miércoles, 18 de septiembre de 2024
Sexo y género
sábado, 16 de marzo de 2024
"Mariposa en cenizas desatada"
Escribía mi admirado Juan Manuel de Prada un artículo titulado Macaón en su columna Animales de Compañía, publicado en XLSemanal, donde confesaba que cuando era niño había sido coleccionista de mariposas, que cazaba durante sus vacaciones de verano en Verín (Orense). Recordando aquellos días de la infancia escribe con fervor sacramental: Eran veranos alumbrados por un sol eucarístico que se posaba sobre las mariposas y las transmutaba en joyas refulgentes de pedrería.
Pero entre todas las mariposas había una, la Papilio Machaon, que era el cromo que siempre faltaba para completar la colección del álbum, la más difícil de conseguir, que compara, haciendo gala de otro símil religioso muy de su gusto, con una llama de Pentecostés, cuando los discípulos de Jesucristo fueron poseídos por el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego el quincuagésimo día después de la Pascua.
Alguna vez -escribe- pude contemplar con detenimiento la majestad de una macaón en reposo: mientras libaba las flores, extendía su envergadura casi mitológica y mostraba los ocelos rojizos, ribeteados de azul cobalto, que ilustraban sus alas posteriores (...) Yo estaba convencido de que en aquellas alas rayadas de amarillo se cobijaba -añade en el trance de un arrebato místico- la indescifrable escritura de Dios.
Finalmente logró capturar una después de perseguirla, escribe, incansablemente por valles y montañas, entre retamas y malezas en las que acababa ahogándome (ella siempre sobrevolaba majestuosa), salvando barrancos donde más de una vez estuve a punto de despeñarme (ella los salvaba sin inmutarse, ajena a las leyes de la gravedad), internándome entre zarzamoras que siempre me cobraban un impuesto de arañazos. Recuerdo la belleza jeroglífica de sus alas sacudiéndose epilépticamente en la red, recuerdo los dedos de mi padre (que era quien se encargaba de ensartar las mariposas con un alfiler sobre el corcho) tiznados o alumbrados de aquel polvillo de levísimo oro, recuerdo la lenta agonía de la macaón (...).
La preciada mariposa fue incorporada a la colección. Escribe De Prada que hoy, cuando contempla tantos años después la mariposa disecada presidiendo la colección de lepidópteros, colgando en la pared de su habitación en casa de sus padres, siente que allí quedó atrapada su infancia “atravesada para siempre también por un alfiler”.
En la mitología griega, Macaon era hijo de Asclepio, el romano Esculapio, dios de la medicina, que tenía el don que había recibido de su padre de curar hasta las más graves heridas. Logró sanar las llagas de los héroes griegos, como la úlcera de Filoctetes. Según Virgilio, Macaón entró en la fortaleza de Troya metido en el caballo. Pero él, que había salvado de la muerte tantas vidas, no pudo evitar la hora de la verdad de la muerte propia. Según unos murió a manos de la amazona Pentesilea, según otros, víctima de Eurípilo. Murió como nuestra propia infancia, "mariposa en cenizas desatada", según la imagen del hendecasílabo falecio de Góngora, el poeta, que simboliza con ese símil la fugacidad de la belleza.
Vivir es sobrevivir a un niño muerto, como escribió Genet en alguna parte. Pero no olvidemos que esa muerte no es natural, ninguna muerte lo es -no hay tal cosa como muerte natural-, sino fruto de un asesinato. La macaón ha muerto atravesada por un alfiler, como el toro de lidia que recibe la mortal estocada en el ruedo de la plaza.
Parafraseando al poeta vasco Joxean Artze (1939-2018), autor de uno de los poemas más bellos y breves que conozco, convertido en canción popular por la música que le puso Mikel Laboa, podemos decir: Si no la hubiera capturado y clavado el alfiler, nunca habría sido mía, se me habría escapado. Pero así, disecada, ha dejado de ser mariposa que volaba. Y yo... yo lo que amaba era su vuelo.
martes, 21 de febrero de 2023
De la degeneración del género epistolar
Escribía don Juan Manuel de Prada el otro día un artículo titulado escuetamente 'Cartas' en XLSemanal, que empezaba con una interesante consideración sobre la tecnología que comparto: Los tecnólatras (o sea, el común de las gentes) postulan que la tecnología es 'neutra' y que 'bien utilizada', facilita y mejora nuestra vida. Pero lo cierto es que la tecnología nunca es 'neutral', siempre toma partido; y su 'partido' consiste en rapiñar una parte de nuestra vida, a veces de forma áspera y violenta, otras veces de forma meliflua e indolora vaciándola de sustancia. Hay una ley biológica infalible que nos advierte que, a medida que disminuye lo vivo, aumenta lo automático”.
Y se lamentaba el autor de que la tecnología haya permitido, a modo de ejemplo, que dejemos de escribirnos cartas, brindándonos a cambio la golosina de la inmediatez. Ahora escribimos guasá(p)s, llenos muchas veces de pictogramas que ni siquiera se llaman así, sino emojis, en japonés (pequeña imagen o icono digital que se usa en las comunicaciones electrónicas para representar una emoción, un objeto, una idea, etc., según la docta Academia) o emoticonos (en la lengua del Imperio) que nos ahorran el engorro de utilizar el teclado alfabético, emplear palabras y construir frases con ellas para expresar nuestras emociones e ideas, y todo eso encima a través de imágenes tontas e infantiles que nunca podrán alcanzar la plasticidad del lenguaje alfabético y la construcción de una frase rica en matices...
Se ha perdido la epistolaridad, por así decir: la elaboración de un mensaje, el coloquio de intimidades que crea un clima espiritual único, como dice de Prada un tanto grandilocuentemente. Pero lo más grave no es eso solo, sino, además, que, como escribí en otra parte, a riesgo de repetirme más que el eco de un disco rayado: Las imágenes siempre han tenido un poder adoctrinador sobre la población analfabeta. Era el caso de las imágenes religiosas en las iglesias medievales. Nuestras nuevas generaciones, analfabetas funcionales gracias al sistema educativo (¡manda güebos!), utilizan estas imágenes que son un medio sutil de adoctrinamiento entontecedor. La desaparición de las imágenes sagradas de los templos ha acabado por sacralizar todas las imágenes, que se han convertido en santos de nuestra devoción. Parecen imágenes inocentes e ingenuas, algunas hasta simpáticas si no fuera por su pretensión de serlo a toda costa.
Y también (lo siento por repetirme otra vez): Hay quien ha visto ya el peligro que corre el lenguaje escrito y hablado de ser eliminado por los pictogramas, porque como dicen sus usuarios “las palabras no molan tanto como los emojis”. La escritura pictográfica conforma un lenguaje artificial y superficial, sin ninguna profundidad, completamente elemental, simpático e infantil, y desprovisto de emociones complejas y sentimientos reales.
Y así es como hemos perdido la costumbre de escribirnos cartas, y de decirnos cosas en esa lengua de l'âme pour l'âme, como le escribía Arthur Rimbaud a Paul Demény, una lengua que puede expresarlo todo: perfumes, sonidos, colores, pensamientos a través de palabras que valen más que mil imágenes, contra el dicho tantas veces repetido.
Esa lengua es la que encuentra el poeta, una lengua por cierto muy alejada de la horrenda prosa de las cultiparlas de políticos y periodistas, poeta que por algo se llamó 'trovador” (del occitano 'trovar', que significa 'hallar', y de ahí que la composición de versos se considere un hallazgo, algo que se encuentra en el acervo popular). Y poeta es cualquiera que haga uso de la lengua popular, que es la más poética.
Recuérdese, a propósito de esto último, lo que le preguntaba Juan de Mairena a un alumno: ¿Cómo se dice en lenguaje poético "los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa (hoy diríamos mejor, en la vía pública, porque rúa ha quedado ya algo obsoleto)"? Y el alumno respondía acertada-, es decir, poéticamente: "Lo que pasa en la calle".
miércoles, 14 de septiembre de 2022
Tabú
martes, 1 de febrero de 2022
A Dios rogando... (*)
Leo las declaraciones del que fuera obispo de Palencia desde 2016 hasta la fecha don Manuel Herrero en la prensa autonómica de campanario, nunca mejor dicha la expresión. Monseñor deja su cargo al cumplir los 75 años. Preguntado por los numerosos casos de pederastia que se dan en la Iglesia católica, afirma -y es el titular de la noticia- que «Hay que investigar los abusos en toda la sociedad, no solo a la Iglesia», como si el hecho de que la pederastia se diera en la sociedad justificase el que haya pululado tanto en el seno de la Iglesia.
A la pregunta de la periodista de -¿Qué le(s) diría a los antivacunas? Responde sin ningún rebozo el prelado: Respetaría su conciencia, pero les diría que están poniendo en riesgo tu vida, y el quinto mandamiento dice 'no matar', lo que quiere decir que hay que cuidar la vida porque es un don de Dios, la tuya y también la de los demás.
Habría que recordarle al prelado, por si lo ha olvidado el decálogo, que hay también un octavo mandamiento de la ley de Dios que dice: No darás falso testimonio ni mentirás. Que aparece literalmente mencionado en el Antiguo Testamento por ejemplo en Éxodo 20, 16: No testificarás contra tu prójimo falso testimonio y en Deuteronomio 5, 20 No dirás falso testimonio contra tu prójimo.
El octavo mandamiento se opone a todas las formas de la mentira y obliga a los cristianos a dar testimonio de las verdades conocidas, lo que presupone que sabemos cómo llegar al conocimiento de la verdad y qué significado tiene la verdad para nosotros. Quizá deberíamos emplearnos más modestamente no tanto en buscar la verdad como en denunciar las mentiras que se nos imponen y que quieren hacerse pasar por la verdad revelada y absoluta. Y una afirmación contraria a la verdad posee una gravedad particular cuando se hace públicamente, ya sea desde el púlpito de una catedral o del mediático de dos páginas enteras de un periódico de provincias en su edición dominical.
Monseñor Herrero incurre en el pecado de calumnia atribuyendo al prójimo, en este caso a los que se han opuesto a la inoculación experimental -llamarla 'vacuna' está fuera de lugar y sería demasiado-, la pretensión de cometer el delito de asesinato, ya que los acusa de poner en riesgo la vida de los demás, simplemente por declararse contrarios a una terapia genética nunca antes experimentada y ahora impuesta a toda la población mundial, como si su intención fuera querer matar a sus semejantes contagiándoles un virus que parece que tienen por el simple hecho de haber rechazado la inyección de la sustancia.
Ignora quizá el prelado, que reconoce que no es ningún científico, que no son pocas ya las
víctimas mortales de la sedicente vacuna, nunca tantas es verdad,
afortunadamente, como los 'vacunados', que se cuentan por millones en
todo el mundo, y no son pocas las secuelas que está dejando y que
están empezando a asustar a médicos y sanitarios por sus efectos desconocidos
nunca hasta ahora vistos. Quien ha puesto en peligro de muerte la vida de los demás no es el no inoculado que está en contra de la 'vacuna', sino precisamente la industria farmacéutica que la ha comercializado y los laboratorios que se apresuraron a poner un producto en el mercado que no está todavía aprobado, sino sólo autorizado por razón de emergencia (comercial).
Habría que recordarle al señor obispo que, aunque Su Santidad el Papa haya dicho que la 'vacuna' es un 'acto de amor', eso no es palabra de Dios, sino una opinión muy personal y por lo tanto falible del vicario de Cristo cuando no habla como tal sino de un tal Jorge mario Bergoglio, creo que ese era su nombre secular, como hemos denunciado en su momento en El Papa no tiene razón, el cual, quizá con las mejroes intenciones del mundo, con las que por otra parte, como se sabe, está pavimentado el suelo del infierno, le está haciendo el juego a la industria farmacéutica, cuyo interés no es salvar vidas, precisamente, sino el beneficio económico a toda costa.
Actualmente son frecuentes estas ofensas a la verdad en los medios de comunicación o, mejor dicho, de adoctrinamiento, por lo que es necesario ejercitar el sano espíritu crítico y el escepticismo al recibir las verdades reveladas de los periódicos, las revistas, la radio, la televisión, las redes sociales.
Como escribe Juan Manuel de Prada en su artículo 'Infierno tragacionista' publicado en ABC (28 de enero de 2022) Muchas sociedades europeas se han convertido en infiernos distópicos, en donde la estigmatización de las personas no inoculadas ha alcanzado cotas monstruosas”. Se refiere sobre todo a Macron y a Draghi, a los que acusa de que no pueden ahora dar marcha atrás en su persecución de sus compatriotas no inoculados; y van a seguir persiguiéndolos sin descanso, para que no haya población de control, para que no quede constancia de sus crímenes, para salir indemnes del infierno que ellos mismos han creado. Es cierto que en nuestro país no se ha llegado todavía a la persecución francesa -Macron ha dicho que quería 'enmerder', o sea joder, a los no vacunados- o la italiana, pero eso no significa que no vayamos en esa dirección, ni tampoco que no haya en España una estigmatización de los no inoculados desde todos los púlpitos tanto laicos como religiosos.
Recordemos a nuestro presidente, el doctor Sánchez, enfatizando que había que "vacunar, vacunar y vacunar", y afirmando algo tan peregrino como que la vacuna era ni más ni menos que "la libertad". Pero la crítica de De Prada disculpa a nuestro gobierno, como si quisiera congraciarse con él, inculpando al de Francia y al de Italia. Según el escritor zamorano nuestra sociedad española no sería uno de esos infiernos distópicos y tragacionistas que han alcanzado 'cotas monstruosas'. Menos mal. Pero yo no estaría tan seguro.
NOTA (*).-
No utilizo el viejo refrán castellano A Dios rogando y con el mazo dando como se empleaba en época clásica para dar a entender que hay
que conseguir las cosas rezando y al mismo tiempo trabajando para
lograrlas, como hacen el carpintero o el albañil sirviéndose del
mazo en sus respectivas faenas, sino en el sentido moderno que ha adquirido la expresión, que interpretamos como sinónima de “haciendo
daño”, porque entendemos que el mazo funciona como análogo de
“palo”, refiriéndose al descalabro o perjuicio que se produce a
consecuencia del golpe del palo o mazazo, y por lo tanto de una acción
violenta que se contrapone al rezo piadoso a Dios.
domingo, 9 de enero de 2022
Mentirosas mentes
Escribíamos en
Algo in mente, a propósito de la etimología de “mente”, que el derivado más
chocante a primera vista era el verbo mentir, que ya existía en latín MENTIRI, y
que en principio significaba inventar, imaginar, derivando después a su
significado actual y más conocido de no decir la verdad y, por lo tanto,
engañar.
miércoles, 8 de diciembre de 2021
El paraguas escacharrado
Circula por la Red un brevísimo vídeo de Juan Manuel de Prada que desde luego no va a emitir ninguna de las seis cadenas de televisión mayoritarias: ni las dos públicas, o mejor dicho, estatales (no hay que confundir lo público con lo estatal ni al pueblo con el Estado) ni las cuatro privadas, que desde el principio del fraude sanitario han mostrado -tanto las unas como las otras- la misma actitud tragacionista, por utilizar el afortunado término que acuñó el mismo de Prada, dedicándose a todas horas a propagar e inocular el virus del canguelo, lo que provocó al comienzo de la pandemia que se agotaran las existencias de papel higiénico en los supermercados.
viernes, 3 de septiembre de 2021
De cómo Zeus fecundó a Dánae
Lo que más me ha gustado del artículo de Juan Manuel de Prada "Un fracaso indisimulable" que publicó el diario ABC el 30 de agosto de 2021, muy bien traído todo él, es la alusión mitológica que hace al final del último párrafo. Compara el silencio de médicos y periodistas sobre la implantación de las terapias génicas experimentales, vulgar- y torticeramente llamadas 'vacunas', a la que estamos asistiendo en las sufridas Españas desde comienzos del año en curso con el silencio de los corderos, expresión cinematográfica tomada de la película de terror The silence of the lambs (1991) de Jonathan Demme. Los corderos, en efecto, cuando el matarife va a sacrificarlos en el matadero, aceptan resignadamente su muerte cerrando los ojos, sin ningún balido y sin oponer ninguna resistencia. Escribe De Prada en la última frase del párrafo y del artículo: "Así, mientras callan, los fecundan al modo que Zeus fecundó a Dánae."
Alude De Prada a una de las muchas inseminaciones de Zeus que, enamorado de tantas diosas y mujeres, adquiría diversas formas para seducirlas, un poco al modo del dios cristiano que, según la teología, descendió en su epifanía de Espíritu Santo transformado en paloma para fecundar a la virgen María, de la que concibió a su hijo unigénito Jesucristo. Zeus, sin embargo, es un dios esencialmente promiscuo y politeísta, a diferencia del monoteísta dios judeocristiano, por lo que adoptaba numerosas metamorfosis o formas para seducir a sus numerosas amantes, ya fueran diosas o mujeres, y llenar el Olimpo y el mundo de dioses y semidioses.
Dánae, en concreto, era una princesa que había sido encerrada en una torre para que no conociera varón porque una profecía le había revelado a su padre, el rey Acrisio, que un hijo de ella le daría muerte algún día a él, por lo que decidió no exponerla a la codicia masculina. Zeus, enamorado de ella, por el reto que suponía su prohibición, se transformó en lluvia de oro, cayó sensualmente sobre la doncella, penetrando en todos los poros de su piel y la dejó embarazada, unión de la que nacería el héroe Perseo que, efectivamente, mataría un día accidentalmente a su abuelo. Como en el caso de Edipo, el intento de evitar que se cumpla una profecía no logra su objetivo, sino todo lo contrario: esta, una vez que ha sido formulada solemnemente, no puede dejar de realizarse, tal es su fatalidad.
El significado de esta lluvia de oro en la pintura y en la literatura ha sido siempre económico, es decir, Zeus se convierte en dinero y gracias a él consigue a la hembra: es una alegoría de la prostitución femenina, la mujer como primera forma de compraventa. (Una visión más moderna y grosera de la historia quiere ver en la lluvia de oro una imagen de la orina, confundida con el semen en su fluidez, derramada sobre la cara y el cuerpo desnudo de la muchacha). No hace falta, pues, decir, que a lo que alude De Prada con la culta referencia al modo de fecundación que utilizó Zeus con Dánae es, obviamente, al pago de dinero para comprar el silencio de los médicos y de los periodistas ante lo que se está perpetrando.
En el canto XIV de la Ilíada de Homero (vv. 313-328,) Zeus, hace una lista de sus amores, cuando le pide a Hera en un bello pasaje que se acuesten juntos porque le ha entrado un repentino deseo muy grande de ella, mucho mayor que el que le embargó otras veces por otras mujeres o diosas, y mucho mayor que el que ha tenido otras veces por ella misma, su cónyuge legítima. Empieza aludiendo a Día, la mujer de Ixión, a la que según sabemos sedujo transformándose en caballo, y de la que nació Pirítoo. Después alude a la susodicha Dánae, la hija del rey Acrisio, a la que sedujo transformándose en lluvia de oro, como queda dicho. A continuación alude a Europa como la hija de Feniz, y madre de Minos y Radamante, a la que sedujo transformándose en un toro manso. Cita luego a Sémele dos veces, a la que dejó embarazada del dios Dioniso y fulminada, pues se presentó ante ella en su auténtica forma como dios del rayo que lanza truenos y relámpagos. Viene después Alcumena o Alcmena, ante la que tomó la figura humana de su esposo Anfitrión para seducirla, pues era ella toda una Penélope, la más fiel de todas las mujeres a su legítimo esposo, la que no podía traicionarle por nadie que no fuera él mismo, a la que Zeus hizo madre de Heraclés, con su acentuación oxítona griega, o Hércules en su forma latina. Recuerda Zeus también los amores de Deméter, de la que concibió a Perséfone, y finalmente a Leto o Letó, con igual acentuación griega, madre de los dioses Apolo y Ártemis.
La lista no se acaba con la enumeración homérica, podríamos continuar con algunas ausencias que Zeus ha pasado por alto: por ejemplo cómo transformado en cisne sedujo a Leda, de la que nacieron los dioscuros Cástor y Pólux; o como adoptó incluso el aspecto femenino de Ártemis cazadora para seducir a una de las presas más difíciles, la ninfa Calisto, que formaba parte del cortejo exclusivamente femenino de la diosa y rechazaba a todos los varones. Tomó también la figura de águila real, su animal emblemático, para raptar a la ninfa Egina, hija del río dios Asopo, a la que arrebató de su palacio y llevó por los aires a una isla del golfo sarónico, muy cercana de Atenas, donde consumó su unión con ella, dándole el nombre de la ninfa a la isla. Transformado también en águila real arrebató al efebo Ganimedes, al que subió al monte Olimpo e invitó a su lecho, aunque algunas fuentes aseguran que sólo quería al muchacho para que le sirviera las copas, y aunque esta unión fue infructuosa en el sentido de que no dio origen a ningún héroe o semidiós, hirió más que ninguna otra a Hera, que nunca le perdonó si hemos de prestarle crédito a algunas fuentes este devaneo homoerótico con el que ella no podía competir. Pero Zeus no pretendía en el relato homérico ser exhaustivo, sino solo acostarse con Hera sin levantar muchos resquemores...
Dánae recibiendo la lluvia dorada, Tiziano (1520-1525)
La traducción del pasaje homérico en ritmo dactílico con rima asonante o parcial que recuerda a nuestros romances medievales se debe a Agustín García Calvo, que crea algunos epítetos castellanos recreando a Homero, como "beltobellina" calificando a Dánae o "belcabellina" referido a Deméter para resaltar la belleza de los tobillos o de los cabellos respectivamente.
“¡Hera!, ir allá cosa es que cabe hacer otro día; / y ahora ¡en amor vamos, ea, tú y yo a acostarnos a prisa!: / Pues nunca jamás de diosa o mujer deseo me había / venido enredándoseme al corazón en ansia tan viva, / ni cuando de la mujer de Ixïón en amores ardía, / la que dio a luz a Pirítoo el par-de-dios-en-valía, / ni cuando a la hija de Acrisio, a Dánae beltobellina, / la que dio a luz a Perseo, entre todo mortal maravilla, / ni cuando amé de Feniz el de-luenga-fama a la hija, / que me parió a Minó y Radamantus, prenda divina, / ni cuando a Sémele o cuando a Alcumena en Tebas altiva, / que fue de Heraclés corazón-de-león la madre cumplida, / y Sémele de Dïonuso, a la raza mortal alegría, / ni cuando a Démeter la reina y señora belcabellina, / ni cuando a Letó glorïosa, ni cuando, no, ni a ti misma, / como ora a ti te deseo y un dulce amor me domina”.