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sábado, 29 de julio de 2023

Quien paga manda

    Uno de los periódicos británicos más considerado es sin duda The Guardian, orientado ideológicamente hacia la izquierda política. Se dice que mientras The Times, el diario conservador, es el periódico de los que mandan en el Reino Unido, The Guardian, el rotativo progresista, es el de los que aspiran a mandar.

    Si consultamos la página electrónica de la milmillonaria Fundación de Bill y Melinda Gates, comprobamos enseguida que Guardian News & Media Ltd, la empresa que lo edita, recibe fondos habitualmente de dicha organización en concepto de subsidios o subvenciones gratuitas (grants, en la lengua del Imperio). El último dato publicado corresponde a septiembre de 2020, fecha en la que recibió gratis et amore en concepto de Global Health and Development Public Awareness and Analysis la suma de 3.499.032 dólares americanos para cubrir treinta y seis meses, es decir, tres años, por lo que es previsible que en septiembre de este año vuelva a recibir otra subvención por la misma cantidad o superior. 

    Su equivalente español sería El Periódico Global, alias El País. Ediciones El País, S.L. recibió, por su parte, en octubre del año pasado de la misma fundación la cantidad de 1.205.016 dólares bajo el mismo concepto que The Guardian, con una duración de treinta y cinco meses. 

    Vemos así cómo periódicos supuestamente independientes y progresistas son financiados no por sus lectores sino por la pseudo- filantrópica fundación, a más de la publicidad que suelen incluir.

    El caso es que en la portada de The Guardian de anteayer aparecía en primera plana este alarmante titular que forma parte de los análisis y concienciación pública sobre desarrollo y salud globales que subvenciona la mentada Fundación.

     El calentamiento global es noticia, es un hecho. Destaca en letra llamativamente roja el titular: global heating. Deberíamos mejor decir en castellano "calentamiento mundial o planetario", pero usamos el anglicismo 'global' para referirnos al planeta como globo terráqueo y que se vea, con la imagen del globo, que no somos terraplanistas. Podemos pecar de testaplanismo o encefalograma plano, pero nunca de terraplanismo.

    Las olas de calor son mortales y son el resultado de la crisis climática, y por lo tanto el fruto del calentamiento global, según los científicos expertos.

    El calentamiento global  es causado por el hombre, o, dicho en griego para que suene más científico y técnico, es antropogénico.

    Destruye vidas.

    Y lo peor de todo es que lo peor, valga la redundancia, está todavía por venir si no se producen recortes drásticos de emisiones.

    ¡Cuánto nos recuerda esta retórica a la del fiero virus coronado! Se habla de una amenaza inminente y, al mismo tiempo, se nos vende el remedio: el amuleto de la vacuna, en aquella ocasión, o la reducción de las emisiones en esta. ¡Cuánto terrorismo periodístico desprende!

    Pero pongamos esta noticia ahora en relación con otro periódico subvencionado por la Fundación de los señores Bill y Melinda, el francés Le Monde, de la misma ideología aproximadamente que The Guardian y El País, que recibió en agosto del año pasado la suma cuantiosa de 2.133.071 dólares con una duración de treinta y cinco meses, y que publicaba en noviembre de ese mismo años, pocos meses después de recibida la donación, la siguiente noticia significativa: Reducir la población contribuiría a la atenuación del calentamiento climático.

    ¿No nos hallamos ante un nuevo malthusianismo ecológico disfrazado de filantropía y amor al planeta?  Aquí tenemos, además,  la ecuación perfecta: la reducción de las emisiones se consigue rebajando la población, lo que en buena lógica se logra frenando los nacimientos (para que no seamos más de los que somos) y acelerando las defunciones (para que seamos menos de los que somos). 

   Lo primero, además, se consigue fomentando medios anticonceptivos y el aborto, promoviendo cambios de sexo y sexualidades LGTBIQ+ no reproductivas, insistiendo pedagógica- y machaconamente en que ya somos muchos y no cabe ni uno más en el planeta,  y económicamente en que es poco sostenible traer hijos al mundo, que no vienen con un pan bajo el brazo como se decía antaño, sino demandándolo; pero para reducir efectivamente el número existente hay que soltar algún virus y simultáneamente algún remedio que sea peor que la enfermedad que pretende combatir, como las inoculaciones a las que nos forzaron recientemente, hay que favorecer sedaciones y eutanasias, fomentando suicidios y profilaxis que hacen que perdamos el gusto por la vida, y  subvencionando y promoviendo, por supuesto, alguna que otra guerra que contribuya a hacernos creer que si no nos afecta directamente estamos en paz por contraposición.