lunes, 29 de septiembre de 2025

Dos apuntes: La ociosidad y el grano de arena.

1.- OTIVM, CATVLLE, TIBI MOLESTVM EST: Dicen que la ociosidad es la madre de todos los vicios. Hasta un poeta tan sensible como Catulo se dice a sí mismo que no le conviene estar ocioso, como si él supiera lo que le conviene y lo que no. ¡Qué mala prensa tiene en este mundo nuestro el ocio, il dolce far niente, que en latín se contrapone al negocio, desde que nos dijeron que teníamos que trabajar para ganarnos la “vida”, reduciéndola a mísero jornal! Y, sin embargo, de la ociosidad es de donde pueden surgir todas las artes, gozos y libertades. Lo que pasa es que a los Señores del Tiempo, es decir a los fabricantes de relojes, calendarios, y agendas varias, no les gusta que vivamos libres de su control, sin estar cumpliendo constantemente planes y objetivos preestablecidos. Quieren que planifiquemos nuestra vida, que diseñemos, como ellos dicen, nuestro futuro, que cronometremos nuestro tiempo, que trabajemos para convertir todo lo que toquemos en oro, como el rey Midas, en oro, como la rima infantil, de lo que cagó el moro, es decir, en mierda, según la lúcida interpretación freudiana del dinero. Quieren que no vivamos, que nos limitemos a existir sobreviviendo en una triste existencia que ni siquiera merece el digno nombre de “vida”, en definitiva, en una forma de muerte. Sin embargo, sólo el que no cronometra el tiempo ni hace planes para el futuro, el que no sabe ni en qué día ni hora vive, puede encontrarse lo inesperado, como el que se pierde en el bosque. Eso sí que puede ser vida: lo que no nos esperamos, lo que no estaba previsto ni programado en nuestras agendas, lo único que puede sorprendernos y que, al contrario de los negocios y empresas humanas, está más allá del éxito y del fracaso, más allá de la victoria y de todas sus derrotas, y más allá del vicio y de la virtud -dice a veces la gente que la ociosidad es la madre de todos los vicios, pero también lo es de todas las virtudes, habida cuenta de que vicio y virtud son una y la misma cosa como nos recuerda el epigrama de Prada: El vicio y la virtud, el bien y el mal, / simples cuestiones de ángulo visual. 

 

 Busto de Catulo en Sirmión, lago de Garda

2.- APORTAR UNO UN GRANO (O SU GRANITO) DE ARENA (PARA QUE SE HUNDA EL BARCO).- No encuentro por ninguna parte el origen constructivo del dicho “aportar uno su grano de arena” para lograr algo positivo. La IA de Gúguel me brinda, solícita y presurosa, este ejemplo políticamente correcto: "Para combatir el cambio climático, es importante que todos aportemos nuestro granito de arena con acciones diarias". Lo único que encuentro es el refrán: Un grano no hace granero, pero ayuda al compañero, cuya primera parte nos recuerda la paradoja del sorites clásico que formuló Eubúlides de Mileto, de la escuela megárica: un grano de arena no hace nunca un montón (una duna, un arenal, una playa). En su lugar he hallado una cita en Agustín de Hipona donde el santo nos advierte de que hay que tener mucho cuidado con los llamados “peccata minuta”, o “faltas pequeñas” que no son graves de por sí cuando son pocas, pero sí cuando su número aumenta y llegan a ser muchas. Y pone como ejemplo los granos de arena, que si se echan en una nave en número pequeño no importan ni cuentan nada, pero en gran cantidad pueden llegar a hundirla: Quam minutissima sunt grana harenae! Si harenae amplius in navim mittatur, mergit illam ut pereat. '¡Qué menudísimos son los granos de arena! Si se echa en una nave más cantidad de arena, la hunde hasta irse a pique'. Encuentro que en francés la expresión homónima "mettre son grain de sable" significa eso mismo en sentido figurado pero tiene una connotación negativa: poner un obstáculo imprevisto a la realización de un proyecto o de un mecanismo del funcionamiento del sistema.
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario