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jueves, 12 de diciembre de 2024

Cita con Judith Butler

    Judith Butler, la filósofa superstar, que se reconoce influida por Hegel, Freud, Michel Foucault y Simone de Beauvoir,  consisderada como una de las mentes más influyentes del mundo en el siglo XXI y referente del feminismo contemporáneo de última generación, concedió recientemente una entrevista a El Periódico Global, alias El País, en su mansión de California, donde Judith se registró oficialmente hace años como persona no binaria y donde convive en la actualidad con su pareja la politóloga Wendy Brown. 
 
    Judith no cambió su nombre propio pero dejó constancia en el juzgado de que se refirieran a su persona no con los pronombres de tercera persona del singular, que en la lengua del Imperio son, como se sabe, he, she, it, de los géneros gramaticales masculino, femenino y neutro respectivamente, que corresponden grosso modo a nuestros él, ella, ello, sino con la forma de plural they/them única para los tres géneros ingleses. They/them, pese a su doble forma, es en realidad el mismo pronombre que varía según su función sintáctica de sujeto/objeto, pero no distingue de géneros gramaticales sino que los engloba a todos,  un gesto de autodeterminación que en español equivaldría, según el periodista, al uso de elle en lugar de ella
 
Judith Butler (1956-...)
 
     Le recuerda el entrevistador a la filósofa que uno de los eslóganes de la campaña electoral de Donald Trump contra su rival Kamala Harris era: “Kamala está por elles (they/them). Trump está por ti (you)”. Donde se juega con los pronombres de tercera y segunda persona, siendo el mensaje de Trump mucho más personal, frente al impersonal uso de la tercera persona que se atribuye a su rival... Precisamente el pronombre de segunda persona no hace distingo alguno de género gramatical ni en inglés ni en español, ni en la mayoría de las lenguas conocidas, aunque sí en árabe  (masc. أنتَ (anta) fem. أنتِ (anti), y en hebreo  (masc. אַתָּה (atá) fem. אַתְּ (at) por lo que se me alcanza. Pero Butler no cree que el triunfo de Trump se deba a eso, sino a otros factores de índole social y política. 

 
"Kamala está a favor de elles"
 
     En la entrevista, después de clarificar su postura sobre el problema gazatí, poniendo los puntos sobre las íes al afirmar que la ofensiva israelí no empezó el 7 de octubre del año pasado con el ataque del grupo terrorista de Hamás, sino que opera desde la creación del Estado de Israel en 1948, afirmando que “quienes hacen la guerra a menudo conciben las de quienes aniquilan como vidas que de todos modos no valía la pena vivir (concepto de 'grievability' por la manera en que la sociedad distingue entre individuos cuya muerte merece duelo y los que no). No lamentan esas pérdidas, porque carecen de valor. Se considera a los palestinos como amenazas a la existencia israelí, no como seres humanos. Una vez que una población ha sido tan degradada que ya no cuenta entre la comunidad humana, queda despejado el camino hacia la acción genocida. Y lo que estamos viendo en Gaza son acciones genocidas”. 
 
    Afirma, más adelante, sobre la transexualiadad: “No creo que cada vez que un niño dice que quiere hormonas haya que correr a que se las receten, pero tampoco en rechazar de plano la idea”.  Intenta aquí la filósofa mantener un difícil equilibrio entre darle a niño el capricho de hormonarse para que su cuerpo se ajuste al modelo ideal que se ha fabricado de sí mismo, y rechazarlo de plano. A lo que el periodista objeta que una de las principales críticas a la ideología de género es precisamente que la industria farmacéutica está muy interesada económicamente hablando en ella.  Butler lo reconoce, y lo relativiza afirmando que “Esa industria se lucra con el reemplazo hormonal, pero tengo entendido que el beneficio que extraen de la terapia para mujeres posmenopáusicas es mucho mayor. Por supuesto que las grandes farmacéuticas son parte de ello, como lo son del tratamiento de la depresión, pero hay otros problemas por los que los niños cuestionan las normas de género, entre otros, la versión de masculinidad que representa Trump. Necesitan espacios donde ejercer su autonomía. ¿Cómo afirmarse? A veces, con un sencillo pronombre.” 
 
    La filósofa, una de las mentes más influyentes del mundo según dicen, se sale aquí por la tangente, y viene a decirnos con su respuesta que basta con un sencillo pronombre para no tener que recurrir a la hormonación, que supone una medicalización probablemente vitalicia de la existencia humana, y un lucro de la industria farmacéutica, por no hablar de la intervención quirúrgica que puede conllevar para el cambio de sexo... 
 
 
    Sin duda Butler lamentará, como nuestra exministra de igualdad que en el reciente Congreso del P(SO)E, las siglas LGTBIQ+, que agrupan a lesbianas, gays -anglicismo usual para evitar el despectivo 'maricones'-, transexuales, bisexuales, intersexuales, «queers» (anglicismo de más reciente incorporación, que equivale a algo así como «raro» o «extraño» y que han adoptado quienes no quieren etiquetarse dentro de las categorías binarias específicas de identidad de género y de orientación sexual)… y el carácter tipográfico "más", hayan quedado amputadas por la cola y reducidas a LGTBI, desmochando lo "queer" y lo “+”, que nunca se ha sabido muy bien lo que era. 
 
    Según la exministra del susodicho ministerio, que acasa al P(SO)E con el que ella ha gobernado y legislado de transfobia, "las mujeres trans son mujeres, tengan pene o vagina", incurriendo en la tautología y petición de principio que incluye en la definición lo definido. Decir que las mujeres trans (o cis, nos da igual para el caso) son mujeres es un pleonasmo, una redundancia innecesaria que no nos explica qué son las mujeres, uarium et mutabile semper femina.

jueves, 14 de diciembre de 2023

El Estado, cuya esencia

El estado, cuya esencia

es la guerra primordial,

de Israel, maldito sea,

bombardea sin piedad



Gaza entera, arrasa todo

como manda la Torá,

mata a niños inocentes

como Herodes de Judá.

Su derecho a defenderse

le confiere impunidad,

justifica el genocidio,

la mayor atrocidad.

 

   Es la nación elegida,

vengativa y criminal,

 del patriarca del desierto,

iracundo Jehová.

 

  Desatada ya la guerra

  y el continuo batallar,

se ha enterrado en Tierra Santa

la promesa de la paz.

 

Paz, F. P. Reshetnikov (1950)

sábado, 18 de noviembre de 2023

En el nombre del amor

    La foto de un soldado israelí que, entre los escombros de Gaza, exhibe orgulloso la bandera multicolor del arcoíris, símbolo del colectivo LGBTQ+, que se utiliza de ese modo para justificar el genocidio del pueblo palestino, no puede dejarnos indiferente, como si los derechos de esa comunidad justificaran la destrucción de Gaza, bien representada por las ruinas que rodean al soldado que sonríe y exhibe en la lengua del Imperio la leyenda In the Name of Love (y debajo lo mismo en árabe, para que lo entiendan los palestinos que no sepan inglés: في اسم الحب ): en el nombre del amor, que resulta sarcástica: la muerte se lleva a cabo en nombre del amor, que legitima así todas las atrocidades, incluso la destrucción de un hospital y la matanza de los inocentes. 
 
 
    También se ha hecho viral otra foto de otro soldado israelí ondeando una bandera sionista con dos franjas, una superior y otra inferior, con los colores de la bandera del arcoiris, y los tanques de fondo. 
    

 
    Es la misma estrategia narrativa: el imperialismo occidental provoca la destrucción y luego la blanquea con la bandera policromada del amor y la tolerancia. La estratagema narrativa, o más bien ideológica, ya había aparecido como tal en relación con la guerra en Ucrania, cuando se hablaba de los soldados que llevaban la insignia del unicornio -¿símbolo fálico?- en su uniforme propia de la Asociación Ucraniana de Militares LGBTIQ+, como si fueran el legendario batallón sagrado de Tebas, que se enfrentaban así contra el pérfido y homófobo Putin y la Rusia intolerante. 
 
Soldados ucranianos con el emblema del unicornio.
 
      Claro que hay quienes defienden que se ondee la bandera del orgullo, porque lleva un mensaje de paz, libertad y tolerancia a todos los palestinos que se esconden de Hamás porque saben que pertenecer a la comunidad Lésbica, Gay, Bisexual, Transexual, Queer y demás mandangas genéricas significa “muerte” en Gaza, luchando así por una Palestina libre, laica, tolerante y diversa, en la que, como contrapartida, no queden vivos palestinos.

lunes, 6 de noviembre de 2023

Los gritos de las plantas

    Publicaba Giorgio Agamben el 30 de octubre en su página de quodlibet esta brevísima e irónica reflexión sobre la guerra de Israel contra los gazatíes, titulada El silencio de Gaza En días pasados científicos de la School of Plant Sciences de la universidad de Tel Aviv han anunciado que han grabado con micrófonos especiales sensibles a los ultrasonidos los gritos de dolor que emiten las plantas cuando son cortadas o cuando carecen de agua. En Gaza no hay micrófonos. 
 
    La noticia la recogía, entre otros, The Times of Israel el 30 de marzo, que remitía al estudio científico  recogido en la prestigiosa revista Cell.
 
    Ya se sabía, antes de dicho estudio, que las plantas estresadas mostraban alteraciones tales como cambios de color, olor y forma. Ahora se ha descubierto que emiten también sonidos aéreos que pueden registrarse en el aire y clasificarse. 
 
 
    El estudio científico registró los sonidos ultrasónicos emitidos por plantas de tomate y tabaco que habían sido privadas de agua, sufrieron un corte en el tallo o fueron dejadas solas (como grupo de control) dentro de una cámara acústica y en un invernadero, mientras se monitoreaban los parámetros fisiológicos de la planta. Se llegaron así a desarrollarse modelos de aprendizaje automático que lograron identificar el estado de las plantas, incluido el nivel de deshidratación y las lesiones, basándose únicamente en los sonidos emitidos.
 
 Las plantas emiten sonidos: 
 
 
    Los gritos de las plantas, en el rango ultrasónico de aproximadamente 20 a 100 kHz, que está por encima del límite del oído humano, podrían ser detectadas en un radio de acción de tres a cinco metros por muchos mamíferos (dada su sensibilidad auditiva, por ejemplo, ratones) e insectos y polillas.
     
    Sin duda se trata de un estudio científico importante, que pone de relieve la incapacidad del oído humano de detectar todos los gritos de dolor y angustia de los seres vivos. Podemos captar ahora dichos gritos. Pero en la franja de Gaza no se han habilitado, como dice Agamben, micrófonos especiales que capten los gritos de dolor y de angustia que emiten los gazatíes cuando son bombardeados y destrozadas sus casas y sus cuerpos, y muertos tantos niños inocentes, y sometidos los supervivientes a todo tipo de restricciones, mientras los israelíes que han ocupado los territorios de Palestina son incapaces de escucharlos porque carecen de audífonos adecuados o porque están sordos, pero no hay peor sordo, ya se sabe, que el que no quiere oír ni escuchar.