¿No os habéis dado cuenta de
que los nuevos tapones de las botellas de plástico y de los brix* que vienen de un tiempo a esta parte adheridos a sus envases
respectivos son maravillosos? No es un capricho de los fabricantes, sino algo que hay que agradecer al insigne Parlamento de
Bruselas. Se trata,
en efecto, de una directiva de la Unión Europea de la que nos congratulamos, haciendo extensivo nuestro agradecimiento también al Foro Económico -y por ende Político-
de Davos que seguramente está detrás de tal iniciativa.
Desde el pasado 3 de julio, en efecto, entró en vigor la Directiva de la UE 2019/904, de 5 de junio de 2019, cuya finalidad es prevenir y reducir el impacto de determinados productos de plástico en el medio ambiente, en particular en el acuático, y en la salud humana, así como fomentar la transición a una economía circular con productos y materiales innovadores, no tóxicos y sostenibles.
El principal objetivo de esta nueva normativa europea es conseguir que los envases de un solo uso se reciclen lo máximo posible y que no se pierdan los tapones en la cadena de reciclaje.
El nuevo formato de las botellas y brix llevan ya algún tiempo en el mercado. Muchos consumidores comentan en sus círculos íntimos y redes sociales que el nuevo mecanismo de cierre les resulta incómodo a la hora de beber a morro los líquidos que contienen, y algunos lamentan que se ponga fin así a la recogida de tapones que las almas piadosas y solidarias practicaban hasta ahora con fines benéficos y caritativos para obtener fondos destinados a causas humanitarias que afectaban a pacientes con enfermedades degenerativas poco comunes.
Según estadísticas del Ministerio de dicho tránsito, España genera alrededor de 1,6 millones de
toneladas de residuos plásticos, de los que un 6%
son tapones y un 1,4% botellas y garrafas. Hemos resuelto así un gran problema que antaño no existía.
Celebremos esta nueva directiva europea que nos hace la vida menos complicada y, por lo tanto, más sencilla: Ya no tenemos que reciclar el envase por un lado y el tapón por otro, dado que lo que eran dos objetos, ahora pasan a ser uno solo como por el arte de la magia, y podemos reciclarlos a la vez.
**¡Cómo les gustan estas dos palabras: transición porque empiezan por el prefijo trans- que está tan de moda, y ecológica porque no es más que un disfraz de económica, otro helenismo, para que, enharinada, no se le vea la patita negra al fiero lobo del capitalismo.
Ladrillo en inglés es ‘brick’, rapaz!
ResponderEliminarCorregida la errata, thanks a lot!
EliminarViniendo de las autoridades será una ilusión sinérgica y proyección de su propia condición, donde sus cabezas son inseparables de sus trajes y dispuestas permanentemente al reciclaje o actualización que impone la sacrosanta 'Agenda', pues reducidos a esa función de meros envases que contienen los fluidos tóxicos que se administran, ya saben que si no se reciclan solo pueden ser desechables.
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