¡Qué triste que para la inmensa mayoría de los jóvenes y no tan jóvenes españoles lo más clásico que hay, el Clásico español por excelencia, conocido entre los medios de formación de masas y los fanáticos aficionados sea el partido de balompié que enfrenta al Real Madrid Club de Fútbol y al Fútbol Club Barcelona! Panem et ποδόσφαιρο (podósfero), o lo que es lo mismo: pan y fúzbol con zeta de rebuzno para el pueblo.
domingo, 24 de agosto de 2025
Clásico
¡Qué triste que para la inmensa mayoría de los jóvenes y no tan jóvenes españoles lo más clásico que hay, el Clásico español por excelencia, conocido entre los medios de formación de masas y los fanáticos aficionados sea el partido de balompié que enfrenta al Real Madrid Club de Fútbol y al Fútbol Club Barcelona! Panem et ποδόσφαιρο (podósfero), o lo que es lo mismo: pan y fúzbol con zeta de rebuzno para el pueblo.
miércoles, 25 de junio de 2025
El poder de la cultura contra la cultura del Poder
El verbo “colo” deriva de la raíz indoeuropea *kwel- que en su acepción originaria y material significaba voltear, es decir, remover la tierra, lo que hace el labrador cuando trabaja con la azada y el arado. Pero este verbo, además, ya en latín quería decir también habitar, vivir, por el sedentarismo que implica la agricultura frente al nomadismo, valor del que derivan los términos colonia, colono, colonizar, sin perder de vista domicilio, compuesto de 'domus' “casa” y la raíz que nos ocupa con vocalismo -i- modificado; valor que se subraya con el prefijo in-, de donde tenemos el sustantivo “íncola”, habitante, y también el moderno “inquilino”.
Cicerón en sus Conversaciones en Túsculo II, 5, dice que así como ningún campo puede ser fructífero si no se lo cultiva, (ut ager quamuis fertilis sine cultura fructuosus esse non potest), otro tanto ocurre con el alma sin instrucción (sic sine doctrina animus). Cualquiera de estos dos factores, sin su complemento, carece de vigor (ita est utraque res sine altera debilis). La filosofía es el cultivo del alma (cultura autem animi philosophia est); arranca de raíz los vicios (haec extrahit uitia radicitus) y prepara los espíritus para recibir la simiente (et praeparat animos ad satus accipiendos), se la entrega a estos, y, por así decirlo, siembra lo que, cuandro crezca, producirá ubérrimos frutos (eaque mandat iis et, ut ita dicam, serit, quae adulta fructus uberrimos ferant). [La traducción de Marciano Villanueva Salas, modificada, está tomada de Conversaciones en Túsculo, Asociación Española de Neuropsiquiatría, Madrid 2005].
jueves, 5 de diciembre de 2024
Pensar, a pesar de todos los pesares
'Pensar' no se decía en latín pensare como podría parecer a primera vista, sino putare, de lo que nos quedan testimonios en los cultismos -palabras que han sufrido pocos cambios en su evolución debido a la imposición y al conservadurismo de la lengua escrita o culta-: computar, diputado y diputación, disputar, imputar, putativo, reputar y reputación... La evolución del término putare según la evolución vulgar de la lengua hablada nos lleva hasta podar. Los cambios sufridos son, aparte de la apócope de la -e final, la sonorización de la consonante oclusiva dental sorda intervocálica -t-, que evoluciona a -d-, y el paso de la -u- breve átona a -o-. Lo curioso de esta evolución es que restituye en nuestra lengua el significado original latino de putare, que era precisamente limpiar, podar, cortar las ramas inútiles de la vid o del olivar, de lo que nos queda recuerdo en nuestro término culto amputar ('cortar y separar enteramente del cuerpo un miembro o una porción de él', según recoge la docta Academia).
Hallamos en la etimología una espléndida metáfora que demuestra cómo esta lengua de campesinos que era el latín relacionaba la actividad de la poda de las viñas, de los rosales o de los olivos con la actividad y el campo semántico del pensamiento: poner en limpio, aclarar, considerar, juzgar, opinar, razonar y racionar... Pensar era desprenderse de las ramas superfluas, de las ideas o creencias -diríamos nosotros- para que pudiera florecer y fructificar el árbol o la planta del pensamiento. Pensar es, pues, según sugiere la etimología podar, cercenar lo superfluo cortando por lo sano, como suele decirse.
En este sentido, traigo a propósito la definición que dio el filósofo francés Alain, pseudónimo de Émile-Auguste Chartier (1868-1951), de “Penser, c'est dire non” (Pensar es decir que no), que aprovechará el joven Jacques Derrida para dar un ciclo de cuatro conferencias en la Sorbona de París durante el curso escolar 1960-1961, que se han publicado póstumamente en 2022, y que más de cincuenta años después guardan plena vigencia en una época como la actual en la que es sumamente difícil separar lo que es razonamiento y pensamiento propiamente dicho de creencia e ideología.
Hay que saludar aquí la traducción a cargo de Antonio Martínez Riu y publicación entre nosotros de esta obra inédita hasta ahora por la editorial Herder, que constituye el texto más antiguo del corpus derridiano, escrito a mano durante la guerra de Argelia, y que ha visto la luz gracias a una importante labor editorial, un libro imprescindible sesenta años después de escrito.
La negación es para Alain y para Derrida el rasgo del pensamiento auténtico. ¿A qué o a quién se dirige esa negación? En principio a todos los dogmas tanto religiosos como políticos o morales, a todas las opiniones, a los prejuicios, a las ideas recibidas en general y a las creencias en particular. Pensar es hacer tabla rasa, una auténtica poda que hará que florezca el frondoso árbol del pensamiento gracias a la duda que es, como dice en otro lugar Alain, la sal de la tierra.
Pero, ya que estamos haciendo una pequeña investigación etimológica, veamos cuál es el origen de nuestro término “pensar”. Procede del latín pensare (que es un frecuentativo de pendere 'dejar pender los platillos de una balanza') y que significaba pesar, como demuestra la evolución vulgar del término, y que nos recuerda la operación de sopesar dos magnitudes en una romana. Del significado de pesar con la misma balanza se pasa sin mucho problema evolucionando de lo concreto a lo abstracto a juzgar con el mismo criterio.
Era el pensum el peso de lana que una esclava debía hilar diariamente. De la tarea concreta de la hilandera pasó a significar en abstracto obligación, deber, función. Y es el origen de nuestros pesos, y pesas, así como de la unidad monetaria que acabaría sirviendo como salario de esa tarea, el peso y la peseta, la antigua moneda española -y metáfora del sexo femenino- antes de que irrumpiera y la devaluara la imposición del euro.
Aunque estamos relacionando etimológicamente el pensar con el pesar y los pesares, y lo pensado, por lo tanto, con lo pesado y la pesadez, pensar no puede ser más que todo lo contrario: desembarazarse y aliviarse del peso y del lastre de las ideas y las creencias recibidas.
martes, 2 de abril de 2024
Por la desconexión total
viernes, 14 de julio de 2023
Una etimología discutida: religión.
Se ha repetido y se repite hasta la saciedad que la etimología de religión es la acción de religare, religar, reunirse, volverse a unir (con la divinidad). Esta teoría, que es la más difundida en la actualidad, estaba representada por los autores cristianos Lactancio y Tertuliano en la antigüedad, que derivaban el término de 'ligare' (ligar, atar, unir), intensificado con el prefijo 're-'. Lactancio, por ejemplo, defiende que la religión es un vínculo de piedad que nos religa a la divinidad: uinculo pietatis obstricti et religati sumus: con el vínculo de la piedad estamos sujetos y religados.
Pero el término religio es anterior al cristianismo y es, por lo tanto, pagano y, a la vez, latino en el sentido de que no tiene correspondencia exacta en ninguna de las otras lenguas indoeuropeas hermanas.
Si examinamos, como hace Benveniste, los usos antiguos del término “religio” y su adjetivo “religiosus”, vemos que el primero significa 'escrúpulo' y su adjetivo, por lo tanto, 'escrupuloso'.
La acción de re-ligare es en latín re-ligatio (no re-ligio), paralelamente a como la acción de ob-ligare, que es otro compuesto del mismo verbo, es ob-ligatio, términos que hemos heredado ambos en castellano: religación y obligación.
La etimología del término “religión” se discute desde la antigüedad. Los antiguos no se ponían de acuerdo, y los modernos seguimos estando divididos. En lo único que se ponen de acuerdo ambas explicaciones es en que el prefijo re- sirve para intensificar la acción del verbo en ambos casos.
Un romano culto como Cicerón nunca relacionó el término religio con ligare, sino con legere (recoger, de donde nos viene a nosotros 'leer' como cosecha de letras). Este es el texto de Cicerón (De natura deorum, 28, 72): "Por otra parte, a quienes volvían a tratar con diligencia (diligenter) y -por así decirlo- 'releían' (relegerent) todo lo referente al culto de los dioses, se les llamó 'religiosos' (religiosi), de 'releer' (relegendo) (como 'elegantes' de 'elegir', 'diligentes' de 'mostrar diligencia', porque en todas esas palabras se alberga el mismo sentido de 'recoger' que se halla presente en 'religioso' "(qui autem omnia quae ad cultum deorum pertinerent diligenter retractarent et tamquam relegerent, i sunt dicti religiosi ex relegendo, tamquam elegantes ex eligendo, tamquam ex diligendo diligentes, ex intellegendo intellegentes; his enim in uerbis omnibus inest uis legendi eadem quae in religioso).
miércoles, 14 de junio de 2023
Del júbilo al jubileo y a la jubilación
Hay en latín antiguo un verbo iubilare atestiguado por el gramático Varrón en De lingua Latina VI, 68, que cita como sinónimo de quiritare, especificando que este último era vocablo propio del registro urbano, mientras que el primero lo era del rústico: ut quiritare urbanorum, sic iubilare rusticorum.
Frente a este término del sermo urbanus, se encuentra iubilare, propio del sermo rusticus, que significaría “gritar de alegría (un campesino)”. Y ahí Varrón cita para corroborarlo un verso de una atelana de un tal Aprisio que, imitando el habla pueblerina, dice en latín: Io bucco! Quis me iubilat? -Vicinus tuus antiquus. “¡Eh, bocazas! ¿Quién me llama a gritos? -Tu viejo vecino”.
martes, 12 de julio de 2022
Agilipollaos que estamos
Veinte años después de filmado el vídeo, el panorma, independientemente de quién regente la Moncloa, no ha cambiado nada en este aspecto. “Los partidos políticos son aquí y en todo el mundo organizaciones criminales en las que trabajan los peores elementos de nuestra sociedad, los más radicalmente antisociales. (...) Son lo que los griegos llamarían kakistocracia, el gobierno de los peores. (...) Estamos bastante jodidos, sí, y nuestros hermanos africanos aún más jodidos y llorando muchas muertes. Bastante mal, y no creo que nadie al mando tenga intención de parar esto. Los matarifes de Melilla fueron felicitados desde lo más alto de la montaña de mierda que es el poder en este triste país. Moncloa es un antro, el peor antro y siempre lo ha sido.”
Santiago Sierra: 3000 huecos de 180 x 50 x 50 cm. cada uno. Dehesa de Montenmedio, Vejer de la frontera (Cádiz). Julio de 2002.
lunes, 27 de junio de 2022
Una etimología curiosa: pagar.
El verbo pagar deriva etimológicamente del latín pacare, que significaba «apaciguar, pacificar tras haber vencido, someter», relacionado como está con el sustantivo pax pacis paz, y también «domar, vencer, someter...» como en el clásico ejemplo de César: cum (…) Caesar pacatam Galliam existimaret cuando César consideraba la Galia pacificada, es decir, sometida a la pax romana, y por lo tanto vencida y derrotada.
En las lenguas romances pacare ha evolucionado fonéticamente a pagare en italiano, pagar en castellano, gallego-portugués y catalán, payer en francés, y del francés ha pasado al inglés (to) pay.
Sin embargo apenas quedan restos de su significado clásico en estas lenguas, en las que se ha operado un desplazamiento semántico, ya que presentan desde el principio el sentido de «contentar», de donde se pasa a «satisfacer al acreedor», usos ambos entre nosotros ya documentados en el poema de Mío Cid, desembocando finalmente en el actual de «pagar una cantidad de dinero».

Un compuesto castellano de pagar y derivado por lo tanto indirectamente de pacare es apagar, que recoge el sentido antiguo de «satisfacer, apaciguar», y que modernamente significa «aplacar, extinguir», y que puede aplicarse por lo tanto a la sed, el hambre o el rencor, pero también al fuego y a la luz.
En latín 'pagar' con el significado que le damos actualmente de 'satisfacer una deuda económica o moral' no se decía pacare, sino soluere, de donde derivam nuestro resolver y nuestro solvente, 'libre de deudas o capaz de satisfacer las que tiene, y por lo tanto persona digna de crédito'. Pagar una deuda, por ejemplo, se decía aes alienum soluere o argentum creditum soluere. También podía emplearse el verbo numerare, aludiendo al fenómeno de conversión de las cosas en números o ideas de sí mismas gracias al dinero, por ejemplo en la expresión stipendium militibus numerare, pagar el sueldo o soldada a los militares.
En las lenguas romances el sentido original latino de pacare sufrió un desplazamiento semántico hasta dar en ‘satisfacer al acreedor’, ‘pagar’ y a partir de ahí desarrolló las acepciones de ‘cumplir una pena o castigo’ y ‘sufrir las consecuencias de una equivocación’ y, por comparación de la transacción comercial a la esfera personal y moral, la expresión: «Me las pagarás», «El que la hace la paga» o «Vas a pagármelas todas juntas» refiriéndose a las deudas personales u ofensas morales.
Cuando se dice, asimismo, «pagar justos por pecadores», se da a entender que son los pecadores los que deben pagar por sus pecados, aunque en realidad, es decir, en el mundo al revés, sean los justos, es decir, los que no han cometido pecado alguno, los que acaban pagando por los pecadores.

En este punto se nos plantea una cuestión: ¿Son antes las deudas morales o las económicas? O ¿es la deuda económica la primaria, una vez que existe el dinero y no sólo existe sino que hace que existan las cosas y las personas, que también somos a nuestro modo cosas para el dinero, que así nos desprecia y cosifica, y hace que para que podamos disponer de ellas tengamos que pagar por ellas?
El dicho que reza «Amor con amor se paga, y lo demás con dinero» es un refrán popular que da a entender que el amor es la única cosa que no se paga con dinero, a diferencia del sexo, por ejemplo, que se comercializa en la prostitución. Establece este dicho el principio de reciprocidad en el amor como única “moneda” de cambio digna. Pero ¿por qué para hablar de amor correspondido recurrimos a la metáfora dineraria de la moneda?
domingo, 30 de enero de 2022
El simbolismo de la urna
Desde un punto de vista machista, la urna electoral con su ranura es un símbolo sexual que representa la vulva femenina, donde los votos que se introducen en su útero serían símbolos fálicos.
Hace unos años, precisamente, sacaron un anuncio televisivo para las elecciones al parlamento catalán del 2003, que presenta esta imaginería sexual y que no tiene desperdicio. Animaba a los jóvenes a votar porque, decían, era un placer similar al sexual que tenían la suerte de poder disfrutar una vez alcanzada la mayoría de edad: Votar és un plaer que tenim la sort de gaudir. El spot no tiene desperdicio: una chica, recién cumplida la mayoría accede por primera vez a las urnas... Es curioso que sea una chica y no un chico, lo que parece un guiño feminista dentro de una simbología claramente machista. Visiblemente nerviosa, llega al colegio electoral, coge una papeleta (da igual para el caso de qué partido político era), la mete en el sobre, se desmelena, se identifica presentando el DNI, la introduce en la urna, metiendo y sacando varias veces su voto hasta depositarlo definitivamente en su interior, y, acto seguido, acabado el meteysaca, experimenta un orgasmo poco discreto y más bien escandaloso ante el estupor de la mesa electoral, que no da crédito a lo que ven sus ojos.
domingo, 23 de enero de 2022
Gasajémonos de hucia
He aquí un villancico, en el primitivo sentido de la palabra, de Juan del Encina (1469-1529) que me he permitido
“traducir” y poner en castellano actual, dado que contiene algunas
palabras que han caído ya en desuso como gasajarse, gasajoso y gasajo, huzia ó hucia, descruciar,
cordojo, aburrir (con el sentido de aborrecer) y pensoso.
Gasajémonos de huzia, / qu'el pesar / viénese
sin le buscar.
Gasajemos
esta vida, /descruziemos del trabajo; / quien
pudiere haver gasajo, / del cordojo se despida. / ¡Dele, dele
despedida, / qu'el pesar / viénese sin le
buscar!
Busquemos
los gasajados, / despidamos los enojos; / los que se dan a
cordojos / muy presto son debrocados. / ¡Descuidemos los
cuidados, / qu'el pesar / viénese sin le
buscar!
De los enojos huyamos / con todos nuestros
poderes; / andemos tras los plazeres, / los
pesares aburramos. / ¡Tras los plazeres corramos, /
qu'el pesar / viénese sin le
buscar!
Hagamos siempre por ser / alegres y
gasajosos; / cuidados tristes, pensosos, / huyamos de los
tener. / ¡Busquemos siempre el plazer, / qu'el
pesar / viénese sin le buscar!
Disfrutemos bien a gusto (con confianza, sin remilgos) / que el
pesar / viene sin irlo a
buscar.
Disfrutemos de esta vida, / evitemos su trabajo; / el que
tenga un agasajo / de congoja se despida. / ¡Déle, déle despedida,
/ que el pesar / Viene sin irlo a buscar!
Busquemos el agasajo, / despidamos los enojos; /
los que se dan a congojos / pronto se vienen abajo. / ¡Descuidemos
los cuidados, / que el pesar / viene sin irlo a
buscar!
De los problemas huyamos / con todos nuestros poderes; / andemos
tras los placeres, / pesares aborrezcamos. /
¡Tras los placeres corramos, / que el pesar / viene sin irlo a
buscar!
Hagamos siempre por
ser / alegres y cariñosos; / cuidados tristes, penosos, /
evitemos padecer. / ¡Busquemos siempre el placer, / que el pesar /
viene sir irlo a buscar!