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martes, 27 de agosto de 2024

¡Celebremos la nueva normativa!

    ¿No os habéis dado cuenta de que los nuevos tapones de las botellas de plástico y de los brix* que vienen de un tiempo a esta parte adheridos a sus envases respectivos son maravillosos? No es un capricho de los fabricantes, sino algo que hay que agradecer al insigne Parlamento de Bruselas. Se trata, en efecto, de una directiva de la Unión Europea de la que nos congratulamos, haciendo extensivo nuestro agradecimiento también al Foro Económico -y por ende Político- de Davos que seguramente está detrás de tal iniciativa.

    Desde el pasado 3 de julio, en efecto, entró en vigor la Directiva de la UE 2019/904, de 5 de junio de 2019, cuya finalidad es prevenir y reducir el impacto de determinados productos de plástico en el medio ambiente, en particular en el acuático, y en la salud humana, así como fomentar la transición a una economía circular con productos y materiales innovadores, no tóxicos y sostenibles.

    El principal objetivo de esta nueva normativa europea es conseguir que los envases de un solo uso se reciclen lo máximo posible y que no se pierdan los tapones en la cadena de reciclaje.

    El nuevo formato de las botellas y brix  llevan ya algún tiempo en el mercado. Muchos consumidores comentan en sus círculos íntimos y redes sociales que el nuevo mecanismo de cierre les resulta incómodo a la hora de beber a morro los líquidos que contienen, y algunos lamentan que se ponga fin así a la recogida de tapones que las almas piadosas y solidarias practicaban hasta ahora con fines benéficos y caritativos para obtener fondos destinados a causas humanitarias que afectaban a pacientes con enfermedades degenerativas poco comunes.

        ¿Qué haríamos nosotros sin estos polticastros y astros de la política elegidos democráticamente que velan por la salvación del Planeta, por nuestra salud y por eso que llaman nuestra “calidad de vida” proclamando esta nueva normativa? Pero resulta que los tapones adheridos, como dicen ahora, a las botellas no son ninguna novedad ni tan recientes como parecen. Creen nuestros parlamentarios europeos que han inventado algo nuevo, y no es así.  Yo recuerdo ahora mismo, haciendo uso de mi particular memoria histórica, la botella de cristal -y no de plástico- de La Casera -no así la actual, maldita sea, que es de plástico y con tapón adherido-, el refresco de agua gaseosa que, mezclado con el vino, hacía el delicioso tinto de verano. Era completamente reciclable, como todos los vidrios. Además, si devolvías el envase, te reembolsaban el dinero que costaba. Eso sí que era un buen invento, y no estas botellas de plástico y estos tetrabrix con los tapones incorporados que sacan ahora y que son tan incómodos y complican tanto la abertura del envase que a veces uno los arranca no sin cierto placer y algo de furia contenida. 

            Lo que pretenden nuestras autoridades -¿qué haríamos nosotros sin ellas?- es que el tapón se recicle junto con el envase. Con esta medida el Ministerio de Transición Ecológica** intenta conseguir una economía más sostenible y menos contaminante, una solución que -creen, porque son creyentes- puede facilitar el reciclaje.

    Según estadísticas del Ministerio de dicho tránsito, España genera alrededor de 1,6 millones de toneladas de residuos plásticos, de los que un 6% son tapones y un 1,4% botellas y garrafas. Hemos resuelto así un gran problema que antaño no existía.

    Celebremos esta nueva directiva europea que nos hace la vida menos complicada y, por lo tanto, más sencilla: Ya no tenemos que reciclar el envase por un lado y el tapón por otro, dado que lo que eran dos objetos,  ahora pasan a ser uno solo como por el arte de la magia, y podemos reciclarlos a la vez.

  *Abreviación de tetrabrix: Me permito escribir así en español el plural de brik (adaptación de brick 'ladrillo' en la lengua del Imperio, como en el another brick in the wall de Pink Floyd), pese a lo que dicta la docta academia, que le añade la ese de rigor a la ka final de la palabra, y prescribe briks.

**¡Cómo les gustan estas dos palabras: transición porque empiezan por el prefijo trans- que está tan de moda, y ecológica porque no es más que un disfraz de económica, otro helenismo, para que, enharinada, no se le vea la patita negra al fiero lobo del capitalismo.