A la vista del vídeo que acompaña a esta entrada, se pregunta uno hasta qué punto una emisión televisiva como esta de un informativo que hace una cadena privada, pero podría ser pública, porque para el caso da igual, es información o es propaganda. De hecho es más un anuncio publicitario que una noticia informativa, aunque también lo es. Atención al mensaje implícito y subyacente, porque parece que todo son bondades y no lo son: un establecimiento comercial abierto las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana. Es el triunfo total del mercado, que no se subordina ya a los horarios laborales ni a las festividades, sino que salta por encima de ellos y se abre al flujo constante de capitales y mercancías.
Para entrar en el establecimiento hay que identificarse previamente introduciendo el nuevo DNI que es nuestro número de teléfono móvil individual e intransferible, y a continuación nuestra tarjeta de crédito, pues el pago que se haga será siempre con dinero digital.
El abanico de mercancías, una vez que se ha abierto la puerta del comercio, es amplio en este caso, desde alimentos frescos y congelados hasta productos de limpieza e higiene. Al final no se pasa por caja, dice la locutora televisiva. En su lugar, funciona la Inteligencia Artificial, que detecta automáticamente todos los productos que llevamos y nos cobra descontando su precio de nuestra tarjeta de crédito. Acto seguido, recibimos el tique en la pantalla de nuestro teléfono supuestamente inteligente, cuyo número hemos introducido al comienzo de la operación para entrar en el establecimiento mercantil.
Se ha creado, dice la información publicitaria o la publicidad informativa, un nuevo espacio “que tiene las bondades del autoservicio y la bondad de una tienda”, con lo que “se mejora muchísimo la experiencia de compra del cliente”.
Si entran varias personas a la vez no hay ningún problema: la IA, que funciona mediante cámaras y sensores de peso en las estanterías, detecta a cada cliente y lo va siguiendo.
Los entusiastas de este nuevo sistema dicen que es más rápido ya que se evitan las largas colas frente a la caja y está abierto al público en cualquier horario.
Ha desaparecido el factor humano: el dependiente, el cajero, el tendero... Se eliminan así puestos de trabajo, aumentando la cifra de desempleados y el trato personal o la interacción, como dicen ahora, con los clientes. Sucede ya en muchas gasolineras, donde el usuario hace el trabajo del empleado. El empresario se ahorra, así, un puesto de trabajo ya que el cliente hace su trabajo bajo el nombre de “autoservicio”: antes te servían la gasolina, ahora te la sirves tú y te cobran lo mismo, porque si bien la desaparición del trabajo asalariado podría considerarse una liberación de la maldición bíblica de ganarse el pan con el sudor de la frente, mientras no desaparezca el salario -cada vez se habla más de una renta básica para todos-, o sea, el capital, seguimos en las mismas o peores circunstancias.
La tecnología no está colaborando con el trabajo humano facilitándolo y haciéndolo más cómodo, sino reemplazándolo. De hecho se habla de robots reponedores de productos en las estanterías.
Ha desaparecido el dinero en efectivo prácticamente, pero no seamos ingenuos, pecado imperdonable a estas alturas: eso no significa que haya desaparecido efectivamente el dinero. Nada más lejos de la realidad, sino todo lo contrario: se ha sublimado, adquiriendo el carácter sobrenatural e inmaterial, espiritual y divino, que siempre ha tenido. La desaparición del dinero contante y sonante, por otra parte, ya sucede en los establecimientos actuales donde se puede efectuar el pago en metálico o con tarjeta, que a su vez puede ser de débito o de crédito, y que resulta para todos más cómodo ya que no hay que andarse con engorrosos cambios.
Uno no necesita hablar con nadie. Hace la compra silenciosamente con total privacidad. Y se va, como si hubiera entrado a hacer sus necesidades en un retrete.
Pero la IA de Gúguel también nos informa y hace al mismo tiempo propaganda so pretexto de información que la emisora televisiva emitiendo juicios de valor como este: Atención: Los supermercados del futuro se caracterizarán por el uso intensivo de inteligencia artificial (IA), cámaras y sensores para un seguimiento en tiempo real de los productos y clientes, y pantallas digitales que ofrecerán información detallada de los alimentos. Esto permitirá la compra autónoma sin colas y pagos automáticos, experiencias de compra personalizadas y la promoción de hábitos alimentarios más saludables y sostenibles.
¿Qué quieren decir las dos últimas frases? ¿Qué es una experiencia de compra personalizada? ¿Qué hábitos alimentarios más saludables y sostenibles fomentan estos supermercados futurizos? Al parecer se “minimizan la interacción física y la manipulación de objetos, mejorando la higiene” En Amazon Go hay hasta la posibilidad de comprar con este sistema de autoservicio, el colmo de los refinamientos, sentado uno, sin apearse de su automóvil.
Los retorcimientos con el lenguaje a los que nos han ido acostumbrando nos tiene sumidos en la ofuscación tecnocientífica, desde las "guerras humanitarias" sembrando el terror y asesinando cómoda y limpiamente sin mancharse de sangre allende "el jardín de USA y Europa" a las virtuales "vidas salvadas" con las "operaciones farmacéuticas" que vienen propiciadas por el recuento escenificado e inconmensurable de cadáveres, hasta alcanzar esa optimización del condicionamiento para que la estupidez sea tal que las masas de individuos puedan venderse libremente (cual putas inconscientes) "mejorando muchísimo la experiencia de 'comprar' a ese ente, denominado el cliente", y orgullo de los cada dia más imbéciles existentes.
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