jueves, 30 de octubre de 2025

El discurso de Han

    El Poder premia y promociona a intelectuales 'críticos' como Han cuyo discurso no supone ningún peligro para sus intereses. Byung-Chul Han, "considerado uno de los filósofos contemporáneos más destacados", ha recibido en Oviedo el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades del año del Señor de 2025, dotado con una escultura del Joan Miró, un diploma acreditativo, una insignia y 50.000 euros, que no son pocos. 

    A pesar de algunos acertados dardos de Han, que se repiten a lo largo de sus muchos y breves libros, como "la ilimitada libertad que nos propone el neoliberalismo no es más que una ilusión", "aunque hoy creamos ser más libres que nunca, la realidad es que vivimos en un régimen despótico neoliberal que explota la libertad"...), su crítica no deja de ser tibia y superficial, porque no profundiza en lo estructural.

    Uno, dice Han, se imagina que es libere pero, en realidad, lo que hace es explotarse a sí mismo voluntariamente y con entusiasmo hasta colapsar. 

    Hace suya, sin citar la autoría, la cita de un aforismo de Franz Kafka (1883-1924), cuando dice que somos como aquel animal que le arrebata el látigo a su amo y se autoflagela, creyendo que así se libera. Franz Kafka, en efecto, había dejado escrito: "El animal arrebata el látigo al amo y se fustiga a sí mismo para convertirse en amo, y no sabe que esto es solo una fantasía producida por un nuevo nudo en la correa del látigo del amo" ("Das Tier entwindet dem Herrn die Peitsche und peitscht sich selbst, um Herr zu werden, und weiß nicht, daß das nur eine Phantasie ist, erzeugt durch einen neuen Knoten im Peitschenriemen des Herrn"). 

      En clave hegeliana, el animal kafkiano representa la figura del esclavo que, al rebelarse, cree liberarse, pero al imitar la figura del amo reproduce la estructura del dominio. En realidad todo su discurso y la tesis principal de su obra no es más que una variación sobre este aforismo kafkiano.    El poder del señor el poder se perpetúa incluso a través de la rebelión del esclavo o, para el caso es lo mismo, del animal domesticado que se rebela: el acto de arrebatarle el látigo no rompe la estructura de dominación, sino que la reafirma bajo otra forma que resulta más efectiva. El esclavo se explota a sí mismo, se autoflagela, y lo peor de todo es que cree que así se libera del señor.

    Frente a fenómenos contemporáneos como la digitalización (teléfonos inteligentes, redes sociales, Inteligencia Artificial...) Han insiste en que nos hemos convertido en esclavos de la tecnología, en lugar de ponerla a nuestro servicio, de forma que no es nuestro producto, sino que nosotros somos su producto. Las redes sociales, por ejemplo, no nos socializan sino que nos aíslan más de lo que estamos. 

    Frente a la democracia como régimen político dominante propone que debe basarse en la moral y en la virtud del respeto. Su discurso se vuelve así moralista. 

 

    Su discurso, en alemán, no está mal elaborado. Comienza haciendo referencia al magisterio de Sócrates y a la labor del filósofo como tábano que irrita a sus congéneres: La misión del filósofo consiste precisamente en agitar, despertar, criticar y recriminar a sus compatriotas, como hacía Sócrates, que se comparaba con un tábano que pica y así espolea y estimula al caballo remolón. "Yo soy un filósofo", afirma con presunción por su parte, y acaba diciendo que, aunque sus libros han sido muy criticados  -se han vendido como rosquillas, convirtiendo al autor en un superventas autor de best-sellers de filosofía ligera-, y ha irritado a la gente como el tábano socrático, no ha irritado tanto cuando, asegura con socarronería, no ha sido condenado a muerte como Sócrates, y sí ha recibido, en cambio, el reconocimiento de la Fundación Princesa de Asturias con el suculento botín que se ha llevado.

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