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martes, 15 de agosto de 2023

El mensaje del Cristo Redentor

    Sobre la imagen del Cristo Redentor de Río de Janeiro se proyectó el pasado 28 de julio el llamado 'Reloj Climático' (Climate Clock, en la lengua del Imperio). Lo de reloj nos viene del antiguo horologion/horologium de griegos y romanos, como llamaron al artilugio que a través de los rayos del sol o de los granos de arena convertía el tiempo en números, y lo de climático nos viene del latín tardío, clima, que es adaptación del griego klíma klímatos 'inclinación' de la Tierra desde el ecuador a los polos, de ahí que signifique 'zona geográfica'. Un reloj climático terrorífico que marca el tiempo que nos queda para poder detener el calentamiento global que hará que el planeta, entrado ya en ebullición según los expertos de la ONU, se destruya como por combustión espontánea poniendo fin a la vida y al mundo, en un tiempo que se ha cifrado en menos de seis años a contar desde ya mismo.

    Ya ha comenzado la cuenta atrás de hecho con la proyección sobre el Cristo brasileño del reloj. El reloj pasó enseguida de los 6 años, 0 días y 00:00:00 horas a 5 años, 364 días y 23:59:59 horas, en un momento en que varios puntos del planeta en los que se han exagerado las temperaturas al tomarlas de la superficie terrestre en lugar de tomarlas de las tradicionales garitas meteorológicas, bien protegidas de los rayos del sol, que se colocan a un metro y medio o dos metros de dicha superficie, registraban unas temperaturas de calor extremo que, por otro lado, no son nada infrecuentes en esta época estival y en esos lugares. Cada momento que pasa queda menos.  

     Resulta que el hemisferio norte, donde ahora es verano y arde la canícula, está sufriendo estos días los efectos de una intensa ola de calor con temperaturas extremas en Estados Unidos, algunas zonas de Asia y varios países de Europa, donde también se han reportado incendios forestales de grandes dimensiones, como en Grecia, que sería ingenuo achacar al cambio climático, como sabemos en las Españas septentrionales, pero se imputan porque todo vale: si los incendios no son la causa, son la consecuencia...

    El reloj indica el tiempo que queda para detener el fin del mundo desatado por el calentamiento planetario. El reloj seguirá avanzando en su cuenta atrás y cuando llegue a cero significará que se avecina un apocalipsis climático de proporciones catastróficas desconocidas e inimaginables si las emisiones de dióxido de carbono (CO2), antiguamente llamado anhídrido carbónico, gas que liberado a la atmósfera provoca el efecto invernadero se mantiene en el nivel actual sin reducirse.  

     Quiero recordar que el Cristo Redentor ya se iluminó otra vez para darnos el mensaje pseudo-evangélico de que la vacuna salvaba vidas. Como comentamos en su momento en Dos metáforas de la inyección,  lo más sangrante era cómo se utilizaba la imagen del Salvator Mundi para adoctrinar a la población sobre las virtudes del supuesto suero milagroso, pero no sus palabras -el que salve su vida la perderá-, que son acaso lo más auténtico que nos ha quedado de él, más auténticas, desde luego, que cualquier utilización y manipulación de una imagen que pretenda representar -suplantar- al verbo encarnado. 

    Ha comenzado la apocalíptica cuenta atrás. Quedan, de seguir igual que estamos, sin reducir las emisiones de carbono a  la mitad por lo menos, menos ya de seis años para que se acabe el mundo, o dicho de otra manera: la probabilidad de impactos climáticos globales devastadores será muy alta. Bienvenidos, señoras y señores, a la Edad Media de la que no hemos salido todavía. El fin del mundo está a la vuelta de la esquina.