sábado, 24 de junio de 2023

¿Para qué servía el pasaporte sanitario?

    ¿Para qué coño servía el pasaporte sanitario o Certificado Digital COVID de la UE, que entró en vigor el 1 de julio de 2021, y que expirará el 30 de junio de 2023, y está, por lo tanto, todavía vigente a día de hoy, aunque no se exija ordinariamente? Para poder viajar, respondían, con toda seguridad por el territorio de la Unión certificando que uno estaba inmunizado. Pero ¿quién está inmunizado en este siglo XXI? Nadie. La medicina ha progresado tanto que quien más quien menos padece alguna que otra enfermedad, si no unas cuantas simultáneamente, y puede contagiarse o contagiarlas.
 
    Pero ¿no teníamos ya, además, un pasaporte para poder viajar? Sí, pero no incluía nuestros datos sanitarios.

 La Organización (Mundial ¿de la Salud?) propone ahora para remediar  esa carencia hacer extensivo a todos sus países miembros el salvoconducto europeo que está a punto de caducar, para el que era preciso haberse vacunado contra el virus coronado, lo cual facilitaba la movilidad por la Unión Europea dificultándonosla a los que no nos habíamos sometido a los pinchazos reglamentarios.
 
 
 
    Curiosa paradoja. Lo hacen, aseguran, por nuestro bien, para que podamos viajar seguros. Pero ¿qué seguridad es esa? Está más que demostrado ya a estas alturas de la película de ficción científica de la pseudopandemia que las inoculaciones necesarias para obtener el salvoconducto que nos permitiera viajar no garantizaban nuestra protección ni la de los demás. Podíamos estar “inmunizados”, como decían ellos, y no solo contraer la enfermedad, sino además contagiarla con total impunidad, pero teníamos licencia para viajar.
 
     Los que nos opusimos al pasaporte de la infamia dijimos que se trataba más de una medida política de control digital de la población que sanitaria. Y teníamos razón a la vista de lo que ha pasado: que ha venido la Organización (Mundial ¿de la Salud?) y ha acordado adoptar el pasaporte covid europeo, green pass, health pass, certificado covid o como demonios quiera llamarse,  y hacerlo extensivo a sus países socios. 
 
     Se ha comparado el pasaporte de las personas vacunadas contra el covid-19 con el pasaporte sanitario alemán Gesundheitspass nazi, pero los chequeadores de hechos o verificadores dicen que no son comparables, porque todas las comparaciones son odiosas y más las que parangonan la democrática Unión Europea actual con el III Reich nacionalsocialista alemán, o el flamante código QR en nuestro móvil último modelo con una tarjeta cutre con esvástica nazi y escritura gótica. Pero se trata del mismo perro controlador con distinto collar.
 
     Gesundheitspass des hauptamtes für Volksgesundheit der NSDAP Pase de salud de la oficina principal de salud pública del NSDAP Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei , partido nacionalsocialista obrero alemán. 
 
    En la Alemania nazi, no se podía acceder a museos, edificios públicos, teatros, escuelas, lugares de trabajo, etc. sin el correspondiente pase sanitario, que el titular propietario debía llevar siempre consigo y presentarlo al médico en caso de enfermedad (Der Inhaber hat den Pass stets bei sich zu führern, im Krantheitsfalle dem Artzt vorlegen). En la Francia del siglo XXI, para no hablar de nuestras Españas, donde sucedió lo mismo prácticamente, fue obligatorio desde el 9 de agosto de 2021 para acceder a ciertos lugares públicos y realizar determinadas actividades. El documento se exigía, por ejemplo, para entrar a un bar o un restaurante o viajar en aviones y trenes de larga distancia. Y lo curioso del asunto es que eran los propios dueños de esos establecimientos los que lo exigían, no la policía, por lo que los ciudadanos se convertían en controladores de sus compatriotas.  
 
   
    ¿Qué hay detrás de eso? Pues ni más ni menos que el progreso de la identidad digital, que es nuestra reducción no sólo a un nombre propio y a un número identificatorio, como en la actualidad, sino a todos nuestros datos sanitarios, económicos y ecológicos, como nuestra huella de Carbono, cuya privacidad seguirá dependiendo, nos dice la Organización Mundial ¿de la Salud? por boca de su impresentable presidente, para tranquilizarnos, que seguirá teniéndolos cada gobierno. Parece que vamos de cabeza al sistema chino de control social digital, y la mayoría no dice ni mu. Y vale más que no les pregunten a nuestros conciudadanos porque la mayoría seguro que  asiente sin reparos.
 


1 comentario:

  1. Será tan cómodo y versátil, y todo un rasgo distintivo, facilitando la identificación y comunión con los imperativos, que hasta la cristiandad puede sumarse al ver realizadas sus virtudes teologales en el Estado de las multinacionales.

    En un mercado libre donde los tóxicos y venenos pueden insertarse sin problemas en los alimentos, distribuirse ampliamente por las aguas, las armas y el aire que respiramos, debemos ser conscientes de que se han producido tantas interacciones y de tal complejidad que solo con la biotecnología y el control estatal ahora digitalizado podremos 'gestionar' esa gran 'inversión' y transformación social que supone la enfermedad. Después de los Estados a los que se les atribuía armas de destrucción másIVA para invadirlos ahora será a los individuos a los que se les atribuirá enfermedades de distribución masIVA. Las cadenas de producción y distribución deben permanecer activas, si no nuestro orden social se resquebrajaría.

    «el conductismo masivo ha encontrado en los medios y las redes un poder equiparable a los totalitarismos de antaño. Solo que disperso, pues hoy las dictaduras encubiertas se ejercen personalizadas, mimando los estilos de vida en una especie de narcisismo de masas».

    «Mientras los críticos de su gestión oficial eran acusados de negacionistas, la pandemia fue el laboratorio político para una gobernanza bovina cuyo miedo interactivo va a costar mucho revertir».

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