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viernes, 22 de marzo de 2024

Verde, que te quiero verde

   La Unión Europea aspira al objetivo ideal y por lo tanto inalcanzable de "net zero emissions",  “cero emisiones” o “cero neto o absoluto de emisiones”, o sea, ningunas emisiones (de CO2). Por ejemplo, entre otras medidas, que no se fume no ya en los bares y restaurantes, que eso ya está prohibido desde hace tiempo, sino en las terrazas de dichos establecimientos públicos... Se acabará prohibiendo fumar en todos los espacios públicos y hasta privados, por lo que el tabaco quedará reservado a la clandestinidad de los retretes. El siguiente paso será pedirnos que dejemos de respirar por el bien del planeta. A fin de cuentas, cuando respiramos, según lo que nos enseñaban en la escuela, inhalábamos oxígeno y exhalábamos lo que entonces se llamaba anhídrido carbónico y ahora dióxido de carbono o CO2, que es lo mismo pero con otro nombre.

    La Unión Europea quiere, además, que actualicemos nuestras viviendas según los parámetros que ella establezca para hacerlas sostenibles o dignas de sostén(imiento).

    La Unión Europea, en resumidas cuentas, apuesta por la green economy por decirlo así en inglés, que es la lengua del Imperio y queda mucho más elegante que en castellano 'economía verde', aunque nosotros podríamos añadir el hemistiquio lorquiano “que te quiero verde”, para que resuene más lírico y poético. 


    Uno sospecha, porque uno tiene ya sus años y desengaños, que la cosa de la green economy va de verde por el color de los billetes. Recuerdo que era ese el color de los billetes de mil pesetas de mi juventud, que eran verdes, como aquel que representaba a don Benito Pérez Galdós... (Más tarde saldrían otros del Banco de España  con otras tonalidades de 2.000, 5.000 y hasta 10.000 pesetas... antes de abandonar la vieja moneda y entrar en el Euro que hizo que se subieran automáticamente los precios). 

 

    La ecuación dinero=verde, pensaba yo, ingenuo de mí, que sería por lo que decían de que era el verde el color de la esperanza... y que podía uno esperar conseguir con él toda clase de bienes y servicios. Pero no, la cosa parece que fue al revés: el verde empezó a utilizarse por sus cualidades físicas, y de ahí derivaron luego las metafísicas.

    Parece que la equiparación física del verde con el dinero nos vino del otro lado del Océano Atlántico, del Nuevo Mundo, cuando a finales del siglo XIX los billetes de dólar se tiñeron de ese color para evitar las falsificaciones, hasta el punto de que en la actualidad casi la cuarta parte del papel moneda o billetes de banco que circulan por el universo mundo está tintado de color verdoso entre otras tonalidades como el amarillo, el gris y el azul. 

    Pero la pervivencia de la ecuación a lo largo de los años tiene también mucho que ver con la equiparación metafísica de lo que los expertos denominan el simbolismo emotivo del color que identifica el color verde con el inmenso poder del dinero, y también con la tranquilidad y la calma, asociadas al verde quirófano. 

    El rojo y el verde son en principio colores vivos, relacionado el primero con la sangre del reino animal y el segundo con la clorofila del reino vegetal. Pero además el color verde tiene otras connotaciones lingüísticas relacionadas con la juventud o no madurez, así como con la lujuria. Pensemos por ejemplo en expresiones como 'chiste verde' o 'viejo verde' en español. Pero ambos colores se oponen en el simbolismo del semáforo, donde la luz roja indica prohibición y la verde vía libre, simbología que se ha incorporado a la red informática universal: los do's y don'ts: las cosas que se deben hacer y las que no.  

    En otras palabras, la economía verde, so pretexto de proteger el medio ambiente (tanto el reino animal como el vegetal), capitaliza las tragedias ambientales producidas por la explotación del propio sistema capitalista, generando "fuentes renovables" de negocios energéticos para la clase dominante transnacional. Y, al mismo tiempo, cumple una función apotropaica, ya que desvía la mirada del verdadero ambientalismo, que coincide con el anticapitalismo. Pintar el capitalismo de verde es una operación de maquillaje. No se resuelve el problema que la propia existencia del capitalismo crea, sino que se justifica usando la ecología como coartada.  

Una verdad como una casa
 

    Volviendo a la Unión Europea,  no quiere ninguna emisión de CO2, y por otro lado fabrica bombas que siembran la muerte tanto del reino animal como vegetal y que están muy lejos de lograr la reducción de los gases de efecto invernadero que dicen que persiguen, y nos va mentalizando de que la guerra es inevitable. Entre nosotros ya lo ha vomitado la impresentable ministra del gremio de la Guerra, la llamada Hormiga Atómica: "La amenaza de guerra es absoluta". 

    Lo mejor habría sido no haber entrado nunca en dicha Unión, pero una vez dentro, lo mejor que podemos hacer es salir cuanto antes de la Unión Europea, que es la unión en realidad no de los europeos sino de las clases dominantes europeas contra las clases trabajadoras, o si se prefiere, los pueblos de Europa, como se demuestra examinando las pocas medidas en beneficio de la gente y las muchas en interés de los bancos y del gran capital tanto farmacopólico como bélico que toman.

lunes, 26 de febrero de 2024

La razón de la fuerza contra la fuerza de la razón

    El secretario general de la OTAN, el señor Jens Stoltenberg, ha reiterado el sábado pasado, 24 de febrero, que, dos años después del inicio de la invasión rusa, Ucrania puede seguir contando con el apoyo incondicional de sus socios internacionales; y además: "Ucrania se unirá a la OTAN, es sólo cuestión de tiempo".  Está claro que el señor Stoltenberg y la Organización del Tratado del Atlántico Norte que regenta no tienen empacho en precipitar al mundo  a la tercera guerra mundial en la que ya estamos inmersos sin saberlo. Hemos pasado de la guerra fría a la guerra caliente, tan caliente que nos quema las pestañas.
 
    Conviene que nos demos cuenta de que los países que no están directamente en guerra todavía,  tampoco están en paz, porque la paz no es simplemente la ausencia de la guerra declarada. Nuestras Españas, por ejemplo, no están en guerra, pero tampoco están en paz porque están colaborando durante los dos años que lleva en la guerra de Ucrania adiestrando hombres y enviando armas y dineros al frente de combate.


 
    El Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, el señor Borrell, otro que tal baila y lo hace al mismo son que Stoltenberg, se descuelga con un artículo de prensa titulado La guerra en Ucrania y la agenda geopolítica, que leo en El Diario Montañés de ayer domingo, pero que veo que publican también El Correo, Diario Sur y Diario de Navarra, del grupo Vocento, en el que reconoce que Putin no ha ganado la guerra que dura ya dos años, pero tampoco la ha perdido.
 
    En el mentado artículo, escribe que tenemos tres desafíos: El primero, apoyar a Ucrania “más y más rápido en un nuevo tipo de guerra de alta intensidad que asocia las trincheras de la Primera Guerra Mundial con el papel determinante que jugarán el uso de drones y la inteligencia artificial”. Es decir, estamos actualizando la Primera Guerra Mundial introduciendo en ella los últimos avances tecnológicos y la IA. 
 
    El segundo desafío es “que (Ucrania) sea miembro de la Unión Europea” -cosa que no costará mucho dada su participación en Eurovisión, al igual que la de Israel, que ni siquiera forma parte del continente europeo pero participa en el eurofestival. 
 
    Y tercero pero no menos importante desafío: Prepararnos para un largo período de tensiones con Rusia. “Nuestro esfuerzo militar tiene que ser sostenido” afirma literalmente, dado que el tío Sam podría desentenderse de la seguridad europea. Dice Borrell que visitó hace unas semanas al presidente Volodímir Zelenski, ese actor cómico y títere nato, nunca mejor dicho, y que este, como cabía esperar, le dijo que “era necesario aumentar el suministro de munición” (para la guerra, obviamente), a lo que apostilla el Alto Representante “que es ahora nuestra tarea más importante”. 
 
Ilustración de Adrià Voltà
 
       No sé si merece la pena comentar la ilustración de Adrià Voltà que acompaña el artículo de Borrell: una tarta con los icónicos colores ucranianos del azul y el amarillo ensangrentada por las dos velas o quizá petardos que representan los dos años que con los colores de Rusia -blanco, azul y rojo- enrojecen toda Europa. Es el rojo de Rusia el que tiñe toda Europa, incluida Ucrania, pues parece que se quiere dar a entender que la sangre recae sobre todo el continente.
 
    El resto del artículo se refiere a Gaza, para la que propone una solución política, al contrario de Ucrania, donde no ve más solución que la ayuda militar, es decir, echar más leña al fuego. 
 
    Y finalmente el señor Borrell plantea la “cuestión transversal de nuestra seguridad y capacidad de defensa”, recordando que hace dos años dijo que Europa estaba en peligro y nadie le hizo caso. Supongo que se refiere a la historia aquella del jardín europeo frente a la jungla exterior...  Ahora el tiempo, escribe, le ha dado la razón, y lamenta que”nuestra industria de defensa se ha quedado pequeña” y que no vamos a ser capaces de hacer frente a nuestra agenda geopolítica, es decir, a hacer lo que está mandado desde arriba ”si no somos capaces de defendernos” del peligro que nos acecha, lo que empieza por desarrollar nuestra industria de defensa. Y escribe: “Estamos haciéndolo; por ejemplo, la capacidad de producción de municiones para suministrar a Ucrania ha crecido un 40% en el último año”. 
 
    No plantea él la necesidad de crear un ejército europeo “sino de poder movilizarlo de forma conjunta y coordinada para hacer frente a los retos comunes”. Pero ¿cómo vamos a movilizarlo de forma conjunta y coordinada si no lo hemos creado? Muy sencillo: porque no se trata de crear algo nuevo, sino de algo mucho más fácil: utilizar los viejos ejércitos existentes y subordinarlos a la agenda geopolítica que es lo que está mandado. Porque en el mundo en el que vivimos “se generaliza el uso de la fuerza para resolver los conflictos”.  Lo dice Borrell y punto redondo. Lo dice como si estuviera constatando una realidad que no se puede cambiar y se queda tan ancho, porque es de lo que se trata, de generalizar el uso de las fuerzas armadas para solucionar los conflictos y de hacer que prevalezca como ya de hecho prevalece la razón de la fuerza contra la fuerza de la razón. 
 
 

viernes, 1 de septiembre de 2023

Parresia

    Menuda pajarraca, astuta como ella sola y de pocos escrúpulos, si es que tiene alguno todavía, la lideresa de la Unión Europea, doña Ursula von der Leyen. Publica un mensaje en tuíter en el que cambiando orgüelianamente la terminología, llama “transparencia” a lo que es "opacidad" y consagra así la imposición de la censura en la vieja Europa que regenta con el pretexto de luchar contra la desinformación en el ámbito digital.

 

    Reclama esa misma transparencia que ella no tuvo cuando negoció con el Laboratorio Pfizer, a través de mensajes cortos que se borraron casualmente de su ordenador, los contratos de las salvíficas inoculaciones que sin embargo no salvaron a nadie de contraer el peligrosísimo patógeno, sino todo lo contrario.

    Dice que quiere introducir los valores europeos (European values) en el mundo digital y lo que hace es crear el orgüeliano Ministerio de la Verdad, que decidirá lo que es informativo y lo que no, como si la libertad de expresión no fuera uno de esos valores europeos, consagrada desde los antiguos griegos bajo el nombre de παρρησία (parresia), esa capacidad que hay que reivindicar ahora más que nunca de decir (-resia) valientemente uno todo (pan-)lo que tiene que decir sin guardarse nada, hablando con franqueza y sin miedo de ofender a nadie.

 Anuncia la pajarraca estrictas reglas (strict rules) sobre transparencia, en realidad opacidad, y responsabilidad (accountability en la lengua del Imperio que ella utiliza), todo para proteger a nuestros niños, sociedades y democracias (sic).

    

     Y advierte que desde el día de la fecha (el pasado 25 de agosto) las plataformas digitales de la Red Informática Universal deberán aplicar la nueva ley que consagra la censura bajo el nombre de lucha contra la desinformación, imponiéndose la versión oficial como única versión, lo mismo que se impuso entre nosotros durante la pandemia, pero ahora con el apoyo de la ley.

     La anunciada Ley de Servicios Digitales que ya está en vigor (Digital Services Act) revela que en la era digital, los gobiernos del universo mundo no quieren dejar de controlar la narrativa informativa, imponiendo su discurso sobre los demás, la llamada "versión oficial". Cualquier voz crítica o disidente es etiquetada enseguida como misinformation en la lengua del Imperio, desinformación en la nuestra. Los fact checkers o verificadores de los hechos narrados son los censores encargados de proteger la Versión Oficial, que pasa por ser la verdad revelada que necesitan los gobiernos para asegurar su gobernanza, dado que gobernar es mentir, marcando como falsa cualquier otra información alternativa que se oponga a ella, lo que pone en muy serio peligro la libertad de expresión y la parresia.

    No puedo dejar de citar, a propósito, al filósofo francés Michel Foucault, que en su  'Discurso y verdad en la antigua Grecia' (Ed. Paidós, I.C.E. de la U.A. de Barcelona, 2004), introduciendo el neologismo  'parresiasta' para el que hace uso de la parresia, escribe lo siguiente: 

    El hecho de que un hablante diga algo peligroso —diferente de lo que cree la mayoría— es una fuerte indicación de que es un parresiasta Cuando planteamos la cuestión de cómo podemos saber si aquel que habla dice la verdad, estamos planteando dos cuestiones. En primer lugar, cómo podemos saber si un individuo particular dice la verdad; y, en segundo lugar, cómo puede estar seguro el supuesto parresiasta de que lo que cree es, de hecho, verdad. La primera pregunta —reconocer a alguien como parresiasta —fue muy importante en la sociedad grecorromana y, como veremos, fue explícitamente planteada y discutida por Plutarco, Galeno y otros. Sin embargo, la segunda pregunta escéptica es especialmente moderna y, pienso, ajena a los griegos.

 

     Se dice que alguien utiliza la parresia y merece consideración como parresiasta solo si hay un riesgo o un peligro para él en decir la verdad. Por ejemplo, desde la perspectiva de los antiguos griegos, un profesor de gramática puede decir la verdad a los niños a los que enseña y, en efecto, puede no tener ninguna duda de que lo que enseña es cierto. Pero, a pesar de esa coincidencia entre creencia y verdad, no es un parresiasta. Sin embargo, cuando un filósofo se dirige a un soberano, a un tirano, y le dice que su tiranía es molesta y desagradable porque la tiranía es incompatible con la justicia, entonces el filósofo dice la verdad, cree que está diciendo la verdad y, más aún, también asume un riesgo (ya que el tirano puede enfadarse, castigarlo, exiliarlo, matarlo).

  

sábado, 29 de abril de 2023

¿Qué es Europa?

    ¿Qué es Europa? Antes de decir lo que sea Europa conviene decir lo que desde luego no es. Europa no es, como se pretende, la Unión Europea (UE) ni desde un punto de vista geográfico ni histórico tampoco, porque la UE es un engendro burocrático normativo impuesto desde arriba que responde a una ideología capitalista y militarista bajo la tutela de los Estados Unidos de América, vía OTAN.

    ¿Qué es, entonces, Europa? Europa es un mito en construcción permanente, que los políticos profesionales del viejo continente utilizan, cuando las cosas no les van bien, para decir que hace falta 'más Europa', queriendo decir 'más Unión Europea', que ya hemos visto que no es lo mismo. No se sabe para qué hace falta eso ni a quién le hace falta exactamente. También aprovechan para descalificarse unos a otros tachándose de anti-europeos, como si ese fuera el peor reproche que hacer se les pudiera. 

 

    Hoy, ningún partido político con representación parlamentaria cuestiona la trascendencia de la “construcción europea” ni su deriva autoritaria tanto en lo sanitario como en lo militar.  Los principales medios de (in)formación de masas predican el dogma europeísta, convencidos como están de que el engendro de la UE es "la encarnación del Bien", el jardín en medio de la jungla, como decía el otro.

    Esta supraestructura comenzó, al parecer, en 1951 con la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), y yendo de la Ceca a la Meca, pasó a ser tras el tratado de Roma el Mercado Común en 1957, -con lo de 'mercado' ya se veía por dónde iban los tiros-, para convertirse después en la Comunidad Económica Europea (CEE), que sonaba un poco mejor que 'mercado' que recordaba a los mercaderes que Nuestro Señor expulsó del templo, aunque seguía siendo un ente económico-, y finalmente, pasó a ser lo que ahora se denomina la Unión Europea (UE).   

 

    Su evolución a lo largo del tiempo ha dado lugar a una estructura económica y política compleja que promueve intereses económicos y políticos que nada o muy poco tienen que ver con los deseos de la gente que vivimos en la vieja Europa raptada y violada por el tío de América.  

    Europa es un mito que habría que destruir para que pudiera vivir lo que hay por debajo de ese nombre propio: “Europa debe morir para que nosotros, la gente que vivimos en Europa, podamos vivir”.

    La llamada construcción europea no tiende a destruir los estados nacionales, sino a sustituirlos por un estado supranacional con vocación más o menos federal pero centralizado bajo el yugo imperialista, gobernado por la Comisión Europea, que es una de las siete instituciones o tentáculos del engendro, que ostenta el poder ejecutivo y la iniciativa legislativa, regentada por la señora Ursula von der Leyen, y que  ni siquiera ha sido elegida democráticamente, y subordinada a los intereses de Estados Unidos y de los poderes económicos privados, en aplicación de los artículos de fe del Foro Económico Mundial. 

  La lengua franca de la UE. es, curiosamente, el inglés, la lengua del Imperio, pese a que el Reino Unido se ha desmarcado de la Unión, y el único país que oficialmente habla inglés es Irlanda, pero, sin embargo, es el idioma oficial de la UE.  

Viñeta de Miki y Duarte
 
     Los contratos millonarios de la UE que firmó la presidenta con Pfizer-BionTech y las sanciones económicas que decretó contra Rusia, adoptadas a instancias del tío Sam, que son los principales beneficiarios de estas crisis, se vuelven contra la vieja Europa perjudicando a sus habitantes.

    Del mito clásico del rapto de Europa por Zeus escribimos aquí mismo. Vuelvo ahora sobre el soneto de Lope de Vega, aprovechando el motivo del rapto de la princesa fenicia que vino de Oriente, como la luz, y que fue violada en la isla de Creta por el toro monoteísta, y aprovechamos la sugerencia y algunas de sus rimas, para añadirle ahora un estrambote: 

Ya en la mar, el raptor y falso toro
 que era Zeus putañero el pie besaba 
 de la cándida Europa, que añoraba 
 muy lejana la costa y su decoro. 
 
 En las olas, relumbran hebras de oro
 de su pelo que el viento repeinaba. 
No sabía la ninfa que arruinaba
 libre aquel su albedrío, su tesoro. 
 
 Despojada en la arena de sus faldas,
 supo al fin cuán amargos los amores 
sometiéndose al macho, a sus espaldas. 
 
Ya violada, le afloran los colores, 
brotan líquidas perlas de esmeraldas:
 «Ay, he echado a perder -gimió- mis flores. 
 
 Me dejé avasallar, así es la Historia 
que me da muerte a mí, a mi nombre gloria.»

sábado, 14 de enero de 2023

Rápida mensajería

Lo bueno no es cuidarnos, sino descuidarnos, no preocuparnos, sino despreocuparnos y dejarnos de todas las cuitas que no nos dejan vivir y nos hacen desvivir.
 
 Uno de los siete sabios, Solón, ya viejo, oyó a un niño entonar un canto de Safó, y le pidió que se lo enseñara para, según dijo, "morir llevándolo aprendido". 
 
Jesus died for somebody's sins but not mine. Jesucristo, cantó Patti Smith, murió por los pecados de algunos, pero no por los míos, que sólo a mí me pertenecen.
 
 
 
Una vez un mandamás hizo esta observación que contiene más verdad de lo que él creía: Hemos creado un problema que ahora estamos en vano tratando de resolver.
 
Ante la duda de cómo distinguir a herejes de católicos, el jefe de los cruzados ordenó: «¡Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos!», desatando la masacre.
 
 Manda Odiseo esconder las armas antes de perpetrar la matanza de los pretendientes, porque el hierro atrae como un imán a los hombres, forzándolos a usarlas.
 
αὐτὸς γὰρ ἐφέλκεται ἄνδρα σίδηρος. Que es el hierro quien tira del hombre, como traduce Pabón, (y no el hombre quien tira del hierro), y ejerce su atracción.
 

 
La guerra no es la única violencia que ejerce el Poder sobre nosotros. La imposición del dinero, físico o digital, es su arma de destrucción masiva y opresión.
 
Se cree falsamente que el dinero físico es sucio por la sepsis y mugre inherentes a la madre natura, y que el electrónico no mancha las manos y es inmaculado.
 
 Tiene la Ciencia poca conciencia, mala conciencia. Sigue a la Ciencia, fe y obediencia, falsa creencia, donde la ciencia brilla, evidencia, ay, por su ausencia.
 
 
 
La apocalíptica metáfora de Borrel de No podemos ser un herbívoro en un mundo de carnívoros revela que la Unión Europea se entrega ya a la más feroz carnicería.

domingo, 13 de noviembre de 2022

Breve memoria histórica (tercera y última parte)

    Hemos visto que el salvífico suero no protege al individuo contra la enfermedad y no previene su transmisión comunitaria tampoco, no cumpliendo por lo tanto ninguna de las dos funciones esenciales asignadas tradicionalmente a una vacuna. 

    Si la inutilidad o falta de necesidad fuera su único defecto, no sería algo demasiado dramático ni trágico. Sin embargo, a esta inutilidad hay que añadir, lamentablemente, numerosos y graves efectos indeseables, que se han dado en llamar 'secundarios' dando a entender que no son 'primarios' o deseados. También se han denominado 'colaterales', con expresión tomada del periodismo bélico, y 'marginales' en lugar de 'directos', minimizando su importancia. Entre estos efectos se encuentran no solo numerosas enfermedades, sino también la muerte, hasta el punto de que el riesgo de morir en caso de aparición de uno de ellos es mayor que el de morir por la enfermedad del virus coronado en caso de haber contraído los síntomas del síndrome. 


    El reconocido cardiólogo británico Assem Malhotra, basándose en estudios israelíes y estadounidenses con datos claros y precisos, afirma que hay un aumento del 25% en ataques y paros cardíacos asociados a la inoculación y no a la enfermedad del virus coronado, por lo que aquella provoca más daño que protección no solo a los jóvenes sino también a los mayores de 60 años, y propone que se suspenda el proceso de inmediato. La primera parte del estudio puede consultarse aquí y la segunda parte aquí.

    En conclusión, estamos en presencia de unos productos que no protegen de la enfermedad, no evitan su transmisión y que, además, provocan efectos adversos graves, incluida la muerte. No es inocente el hecho de que hayan sido denomiandos 'vacunas', cuando pueden llamarse con mayor razón 'quimioterapia'.

    Y si sabemos que  la terapia en cuestión es una nueva terapia génica (ARNm) diferente de las vacunas ordinarias, que se comercializó precipitadamente, sin pasar por todas las fases ordinarias de ensayo y control, que se autorizó sobre la base de estudios chapuceros realizados únicamente por los fabricantes del producto, estaba al alcance de cualquier persona sensata considerar que la sustancia en cuestión podría tener efectos secundarios nocivos, cuando no peligrosos como enfermedad, discapacidad e incluso la muerte.


     Aunque las autoridades sanitarias reconocieran socráticamente ahora en un arrebato de sinceridad que no sabían nada sobre las consecuencias de los pinchazos a medio y largo plazo que se están viendo ahora, y que actuaron por la urgencia que exigía la gravedad de la situación, no dejarían de ser responsables en el mejor caso de lo que se llama en derecho un “dolus eventualis”, porque deberían haber actuado con la cautela de no recomendarlas precisamente por eso. 
      La Organización Mundial de la Salud, que tiene como objetivo que no oculta vacunar a todo el mundo, cuyos financiadores privados son la Fundación Bill y Melinda Gates y GAVI, sigue presionando mucho para que la gente se ponga las vacunas contra la enfermedad del virus coronado. Preguntémonos, al modo de los detectives, a quién beneficia el crimen. 

       No olvidemos a la señora Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, que tomó la iniciativa de realizar pedidos con la mayor opacidad de 4.500 millones de dosis de “vacunas Cóvid” para los súbditos de la Unión, cuando somos cuatrocientos cincuenta millones los habitantes de la Comunidad Europea, lo que implica que compró diez dosis para cada súbdito, y lo hizo por la suma colosal de 71.000 millones de euros de dinero público. El precio inicial de cada dosis pasó de repente de 4,50 euros a 19,50 euros que cuesta ahora. 

 

  ¿Nos libraremos algún día de la esclavitud impuesta por la codicia de los poderosos cuyo único objetivo es maximizar sus ganancias a costa de humanos sacrificios? 

    Tres imágenes para el recuerdo y una reflexión final:

 
 

Si mantenemos en la vida real el distanciamiento social que nos exigían las autoridades y dejamos los besos y los abrazos para nuestra "outra vida", ¿cuándo accederemos a ella?, ¿una vez inoculados y muertos? ¿En el futuro, inalcanzable por esencia y siempre postergado y fugitivo? ¿dónde está esa otra vida, que no es esta, la real, la única que tenemos? ¿Qué clase de vida es esa? ¿Virtual, digital, numérica, ideal? Eso es lo que nos han vendido, que hay otra vida y que para acceder a ella hay que renunciar a esta, hay que confinarse en la caverna de Platón, definirse como trogloditas y protegerse con medidas de barrera e inocularse, porque fuera hay muchos virus muy peligrosos y letales, y encender las pantallas que nos dan el cambiazo de las cosas por las ideas, de los bienes por los valores, igual que nos decían en la Edad Media, de la que todavía no hemos acabado de salir, aunque parezca mentira, que la vida verdadera y la verdadera vida  comenzaba después de la muerte, no era esta vida terrenal y miserable, la única que tenemos, sino la otra, la eterna y celestial.

miércoles, 26 de octubre de 2022

El abuelete está gagá

    Gagá está, o sea, con las facultades mentales muy mermadas a causa de la provecta edad o con pérdida total de buena parte de ellas (coordinación, memoria, razonamiento lógico...). El abuelte está chocho perdido, y, por lo tanto, chochea. Debería ya estar disfrutando de una merecida jubilación, y, sin embargo, ejerce un alto cargo que rimbomba en la Unión Europea pues es Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y Vicepresidente de la Comisión Europea, en el ejecutivo comunitario de la señá Úrsula. 

 

     Acostumbrados nos tiene al empleo de metáforas.  ¡Qué gran poeta se ha perdido! Lástima que no hable en verso y que prefiera esa farragosa prosa que utilizan los políticos profesionales. Después de haber dicho que Europa era un jardín y el resto del mundo una jungla donde impera el caos, o sea, la ley de la selva, se descuelga ahora con otra poética metáfora: "No podemos ser un herbívoro en un mundo de carnívoros". Lo que dicho en términos filosóficos viene a ser, como aclara el Alto Representante que así se las da de cultivado: "No podemos pasear con Kant en la mano en un mundo hobbesiano".

    Insiste en que no podemos convertirnos en una potencia blanda, soft en la lengua del Imperio, y en que vivimos en un mundo donde la fuerza y las relaciones de fuerza tienen una importancia cada vez mayor. Lo dice antes en inglés: Vivimos en un mundo del Power politics, no de la fuerza de la política, entiéndase bien, sino de la política de la fuerza.


    Una viñeta de El Roto sale al paso de la metáfora borreliana: una vaca le dice: "No se puede ser herbívoro en un mundo de carnívoros". ¡Efectivamente, Josep! ¡Que nos lo digan a nosotras! Y es que Europa no es precisamente vegetariana ni herbívora. No fuera malo. Pero no lo ha sido nunca a lo largo de su historia ni lo es ahora. Europa es omnívora, como la mayoría de los europeos

    "No basta -perora y predica el Alto- con la prédica de los derechos humanos y con la prédica del orden basado en reglas, que, por supuesto, no hay que abandonar, simplemente tomar conciencia de que no es suficiente, que si queremos subsistir, y digo bien, subsistir, (...) tenemos que dotarnos de medios para hacer frente a esas amenazas (...) y entre esos medios están también, y lo digo sin ninguna clase de complejos, las capacidades militares".

    El abuelete dice que Europa no tiene un ejército, y que él, y lo dice ahora en primera persona identificándose con esa abstracción como si Europa fuese él y él fuese Europa,  tiene en Bruselas un montón de asesores militares "pero no tengo un ejército". ¡Lástima!

    Aclara después que los ejércitos los tienen los estados miembros de eso que se llama Europa, la princesa fenicia raptada por Zeus, y que son solo ellos los que los pueden movilizar.  

    El vejete está gagá: no tiene un ejército propio, y quiere, beligerante, uno prpio para jugar a las guerras y a los soldaditos, y convertir la política en lo que siempre ha sido, una continuación diplomática de la guerra, y la guerra en una continuación de la política. Con sujetos como él, que son la mayoría, desgraciadamente, siempre estaremos en guerra: Siempre estamos en la guerra.

domingo, 25 de septiembre de 2022

De la Inmaculada Concepción a la Unión Europea y a Eurovisión

    El logotipo de la Unión Europea, presente en su bandera,  que consiste en doce estrellas doradas de cinco puntas dispuestas en círculo sobre un fondo azul fue diseñado por el pintor estrasburgués Arsène Hetiz en 1955 y tiene un claro simbolismo religioso, católico y mariano para más señas como veremos a continuación. 
 
  
    Según la inevitable Güiquipedia sabelotodo, el artista se inspiró en un texto del Apocalipsis XII, 1, sobre la inmaculada concepción de la virgen María, que dice en la versión vulgata latina: et signum magnum paruit in caelo: mulier amicta sole et luna sub pedibus eius et in capite eius corona stellarum XII (duodecim), o lo que es lo mismo en castellano: Y una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas.

    Es decir, se inspiró en algo como esto, donde vemos a la virgen María resplandeciendo como un sol con una corona de doce, precisamente una docena de estrellas sobre su cabeza -doce son los meses del año, doce las horas del día y doce las de la noche, doce los apóstoles, doce las tribus de Israel, doce los dioses del panteón olímpico, doce los trabajaos de Hércules, doce los signos del zodíaco...-, y el niño Jesús en sus brazos. Encima, debajo y a los lados el texto apocalíptico latino.


    O, como esta Inmaculada Concepción de Murillo, que tiene la luna a sus pies, resplandece como un sol y está coronada por la docena de estrellas doradas. Todo ello nos lleva a la sugerencia de que Europa, que ya no es la princesa fenicia raptada e inseminada por el rijoso toro de Zeus/Júpiter de la vieja fábula mitológica, sería la virgen María que está a punto de concebir (concepción "inmaculada", sin mácula, sin mancha) un engendro político y económico, tanto monta, denominado Unión Europea.


    El número de estrellas del logotipo europeo no alude a los países que forman dicha unión, que creo que son 28 en la actualidad, 27 si excluimos al Reino Unido tras su salida decidida en referéndum, sino a las estrellas de la corona de la Virgen que son tradicionalmente doce desde el texto apocalíptico de la mujer  preñada que clamaba con dolores de parto y sufría tormento por parir, mientras que el Dragón -el diablo- esperaba ese momento para devorar a la criatura recién nacida, que sería un hijo varón... Pero los ángeles, capitaneados por el arcángel Miguel, lucharán contra el Dragón, la serpiente antigua, lo arrojarán a la tierra, y lo llamarán Diablo y Satanás.

    Siempre que TVE conectaba con eurovisión en los años setenta para ofrecer algún evento, por ejemplo el indecente festival de la canción el llamado eurofestival,  la pantalla se ocupaba con un logotipo con las doce estrellas en círculo mientras se oía el Te Deum de Charpentier a guisa rimbombante de himno. Aquí puede observarse esta relación simbólica religiosa, católica en concreto y mariana más específicamente, de las doce estrellas unidas en círculo que coronaban la cabeza de María santísima.



    Sin menoscabo de todo lo anterior, me gustaría resaltar la similitud existente entre el logotipo de la Unión Europea y el Ícaro de Matisse, que simplifica al máximo la historia mitológica que subyace: el vuelo de Ícaro que dotado de unas alas se acercó tanto al sol que éste derritió la cera que las ligaba, precipitándose al mar donde morirá ahogado el desafortunado volador. Matisse, utilizando la técnica del collage, con una mínima expresión plástica, nos hace ver una gran figura negra humana, cuyas extremidades superiores podrían ser tanto sus brazos como sus alas,  entre estrellas amarillas sobre un fondo de azul celeste oscuro, sin olvidar el pequeño punto rojo de la silueta humana que simbolizaría sin duda el corazón.

   Ícaro, Henri Matisse (1944)

    Quien no conozca la historia de Dédalo e Ícaro puede pensar que se trata de la caída del ángel, o del ángel caído, es decir, de Lucifer, expulsado del cielo por rebelarse contra los mandatos de Dios y desobedecerlos. Otra vez Dragón, la vieja serpiente del paraíso... Su nombre Lucifer significaba "portador de la luz". También era conocido como Luzbel, "el de bella luz", pero desde su expulsión pasó a llamarse Satanás o Satán.

    Sin embargo, el cuadro de Matisse no deja lugar a la duda. Se titula "Ícaro" y refleja la caída de Ícaro, y la reflexión de que sólo el que se eleva, el que levita y alcanza el cielo puede sucumbir a la dura ley de la gravitación universal y caer, después de tocar con su mano las estrellas, en las profundidades del océano. Pese a su fracaso,  un puntito rojo, su corazón, sigue latiendo en su pecho todavía.

    Otro tratamiento moderno de este mito, mucho más convencional, sería el que hizo Marc Chagall en 1975, que reflejó así la caída de Ícaro, entre una multitud de gente que lo observa y que no hace o no puede hacer nada por evitarlo, reducida a su condición de telespectadora.  En nuestros días la multitud seguramente sacaría su esmarfon y grabaría el vídeo para colgarlo en las redes.

La caída de Ícaro, Marc Chagall (1975) 

    ¿Estará el engendro político-económico o económico-político de la Unión Europea, abocado como Ícaro, tras haber alcanzado las doce estrellas del firmamento, una vez abrasadas sus frágiles alas por haberse acercado demasiado al astro rey,   abocado a precipitarse en el mar y ahogarse ante el asombro y la indiferencia de todos? ¿Será retransmitida su caída y el hundimiento de todas las bolsas europeas por eurovisión? Permaneceremos atentos a las pantallas de nuestros teléfonos inteligentes en las próximas horas de los próximos días... 

Un pueblo, un imperio, una moneda.

viernes, 9 de septiembre de 2022

Un jarro de agua fría (restricciones energéticas)

    Nos enseñaba en plena crisis sanitaria Úrsula Gertrudis von der Leyen, la europresidenta de la Comisión de la UE, a la ciudadanía europea cómo lavarnos y secarnos correctamente las manos para prevenir la contaminación del virus coronado, en un alarde pedagógico de desinfección que mezclaba hábilmente la mínima teoría con la práctica. 
 
'Salva vidas lavándote las manos' (y ahorra de paso energía, que hay crisis).

     Ese higiénico y patético vídeo en el que Úrsula se lavaba las manos simbólicamente contaminadas de virus o de sangre como Pilatos sigue siendo válido en la coyuntura actual de crisis energética, una vez finiquitada la sanitaria. Recuérdese que, una semana antes de que comenzara la guerra de Ucrania que ha desencadenado la crisis actual de la energía, la Unión Europea comenzó a relajar las restricciones sanitarias para dar paso a la nueva crisis y las restricciones energéticas. No vamos a gastarnos el dinero en hacer otro vídeo, parece que dijeran, cuando podemos reutilizar uno del que  disponemos, si no fuera porque en este que tenemos la europresidenta se olvida de cerrar el grifo mientras se seca las manos, aunque, en el último momento, se da cuenta de su pequeña infracción y la corrige cerrándolo apresuradamente. No tiene desperdicio.
 
 
     ¿Es usted idiota, parece decirnos a la puta cara, o no sabe usted cómo lavarse las manos sin derrochar agua, que, amén de escasear en medio de la pertinaz sequía que padecemos, fruto del cambio climático por el calentón planetario, ahora es, además, un valor que cotiza en Bolsa desde que hace dos años debutó en el mercado de futuros de Wall Street?
 
    La señá Úrsula, siguiendo las instrucciones de la ominosa OMS en forma de nueve consejos prácticos escritos en la lengua del Imperio, nos enseña a lavarnos las manos sin más palabras, que no hacen falta, como si fuésemos idiotas, con la musiquilla de fondo de la Ode an die Freude que se ha convertido en la banda sonora del prostíbulo que regenta. 
 
    No hace falta que usted utilice agua caliente para lavarse las manos, así que hágalo con agua fría a fin de no despilfarrar energía que nos hace dependiente del gas del malvado zar de todas las Rusias que ha invadido Ucrania, un gas que ahora compramos a China, que lo que hace es vendernos como intermediaria que se lleva la parte del león el gas que compra ella sí a Rusia, y nos lo revende a nosotros a precio de oro. 
 
Úrsula cierra el grifo, para ahorrar, mientras se enjabona las manos.
 
     Y es que como dice el periódico El (In)Mundo: “Bajo la premisa de hacer frente a la escasez del hidrocarburo, los Estados de la UE ya han puesto en marcha diversas medidas de ahorro”. 
 
    Aparte de bajar unos grados la calefacción, claro está, como nos recomendaba en España Ana Codicia Botín, perdón, Patricia, quería decir, esa banquera feminista y ecologista, no faltaba más, aparte de eso, decía,  se recomienda no ducharse tanto, no hace falta hacerlo todos los días, o, si nos empeñamos en la ducha diaria, no hacerlo con agua caliente, sino con agua tibia o, mejor aún, con agua fría, que, si me apuran, es hasta más sano seguramente, y más económico y solidario con Ucrania desde luego.
 
     Este miércoles pasado hemos visto una nueva comparecencia de la señá Úrsula en la que haciendo uso de la consabida retórica propone que lo que tenemos que hacer ante los picos de demanda de gas que encarecen el precio de la electricidad en el mercado es -lo dice en la lengua del tío Sam, que es la del Imperio-: flatten the curve, o sea, “¡aplanar la curva!”.
 
 
    ¿No te suena y resuena esto de 'aplanar la curva'? Sólo le faltó decir a la europresidenta que las restricciones energéticas que propone para la reducción del uso de la electricidad en horas pico durarán sólo quince días, dos semanas, como aquellas otras restricciones sanitarias que nos impusieron más que propusieron para reducir aquella otra curva de la pandemia de los demonios, que se sabe ya lo que duró.
 
 
       ¿Veremos pronto el vídeo de Ursula Gertrud von der Leyen en su cuarto de baño bajo la ducha de agua gélida tiritando de frío pero guardando el tipo y canturreando el Himno a la Alegría de Ludwig van Bethonven, cuyos huesos seguro que están removiéndose ahora en su tumba al enterarse de que es el himno de la Unión Europea? 

    ¿O nos sorprenderá nuestra querida europresidenta proponiéndonos una cena en penumbra en una hora pico de consumo, sin alumbrado eléctrico, a la luz de unas románticas velas,  -y todo a media luz, / que es un brujo el amor, / a media luz los besos, / a media luz los dos, como cantaba Carlos Gardel- que nos aseguren una no menos romántica velada?
 

domingo, 27 de marzo de 2022

El jardín y la jungla

    El jefe de la diplomacia europea, el señor Borrell, aplaudido por su discurso(*) pronunciado el 1 de marzo en el parlamento europeo, declaraba tres días después en una entrevista al periódico El Mundo que no proporcionar a Ucrania los elementos básicos para la defensa (quería decir “armas y munición”) hubiera sido una inmensa hipocresía y un fallo histórico. Que nadie se llame a engaño: Europa no predica la resolución pacífica de los conflictos. No es una fuerza de paz que vuela cual paloma picassiana con una rama de olivo y da ejemplo no traficando con las armas. De hecho la Unión, del mismo modo que financió las vacunas experimentales destinadas a garantizar la salud de sus ciudadanos, ha concedido ahora 6.000 millones de euros, que se dice pronto, para suministrar a Ucrania “los elementos básicos” que garanticen la defensa de la Paz.

    Y afirmaba, además, el alto representante en la entrevista: "Los europeos hemos construido la Unión como un jardín a la francesa, ordenadito, bonito, cuidado, pero el resto del mundo es una jungla. Y si no queremos que la jungla se coma nuestro jardín tenemos que espabilar". Empleaba dos símiles que han tenido una larga resonancia, en los que conviene detenerse un poco a fin de analizarlos: la Unión Europea era como un pulcro y modesto jardín francés, 'ordenadito, bonito, cuidado'. Uno puede pensar inmediatamente en el parterre de una maison de campagne.  Pero habida cuenta de la grandeur del país vecino y de la Unión Europea, que comprende 27 estados miembros, uno puede imaginar mejor un grotesco y barroco jardín versallesco con sus estanques y palacetes, sus fuentes luminosas y sus esculturas grandilocuentes repartidas por doquier... 

 
El señor Borrell con los colores de moda en la solapa.

     Nótese que la comparación no se ha establecido con un English garden, que hubiera sido muy poco afortunada porque el Reino Unido se desmarcó de la Unión, como se sabe. 

    Un error de base es equiparar Europa con Unión Europea, y decir, como hace el señor Borrell, que “los europeos hemos construido la Unión”, como si esta fuera obra de todos los europeos y no de algunos, pues hay países dentro del viejo continente arrebatado y violado por Zeus omnipotente en el célebre rapto de Europa, como el Reino Unido, Noruega o Suiza, que no forman parte de la Unión, por no hablar de Rusia, ubicada entre dos continentes, tan asiática y tan europea sin embargo.

    Lo que no mencionó el señor Borrell es que, como ha señalado alguno, para mantener y adecentar ese privilegiado parterre donde él y otros potentados política- y económicamente como él viven muy confortablemente, hace falta mucha mano de obra barata de muchos jardineros -nuevos esclavos que deben ganarse la vida con el sudor malpagado de su frente-, procedentes de la “jungla” exterior, es decir, del resto del planeta.

    Pero entendamos lo que entendamos por “jardín a la francesa”, el resto del mundo -atención a la metáfora que viene ahora, que no es una comparación introducida por un 'como' -es una jungla donde entendemos automáticamente que “impera la ley de la selva”, y una jungla que “si no espabilamos”, como dice el susodicho, va a comerse la tajada de nuestro modesto jardincillo.  El resto del mundo es la jungla que va a devorar a la Unión Europea poco espabilada.

La Jungla, Wilfredo Lam (1943)
 
     Obviamente, ni la Unión Europea es un jardín à la française ni el resto del mundo es una jungla que va a devorarnos. Quien dice 'jungla', además, podría haber dicho también 'desierto', o quizá más propiamente 'taiga', que es la selva característica del norte de Rusia y de Siberia, que limita por arriba con la tundra y por abajo con el erial de las estepas.

    Las metáforas que utilizamos nos utilizan en realidad a nosotros incrustándose en nuestro lenguaje y en nuestra visión del mundo. Las metáforas empleadas por el señor Borrell no son ingenuas, pecan de eurocentrismo y de racismo por lo tanto: Europa no es el Jardín del Edén donde se respetan los derechos humanos y las libertades democráticas, y el resto del mundo no es la jungla. La barbarie, lo salvaje, la ley de la jungla, también impera dentro de la Unión Europea disfrazada de paloma de la Paz. 

Jardines de Versalles
 

(*) Del aplaudido discurso del señor Josep Borrell me quedo con el epílogo final, donde se ensalzan las virtudes (sí, las virtudes) de la pandemia que ya se da por concluida como por arte de encantamiento al haber dado paso a este, como dicen ahora, nuevo escenario de película de guerra: La pandemia abrió la puerta a acciones innovadoras. La pandemia nos ha impulsado por el camino de unirnos más para hacer frente a los virus. Este momento trágico debe impulsarnos a unirnos más para hacer frente a aquellas acciones humanas que amenazan también la vida, la seguridad y la prosperidad de todos.