al que hay que resignarse, no un gozo, por lo que hay que hacer de tripas corazón o ponerle al mal tiempo buena cara. 



Viñeta de Liniers


    Si “misoginia” designa una especie de odio, aborrecimiento o mero juicio despectivo hacia las mujeres característico de nuestra sociedad patriarcal; “misopedia” designa lo mismo -odio, desprecio, μίσος misos en griego-  pero relativo esta vez a los niños -παῖς παιδός pais, paidós-, tan insoportables para el “misopeda” como las mujeres para el misógino, lo que, no menos que lo primero, define a nuestra sociedad esencialmente patriarcal.

    La enorme misopedia inherente a nuestras tribus desarrolladas del primer mundo se caracteriza porque hay que proteger a la infancia y salvaguardarla de sí misma, lo que conlleva aparejados malos tratos -"es por tu bien", se les dice a las criaturas-  y el hecho de que muchas parejas prefieran criar perros o gatos, que les resultan más gratificantes, aunque cuando llegan las vacaciones tampoco sepan muy bien qué hacer con sus mascotas y, en el peor de los casos, las abandonen en una gasolinera.

    Los niños ya no salen a jugar bulliciosos a la calle porque hay coches que pueden atropellarlos, pederastas que pueden violarlos -aunque hay una excesiva alarma social en torno a las violaciones de niños, quizá sean más frecuentes de lo que se piensa en el seno del "dulce" hogar que en la calle;  ¿por qué, si no,  ni siquiera se bañan ya niños y niñas, gloria bendita de verlos, despreocupados y desnudos en las playas?-, hay peligrosos psicópatas, secuestradores, terroristas asesinos que hacen la guerra santa musulmana, traficantes de órganos, trata de blancas y muchos otros peligros indefinidos acechando a la vuelta de cada esquina, por lo que se quedan, qué pena, enclaustrados en casa, como si eso fuera lo mejor, enchufados a la consola de viedojuegos o al móvil que los inmoviliza en internet o a la caja tonta y estupefaciente, o a las tres cosas a la vez. El hogar está lleno de instrumentos tecnológicos y juegos para que el niño pueda quedarse el mayor tiempo posible en casa, cadenas y rejas que le impiden ser libre.


    Los niños ya no recorren las calles de la ciudad para ir andando al colegio o al juego porque no tienen autonomía ni movilidad, por eso un adulto los acompaña como si fuera su Ángel de la Guarda y los lleva en coche casi siempre a todas partes en sus desplazamientos cotidianos hasta bien entrada la adolescencia. 

    Habría que reeducar a los niños en el placer de trasladarse a pie o en bicicleta, invitándolos a ir sin el acompañamiento paterno o de un adulto, sin miedo ninguno a cualquier parte. Los niños ya no pueden jugar en las plazas y en las calles porque se han convertido en aparcamientos y vías para automóviles, lo que supone un excesivo acaparamiento del suelo público y urbano por parte de los coches. Sería bello, muy  hermoso, que liberáramos las plazas de los aparcamientos automovilísticos y las recuperásemos para paseo, descanso y juego de niños,  y que los peatones reconquistásemos las calles, y que todas ellas, no sólo algunas céntricas de las ciudades, fueran peatonales.




    Un niño no puede jugar a la pelota si no se mete a entrenar en un equipo con camiseta, pantalones cortos,  zapatillas y chándal, con un entrenador y toda la parafernalia; a poco que se descuide se lo profesionaliza desde bien pequeño, convirtiendo el juego en deporte, que es lo peor que hay.

    La infancia es un lujo que los niños de hoy están privados de disfrutar por sus mayores, quienes, sin embargo, disfrutaron de la suya. Los adultos los controlan, dirigen y entrenan, condenándolos a una nueva doble enfermedad: la soledad y la dependencia.

    Necesitan permiso paterno para estar fuera de casa, y hasta para tirarse un pedo. Se reduce así su movilidad, restringiéndose además a determinados lugares controlados y videovigilados. No les dejan encontrarse libremente en la calle con otros niños que no sean sus amigos ni con otros adultos que no sean sus padres, porque se les inculca el miedo a los desconocidos y al mismo tiempo que vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer, y, en definitiva, que vale más lo malo que lo bueno, porque el mal es por su propio bien,  lo que es un auténtico disparate.


Viñeta de Liniers


     El empeño de los padres, profesores y educadores ya no es como hace algunas generaciones, promover progresivamente la autonomía de los infantes, sino garantizar su dependencia y su tutela. Fuera de casa, prosperan las ludotecas y los parques temáticos siempre bajo la atenta mirada sobreprotectora y la custodia y control videovigilante de los adultos.

    Los mayores consideran al niño un “educando”, es decir, un sujeto que debe ser educado cuanto antes, lo antes posible, que tiene valor no por lo que es sino por lo que llegará a ser el día de mañana. El niño de carne y hueso es negado, no importa, no existe. El niño está, como la poesía de Celaya, “cargado de futuro”, excesivamente sobrecargado, diría yo más bien; no es una realidad, sino un proyecto "educativo". 

    No importa lo que es, sino lo que será mañana, para lo que se le hace que no sea nada ahora, se mata, de alguna de las maneras que hemos descrito, su infancia, subordinada a un bosquejo en perspectiva, al boceto de un plan trazado por otros. El futuro ciudadano democrático, votante y contribuyente, será, por consiguiente, un niño frustrado, sin infancia. Recordemos el Principito de Antoine de Saint-Exupéry: “Todas las personas mayores han sido niños antes. (Pero pocas se acuerdan).” O a Jean Genet, que escribió en alguna parte: "Vivir es sobrevivir a un niño muerto".

domingo, 5 de marzo de 2023

¡No enseñéis a los niños!

(Variaciones sobre el tema “Non insegnate ai bambini” del imprescindible Giorgio Gaber)



Maestros, no les enseñéis a los niños esa
lección sabida y consabida, por favor.
Y no les inculquéis a los pupilos vuestros,
señor maestro, señorita, no señor,
lo que a vosotros os inculcaron: la moral
y unos ideales, viejos trastos obsoletos,
para amueblar su cabeza: no les enseñéis.
haciéndolos maleducados a fuerza y golpe
de educación. Y no les programéis, robots,
para el futuro porque el porvenir está
igual que espada de Damoclés que cuelga siempre,
o zanahoria por delante o trampantojo
muy lejos todavía, tanto que nunca llega.
No les enseñéis a los chiquillos los adjetivos
calificativos de “bueno” y “malo” de las cosas
y las personas. Saben ellos, bien lo saben,
sin que se lo digáis vosotros, lo que es bueno
y lo que es malo. No les enseñéis, maestros,
lo que a vosotros os enseñaron: los prejuicios,
las ideas establecidas. Sed, más bien, vosotros
sus amigos, los amigos de los niños. Si
queréis enseñarles algo, enseñad el arte
de la magia, o sea, la poesía. Permitid,
en cambio, que ellos os enseñen a vosotros
a vosotros que os creéis muy sabios y muy listos,
porque tenéis colgado un título en la pared
lo que ellos saben y vosotros olvidasteis..
Dejad que ellos os enseñen a vosotros
ellos, los niños, pues tenéis que aprender muy mucho
de ellos, aunque os parezca que es mentira. Sí,
dejad que ellos os enseñen a olvidar
todas las cosas que vosotros aprendisteis.


 

jueves, 23 de diciembre de 2021

El niño aquel: Sólo un niño.

    Me viene hoy al recuerdo el niño que era yo, sin querer, con todo el ímpetu de su insolente inocencia, el niño que era lo que era y no lo que iba a ser después, lo que me he visto yo obligado a ser a fin de entrar en sociedad. 

    No era una promesa de futuro, era un presente escandaloso que había salido del claustro materno al mundo para decir que no. Sólo era un niño. Ni más ni menos. Enseguida quisieron hacer algo más de él. No les bastaba con que fuera un niño. Quisieron modelarlo a su imagen y semejanza, educarlo, llevarlo por un camino establecido, por el buen camino, para que fuera uno de los suyos. Lo obligaron a ser algo, a ser alguien, un Hombre como Dios Manda, un hombre hecho y derecho. Lo inmolaron en el altar del Día de Mañana. Para eso tuvo que dejar de ser un niño, tuvo que dejar de ser lo que era. Exiliado del paraíso de la infancia, la única patria, fue desterrado a la tierra prometida del futuro que, por definición, no llega nunca. 

     Sólo era un niño. Ni más ni menos. Antes de que lo castigaran por decir la verdad. Antes de que le enseñaran un camino sesgado en busca de la máscara de la personalidad tras la que había de ocultarse para no ser más nunca el niño que era. Antes de que le enseñaran a decir mentiras piadosas porque, le aseguraron, la verdad hacía daño por lo que a veces era preferible mentir para no herir a los demás. Pero las verdades escuecen y son para lo que son, para hacer daño como los cuchillos y las armas de fuego. 



      Hoy recuerdas a aquel niño al que bautizaron con un nombre y dos apellidos para amarrarlo toda su vida a su nombre propio. Así, el día de mañana no yacería en la fosa común del olvido, sino en una tumba propia, su propia tumba. So pretexto de educarlo, pusieron ante él ilustres ejemplos para que los imitara. Le dijeron que se labrara un porvenir: que se hiciera a sí mismo, que siguiera su propio camino, lo que quería decir que hiciera suyo el camino que ellos le ponían por delante. Cuanto más se aproximaba a esos modelos impuestos, más se le aplaudía y recompensaba. Cuanto más se alejaba del niño que era, más galardones recibía. Aquel niño que recuerdas creía, porque se lo habían inculcado, que tenía que crecer cuanto antes. Lo más sensato era asimilarse a la horda de los adultos, los mayores, los que, antes que él, habían dejado de ser lo que eran... Y temió ser rechazado por los demás si no crecía cuanto antes, si no se convertía en uno de ellos. Y temió ser ridiculizado… 

     Aquel niño al que amaestraron como a un animal salvaje y libre, para que compitiese en una rivalidad no deseada, para que fuese más que los demás, a los que había que dejar atrás, porque, le inculcaron, si no pisas, te pisan a ti. Había que mirar siempre adelante, sin preocuparse de los que quedaban atrás, vencidos pero quizá más dichosos. Había que ir con la vista siempre al frente. Tenías que ser el mejor. Tenías que ganar. Igual que un caballo de carrera. Te habían espoleado para competir en el hipódromo. Te habían falsificado. 

 


     Hoy recuerdas a aquel niño al que entre todos violaron y condenaron a morir en la cruz; al que entre todos forzaron no a vivir, que era para lo que él había venido al mundo, sino a sobrevivir: a codiciar la admiración y el reconocimiento de los adultos, los adulterados.

    Hoy recuerdas a aquel niño, tu antepasado ya difunto. Enterrado por adultos biempensantes, por la propia familia, y, en último y no menos importante lugar, también por ti mismo. Asesinado por quienes más lo amaban, por quienes él amaba más que a nadie en el mundo. Hoy recuerdas a aquel niño y te dejas embargar por la nostalgia. Pero ni siquiera sabes cómo puedes recordarlo, si él ya no existe, si quizá no ha existido nunca. ¿Será, acaso, te preguntas, porque aunque no exista sigue vivo todavía de alguna forma, latiendo y palpitando dentro de ti y tal vez en contra de ti mismo, tu niño antiguo, el niño aquel, aquel niño, todavía, ese niño redivivo y renaciente que siempre resucita en navidad?

viernes, 3 de julio de 2020

Volverse y hacerse como niños

Dijo una vez Jesús a sus discípulos (Mateo, 18:03): “En verdad os digo, si no os volviereis y os hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”. 

¿Que es ese Reino de los Cielos, regnum coelorum o regnum Dei  que Jesús promete a sus discípulos si se vuelven como niños? Ante todo es un reino futuro, en el que todavía no ha entrado nadie. Futuro hay que entenderlo en el sentido de negación de la realidad y del presente, negación del aquí y el ahora, del espacio y el tiempo,  pero que está en verdad aquí y ahora,  dentro de lo íntimo de los corazones,  en la añoranza del paraíso perdido, una jauja feliz, como dice Antonio Piñero, aludiendo al mítico valle de Perú, célebre por su prosperidad y su abundancia. 

No perdamos de vista el contexto en el que se enmarca el versículo. Los discípulos le han preguntado al maestro quién será el más grande en el reino de los cielos (quis, putas, maior est in regno caelorum?), y él, llamando a sí a un niño y poniéndolo en medio de ellos, les responde que hasta que uno no se haga muy pequeño (paruulus) como ese niño no será el más grande, es decir, que para ser maior, el más grande, hay que hacerse paruulus, muy pequeño, por muy contradictorio que parezca, como un niño chico de pequeño.  
"Dejad que los niños vengan a mí... Pues de los tales es el reino de Dios".

Jesús, que no era cristiano todavía,  contradecía así al Cristo futuro de la fe creado e inventado por el que sería su fiel seguidor y el verdadero fundador de la religión que acabó llamándose cristianismo y la iglesia católica, Pablo de Tarso; en rigor, el primer cristiano. 


Pablo, en efecto, escribe en la primera carta a los corintios (13:11) “Cuando yo era niño hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser hombre, me despojé de las niñerías”.


Hay, por otra parte, otra contradicción entre lo que predicaba Jesús, el advenimiento futuro del Reino de Dios o de los Cielos que debía producirse en aquella misma generación, y la predicación de la Iglesia paulina, que tras la muerte de Jesús y ante el retraso del fin del mundo, afirma que ese Reino ya está presente en la Tierra, porque de esta manera soluciona el problema de la fallida parusía, es decir, de la definitiva venida de Jesús que pondría punto final a la historia humana. 

Pero, volviendo al texto de Pablo, no todos dejamos atrás las niñerías, aunque tengamos edad de sobra para hacerlo y haberlo hecho ya. ¿Será acaso una enfermedad? Es más que posible. 

No sería raro que las autoridades sanitarias de este mundo, que velan por nuestra salud más que nosotros mismos, que somos unos irresponsables, nos advirtieran de los riesgos que conlleva esta nueva patología de infantilismo, que en realidad es más vieja que el catarro, para el sistema inmunitario de nuestra propia identidad personal. ¿No podrían implementar, como dicen ellos, las medidas oportunas para que esa enfermedad infecciosa no se contagie a la sociedad?