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miércoles, 14 de septiembre de 2022

Tabú

    De vez en cuando Juan Manuel de Prada nos sorprende con algún artículo incisivo, como por ejemplo el titulado El gran tabú, publicado en el ABC del 10 de septiembre de 2022, donde, hace una alusión inevitable a Freud sobre el término “tabú” y a Wundt, que veía en el tabú la presencia de lo demoníaco en nuestra vida, salpicado con una referencia filosófica a Kant y literaria a Ionesco.
 
    Conviene recurrir aquí antes de seguir adelante y para entendernos mejor al expediente de la etimología del término 'tabú', que, según Corominas, entró en castellano hacia 1900, tomado como préstamo del inglés taboo, término que a su vez había sido tomado de la lengua del archipiélago Tonga en la Polinesia, donde suena tábu y significa 'prohibido'. La docta Academia da dos definiciones: Condición de las personas, instituciones y cosas a las que no es lícito censurar o mencionar, y Prohibición de comer o tocar algún objeto, impuesta a sus adeptos por algunas religiones de la Polinesia.
 
J.M. De Prada, ilustración de J.G. Puga
 
     Escribe Juan Manuel de Prada (cito literalmente): Supuestamente, las sociedades “ilustradas” se distinguen porque expulsan el tabú de sus murallas, permitiendo hablar de todo. Pero la realidad paradójica nos prueba que es precisamente en estas sociedades donde el tabú prolifera hasta extremos asfixiantes, de tal modo que cada vez son más las palabras prohibidas, más los asuntos que no es posible discutir.
 
    Hay una velada alusión a la corrección política que impone un determinado lenguaje y que hace imposible el concepto griego de parresía: la libertad de expresión de poder decirlo todo con franqueza. Destaca la paradoja: la ilustración acaba teóricamente con los tabúes (o tabús), sin embargo en  la práctica estos subyacen y abundan en las sociedades ilustradas como la nuestra.
 
     Continua De Prada atacando lo que él, espíritu religioso a la vieja usanza, llama "nuevas formas de religión", que podríamos denominar también "religiones laicas", que toman, por ejemplo, la Christiana caritas, una de las tres virtudes teologales, y la convierten en la hodierna solidaridad. Escribe De Prada: Las nuevas formas de religión (ciencia, democracia, progreso, etcétera) han impuesto un catálogo abrumador de tabúes, que actúan sobre nuestra conciencia a modo de obligación inconsciente, como decía Kant que actuaba el imperativo categórico. Ante esta proliferación desaforada de tabúes, nuestras vidas empiezan a parecerse a un paseo por un campo de minas



    Resulta muy lograda la comparación con un paseo por un campo minado, donde las minas serían los modernos tabúes (o tabús) que nos obligan a sortearlos para no pisarlos y saltar en pedazos por los aires. Enseguida se centra De Prada en el Gran Tabú, que da título a su artículo, el más notorio que nos atenaza estos días, que es el de la causa del exceso de mortandad: Según los “expertos”, la pandemia, el cambio climático y el envejecimiento de la población son las diversas causas -la célebre multicausalidad- que explican las muchas muertes, más de la cuenta esperada, que se están produciendo desde hace meses en nuestro país y otros países. 
 
    Evitan sin embargo citar al rinoceronte, la causa novedosa de considerable tamaño que todo el mundo ve y de la que oye hablar. Hace aquí De Prada una alusión a la obra teatral de Ionesco de igual título, Rinoceronte (1959), de la que hicimos mención en ¡Inventan enfermedades!, en la que un mamífero de gran tamaño y cornuda nariz se pasea por la calle y nadie quiere verlo ni hablar de él, ya sea por miedo o por cobardía, hasta que los paseantes mismos se trasforman en rinocerontes, todos salvo el protagonista. Hay una causa, algo que ha sucedido en los dos últimos años, que los expertos no quieren reconocer y de la que prefieren no hablar. Pero no hace falta recurrir a Freud ni a Ionesco ni a la palabra polinesia 'tabú' para explicarlo, no quieren hablar de ello porque está prohibido, sin más, aunque está en la mente de todo el mundo. 
 
    Lo mejor del artículo es su final: También nosotros aceptamos este exceso de mortandad –y el cortejo de afecciones que se han multiplicado en los últimos meses- como algo irremediable. ¡Y uno que pensaba que las sociedades “ilustradas” estaban vacunadas contra los tabúes!

miércoles, 10 de agosto de 2022

Exceso de mortalidad

    El otro día leía yo en la primera plana de la hoja parroquial autonómica El Diario Montañés el siguiente titular tan llamativo como honesto por su parte: "Cantabria cierra julio con un exceso de 200 muertes que no explican ni el covid ni el calor."

    El fenómeno, por lo que veo en otros periódicos, no es exclusivamente cántabro, sino nacional. No hay datos del extranjero, porque la fuente de la información es el instituto Carlos III. El Diario Montañés confesaba que "Desde que hay estudios, nunca este mes (el pasado julio) había sido tan letal en la Comunidad". El País, el boletín oficial del Gobierno de las Españas, también sacaba un titular parecido: "El exceso de muertes este julio quintuplica la media de ese mes. Y no solo por el calor y la covid." Y añadía: "El Instituto de Salud Carlos III calcula casi 10.000 fallecimientos más de los previstos, 2.124 de ellos son atribuibles a las altas temperaturas".

        Otros periódicos nos toman por idiotas achacando la mayoría de esas muertes al cambio climático que ha provocado los golpes de las olas de calor, algo que no cuadra si consultamos las hemerotecas, dado que esas mismas fuentes que ahora achacan los excesos de muertes al calor, reconocían otros años que el número de decesos por golpes de calor en las Españas había sido de 7 fallecidos en 2016, 7 fallecidos en 2017, 9 fallecidos en 2019 -(No hay datos de 2020 y 2021, los años de la pandemia en que todos los muertos eran cóvid) y 700 fallecidos en junio y 360 en dieciséis días de julio en 2022.


     Nos toman por idiotas porque nos hacen creer que en tres años han aumentado los muertos por olas de calor nada más y nada menos que un tanto de 13.250 por ciento. 

        El Ministerio de Sanidad se empeña, sin embargo, en echar balones fuera, achacando esas muertes al cambio climático. ¿Cuándo si no es ahora mismo según las autoridades sanitarias ha sido el calor una de las principales causas de muerte en este país de María Santísima? Lo cierto es que los datos del sistema de monitorización del Ministerio chocan por completo con la estadística consolidada de años anteriores.  

            No hay correlación, como decía el titular de El Diario Montañés, entre el calor y el exceso de mortalidad si comparamos con las estadísticas de años atrás. ¿No habrá alguna relación, es una hipótesis que no debería descartarse a priori, con las inyecciones contra el Cóvid que se ha puesto la mayoría, casi la totalidad de la población? Téngase en cuenta que antes de que se pusieran estas inyecciones no había dicho exceso de mortalidad, y ahora sí.  

                Lo que está claro es que el número de muertes se ha disparado en España. Y lo que no está tan claro es la causa de esos 22.541 fallecidos de más de lo esperado que se han producido en los primeros siete meses de este año, hasta julio incluido. Parece un disparate decir como afirman que de esos 22.541 hay 3.828 que habrían muerto debido a las altas temperaturas. 

            La cifra española no tiene parangón en otros países de Europa, donde las estadísticas muestran también un pequeño repunte de la mortalidad, pero muy inferior a lo que sucede en España según el EuroMoMo.