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martes, 12 de julio de 2022

Agilipollaos que estamos

    Publicaba el otro día El Confidencial a propósito del artista Santiago Sierra,  todo un experto en provocaciones que son celebradas y rápidamente asimiladas y digeridas por el sistema en ARCO, la feria de arte contemporáneo,  una suculenta entrevista bajo el título "Los muertos rubios de Ucrania sirven para vender armas"

     Sierra presenta en esta ocasión en la Bienal de Arte de Lanzarote un vídeo grabado en 2002 sobre inmigrantes y refugiados que cavan su propia tumba... Preguntado por su aportación, esto es lo que dice el artista: “El Mediterráneo de este a oeste y de sur a norte hace mucho que es un enorme cementerio. (...) La solidaridad y la ayuda mutua es la civilización, no tengo ninguna duda de ello, por tanto, lo que tenemos ahora es barbarie. Las fronteras son uno de los elementos más potentes a la hora de señalar cuán lejos estamos de la civilización.”

    Veinte años después de filmado el vídeo, el panorma, independientemente de quién regente la Moncloa, no ha cambiado nada en este aspecto. “Los partidos políticos son aquí y en todo el mundo organizaciones criminales en las que trabajan los peores elementos de nuestra sociedad, los más radicalmente antisociales. (...) Son lo que los griegos llamarían kakistocracia, el gobierno de los peores. (...) Estamos bastante jodidos, sí, y nuestros hermanos africanos aún más jodidos y llorando muchas muertes. Bastante mal, y no creo que nadie al mando tenga intención de parar esto. Los matarifes de Melilla fueron felicitados desde lo más alto de la montaña de mierda que es el poder en este triste país. Moncloa es un antro, el peor antro y siempre lo ha sido.” 

 

 Santiago Sierra: 3000 huecos de 180 x 50 x 50 cm. cada uno. Dehesa de Montenmedio, Vejer de la frontera (Cádiz). Julio de 2002.

 
    Cita Santiago Sierra, hablando de cómo los medios tratan de agilipollarnos -volvernos necios y estúpidos, según la docta Academia-, al filósofo Agustín García Calvo, que definía al gilipollas como “el que hace, dice o piensa lo que le mandan desde Arriba, pero convencido de que lo hace, dice y piensa, porque le da la gana, porque le sale de sus ideas y gustos propios”. Otra formulación de aquella consideración de gilipollas es aquel que asume como propio lo que le viene impuesto. 
 
    La etimología de 'gilipollas', por cierto, remonta al vocablo gitano 'gilí', que significa 'tonto, memo, lelo'. "Gilí" está recogido en nuestra literatura en Pérez Galdós y en Valle-Inclán. La Academia no le dio entrada hasta después de 1899. Es voz más jergal que familiar aunque también puede serlo en ciertos ambientes andaluces y madrileños. En otras partes se prununcia "gili" con acentuación llana. 
 
     "Gilipollas" sería, por lo tanto, un derivado de "gilí" y del término malsonante "pollas". Hay una etimología popular y castiza, sin embargo, según leo aquí, que remonta el término a un tal don Gil Imón, un funcionario del siglo XVI, que tenía dos hijas Feliciana y Fabiana que quería casar a toda costa. El problema era que sus dos "pollas", como se denomina coloquialmente a las mujeres jóvenes, eran poco agraciadas físicamente y, aun más, francamente feas. Como siempre aparecía don Gil con sus dos hijas en todas las ocasiones, aunque no viniera a cuento, se juntó su nombre con el apelativo de ellas: Ahí está don Gil y... pollas: Gilipollas. Como dicen los italianos en estos casos: se non è vero, è ben trovato.


    Preguntado por Melilla y por el conflicto de Ucrania, comenta Santiago cómo hay una vara de medir distinta, el famoso doble rasero, para los ucranianos y los subsaharianos: Si me agarro un coche y voy a la frontera ucraniana a cargarlo de gente que huye de la guerra de Ucrania y la traigo a Madrid haría una buena acción. Si fuera a Melilla para cargar mi automóvil de gente que huye de la guerra de Sudán sería también una buena acción, pero la sociedad brutalmente racista en la que vivimos trataría este último caso como delincuencia y tráfico de personas, y no sé cuantas canalladas más se dirían para acallar el reparto de injusticia rutinario del estado. Al que viniese de Ucrania con refugiados sale en la tele y le ponen un monumento en su pueblo y no solo es racismo, es ante todo la gilipollez(*) impuesta por los medios de formación de masas empeñados en una campaña publicitaria con muertos reales rubios para promocionar en Europa la venta de armas del complejo militar industrial
 
(*) Gilipollez, según la Academia, es el dicho o hecho propios de un gilipollas, y es término malsonante. Soplapollas también está recogido por la Academia con el significado de 'persona tonta o estúpida', pero no recoge el término equivalente y paralelo de 'soplapollez'.

domingo, 3 de julio de 2022

El artista que dijo 'no'

    Una cita del jacobino Nicolas Chamfort (1741-1794) viene muy oportuna a corroborar el título de esta entrada. Contra lo que habitualmente se cree, es más positivo decir que no que decir que sí a la falsía de la realidad, porque el 'no' nos dignifica liberándonos de ella, mientras que el sí nos esclaviza a su falsedad constitutiva: 

    La cita dice así: Casi todos los hombres son esclavos por la razón que los espartanos daban de la servidumbre de los persas, la falta de saber pronunciar la sílaba "no". Saber pronunciar esta palabra y saber vivir solo son los dos únicos medios de conservar su libertad y su carácter.
 

 
    El caso es que hubo una vez un artista que dijo que no y que rechazó el Premio Nacional de las Artes Plásticas 2010 que se le otorgaba, dotado con una considerable suma de dinero de 30.000 euros de los de entonces, alegando que no buscaba el reconocimiento oficial del Estado, sino que se conformaba con que a la gente, a alguna gente, si no podía ser a la mayoría, le gustara su obra. No perseguía condecoraciones de ningún tipo ni reconocimientos vanos, y lamentaba que el Estado quisiera apropiarse de la calidad de su obra, para convertirla en cultura.  

    No importa su nombre. Su obra, tampoco mucho. Quizá lo que más importe, lo que más importa es su gesto, auténtica obra de arte. 


    Criticó el artista algunas de las últimas medidas que había tomado el Gobierno de entonces que quería condecorarlo, tales como participar en guerras que se denominaban "acciones humanitarias para fomentar la paz internacional" (sic), y acudir en auxilio de la dama arruinada que era la Banca dándole dinero público a fin de rescatarla.  

    Posteriormente, en una entrevista a la prensa declaraba que nunca daría la mano a cómplices de la barbarie bancaria y militar. También dijo, prestándole su voz a la razón común: "La democracia es una estafa, es la dictadura perfecta". Gloria, pues, al artista que dijo que no, y que a través de sus palabras denunció algunas de las mentiras principales que sostienen la gran mentira de la Realidad que nos embarga.

 


    Su nombre no importa, porque todos los nombres propios son en realidad pseudónimos, nombres artísticos, pero se llama Santiago Sierra (1966-...), y ha protagonizado algunas performances artísticas espectaculares como su NO global tour, el incendio de FUTURE (el futuro en llamas) o la quema de la falla del ninot del Rey de España. 

 


    Sirvan como ilustración de estas negaciones los versos de José María Fonollosa (1922-1991) de un poema sin título encontrado en la mesa del trabajo del poeta después de su muerte con otros poemas y un esbozo de testamento, que pueden escucharse en la versión del cantante Albert Pla.

No a la transmigración en otra especie. / No a la post vida, ni en cielo ni en infierno. / No a que me absorba cualquier divinidad. /  No a un más allá, ni aun siendo el paraíso / reservado a islamitas, con beldades / que un libro garantiza siempre vírgenes. / Porque esos son los juegos para ingenuos / en que mi agnosticismo nunca apuesta. / Mi envite es al no ser. A lo seguro. /  Rechaza otro existir, tras consumida / mi ración de este guiso indigerible. / Otra vez, no. Una vez ya es demasiado.

martes, 3 de mayo de 2022

El esparcidor

    En el momento en que alguien se propone organizar eventos no virtuales en el mundo real, corre el riesgo de perder el control, mientras que el control de la narrativa que esparce ideas falsas -miedo y mentiras fundamentalmente- es más efectiva a corto y a largo plazo desde luego a la hora de dominar a nuestros semejantes. 
 
    Es más fácil, en efecto, propagar mentiras que víruses reales, que podrían tener consecuencias imprevisibles y nefastas como, por ejemplo, la de salir el tiro por la culata y contagiar al propagador,  mientras que las mentiras son más fáciles de manejar, aunque también es verdad que como dice la gente se coge antes a un mentiroso que a un cojo. 
 
    He aquí algunas de esas mentiras que se esparcen para divulgación mediática: "Los parados no quieren trabajar", "No hay ocupación israelí en Palestina", "Un nuevo virus va a diezmar el planeta", "Putin es el nuevo Hitler", "La OTAN representa el bando del Bien", "Rusia va a destruir Londres, París  y Madrid en unos segunos. No sobrevivirá nadie"... 


     Así por ejemplo cuando alguien defiende la existencia de un virus mortal ( "Un nuevo virus va a diezmar el planeta") por el número de fallecimientos que nos han dicho que ha causado, olvidamos que no han sido tantos, sólo un 0,2 por ciento según las estimaciones más objetivas y fehacientes, es decir, 2 de cada mil infectados, la misma tasa de letalidad que la gripe de toda la vida, dato que está corroborado en este caso por nuestra experiencia, ya que a toro pasado, como dicen los taurinos, no hemos visto tantos cadáveres como nos decían que íbamos a ver asomándonos a la ventana de nuestro encierro. Sin embargo, se encargaban de mostrarnos ataúdes y más ataúdes por la caja tonta y noticias de números de muertos, que es la única ventana -la caja bobalicona- que se mantenía  -no nos quedaba otra- abierta al exterior. 
 
    El arte es también un arma de esparcir mentiras. Prueba de ello son estos óleos del artista ucraniano Oleg Shupliak, que imagina así la Gran Batalla de las fuerzas angelicales del Bien contra las fuerzas demoníacas del Mal, con una simplificación poco menos que infantil:
 
La Gran Batalla de Ucrania con Mordor, Oleg Shupliak (2022)