miércoles, 14 de junio de 2023

Del júbilo al jubileo y a la jubilación

    Hay en latín antiguo un verbo iubilare atestiguado por el gramático Varrón en De lingua Latina VI, 68, que cita como sinónimo de quiritare, especificando que este último era vocablo propio del registro urbano, mientras que el primero lo era del rústico: ut quiritare urbanorum, sic iubilare rusticorum


    Tanto quiritare como su variante iubilare significarían “llamar a gritos, gritar pidiendo ayuda, llamar en auxilio, es decir: vocear”. El término quiritare se redujo a critare en latín vulgar, y es el origen del italiano “gridare”, del catalán “cridar” y del francés “crier”, y también del castellano y portugués “gritar”, que presentan la conservación irregular de la -t- intervocálica no sonorizada en -d-, lo que podría deberse quizá a una geminación de carácter expresivo. 

    Varrón, buscándole una razón etimológica y los tres pies al gato a este verbo, lo relaciona con los quírites, por lo que quiritare sería, según él, apelar a los quírites o ciudadanos romanos. Pero parece que es una falsa etimología, una simple coincidencia. Quiritare podría tener un origen expresivo u onomatopéyico simplemente. 

    Frente a este término del sermo urbanus, se encuentra iubilare, propio del sermo rusticus, que significaría “gritar de alegría (un campesino)”. Y ahí Varrón cita para corroborarlo un verso de una atelana de un tal Aprisio que, imitando el habla pueblerina, dice en latín: Io bucco! Quis me iubilat? -Vicinus tuus antiquus. ¡Eh, bocazas! ¿Quién me llama a gritos? -Tu viejo vecino

    Según el diccionario indoeuropeo de Pokorny el latín iūbilō 'lanzar gritos de júbilo, cantar' podría derivar de *i̯ūd-dhǝ-lō con el significado onomatopéyico de 'hacer yū', algo parecido, podríamos decir nosotros, a nuestro “yupi”, que es, según el diccionario de la RAE, una interjección utilizada para expresar alegría o sorpresa de origen onomatopéyico. Sería, por lo tanto, iubilare una onomatopeya similar a sibilare, cuya formación estaría relacionada con el griego ἰύζω “proferir un grito agudo”.

    Disponemos también en latín de la palabra iubilum, que es un derivado regresivo del verbo iubilare, y que terminó por significar alegría, gozo o alabanza, y es el origen de nuestro "júbilo" y "jubiloso". 

    Frente a estos  términos antiguos se tomó en época más reciente el préstamo iōbēlēus, adaptación del griego ἰωβηλαῖος, derivado del hebrero yōbēl (“cuerno de morueco que se utilizaba como instrumento musical similar a una trompeta”, con el que se anunciaba la gran solemnidad de los judíos del año santo que se celebraba cada cincuenta años), vocablo que, por metonimia, acabaría sirviendo para dar nombre al año santo. Según el DLE de la RAE, jubileo procede del hebreo šĕnat hayyōbēl; literalmente 'el año del ciervo'.



    Dicho préstamo se vio influido y contaminado enseguida por el verbo latino “iubilare”, por lo que pasó a denominarse “iubilaeus”, de donde procede nuestro “jubileo” y “año jubilar”. El jubileo o Año Santo es una celebración que tiene lugar en distintas iglesias cristianas históricas, particularmente la católica y la ortodoxa, que hunde sus raíces en el judaísmo. 

    Según la Biblia, en efecto, Levítico 25, 10-12, que cito por la traducción española que manejo de Nácar-Colunga, Yavé habló a Moisés en el monte Sinaí, estableciendo en primer lugar el año sabático: al cabo de seis años de sembrar el campo y vendimiar la viña, la tierra descansará al séptimo año en honor de Yavé, que también descansó al séptimo día tras sus trabajos de creación del mundo imponiendo así la semana laboral y el descanso sabático que los cristianos cambiaron de día y lo pasaron al domingo, descanso dominical o del Señor; y en segundo lugar estableció para los hijos de Israel un año particular cada medio siglo: "Santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis la libertad por toda la tierra para todos los habitantes de ella (…) El año cincuenta será para vosotros jubileo; no sembraréis, ni recogeréis lo que de sí diere la tierra, ni vendimiaréis la viña no podada; porque es el jubileo que será sagrado para vosotros”. 

    Y de ahí llegamos a la jubilación, que nuestra Real Academia Española de la Lengua define como "acción y efecto de jubilar o jubilarse", así como "pensión que recibe quien se ha jubilado", lo que es indicio etimológico de la tradición de nuestra herencia judeocristiana, que nos remonta al Génesis de la Biblia en cuanto a la condena al trabajo ("con el sudor de tu rostro comerás el pan") y al  Levítico, en cuanto consagración del período de descanso del año sabático y del jubilar como complemento indispensable de una vida dedicada a la servidumbre del trabajo asalariado, pero también ofrece el significado pagano y poco usado ya, de raigambre latina, de "viva alegría, júbilo". Pese al desusado significado latino, no podemos evitar la asociación de las palabras y la relación del júbilo primitivo con la llegada del sabático jubileo y la merecida y jubilosa jubilación.

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