Lo que Hélena le dijo a Paris.- Pocos poetas como Ovidio han sabido
prestarle su voz al sexo femenino. Aquí la legendaria reina Hélena de
Troya le ruega a Paris que haga el amor y no la guerra, que se olvide
del combate, algo que hoy resulta muy trivial pero que no lo era tanto
en la antigüedad, donde prevalecía el ideal viril heroico y
beligerante. Los versos -un dístico elegíaco de hexámetro y pentámetro
dactílicos- son el 255 y 256 de la la Heroida 17, que es una tierna
epístola amorosa de la amada a su príncipe bienquisto.
Helena y Paris, detalle, Slava Fokk (1976-...)
apta magis Veneri quam sunt tua corpora Marti.
bella gerant fortes; tu, Pari, semper ama!
Más apropiado resulta tu cuerpo a Venus que a Marte.*
Vaya el fuerte a luchar; tú haz, Paris, siempre el amor.
(O bien: *Más apropiado resulta tu cuerpo al amor que a la guerra)
(O bien: *Más apropiado resulta tu cuerpo al amor que a la guerra)
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¿Democracia electiva? A propósito de las numerosas elecciones a las que nos convocan periódicamente las instituciones para sostenerse -municipales, autonómicas, nacionales y europeas-, conviene recordar lo que pensaban los griegos del
sistema electoral. Pedro Olalla en su libro Grecia en el aire
(Barcelona, mayo 2015) escribe que hoy día nadie se plantea cubrir por
sorteo los puestos de responsabilidad política o cargos públicos como se
hacía en la Atenas democrática de Periclés (y como se hace, digo yo, en
muchas comunidades de vecinos), pero resulta que filósofos de la talla
de Platón y Aristóteles sostuvieron que eso era lo más democrático. Es
más, Aristóteles llegó a decir que el sorteo crea democracia, mientras
que la elección genera oligarquía (el gobierno -arquía- de unos pocos -oligo-, los representantes, sobre la mayoría de sus representados).
"Y afirmo, por ejemplo, que parece
ser democrático que los cargos se den por sorteo, y oligárquico que por elección" (Aristóteles, Política, 1294b 8ss).
Dice Pedro Olalla comparando la democracia directa ateniense con las
pseudodemocracias parlamentarias actuales: "Entonces no existía la
oposición entre gobierno y ciudadanos: los ciudadanos eran el gobierno.
El último poder de decisión no estaba en representantes o líderes, sino
en el conjunto de los ciudadanos. No existían partidos con estructuras
jerárquicas, listas cerradas, disciplinas de voto y hombres de paja al
servicio de intereses; existía una amplia asasmblea sin sitio para
marionetas y encargada de definir constantemente el bien común. Entonces
no había profesionalización de la política (...). Entonces no había
elecciones cada cuatro años y referenda (sic) escasos y no vinculantes,
sino una implicación continua del pueblo en la toma de decisiones" (pág.
180).
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La peor clase de ignorancia (V.O.S. Platón,
El sofista
229c) Asistamos a una breve escena del interesante diálogo
entre el extranjero venido de Elea, la patria de Zenón, y Teeteto,
alumno del matemático Teodoro de Cirene. La filosofía, como la banda
sonora del cine, hay que escucharla en versión original. En primer
lugar, en griego clásico; debajo, con subtítulos en español oficial contemporáneo.
EXTRANJERO. -Me parece por cierto ver clara una gran y terrible especie de ignorancia, equivalente a todas las demás por sí misma.
TEETETO.- ¿Cuál es?
EXTRANJERO. -Me parece por cierto ver clara una gran y terrible especie de ignorancia, equivalente a todas las demás por sí misma.
TEETETO.- ¿Cuál es?
EXTRANJERO.- El creer que sabemos algo que no
sabemos; por esto es probable que en nosotros surjan los errores todos con los que
nos engaña el pensamiento.
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Os dejo con un minuto y medio de música sublime. Se trata del maravilloso dueto de las flores de la ópera francesa Lakmé de Léo Delibes:
Con esos restos todavía podríamos tener vislumbres para enfrentar esa concentración de la falacia que militar y mediaticamente desplegada configura un sin vivir donde la estupidez instituida y representada, sumida en el caos organizado, enaltece sin remedio la voracidad a la que apelan y designan como Mercado.
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