Ha muerto el 3 de octubre del año del Señor de 2025 en Praga, a la edad de 77 años, Gianfranco Sanguinetti, el último situacionista.
Hijo de una acomodada familia comunista, Gianfranco desde su juventud se declaró un rebelde. Miembro clave de la Internacional Situacionista, se convirtió en una figura central de los movimientos contestatarios de los años sesenta y setenta, forjando una profunda amistad con Guy Debord, que retrató a nuestra sociedad como la Sociedad del Espectáculo.

En 1975 engañó a la burguesía italiana con su Informe verídico sobre las últimas oportunidades de salvar el capitalismo: un panfleto firmado con el pseudónimo de “Censor”, en el que un falso empresario revelaba con cínica claridad los secretos del sistema: la burguesía debía aliarse con el Partido Comunista para ilusionar a los trabajadores a fin de reafirmar su dominio, porque, decía, "la verdadera amenaza a la presente estabilidad no proviene del PCI, sino de la revolucionaria posibilidad de una rebelión de las masas contra su condena al trabajo asalariado". Cuando se descubrió su autoría y que todo era una contundente farsa, el escándalo fue total en Italia, aunque traducido al francés por su amigo Guy Debord, el informe fue bien recibido en París: nemo propheta in patria. El informe verídico era un falso informe que se dirigía a quinientos veinte destacados industriales, políticos y periodistas italianos, que lo tomaron en serio como un manifiesto de la derecha económica, que proponía una forma de apaciguar las huelgas generalizadas y la rebelión obrera que sacudía a Italia por entonces, que, por otra parte, sin que se percataran sus destinatarios, alentaba.
Esto escribía a propósito el 13 de enero del año del Señor de 1981
Fernando Savater, cuando todavía no era persona non grata en El Diario
Global(ista), alias El País, en un artículo titulado “La tesis de Sanguinetti”: Magistralmente escrito, el panfleto se presentaba como obra de un
oculto gran patricio romano, cínico discípulo de Pareto y buen conocedor
de los clásicos, que hacía un balance despiadado de la situación del
capitalismo en Italia, revelaba que el atentado mortal de la piazza
Fontana (19 de diciembre de 1969) había sido obra del SID (servicios
secretos italianos), describía por lo menudo los chanchullos de los más
destacados políticos de todas las tendencias y finalmente, para evitar
el peligro de una sublevación social, recomendaba una alianza del gran
capital con el partido comunista, pues sólo el PCI podría y querría
frenar cualquier intento subversivo del proletariado.
En Del terrorismo y del Estado (1979) desmontó la maquinaria del miedo con una lucidez que hoy sigue siendo prodigiosa, obra que es una lección de ironía, inteligencia y coraje político, en la que ponía de manifiesto secretos de Estado: las complicidades entre los servicios secretos italianos y las Brigadas
Rojas.
Así resumía Savater su tesis: Para Sanguinetti hay dos clases de terrorismo: uno, ofensivo, que
ejemplifica con los atentados de los palestinos o de los irlandeses, y
que es el recurso de desesperados o ilusos; otro, defensivo, tiene
resultados mucho más prácticos que el anterior y es obra exclusiva de
los Estados sometidos a grave crisis social o que la temen próximamente.
El terrorismo de Italia es para Sanguinetti paradigma de la segunda
clase de terrorismo, el defensivo o de Estado. A partir del año 1969, el
Estado italiano, sumido en irresolubles conflictos laborales,
padeciendo una acentuada falta de confianza popular en sus instituciones
corrompidas e incapaz de inventar ningún nuevo proyecto comunitario por
exigencias del capitalismo que se ve obligado a defender, encuentra en
el terrorismo ofensivo una vidriosa esperanza de supervivencia. De este
modo, tras varios intentos preparatorios, lleva a cabo el atentado de
piazza Fontana, donde mueren por bomba numerosas personas. Se esgrime el
fantasma de la conjura de extrema izquierda; los más «listos» suponen
que el golpe más bien proviene de la extrema derecha: da igual, pues en
ambos casos el Estado queda reforzado como imprescindible ante el
peligro de un comunismo radical (frente a la derecha) o el peligro
fascista (frente a la izquierda).
El secuestro y ejecución de Aldo Moro fueron para Sanguinetti casos de terrorismo defensivo del Estado: las Brigadas Rojas no eran más que uno de los disfraces de los servicios secretos italianos.
Posteriormente, publicó Dinero, sexo y poder (2015),
criticando las biografías falsas de Guy Debord. Desde su exilio en Praga
llevaba a cabo un blog sobre el despotismo occidental con textos
incisivos sobre la pandemia y el genocidio palestino.
Hemos traducido y publicado en las páginas electrónicas de este arcón una pequeña aunque significativa obra de su labor como escritor: El coño, ayer y hoy. Puede también leerse uno de sus últimos y lúcidos textos, escrito el 15 de abril de 2020 y traducido por José Sagasti, en Contraindicaciones, a propósito de la pandemia y la pretensión de imponer un gobierno mundial, titulado "El despotismo occidental".
Una voz que ya advirtiera del recorrido de la "democracia formal al despotismo real" y que desde la "accion defensiva" de la Covid se articula impasiblemente y sin tregua a través de nuevos conflictos y guerras, con el lamento generalizado de tribunos, politólogos, geoestrategas, académicos y los restos de la intelectualidad por la pérdida de las formalidades democráticas y los principios liberales que las guardaban.
ResponderEliminar"Ya no hablamos de nada, excepto de dinero.
Si sólo se necesitó un simple microbio para precipitar nuestro mundo a la obediencia al más repugnante de los despotismos, significa que nuestro mundo ya estaba tan preparado para este despotismo que un simple microbio era suficiente para él.
El estado de necesidad perdona toda la ilegalidad".