jueves, 9 de enero de 2025

Mensajería efímera

Si un atracador a punta de navaja o pistola nos exige entregarle la bolsa o la vida, aunque nos aferremos a ambas y dudemos, lo razonable es darle la cartera.

  ¡Denuncia a tu vecino si incumple la ley! ¡Si yo me jodo, él no va a ser menos! ¡Aquí o todos moros o todos cristianos! ¡O jugamos todos o se rompe la baraja!
 
En un mundo globalizado como el actual en que vivimos, el viaje al territorio desconocido, no tiene sentido. La terra incognita ha desaparecido del planeta.
 
Una de las mayores lacras de nuestra sociedad es el culto de idolatría que se rinde al ganador en la vida: si ha ganado es porque el mejor es el triunfador.
 
 

Escribía Unamuno en sus Recuerdos de niñez y mocedad “Yo no me acuerdo de haber nacido”, lo que le hacía esperar en lo porvenir no tener noticia de su muerte.
 
En plena edad media las prostitutas gozaban de mejor consideración que los prestamistas usureros, ya que obtenían una ganancia ejerciendo un trabajo corporal.
 
 La identidad es como la roca pesada de Sísifo que, cuando logramos elevarla cuesta arriba hasta la cima, cae por la otra pendiente y hay que volver a reiniciar.
 
No hay que preocuparse de lo que ha pasado, dijo Aristipo, ni de lo que va a pasar, que es incierto, ya que solo el presente, si acaso de verdad, nos pertenece.
 
¿Tiene la policía licencia para matar a unos presuntos terroristas que presumiblemente portaban una bomba consigo con sospechosas intenciones de explotarla?
   Las murallas antaño y las fronteras hoy intentan hacernos ver y creer que hay un adentro y un afuera, y que los Estados nos protegen de lo exterior amenazante.
 
 Una religión cuyo séptimo mandamiento es “No robarás”, no solo está condenando el robo de los bienes ajenos, sino justificando además la privada propiedad.
 
La invención de un comité de sabios o expertos -doctores tiene la Santa Madre Iglesia de la Ciencia- es la coartada perfecta para gobernar a los contribuyentes.
 
Los medios de masas propagan un clima constante de miedo e inseguridad, del que se sirven los gobiernos para afianzar la totalitaria pretensión de su dominio.
 

El éxito de público de películas de zombis o muertos vivientes se debe a que son espejo perfecto que nos retrata fidedignamente sin querer a los espectadores.

 ¿Quién nos asegura que los virus, que son tan diminutos que no podemos verlos a simple vista, no pueden atravesar la más sofisticada retícula de una mascarilla?

 


La mascarilla es además de un amuleto un símbolo de la máscara social que todos portamos, que revela a las claras lo que escondemos, nuestra falsa identidad.
 
 ¿Decir de alguien que es gordo o que está gordo, o bien obeso mórbido o que es una persona con sobrepeso, si se prefieren los eufemismos, es acaso gordofobia?
 
 Tendríamos que usar una coraza totalmente impermeable para protegernos de los virus respiratorios, lo que haría que, al no poder respirar, nos asfixiáramos.
 
 ¿Por qué cuando alguien muere se dice de él que ha pasado a “mejor vida”? ¿Hay, acaso, una vida post mortem mejor que la presente? ¿Hay vida antes de la muerte?
 

Dijeron que la libertad era... vacunarse. Tras la primera y segunda dosis había que recibir un tercer jeringuillazo, porque no hay dos sin tres, y jeringarse.

 

Las medidas de distanciamiento social a fin de evitar el contagio nos alejan del prójimo deshumanizándonos a los seres humanos mucho más de lo que estamos.
 
 La medicina moderna, según Iván Illich, es una negación de la salud, que no nos cura sino que nos somete, encarnada en la enfermedad nosocomial u hospitalaria.
 
Diógenes busca en pleno día a la luz de la linterna la verdad que no encuentra en la realidad, busca vanamente un hombre verdadero, solo halla falsificaciones.
 
 
 
Las luces intermitentes y multicolores del alumbrado navideño que adorna ciudades y casas que rivalizan entre sí impiden ver el firmamento en todo su esplendor.
 
Un verso de una vieja comedia de Plauto: “Ego tu sum, tu es ego” (Yo soy tú, tú eres yo) ¿Quién, como en aquella cantilena infantil, es más tonto de los dos?
 
 Machismo se dice en griego moderno “fallocratía”, falocracia, que es 'gobierno del falo', mas para ser machista el miembro viril no es requisito imprescindible.
 
Las redes sociales, en las que caemos pescados como peces que nadaban libres, nos incomunican a fin de comunicarnos, y el móvil pese a su nombre nos inmoviliza.
 
No hay 'hechos futuros': si son hechos, están realizados; si son futuros. no están, como diría un niño pequeño que está aprendiendo a hablar, 'hacidos 'todavía.

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