jueves, 23 de enero de 2025

Pareceres LXVI

321.- Adicción a las noticias. He dejado atrás mi adicción a las noticias dejando de ver televisión, escuchar la radio, leer periódicos y navegar constantemente por la Red, y lo primero que sentí es que he sentido es un inmenso alivio: ya no estallaba mi cabeza víctima de los bombardeos informativos. Me despertaban las noticias de la radio. Ese era mi primer contacto con la realidad. Durante el resto del día me sometía a una inflación y sobrecarga incesante de informaciones desde todos los medio. ¿Qué está pasando en el mundo? Ya había llegado yo a la relativa conclusión de que si no atendía a los medios estaba desinformado, pero si los atendía estaba mal informado, no solo porque cada medio tenga su sesgo, cosa que es innegable, sino sobre todo porque todos deforman la realidad para conformarla a su medida.  Decidí hacer una cura de silencio y me prohibí totalmente todos los temas de actualidad durante una semana, para ver el efecto que surtía. Tenía la costumbre de escuchar las noticias de la radio, la SER, a la hora de las comidas. Dejé de hacerlo y los alimentos empezaron a saberme mejor. La posterior digestión era también más agradable. Y la conversación de sobremesa versaba sobre cualquier cosa que no fuera asunto de actualidad informativa. Hay que mantener la cordura en medio de la desastrosa locura de le epidemia informativa de este mundo que genera noticias falsas como esencialmente falsa es la realidad de la que nos informan.
 
322.- Los pilares del Estado. Los pilares del Estado del Bienestar, son, según el Jefe del Ejecutivo patrio, cinco. A saber: la sanidad, la educación, la dependencia, las pensiones y, el quinto y último pero no menos importante, la vivienda. Pocos son ya los españolitos que poseen viviendas en propiedad, sino que la mayoría vive de alquiler, unos alquileres abusivos, sin que se cumpla aquella divisa de no poseerás nada pero serás feliz. De estos cinco pilares podemos decir que se hallan los cinco en estado crítico. Aun así el Estado se sostiene sobre estos cinco pilares: Sanidad, que es enemiga acérrima de la salud, que patrocina una medicina profiláctica en lugar de curativa que hace que nuestro estado de salud sea la enfermedad permanente; Educación que es adoctrinamiento; Dependencia -lo dice todo la palabra: no tenemos independencia, todos somos dependientes económicamente del Estado-, Pensiones que son mínimas y ridículas en su inmensa mayoría; y Viviendas que no merecen ese nombre porque son nichos, o sea, según la docta Academia: Hueco practicado en un muro para alojar algo dentro, especialmente el que sirve para depositar cadáveres o sus cenizas en un cementerio. 

 
 323. ¿Qué es...? A la pregunta socrática τί ἐστιν (tí estin), qué es en absoluto, se responde generalmente con una definición más o menos satisfactoria y que, en todo caso, acalla a la pregunta. Resulta que el pronombre indefinido "qué" acaba siendo más o menos definido, nunca del todo porque no hay una definición perfecta, aunque todas tengan la pretensión académica de serlo. Sin embargo, como razona Juan David García Baca en alguna parte de su vastísima obra, que no tengo ahora a mano: Pudiera muy bien suceder que la manera propia de ostentar una “cosa” su “haber” consistiera en una cierta indeterminación, claroscuro, gama de grises, difuminados sutiles, vaporosidades, sistema de “signos” que no llegan a “explicitación”, etcétera. Dicho con otras palabras: cuando preguntamos qué es una cosa, lo que queremos es establecer el significado de la idea correspondiente cerrando o mejorando su definición, lo que revela, de paso, que no estaba nada claro su significado. Al hablar de una idea la ponemos en tela de juicio y hacemos que peligre como idea. Al preguntarnos por ejemplo qué es la democracia, ponemos en peligro la ecuación que establece entre "demo" -pueblo- y "cracia" -poder-, sobre la que se funda el sistema de dominio vigente. Conviene pues preguntárselo una y otra vez. Sin embargo, al preguntarnos, por ejemplo, qué es la libertad y tratar de definirla, a  ella que es la indefinición por antonomasia, lo que hacemos quizá sin querer es encarcelarla y meter dentro del sistema democrático de dominio vigente lo poco que quedaba todavía fuera de él.
 
 
324.- Hipocresía vaticana. El Estado Vaticano corta el paso a los ilegales mientras que Su Santidad predica en Europa la política de puertas abiertas a la inmigración. Según la legislación vigente, hay penas de prisión de uno a cuatro años, y sanciones de 10.-000 mil hasta 25.000 euros, a todos aquellos que entren ilegalmente en el territorio del Vaticano, prohibiéndoseles además visitar el territorio en un período de quince años. La Santa Sede, según la inevitable Güiquipedia, es un Estado no democrático, regido por una monarquía absolutista y electiva, dirigida por el papa con sede en la Ciudad del Vaticano. El Santo Padre, como soberano del Estado, acumula ex officio los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Dijo Su Santidad el 28 de agosto del año pasado: “Dios está con los migrantes, rechazarlos es pecado grave”. Y añadió «el mare nostrum, lugar de comunicación entre pueblos y civilizaciones, se ha convertido en un cementerio. Y la tragedia es que muchas, la mayoría de estas muertes, podrían haberse evitado. No olvidemos lo que dice la Biblia, la advertencia: 'No acosarás ni oprimirás al extraño'." Citaba el papa, sin mencionarlo explícitamente, el pasaje del libro del Éxodo XXII, 21: No maltratarás al extranjero, ni le oprimirás, pues extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. Es decir, que mientras Su Santidad predica una cosa, el Estado del que ostenta la Jefatura hace lo contrario: haced lo que digo, no lo que hago. Consejos vendo que para mí no tengo. Por aquello de que del dicho al hecho hay gran trecho. Cacarean y no ponen huevo.
 
 
325.- Activismo. ¿Cómo entender la celebérrima tesis undécima de Carlos Marx sobre Feuerbach que dice “los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”? Suele hacerse de esta frase una lectura activista del tipo “basta de palabras, hay que pasar a la acción”, como si las palabras no fueran una acción y las acciones no fueran a su modo palabras. El problema no es que los filósofos hayan filosofado, valga la redundancia, sino que tomando como objeto la realidad, que es lo que es, y creyendo que la realidad como a veces dice la gente “es lo que hay y no hay más cáscaras”, se han olvidado de que no es todo lo que hay sino que hay algo más, y ese algo más es la posibilidad de dejar de ser lo que es abriéndose así a ser otra cosa. Los filósofos deberían denunciar que la realidad es imposible, no puede ser en absoluto, porque ya es lo que es, pero puede dejar de ser en cualquier momento. Los filósofos cuando han querido cambiar algo en la realidad y se han vuelto activistas han recaído muchas veces en un mero actuar por actuar, en el activismo de salir a la calle y de pegar carteles y de concienciar a la gente y, en el mejor de los casos, han repetido el modelo que querían transformar, han hecho lo que ya estaba hecho, haciendo que las cosas cambien para seguir impertérritamente igual, o incluso peor que antes. El ejemplo más antiguo y eximio es el de Platón intentando poner en práctica su teoría política en Siracusa. La realidad no es solo lo que es, lo que ha llegado a ser, sino también lo que todavía no es y, por lo tanto, puede ser. 

2 comentarios:

  1. ¡Menuda portada te has marcado con el ataúd! ¡Qué fúnebre! (Rita la de los Peines)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡No tan fúnebre, Rita, las flores frescas quedan fuera del ataúd!

      Eliminar