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sábado, 14 de diciembre de 2024

A moro muerto...

Por fin se ha podido comprobar cuál era el objetivo de exhumar el cadáver del dictador Francisco Franco hace ya cinco años: resucitarlo para combatirlo a toro pasado lanza en ristre, haciendo suyo aquel refrán de “a moro muerto, gran lanzada”. 
 
Hoy sería más políticamente cortés y correcto decir 'a enemigo muerto, gran lanzada', pero la frase viene así de antaño de la España de las guerras entre moros y cristianos, y está avalada por María Moliner como expresión con la que “se satiriza a los que se muestran valientes contra algo o alguien cuando ya no hay riesgo en ello”. 
 
"Postrimerías", Bernardo Ferrándiz y Bádenes (1881)
 
En el marco del óleo Postrimerías de Ferrándiz y Bádenes (1881), conservado en el museo de El Prado, pueden leerse estos versos bajo el refrán "A moro muerto, gran lanzada":  Rey fiero ayer para ti, / mis leyes di a respetar, / y hoy que la muerte está en mí, / ¡hasta tú vienes a hollar / el polvo de lo que fui"!. Son las palabras que el gato muerto le dedica al ratón que presume, vivito y coleando, de matar a quien muerto está..Esta inscripción en el marco y el título de la obra aluden al refrán español que hace referencia a la cobardía consistente en aparentar un gran mérito por atacar a quien ya está vencido. 
 
Y se confunde con otra que es “A toro muerto, gran lanzada”, no menos castiza, pero quizá posterior, porque antiguamente se mataba a los toros con una lanza en la suerte de lanzadas, que equipara la bravura del toro a la del moro con su rima facilona. 
 
Ambos refranes se aplican a aquellos valientes que se atreven a arrostrar todos los peligros cuando ya no hay peligro alguno en ello, para lo que necesitan agitar el espantajo fantasmagórico del peligro.
 
 
En cualquier caso, tanto si el muerto es el toro como el moro, tirar la lanza exhibiendo valentía y arrojo después del triste final, cuando ya ha pasado el peligro, es vana presunción. No hay mayor insensatez, como nos recuerda otro refrán, que la de jactarse de lo que uno carece, que es lo que vienen a transmitirnos el refrán con sus dos variantes. 
 
Hay un latinajo medieval que puede relacionarse con el refrán y que quizá hunda sus orígenes en las fábulas de Esopo: Mortuo leoni et lepores insultant ('Al león muerto hasta las liebres lo insultan').
 
El Partido (¿Socialista? ¿Obrero?) Español, que no combatió el franqusimo cuando vivía Franco, el General-ísimo, quiere combatirlo medio siglo después, cuando ya es una fantasmagoría histórica, durante el año que viene en el que se cumplirá el cincuenta aniversario de su muerte bajo el lema, falso como el solo de “memoria es democracia”. 
 
 
He aquí la transcripción del discurso leído por el presidente del ejecutivo: “A lo largo del año 2025 el Gobierno va a impulsar la conmemoración de los cincuenta años de lo que vamos a llamar “España en libertad” (aplausos, como en los programas de la tele), una conmemoración, una conmemoración con un único objetivo, y es poner en valor (sic) la gran transformación en este medio siglo de democracia logrado (lee), y homenajear a todas las personas y a todos los colectivos que la hicieron posible. Esta conmemoración se va a traducir en más de un centenar de actividades culturales, eventos de diversa índole que van a inundar nuestras calles, escuelas, universidades, museos, a partir del ocho de enero del año 2025. Para articular esta conmemoración el gobierno de España va a crear un comisionado especial, va a nombrar un comité científico formado por expertos y expertas de reconocido prestigio, y va a colaborar con todas las administraciones públicas en la ejecución de un extenso programa de actividades. Vamos a dar a lo largo de comienzos de este próximo año en un acto específico para el arranque de estas celebraciones los detalles de esta conmemoración de cincuenta años desde la muerte del dictador. Casi medio siglo nos separa de su muerte pero las consecuencias de aquella herida evidentemente son tangibles a día de hoy y exigen, lo que hemos venido siempre reivindicando, exigen verdad, reparación y justicia, como las que reciben las veintinua víctimas del golpe de Estado de 1936, de la guerra, de la violencia política, de la dictadura franquista a las que hoy estamos rindiendo homenaje”
 
Merecen a propósito del centenar de eventos que nos esperan para el año que viene especial mención las palabras que escribía Gabriel Albiac en El Debate el viernes 13 de diciembre bajo el título Capitalizar el dolor (de los otros)
 
    "A los diecisiete y en la Universidad Complutense, transité al territorio de los movimientos clandestinos, que –¡oh, cuan ingenuamente!– fantaseaban el derrocamiento de la dictadura. Los únicos que iban más allá del huero verbalismo eran los diversos grupos comunistas. Allá que me fui. A los socialistas, por aquel final de los años sesenta, nadie los había visto. Ni nadie los esperaba en las modestas, pero nada cómodas, actividades contra un régimen que, en el fondo, sabíamos demasiado blindado como para hacernos ilusiones. La gente que pudiera haber en el PSOE –si es que alguna había, que yo no la vi jamás– tuvo la prudencia de preservarse en una retaguardia de la cual vinieron a sacarla los agentes del Departamento de Estado norteamericano, cuando quedó ya claro que el general se moría. Y, de manos del Departamento de Estado, esas gentes de González y Guerra recibieron formalmente la herencia del franquismo. Deberían haber quedado agradecidas. A los dos: al franquismo y al Departamento de Estado. Gracias a ambos, gentes sin entidad alguna hicieron muy ricas carreras y aún mejores fortunas".
 
Y como concluye Albiac, resulta divertido (y más, diría, yo, sarcástico) que sean los herederos de esas siglas PSOE “quienes armen el gran festival jubilatorio por la muerte de un dictador contra el que jamás movieron un dedo”. Y que quieran ahora, cuando se va a cumplir el cincuentenario de su muerte, arrojar una lanza de larga y amplia repercusión contra el General-ísimo para lo que han tenido que resucitar su cadáver y organizar más de un centenar de eventos culturales con, se supone, público dinero.

sábado, 23 de marzo de 2024

Pareceres XLIII

211.- La Sagrada Familia. Al parecer el propio Jesús de Nazaré, inseminado artificialmente por el Espíritu Santo, no era hijo único, como se nos ha hecho creer torticeramente a lo largo de los siglos, sino que tenía varios hermanos, hecho que se desprende de la atenta lectura de los evangelios canónicos: Leemos en Marcos, 6, 3, y en Mateo 13, 55, entre otras menciones que pueden rastrearse en el Nuevo Testamento: ¿No es éste acaso el carpintero, hijo de María y hermano de Santiago y José, Judas y Simón?). Así que nada de familias con un único pensamiento o hijo único, o a lo sumo con una parejita heterosexual, no, nada de eso: la Sagrada Familia era una familia numerosa, como las que había antaño, y no como las unipersonales que hay ahora, que no son familia ni nada parecido.

La Virgen María azotando al Niño Jesús ante tres testigos, Max Ernst (1926)   

212.- ¡Símbolo franquista, fuera de la vista! Algún poetastro venido a menos se ha sacado de la manga este ripio de doce sílabas, compuesto de dos hemistiquios hexasilábicos de ritmo trocaico, con rima total o consonante en -ista (sin haberlo procurado, he compuesto un pareado), para corearlo en alguna manifestación autorizada, desfile militar o procesión religiosa o laica, que todo es lo mismo. Su carácter reivindicativo salta a la vista. Se trata de exigir al gobierno de turno que desmantele los símbolos de la España del caudillo F.F.: algún que otro busto, alguna que otra estatua ecuestre, algún que otro letrero de alguna que otra calle, por ejemplo la del 18 de Julio, que recuerda con su ominosa fecha el alzamiento nacionalista, que quedan por ahí. Pues no, mejor que no nos los quiten, que los dejen donde están por el bien de nuestra (des-)memoria histórica: a ver si así caemos en la cuenta de que en realidad nada ha cambiado, si se exceptúa la simbología y nomenclatura. ¿Qué más da que en las monedas aparezca la faz del caudillo que la de su sucedáneo el monarca borbónico? ¿Qué más da incluso que a la vieja moneda, la peseta aquella, se le haya cambiado el nombre, si lo fundamental es que sigue habiendo monedas y que el dinero sigue contando y sonando? 

 213.-Sociedad tripartita.- La sociedad neoliberal, al igual que la medieval o feudal, es tripartita. Hay laboratores, que son los que se dedican a la producción de inutilidades. Hay bellatores, que son los cuerpos y fuerzas armadas de seguridad del Estado, ejército y policía básicamente. Y hay oratores, que son los políticos e intelectuales encargados de gobernar, es decir, de mentir. Estos últimos son la clase sacerdotal, el antiguo clero, en el que se incluyen los periodistas que reconstruyen periódicamente el establecimiento. Su función es justificar el capitalismo, y que los laboratores cumplan su función subordinándose al mercado, convirtiéndose en mercancías, y que los bellatores sostengan la guerra que es la paz, es decir el (des-)orden establecido. 

214.- No somos nadie. Tenemos un nombre propio y unos apellidos, títulos académicos, un empleo, un “curriculum uitae”, es decir una historia, o una biografía detrás, una propiedad o una cuenta bancaria (o, si no lo tenemos, aspiramos a ello porque nos han metido en la cabeza que eso es importante, cifrando en ello el status de nuestro grado de felicidad), pero, a pesar de todo eso y por debajo de esa máscara, sentimos lo que late en lo más hondo (y el pueblo a veces lo reconoce y lo dice cuando se muere alguien), ay, que no somos nada, no somos nadie.

 215.- Ruido de tanques: Uno que fuera mandatario del régimen actual carpetovetónico que conocemos y padecemos en esta sufrida y curtida piel de toro ibérico -conocer es sufrir, la ciencia acarrea sufrimiento, escrito está-, pronunció en su momento la siguiente y muy significativa perla cultivada: “El ruido de los tanques es ahora el ruido del Estado democrático”. Era una declaración de un ahora ex-ministro del régimen. En ella se le escapaba algo más que una opinión personal: le salía un vislumbre de algo muy cercano a la verdad, por decirlo de un modo solemne, o, por lo menos, de algo muy próximo a la denuncia de la mentira: el Estado democrático es el estado autoritario, militarista, patriarcal, violento, dictatorial, totalitario de toda la vida -en fin, todo lo que nos sugiere el paso pesado de los tanques- legitimado tras la segunda guerra mundial y la caída del muro de Berlín por el pueblo en los comicios electorales. Ruido de tanques que, por otra parte, no deja de oírse en películas de hazañas bélicas y en los noticiarios de actualidad, como algo inminente, ahora que la Unión Europea decide -resuenan tambores que llaman a las armas cada vez más cercanos- rearmarse porque no hay paz sin guerra.

sábado, 1 de abril de 2023

Pareceres (XVIII)

86.- Nos vigilan. La profecía de Órgüel formulada en su novela 1984 se cumplió con creces: el Gran Hermano nos vigila y nos controla a todos y cada uno. ¿Qué hacen, si no, todas esas cámaras de seguridad que llevan años en nuestras calles y edificios? Cientos de miles de ojos sin párpados conocen nuestros gustos, nuestras aficiones y hasta nuestras pasiones mejor que nosotros mismos. No estamos tan solos como pensamos frente a la pantalla del ordenador o del móvil. Al otro lado hay alguien que controla todos nuestros pasos y que está escribiendo, sin que nosotros seamos conscientes, ahora mismo por ejemplo, el guion de nuestra vida.


 87.- Desmemoria histórica. No hay hechos futuros, sólo pasados, y, la mayoría de las veces,  es mejor olvidarlos. Abogo yo, políticamente incorregible que soy,  por la des-memoria histórica, en contra de la memoria histórica que está ahora tan de moda en esta España en estado crítico y que consiste en desenterrar cadáveres de fosas comunes. Dicen los partidarios de la memoria histórica y de la Historia en general que hay que conocer a la sangrienta Clío para no repetirla. Citan a menudo la frase de Churchill, creo que era: “Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla”, que es mentira. No hace falta demostrarlo mucho. Conocer la historia no significa librarse de ella: la única manera de librarse de la Historia es rebelarse contra ella. Y para rebelarse contra ella no hace falta ser Licenciado en Historia, sólo hace falta decir ¡No! a la realidad que convierte todo lo que toca en historia, es decir, en mierda, incluidas nuestras vidas, que se reducen a biografías: historias escritas. Y lo que está escrito está muerto. Así de fácil.

88.- Llueven ahora mismo bombas sobre Bagdad, la antaño espléndida residencia de los califas, a orillas del Tigris, fundada en el año 763 de nuestra era y capital de una deslumbrante civilización, célebre por su molicie y lujo oriental, hoy sólo ruina brutal de lo que fue. El llanto de la hija del visir, una vez arrebatada la virginidad, es el nuestro, nuestras propias lágrimas de impotencia. De alguna manera las bombas están cayendo, aquí y ahora mismo, como una lluvia intermitente, silenciosamente sorda y ensordecedora, sobre mí y sobre ti también, amigo mío, sobre nosotros, que hemos perdido la inocencia, y sobre los cadáveres de todos y cada uno de nuestros niños muertos.

 

89.- Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza. El Caballero de la Triste Figura cree que la bacía del barbero es el yelmo de Mambrino y que la no poco pazguata Aldonza Lorenzo es toda una dama, la encantadora Dulcinea del Toboso. Su fiel escudero y amigo percibe la realidad: la bacinilla y el pelo de la dehesa de Aldonza. Pero ambos se equivocan: Aldonza no es Dulcinea, desde luego, pero tampoco es la que cree el zafio de Sancho.

90.- La literatura comparada y el sentido común revelan que no hay originalidad literaria que valga, que todo ha sido dicho ya alguna vez por alguien, que detrás de todo lo que digamos hay una enorme tradición y bibliografía. La novedad es que no hay novedad: no hay nada que no haya sido dicho ya. Y ni siquiera podemos arrogamos la originalidad de decir esto nosotros por primera vez, sino que ya lo dijo Terencio, por ejemplo, en latín hace muchos cientos de años en el prólogo de su comedia El Eunuco: “Denique / nullum est iam dictum quod non dictum sit prius. / Qua re aequom est uos cognoscere atque ignoscere / quae ueteres factitarunt si faciunt noui”. Lo que puede traducirse por algo así como: En fin, / que dicho no hay que no haya sido dicho ya. / Por eso es justo que lo sepáis y disculpéis / si hacen los modernos lo que hicieron los antiguos.