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sábado, 19 de julio de 2025

El rapto de Europa

Según la mitología griega, Europa era una princesa fenicia de la que se enamoró Zeus, cuando la vio jugando con sus amigas en la playa de Sidón, o de Tiro, según otras fuentes. El dios, enardecido de amor por la belleza de la muchacha, se transformó en un toro de resplandeciente blancura y cuernos en forma de luna creciente -"media Luna los cuernos de su frente", que cantó Góngora-; y se acercó y tumbó mansamente lamiéndole los pies a la doncella. Ella, asustada al principio, cobró ánimo y acabó confiándose, acariciando los cuernos y la testuz del toro y sentándose sobre su lomo, momento en el que la bestia aprovechó para lanzarse al mar y llevársela consigo arrebatada. 
 

La travesía, de Oriente, de donde nos viene la luz del sol, a Occidente, donde se pone el astro rey, acabó en la isla de Creta, donde el dios -el "mentido robador de Europa" según el verso gongorino- forzó a la joven a unirse a él en un acto de violencia que marcaría desde su origen el destino trágico de Europa. 
 
 
Y, como recompensa por su forzosa sumisión, otorgó el nombre propio de la princesa a esa parte del mundo donde se había producido su unión: había nacido Europa como fruto de una abducción y de una violación. 
 
No es Zeus ahora quien ha raptado a la ya vieja Europa, sino Ares, el viejo dios de la guerra en su aspecto más brutal, con la complicidad de Atenea, que es también una diosa guerrera, armada de lanza y escudo, y considerada la diosa de la estrategia y la contradictio in terminis de la “inteligencia militar” y están haciendo de la guerra la nueva razón de su existencia. 
 

La Unión Europea (UE), asesorada por una comisaria a la que votan sospechosamente tirios y troyanos, lo que revela que igual dan que dan lo mismo los unos que los otros, las derechas que las izquierdas,  ha emprendido una estrategia masiva de rearme que abre una espiral peligrosa y destructiva; que puede desatar fuerzas muy difíciles de contener.
 
Bruselas ordena que se multiplique por cinco la inversión en "defensa, seguridad y espacio", recortando otras partidas como la Política Agraria Común, dentro del nuevo marco financiero plurianual para el período de 2028-2034. Todo ello forma parte de la agenda, de su agenda de cosas que deben hacerse, que se han de hacer (un participio de futuro pasivo o gerundivo de la vieja gramática latina), cosas que se dejan para el día de mañana, eternamente procrastinadas, porque no van a hacerse ahora. Contra esa agenda que llaman 2030, cuyo pin multicolor llevan las autoridades de uno y otro signo prendido en la ropa, porque todas obedecen a lo mismo, el pueblo solo sabe decir una cosa a sus legítimos representantes democráticos: Meteos la agenda dos mil treinta de marras con sus loables diecisiete objetivos por donde os quepa, si es que os cabe por algún orificio de vuestra anatomía.
  
 
En el siglo XVII "agenda" tenía el sentido teológico de asuntos de la práctica religiosa opuesto a "credenda", que eran los asuntos de la fe, por aquello de que había que ser a la vez creyente y practicante; con el paso del tiempo la población dejó de ser practicante, y seguía siendo más o menos creyente, de hecho mucha gente se definía a sí misma como creyente no practicante. En el siglo XXI, cuando ya no hay ni práctica ni creencia a la antigua usanza, se impone el nuevo dios del moderno credo convertido en crédito que es el dinero, que hay que invertirlo para financiar los proyectos futurizos muy  loables y su agenda de planes bienintencionados -"estamos trabajando por su futuro, lamentamos las molestias actuales que pueda ocasionarles"-, como acabar con el hambre y la pobreza, y lograr la paz en el mundo para lo que hay que rearmarse, buenas intenciones con las que está pavimentado el suelo presente del infierno.
 


sábado, 22 de octubre de 2022

Contra la agenda 2030

    Si aprendiste a decir los años en inglés a finales de los ochenta o noventa, recordarás que el año orgüeliano, por ejemplo, de 1984, que nosotros leemos “mil novecientos ochenta y cuatro”, los ingleses lo leen “nineteen eigthyfour”, es decir, “diecinueve ochenta y cuatro”, como si fueran dos números de dos cifras cada uno y no uno de cuatro. Aunque con la llegada del año 2000 cambiaron un poco las cosas y comenzó a decirse para el año 2008, por ejemplo, “two thousand (and) eight”, “dos mil ocho”, eso duró muy poco porque ha vuelto a generalizarse la interpretación del millar como si fueran dos decenas. Y así el año 2022 en el que estamos inmersos según el calendario se dice “twenty twentytwo”, o sea “veinte veintidós”.

    No tiene nada de raro que a la agenda que se ha sacado la ONU de la manga de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible para mejorar la vida de los habitantes de la Tierra (sic, literal) para el futuro año 2030 -dos mil treinta-, la llamen Britannico more “agenda veinte treinta”, olvidando de este modo que se trata de un plan de 17 metas muy bonitas adornadas con 17 colores del amplio espectro del arco iris para hacerlas más atractivas bajo un policromado anagrama, un pin multicolor redondo que lucen autoridades y políticos en sus solapas, cuya consecución se aplaza de este modo ocho años.

    Algunos se oponen a ella considerando que es una agenda diabólica, sionista y satánica que pretende salvar el planeta destruyendo a la humanidad que lo habita. En realidad, la cosa es más sencilla: se trata de una programación de unas metas cuya consecución nuestros gobernantes posponen, aplazándolas para un futuro inexistente. Tratan, por ejemplo, de acabar con la pobreza y el hambre en el mundo, y de lograr “paz, justicia e instituciones sólidas”, objetivos muy loables y muy buenas intenciones. Pero, en primer lugar, no entiendo el adjetivo de “sólidas”. Y en segundo, ¿por qué no decir alcanzar paz y justicia sencillamente? Objetivos muy loables, ya digo, pero ¿por qué planteárselos a largo plazo? ¿Por qué no acabar con la pobreza y con el hambre y con las guerras en el mundo ahora mismo? Y además ¿cómo acabamos, por ejemplo, con la guerra de Ucrania? ¿Enviando armas al frente? Son los “goals” -Objetivos o metas de Desarrollo Sostenible, léase “goles”- que la ONU pretende meternos para crear el Nuevo Orden Mundial.  

    No es que sea una agenda diabólica, sionista y satánica. Es, sencillamente, una  manera de decirnos "Nuestras intenciones son buenas. Si algo va mal, disculpen las molestias. Estamos trabajando por su futuro”. No se preocupen, en el año 2030, que es por esencia un año inalcanzable, no habrá pobreza, ni discriminación racial o sexual, ni hambre, ni guerra en el mundo, ni contaminación ni enfermedades ni... pero mientras tanto: ajo y agua, que dice la gente: a joderse y aguantarse. Además ya se sabe, de buenas intenciones está pavimentado el infierno. Sobre todo cuando estas intenciones se imponen desde arriba y no surgen como todo lo bueno desde abajo.

    He aquí un rap, titulado “fuck 20-30” que viene a cuento y que podría traducirse por “A la mierda 20-30”, donde predominan los anglicismos como el mentado "fuck" y las rimas acabadas en -ea, como agenda. 


viernes, 22 de octubre de 2021

Cuatro días santanderinos

    El Ejército de Tierra, el Clúster(*) de la Industria de Defensa(**) de Cantabria de reciente creación, el Comité Olímpico Español, y el Ayuntamiento de Santander, faltaría más, organizan de cara al verano del año que viene lo que han denominado en la lengua del Imperio Santander Four Days, o sea Cuatro Días Santanderinos, cuatro jornadas de confraternización cívico-militar (nótese, entre paréntesis, la contradictio in terminis que supone juntar los adjetivos “cívico-militar”, una contradicción que quiere pasar desapercibida cuando justamente de lo que se trata, como veremos, es de aunar ambos términos no en el sentido de civilizar lo militar desmilitarizando la sociedad sino en el de militar lo civil hasta confundirlo en una sola y misma argamasa), ahora que comienza a hablarse de la necesidad de creación de un ejército europeo en que se integraría el 'soldadito español, soldadito valiente' del pasodoble.

    Serán 4 días de marchas por los alrededores y la propia ciudad de Santander, la 'novia del mar' según el empalagoso bolero de Jorge Sepúlveda, en los que marcharán -quedaría muy mal decir 'desfilarán'- conjuntamente al unísono civiles y militares, no sólo españoles, sino también de toda Europa -de ahí suponemos el reclamo del nombre de las jornadas en la lengua del Imperio- para confraternizar, y, por un lado, proyectar una buena imagen del ejército como si fuera un convento de hermanitas solidarias de la caridad  con un par de pistolas al cinto por si acaso, y de penetrar en la sociedad civil por el otro lado, promoviendo la adhesión de esta a los valores militares y nacionalistas supranacionales que amplían el concepto de “estado-nación” al marco de la Unión Europea y la necesidad apuntada de creación de un ejército paneuropeo.

En el marco inigualable de Santander y su bahía.
 

    He aquí la propaganda del evento: Cuatro días. Cuatro marchas. Un objetivo: caminar juntos. Por primera vez en España un evento único al alcance de todo el mundo. Mirándonos en el espejo de las grandes marchas cívico-militares de Europa que cada año reunen a miles de marchadores, nace 'Santander four days', un evento al aire libre, no competitivo, que fomenta valores (ESFUERZO, RESPETO, AMISTAD, SOSTENIBILIDAD). Cuatro días para convivir y compartir experiencias. Un evento social, deportivo, cultural, turístico y festivo de alcance internacional en un marco inigualable: Santander y su bahía. Cuatro etapas que discurrirán por la Costa Quebrada, Peña Cabarga, el arco sur de la bahía, y las calles de la ciudad con recorridos adaptados a todo tipo de participantes, desde personas con discapacidad o que se conformen con disfrutar del ambiente, el paisaje y la experiencia, hasta los que quieran ponerse a prueba en las condiciones más exigentes. 

 

 Marchadores civiles y militares se dan la mano.

    Marchadores civiles y militares de diferentes países compartiendo esfuerzos y fomentando el espíritu de convivencia y los valores comunes. Un evento sostenible que contribuirá al cumplimiento de los objetivos de desarrollo para transformar el mundo (3: SALUD Y BIENESTAR; 5: IGUALDAD DE GÉNERO; 11: CIUDADES Y COMUNIDADES SOSTENIBLES; 12: PRODUCCIÓN Y CONSUMO RESPONSABLES; 13: ACCIÓN POR EL CLIMA; 15: VIDA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES), organizado por el Clúster de Industria de Defensa en colaboración con el Ayuntamiento de Santander, el Ejército de Tierra y el Comité Olímpico Español. El éxito está asegurado. Solo nos falta contar con tu participación. ¿Te apuntas? Serán cuatro días inolvidables. Ponte en marcha hacia Santander. Te esperamos.

    Todo ello bajo un policromado anagrama, un pin multicolor que lucen autoridades y políticos en sus solapas, que recuerda su compromiso de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenibles de Naciones Unidas para mejorar la vida de los habitantes de la Tierra (sic, literal). Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (ODS), concretamente de la Agenda 2030 de la ONU. Hay 17 colores porque hay 17 objetivos que se han marcado a nivel internacional para el año 2030, especialmente destacables el 1: Fin de la pobreza (acabando con los pobres) y el 2: Hambre cero (que nadie se muera de hambre, sino de asco, aburrimiento y virus cronado). Todos ellos muy loables, tanto como las buenas intenciones de las que está empedrado el suelo del infierno. 

 

    Uno no puede dejar de mostrar su preocupación por la organización de estas iniciativas o 'eventos', como prefieren sus organizadores, y preocupación por tan complaciente consenso como hay a la hora de mirar para otro lado ante el problema que supone para las exiguas arcas del Estado el incremento del gasto militar, que es por otra parte cada vez mayor y deliberadamente opaco, y, lo que es más preocupante, la creciente militarización de la sociedad civil a la que venimos asistiendo. Durante el año pasado y el presente, en efecto, la estrategia, nunca mejor empleada esta palabra que nos viene precisamente del ámbito militar, de legitimación del militarismo ha crecido. Recordemos cómo desde la declaración de la pandemia nos han metido al ejército hasta en la sopa: desde el Jefe aquél del Estado Mayor uniformado y condecorado que predicaba por la televisión que estábamos en guerra contra un enemigo muy peligroso como era el virus, y que todos éramos soldados en esa guerra -se le olvidó decir “civil”- y exaltaba las virtudes militares, hasta los propios soldados desinfectando calles y residencias de ancianos y patrullando por las ciudades como hemos visto, y los rastreadores militares, por no hablar del resto de las fuerzas armadas que, pese a que luego se hayan declarado anticonstitucionales los estados de alarma que decretó el gobierno, han perseguido, multado y acosado a todos aquellos que se saltaban los protocolos ilegales. También hemos visto, de la mano de aquello, cómo se incrementaban las políticas de control social que ya se venían practicando, quizás mas tímidamente, encontrándonos ante la paradoja de que nos venden la sensación de libertad cuando nos hallamos ante un sometimiento mayor al control y a la vigilancia en este nuevo feudalismo tecnológico.

 *Este anglicismo, totalmente innecesario y aceptado internacionalmente, vale sin embargo tanto para un roto como para un descosido. A propósito del virus coronado se habló de clústeres con el sentido de “brotes”; aquí parece que se utiliza como sinónimo de “agrupación”, “conjunto”, “conglomerado”, “agrupamiento” o simplemente “grupo”.

**Según informan en su página electrónica “El Clúster de la Industria de Defensa (CID) es una iniciativa pionera en España, nacida formalmente el 10 de julio de 2019, coincidiendo con el 920 aniversario del fallecimiento de El Cid (10 de julio de 1099)”. Nótese la coincidencia entre el acrónimo CID y el apodo de origen árabe de Rodrigo Díaz de Vivar, alias el Cid campeador. Según allí se lee: El CID se caracteriza por la diversidad de las empresas, entidades e instituciones que lo conforman, de diferentes tamaños y distintas áreas de actividad (...) Algunos de los grupos trabajan en la puesta en marcha y el desarrollo de proyectos de I+D+i acogiéndose a los fondos que la Unión Europea va a destinar en el período 2021-2027 para el desarrollo de sistemas que contribuyan a fortalecer las base tecnológica e industrial de la defensa común. Otros centran su trabajo en aspectos complementarios de interés común para las entidades y empresa asociadas (subrayado mío).