Hay quien dice que el presidente del gobierno español actual, habida cuenta de su poca proyección nacional, ha buscado incansablemente la internacional, y la ha conseguido allende nuestras fronteras gracias a su conocimiento del idioma del Imperio y a sus asesores. Prueba de ello es el galardón que ha recibido de manos del filántropo multimillonario norteamericano cofundador de Microsoft, nada más y nada menos que el Global Goalkeeper Award del año 2025 -algo así como el Premio Mundial al Mejor Portero, Guardameta o, con una imagen mitológica clásica un tanto terrorífica, Cancerbero que ha impedido que el balón del negacionismo sanitario, climático y general entre en la portería.
El caso es que nuestro querido presidente ha sido reconocido como un líder que ha impulsado el progreso -no en vano se autodenomina progresista- a escala internacional para alcanzar los inalcanzables ODS Objetivos de Desarrollo Sostenibles, guardián de los goles -goals: objetivos- de la agenda 2030, con sus diecisiete policromados colores y propósitos bienintencionados de acabar con la pobreza y el hambre en el mundo, las guerras y un larguísimo etcétera fomentando el adoctrinamiento de las masas.

Estas son, entre otras, las encendidas palabras que le dedica el magnate estadounidense en la ceremonia de la entrega del preciado galardón: “Es justo decir que bajo su liderazgo hemos visto a España convertirse en uno de los países donantes más comprometidos del mundo. Presidente del Gobierno Sánchez, sus acciones están salvando y mejorando vidas tanto en España como en el resto del mundo. Es un gran honor presentarles el Premio al Mejor Guardameta Mundial de 2025”. (Sonoros aplausos y entrega del Oscar al mejor actor, que, sonriente y visiblemente satisfecho y pagado de sí mismo, se aferra al trofeo que el multimillonario filántropo no acaba de soltar, y ve recompensados sus esfuerzos por proyectarse internacionalmente, habida cuenta de la poca o mala proyección que tiene en las Españas, donde no puede salir a la calle sin ser increpado por el fascismo de la ultraderecha).
El Jefe del Ejecutivo español ha publicado este tuit en sus redes sociales en el que rima 'futuro' con 'seguro': “España refuerza su compromiso con la Ayuda Oficial al Desarrollo: invertir en cooperación y salud global es apostar por un futuro más próspero, igualitario y seguro”. Y ha asegurado a la prensa internacional, tras su breve alocución en la sede de la ONU, que no sólo seguirá en el cargo hasta el fin de esta segunda legislatura como hicieron todos sus antecesores, que como él se pusieron como límite dos legislaturas en el gobierno, sino que, cambiando de opinión, se presentará a la tercera y a las que sigan después, perpetuándose en el gobierno y sucediéndose a sí mismo... ¿Para qué cambiar de presidente si resulta indiferente quien esté en La Moncloa y qué partido nos gobierne?
Este merecido reconocimiento internacional se debe, entre otras gestas, a que llevó a cabo, como el mismo reconoció, uno de los confinamientos más severos de la población durante la pandemia del virus coronado, por lo que salvó, según sus propias estimaciones, al menos doscientas mil vidas de sus súbditos, que, de no haberse vacunado, confinado y amordazado al salir a la calle, habrían irremisiblemente fallecido. Impuso, incluso el toque de queda a la ciudadanía, pero evitó esa rancia expresión, aconsejado por sus múltiples asesores, sustituyéndola por el eufemismo de “restricción de movilidad nocturna”.
El de los cien millones de euros
Sus dineros ha costado este reconocimiento. Si recurrimos a la hemeroteca, veremos en estos dos vídeos cortos, cómo el Rey-no de España fue “uno de los países donantes más comprometidos del mundo”, como reconoce el filántropo milmillonario, por lo que cara nos ha salido la broma a los sufridos contribuyentes españoles.
El de los ciento treinta millones
Asegurar su futuro, seguro; y el de los súbditos también pero, claro está, estos últimos en su papel, eh!, de tontos útiles sacrificados en el altar de la Economia y la virtualidad donde ya se puede matar salvando vidas, es decir, impidiendo vivir, ese arcaismo que el progresismo no se puede permitir.
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