Andrés Rábago, alias El Roto, que antaño firmaba como OPS, nombre artístico que ahora recupera firmando El ROTO-OPS nos brinda en su espacio diario de El Periódico Global el día posterior a las calendas del mes de Jano que abre el nuevo calendario, una viñeta en la que un caballo se dice a sí mismo: Año nuevo, brida nueva.
Un juego de palabras, sin duda, en el que “brida” sustituye a “vida”, y a la paremia universal: "Año nuevo, vida nueva", cosa que se dice en la creencia de que el simple cambio de año conlleva mejores
expectativas y con el deseo de que así sea, manifestando el propósito, casi nunca sostenido, de cambiar de hábitos de vida, tras hacer balance del anterior.
Se diría que el caballo se ha confundido a la hora de citar el refrán y le ha traicionado el subconsciente equiparando el término "vida" con "brida", revelándole gracias al lapsus linguae, una verdad, es decir, la denuncia de la mentira subyacente.
Lo cual, gracias a la homonimia de la rima consonante, nos hace pensar que la vida nueva es una brida nueva: un seguir embridados al tiempo cronometrado del reloj y el calendario con sus horas y minutos, y con sus días, meses, años y semanas.
Es, en efecto, la brida el conjunto de correas y correajes que se colocan en la cabeza del caballo, ajustado tanto a su cuello como a su boca, lo que hace posible el control al jinete mediante las riendas cuando lo monta o a través de una soga al caminar a pie con él.
Se denuncian así que ni el año ni la vida van a ser realmente nuevos. Es la inercia del cómputo la que crea la ilusión al establecer un nuevo número como si fuera un nombre propio. El cronónimo, en este caso 2025 (Dos Mil Veinticinco), se presta, además, a la rima fácil e infantil: “por el culo te la hinco”, como en el rótulo luminoso que apareció en la Barceloneta.
Igualmente podríamos hacer con la frase que tanto se oye en boca de mucha gente a primeros del mes de enero: “¡Feliz Año Nuevo!” ¡Chúpate ese huevo!, o más ofensiva y vulgar, ¡Chúpame un huevo!) burlándonos así de la falsa sensación de que estamos ante algo nuevo y no ante una nueva constatación de lo mismo, del engaño.
Los buenos propósitos de Año Nuevo de iniciar una vida nueva se ven así fatalmente truncados por la propia subordinación de la vida al cómputo del tiempo: tanto antaño como hogaño, cada año, no es extraño, el mismo engaño.
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