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miércoles, 20 de septiembre de 2023

Pareceres XXIX

141.- Tres soldados israelíes jóvenes, dos varones y una fémina, que hacían el servicio de guardia en un arsenal de armas nucleares, químicas y bacteriológicas de destrucción masiva, fueron sorprendidos practicando sexo, como se dice ahora, o haciendo el amor, como se prefería antes. En lugar de dedicarse a la vigilancia, como era la obligación de su oficio en ese momento, prefirieron entregarse, la juventud bulle en la sangre de sus venas, a un amoroso ménage à trois, olvidándose de su misión y de si eran uno, dos o tres en el deliquio y arrobo del consorcio amoroso. El trío fue sorprendido en mitad del juego erótico, suponemos que por el a la sazón oficial de guardia. El “coitus” –esa acción de ir juntos en el olvido de sí mismos y de las demás cosas de este mundo a donde no se sabe: el sexo es una válvula de escape, la única, ay, que nos dejan a veces y que nos queda- fue “interruptus”, es decir, bruscamente interrumpido y los jóvenes –ah, juventud, divino tesoro, que cantó Rubén-, encerrados en el calabozo por su negligencia en el desempeño de su sacrosanta misión de perros guardianes del sistema. Hacían el amor y no la guerra preventiva, que es lo que de verdad manda Jehová o Yaveh, o sea Dios, el Capitán General de todos los Ejércitos. 
 
142.- Consolación de viudas, malcasadas, divorciadas y solteras: La mujer que no tiene mucha suerte con los hombres no sabe por lo común la enorme suerte que tiene y de que goza. 
 
143.- Evasión de la cárcel. El carcelero le pregunta en confianza al preso que pudo haber escapado de la prisión porque sus amigos le habían preparado la fuga y no lo hizo, como se cuenta de Sócrates septuagenario: -¿Por qué no te fugaste de la cárcel pudiendo haberlo hecho? -¡Bah!, responde el recluso. Me lo pensé mejor. Aquí no se vive tan mal, después de todo, fuera no sabe uno lo que le espera. Además ¿a dónde iba a ir yo que más valga, con los años que tengo encima? Aquí no me falta comida ni techo, puedo recibir visitas de cuando en cuando, y allá fuera en el mundo exterior es todo más peligroso. -Pero a estas horas serías libre -argumenta el carcelero. -Bah, la libertad no merece la pena. Prefiero la seguridad de estas cuatro paredes y la comodidad de la cárcel que la libertad y la intemperie. Además, las cosas como son, aquí no se vive tan mal... Hemos alcanzado tal grado de comodidad y confort que no merece la pena la libertad. Allá afuera tienes que buscarte la vida, por las buenas o por las malas, pero tienes que ganártela, mientras que aquí la tienes regalada. 
 

 
144.- Entre cruces y Cristos, parroquias, curas, sacristanes, seminarios diocesanos, catecúmenos y catequistas, ronda, cual Perico por su casa, el demonio del diablo. 
 
145.- Enemigo interno. Margaret Thatcher, que acuñó la terrible TINA “There Is No Alternative” (no hay alternativa), popularizó también el término “enemy within” (enemigo interno) para referirse a los mineros huelguistas en los años 1984-1985 de su mandato, pero no estaba inventando nada nuevo. La expresión viene de muy lejos. Ya en la antigua Roma, Cicerón acusó al senador Lucio Sergio Catilina de ser un “hostis intus”, un enemigo dentro (del Sistema) que conspiraba contra él, al que se dio muerte porque pretendía subvertir los valores establecidos en la república romana. Utilizaba Cicerón además un término para enemigo que no era inimicus (literalmente, el “no” (in-) “amigo" (amicus), reservado al enemigo personal o privado, sino hostis, que era el nombre del enemigo público, hasta entonces el bárbaro o extranjero. Ambos matices de “público” y “privado” se confunden en nuestro moderno término “enemigo (inglés enemy).  El enemigo interno, después del huelguista británico, ha sido el terrorista, el negacionista o, en su versión más actualizada, el que difunde “información errónea”, es decir, información alternativa que no coincide con el discurso oficial, que no deja de ser tampoco erróneo, y que justifica el establecimiento de la viejísima censura. 

lunes, 24 de julio de 2023

Pareceres (XXV)

121. -Vanguardia y retaguardia. El concepto de vanguardia, al igual que su contrapuesto, el de retaguardia, proviene de la terminología militar y describe a una avanzadilla del grueso del ejército que se adelanta para explorar el área y establecer el primer contacto con el enemigo. Aplicado al mundo del arte, de la cultura y del pensamiento, es una invención relativamente reciente y modernista. El concepto de vanguardia implica que la Historia es y debe ser una "marcha adelante" y un "progreso" o avance hacia la meta de un mundo mejor, hacia un mañana resplandeciente pero siempre futuro. Adelante y siempre adelante, nos dicen, no hay que mirar atrás... Pero es absurdo. Porque absurdo es creer que lo nuevo por ser nuevo simplemente es mejor que lo viejo y es absurdo rendir culto a la novedad y lo moderno, que es etimológicamente el 'modo hodierno', por sí mismos. Sin embargo, esta percepción, que se ha impuesto en muchos ámbitos, como por ejemplo en las artes, recuérdense las vanguardias interminables del siglo XX, y en la pedagogía, prevalece en la actualidad haciéndonos creer que por ser lo último que se ha dado es mejor que lo anterior, que vale más lo nuevo que lo viejo, cuando como todos sabemos no hay nada nuevo bajo el sol.
 

122. -Dios y Ma(m)món.  Decía el evangelio de Mateo (6:24) que en el sermón de la montaña Jesucristo predicó a sus apóstoles y discípulos que no se podía servir a dos amos: Cito por la traducción de Nácar-Colunga que manejo: “Nadie puede servir a dos señores, pues o bien, aborreciendo al uno, amará al otro, o bien, adhiriéndose al uno, menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. La traducción de la última palabra es aproximada. Comprobando el texto griego, veo que dice: οὐ δύνασθε θεῷ δουλεύειν καὶ μαμονᾷ: no podéis servir a Dios y a Ma(m)món. La última palabra del versículo es el dativo de Μαμονᾶς, una palabra aramea, no griega, que significa riqueza y que se siente en griego como un nombre propio -los editores modernos dudan en escribir el nombre con inicial mayúscula, como nombre propio, o dejarlo en minúscula, como nombre común- que es la personificación del dinero, por lo que una traducción literal sería: No podéis servir a Dios y a Ma(m)món. Algunas versiones optan por “dinero”. La frase, en nuestros días, no tiene mucho sentido, porque Dios y Ma(m)món son la misma divinidad: o dicho de otra manera el único Dios verdadero es el más poderoso de los caballeros, don Dinero. 

 

123.- Dijo una vez Cornelius Castoriadis (1922-1997) en su propia lengua, que es la milenaria de Homero: «Δεν κερδίζεις επειδή αξίζεις, αλλά αξίζεις επειδή κερδίζεις»: No ganas porque lo mereces, sino que lo mereces porque ganas, cosa que podemos decir con muchísima razón en cualquiera de las lenguas que hablamos y escribimos cualesquiera de nosotros. Algunas personas, como en este caso el filósofo griego, a veces tienen la capacidad de expresar mucho mejor que otras lo que sienten los demás, lo que sentimos todos, y eso se demuestra porque enseguida nos reconocemos todos en ellas y las hacemos propias. Si alguna vez acierto yo por la casualidad más remota de todas las casualidades a expresar lo que muchos entre los que yo mismo puedo incluirme sentimos y lo que muchos quisiéramos decir y, o no encontramos la forma de decirlo, o nos da algo de miedo hacerlo, me doy con un canto en los dientes por satisfecho, porque creo que no estoy expresando meras opiniones personales, supuestamente mías y propias, sino algo de ese sentimiento y pensamiento público y no privado que a todos nos es común. No soy yo en este caso, sino algo que hay en mí, vamos a decir, lo que habla por mi boca y lo que da voz a eso que cuesta y da algo de miedo decirlo, pero sin embargo hay que hacerlo, hay que decirlo. Ese algo es, ni más ni menos, el lenguaje.

 

124.- Iconoclastas: Así llaman a los herejes enemigos de dar culto religioso a las imágenes que destruyen nuestra imaginación, sacralizándolas con nuestra veneración. Somos enemigos de las imágenes, nos oponemos a su poder y a sus máquinas expendedoras, porque estamos a favor del pensamiento: que es la palabra en marcha contra la idea fija. Somos iconoclastas hasta el punto de que ni siquiera nos complacemos haciéndonos autorretratos sonrientes, mirándonos, como Narciso, en el espejo virtual del móvil con nuestra propia imagen, que es sin duda la más sagrada de todas, el ícono más venerable. En el siglo VIII apareció esta secta de herejes que rompían los íconos de los santos y querían destruir el culto que se les tributaba. Esta herejía desapareció hacia el siglo IX, pero luego se reprodujo entre los albigenses, husitas y valdenses, desapareciendo nuevamente hasta nuestros días, en que todos nos hemos vuelto iconodulos, esclavos de las imágenes, o iconófilos, amantes de las imágenes. 

 

125. -La televisión era el verdadero pilar de nuestro sistema educativo, pero ya no está solo en la caja tonta, sino en nuestros bolsillos y celulares. A través de la televisión y de las minipantallas, que no son tontas, sino smart o muy inteligentes,  se transmiten los valores de nuestra sociedad y de nuestro modus vivendi consumista, que todos en el fondo rechazamos, por lo que nos rebelamos inconscientemente contra ella. A todos nos gustaría en un determinado momento arrojar el aparato por la ventana, como símbolo de ruptura con todo... Ver la televisión o su sucedáneo inteligente, el móvil, no es un acto ingenuo ni nos deja indiferentes. Es como mirar cara a cara a Medusa, que te petrifica con su mirada, es decir, sólo con que tú la veas a ella. Antes de que tú la veas a ella de verdad, ya te ha visto ella a ti y te ha matado convirtiéndote en un convidado de piedra: un telespectador pasivo y resignado, un consumidor de publicidad, es decir, de ideas. 


viernes, 7 de julio de 2023

Pareceres XXIV

116.- Ni caso. Durante mucho tiempo la información escaseaba y era un bien más difícil de conseguir que el oro, pero hoy día hay un apabullante superávit. En la Red, desde luego, es lo que más abunda: información, de hecho es casi lo único que hay. Hay quien dice que es tan necesaria como el aire y el agua. Pero el aire y el agua son necesarios para vivir. La información ¿para qué es necesaria? Algunos dirán que para saber lo que pasa. Pero es mentira. Las informaciones son necesarias para meternos el miedo en el cuerpo y para distraernos. Igual que el aire y que el agua, que están cada vez más contaminados en el planeta azul, la información también está poluta, manipulada, sesgada; por lo que su abundancia se convierte en asfixiante: no es una riqueza de la que podamos enorgullecernos, sino un motivo de grave preocupación: un un tumor cancerígeno que pretende aniquilarnos insensibilizándonos ante lo que pasa, porque logra que nos desentendamos de “lo que pasa” y nos preocupemos por cosas que no nos interesan, que ni nos van ni nos vienen, para que así seamos incapaces de ver lo que tenemos delante de nuestras propias narices -eso y no otra cosa es "lo que pasa"-, pues vemos empantallados como estamos, en su lugar, las pantallas que nos ponen a modo de aquellas orejeras que les plantaban a los asnos para que caminaran siempre adelante en la misma y prefijada dirección. ¿Es bueno, pues, estar informado? Para nada. No sólo no es bueno, es perjudicial para la salud física y mental. Nuestra tarea, por lo tanto, es librarnos de la información, desinformarnos, no hacer caso de lo que nos cuentan.

 

117.- Departamento de Orientación: La existencia de un Departamento de Orientación en los centros educativos españoles de ESO (Educación Secundaria Obligatoria) demuestra la gran desorientación que, promovida desde arriba, existe por abajo. Nunca ha habido más información que ahora. Vivimos en la sociedad de la información. Por eso mismo, porque nadamos en el mar superabundante de la información, todos estamos fundamentalmente desinformados, desorientados, náufragos sin brújula ni norte a la deriva.

118.- Trabajo infantil: La crítica que algunas almas piadosas y caritativas hacen al trabajo asalariado se agota en el llamado trabajo infantil. Estos moralistas se escandalizan de que a niños de seis y de siete años se los obligue a trabajar en la cosecha del algodón o en las minas. Tiene razón, es escandaloso, pero no porque se trate de niños, sino porque el trabajo, en sí, es un castigo de Dios que clama al cielo.

  

Concierto 5 en D-minor de Scarlatti (Café Zimmermann)

 119.- ESO (Abreviatura de Educación Secundaria Obligatoria del sistema educativo español). La obligatoriedad de la enseñanza hasta los 16 años parece, por un lado, un logro social de las clases populares pero, por otro, supone una nueva institución penitenciaria, un nuevo servicio militar obligatorio que se cierne sobre ellas, y que no admite objeción de conciencia: la mayor intromisión del Estado en la vida de la gente, que convierte a los niños entre los seis (y pronto se rebajará la edad a los tres) y 16 años (y ya se habla de hacerla obligatoria hasta la mayoría de edad a los 18) en cohortes, subdivisión de la legión romana, de reclutas forzados. Quizá deberíamos hablar de manípulos de reclutas forzados. Era el manípulo una unidad menor de la legión romana, unidad operativa y manipulable, es decir, manejable. La escuela siembra aversión en los niños por el saber que transmite, a los que infantiliza, psicologiza, y hastía, matando la curiosidad innata, y generando fracaso y sumisión.

 

Un lema electoral que no pasa de moda: el cambio.
 

120.- ¿Cambio o recambio? Otra vez la zanahoria inalcanzable del cambio (change en la jerga del Imperio) delante del borrico sirve como eslogan o grito de guerra político para alimentar la esperanza, esa virtud teologal, de un electorado que acabará defraudado cuando compruebe, una vez finalizada la euforia etílica de la victoria, que el único cambio que se ha producido en las altas esferas de la política y la economía es el nominal, y que el voto era un vale canjeable directamente por la desilusión. Poco importa que el presidente sea másculo o fémina, blanco o negro, con tal de que ocupe la presidencia una vez que ha quedado vacante el trono. Y en eso no hay cambio que valga. Ya lo dice el refrán chino que Felipe González –que llegó al poder enarbolando la bandera del cambio y que no cambió nada sustancial- importó de uno de sus viajes de la China comunista: gato blanco o gato negro da lo mismo, son canjeables, lo que importa es que mate ratones. Cámbiese el gato por el presidente, y los colores “blanco” o “negro” por “izquierdas” o “derechas”, progresistasconservadores o viceversa, no importa. Lo que importa es que sea gato, es decir, que sea presidente, o lo que es lo mismo, que mate roedores. ¡Pobrecitos de nosotros, los ratones!

miércoles, 21 de junio de 2023

Pareceres (XXIII)

111.- Nadie nos representa. Nadie puede arrogarse nuestra representación: ni siquiera, por paradójico que parezca, nosotros mismos. Nos sirve a nuestro propósito el aforismo jurídico uiuentis non datur repraesentatio: no es posible la representación de una persona viva (lo mismo que no es posible recibir la herencia de alguien que no ha muerto todavía: uiuentis non datur hereditas).


 112- Un periodista norteamericano, de cuyo nombre no merece  la pena acordarse, impulsó desde 1967 una cruzada en las pequeñas pantallas norteamericanas para mostrarle a la gente lo que ésta quiere y tiene derecho a ver. El sedicente “periodista del pueblo” pasó de la simple conversación de temas escabrosos, donde el hombre y la mujer de la calle daban rienda suelta a sus pasiones y obsesiones en una espiral de exhibicionismo verbal y no verbal que parece no tener límites para el asombro ni contención, a la transmisión en directo de una operación de cirugía estética. Su última campaña: conseguir que la justicia de Estados Unidos apruebe la transmisión en vivo y en directo de las ejecuciones de los condenados a muerte, argumentando su carácter público ejemplar. ¿Qué más espectacular y ejemplar, en efecto, que la ejecución de un ser humano? Todos y cada uno de nosotros somos ejecutados públicamente todos los días, y no nos damos cuenta. Quizá la visión de un reo electrocutado en la silla eléctrica pueda servir de speculum que nos refleje a cada uno de nosotros, sentados en un sillón ante la pantalla de televisión, del ordenador o del móvil, da lo mismo, contemplando con horror la ejecución de un condenado a muerte, es decir: nuestra propia ejecución.


113.- La guerra no se justifica ya apelando a valores religiosos, sino políticos, que son un trasunto de los económicos, los que más valen y cuentan, pero eso se debe a que el dinero constituye la nueva y única religión de los que mandan y obedecen: una religión que no lo parece, un dios en el que todo el mundo cree, indiscutible. Por eso más que responder el mercado a las exigencias de los consumidores, los consumidores responden a las exigencias del mercado. Por eso, en esta economía que, según Ambrose Bierce definió para siempre como la venta de la vaca que no tenemos para comprar el barril de güisqui que no necesitamos, cotizan tanto los valores… bursátiles.

114.- Parece que lo único que les preocupa a algunas almas cándidas es que se les dispense un buen trato a los prisioneros, el trato humanitario, que dicen, no el hecho de que haya prisioneros, que es lo más inhumano que hay. Debe de parecerles muy caritativo a estas almas piadosas, que acaban resultando las más despiadadas, también que haya guerras; de hecho muchas veces las llaman misiones humanitarias o, rizando el rizo, como ha rebuznado el Rey de nuestro ruedo ibérico en un discurso oficial, “misiones de paz”. El ejército es para estas personas una oenegé (u Organización No Gubernamental) caritativa y humanitaria con pistolas, como ha regoldado un militar graduado con estrellas de muchas puntas.

 

115.- PSICOANÁLISIS. En vez de intentar fortalecer nuestra personalidad, deberíamos interesarnos en las técnicas de desintengración y disolución del ego, en disolverlo como una pastilla efervescente en un vaso de agua. Mi alma ansía diluirse como un comprimido, dejar de ser “mi alma”, mía y sólo mía, un alma individual y atómica, disolviendo su singularidad en el anonimato de la masa, en la fosa común del número plural. El individuo, como hemos formulado alguna vez, no nace, sino que se hace, y nunca es perfecto, nunca acaba de hacerse, ni tampoco de deshacerse. La desintegración del átomo que es el individuo personal masificado sería la bomba, la verdadera bomba de relojería atómica.

 

viernes, 9 de junio de 2023

Pareceres (XXII)

106.- ¿Qué estamos diciendo al decirle a alguien: “te quiero”? Algo como esto: “Te querré, amor mío, hasta que el matrimonio o el registro civil que nos declare pareja de hecho nos separe en el mismo acto de reconocimiento oficial de nuestro amor”. O, dicho con otras palabras: “Te querré, vida mía, hasta que el Amor, o sea la conciencia de lo que nos pasa, que es la muerte del sentimiento, nos separe poniendo fin a nuestro cariño. Es más, mi amor, si te digo “amor mío”: ya no eres mi amor, te he perdido, como cuando Psique, o sea el Alma, encontró -y ¡oh paradoja! perdió en el mismo encuentro, nada más haber visto su rostro y sabido su nombre-, al propio amor, que era ni más ni menos que el dios Cupido. 

Cupido y Psique, David Vance
 
 107.- Una cita literaria de esa novela envolvente y seductora que es  “Viaje al fin de la noche” de Louis-Ferdinand Céline. El protagonista, un alter ego del autor si no es el propio autor, llega a América. Después de pasar la cuarentena, el comandante de la aduana le dice:  «Han venido aquí antes que tú muchos otros vivales de Europa que nos han contado trolas de esa clase, pero eran, en definitiva, unos anarquistas como los otros, peores que los otros... ¡Ni siquiera creían ya en la Anarquía!". Sugiere el comandante que los, según él, peores anarquistas son los que no creen ni siquiera en la anarquía, o Anarquía. con mayúscula honorífica que la equipara a cualquier nombre propio, es decir, a Dios, porque esos son auténticos descreídos que para decir ¡no! al orden establecido, no necesitan proponer ningún modelo alternativo, son los que no creen que haga falta ningún gobierno y, por lo tanto, nunca lucharán por tomar el Poder, como han hecho otros revolucionarios, sobre todo los comunistas, sino por destruirlo, pero para destruir el Sistema, ese matrimonio perfecto de Estado y Capital, hay que comenzar por la base, y la base es la fe que lo constituye, y la fe no es ningún asunto exclusivamente religioso, sino cualquier creencia en la que uno crea. Incluso la creencia en la Anarquía. Incluso la creencia en la libertad.

 


108.- ¡Feliz fin de semana! ¡Ojalá pudiéramos celebrar como se merece no el fin de semana, este fin de semana por ejemplo que se avecina, sino el verdadero fin de la semana judeocristiana, con su sacralización del trabajo y su ocio sabático complementario en forma de descanso dominical, dejando –ojalá- de girar el peor invento de la humanidad, la rueda de los siete días para siempre!

 109- Medios de distracción masiva: Los llamados medios de comunicación distraen a las masas ocultándoles la verdad y sus miserias al mostrarles, a cambio, la realidad sucedánea o interina, que hace las veces de la otra. Distraer a la gente, presentándole una realidad virtual, ficticia, un reality show o espectáculo de la realidad que justifica la realidad del espectáculo, es su oficio y su maleficio. Nos distraen con otros tiempos (ya sean históricos o ya futuros) y con otros ámbitos geográficos de lo que sucede aquí y ahora, ocultándonos que, como intuye la sabiduría popular, “en todas partes cuecen habas, y en mi casa a calderadas”. 

 110.- Democracia.- ¿Qué cosa puede ser la voluntad del pueblo, esa voluntad de todos y a la vez de cada uno que los políticos profesionales que se presentan a las elecciones quieren que se vuelque en las urnas, lo que supone la metamorfosis del pueblo en electorado, y por lo tanto su muerte como pueblo? ¿Que gobierne la izquierda o la derecha, o esa componenda del falso espectro electoral que llaman el centro? ¿O que gobierne alguna fuerza política que todavía no se ha dibujado en el panorama electoral? La democracia niega al pueblo aquello mismo que le da, a saber, la soberanía popular, concediéndosela a sus legítimos representantes elegidos en las urnas por sufragio universal. ¿No será, más bien, la voluntad del pueblo que no gobierne nadie, que no mande nadie, que nadie sea más que nadie, que el pueblo sea su único y solo soberano? Toda urna democrática es en esencia una urna fúnebre, una papelera donde yacen, escritos, muertos, los votos, los deseos de que las cosas sean de otra manera en listas cerradas de nombres propios, que yacerán enseguida en la fosa común del olvido.

 

Banco sin asiento para hacer un alto en el camino.

jueves, 25 de mayo de 2023

Pareceres (XX)

96.- Sacrificar es según la Academia, en primer lugar: Ofrecer a una divinidad algo o a alguien en su honor, generalmente destruyéndolos o matándolos. Y en segundo lugar: Matar un animal, especialmente para el consumo. En aras del ideal que creemos que debe ser la vida, que es nuestra moderna divinidad, solemos sacrificar -es decir, hacer sagrada, o lo que es lo mismo para el caso, matar- nuestra propia vida cotidiana corriente y moliente. ¿Dispuestos a sacrificarnos por nosotros y por los demás? Resultado: dictaduras, brutalidad, campos de concentración y exterminio, conformismo, violencia, la historia universal en marcha.

97- NO A LA GUERRA. ALTO EL FUEGO. La gente no quiere la guerra. Ni siquiera los traficantes de armas, que sólo codician el dinero. Son las propias armas las que están pidiendo a gritos la guerra, o sea, una intervención humanitaria, en medio de esta tensa espera y silencio ensordecedor.


98.- El grafitero urbano deja su artística firma en la pared porque se considera, suponemos, un artista. Pero ¿qué dicen las pintadas, su obra? ¿Qué significan esos gritos en forma de garabatos? ¿Qué comentan las paredes? Su obra no es más que su firma. ¡El nombre del que lo escribió! Cuando uno se dedica a estampar su nombre propio compulsivamente por todas partes para afirmar así su personalidad, el refrán escolar reza: “el nombre de los burros aparece por todas partes”. ¿Qué dicen los jóvenes? Nada: sólo: aquí estoy yo: esta es mi firma: una celebración egoísta de mi individualidad masificada. Su firma no está ligada a ningún producto comercial: no es una marca de tejanos, por ejemplo: el único producto comercial es ellos mismos: Yo, Sociedad Anónima o, mejor, Sociedad Limitada.

 
99.- Hay quien dice que es preferible animar a un equipo deportivo que a un ejército armado empeñado en vencer o morir matando. Ninguna objeción a algo tan sensato en principio, si no fuera porque ambas cosas son lo mismo. Los gritos de ¡España! ¡España! fomentan el afán competitivo, el fantasma de la identidad nacional, la lucha por la hegemonía, el espíritu de la victoria y la derrota que arma a los ejércitos para defender esa misma patria que se corea en los estadios deportivos. Puede que sea más civilizado celebrarlo en un campo de juego que en uno de batalla, sólo que así como el estadio es visto como un campo de batalla donde luchan disputándose la Copa de la Victoria, las selecciones nacionales de España y Marruecos, pongamos por caso, no podemos evitar que el frente de combate donde pugnan, por ejemplo, israelíes y palestinos, pueda ser visto con la misma ligereza que un campo más de balompié.

100.-  Nueva refutación del movimiento procedente de la antigua India milenaria, que viene a sumarse a la clásica griega de: El móvil no se mueve ni en el lugar en el que está ni en el que no está. Glosa de Nagarjuna: “El móvil que se ha movido ya no se mueve, y el móvil que va a moverse no se mueve tampoco todavía. ¿Dónde pues el movimiento del móvil que ya no se mueve o que todavía no se ha movido?”

sábado, 1 de abril de 2023

Pareceres (XVIII)

86.- Nos vigilan. La profecía de Órgüel formulada en su novela 1984 se cumplió con creces: el Gran Hermano nos vigila y nos controla a todos y cada uno. ¿Qué hacen, si no, todas esas cámaras de seguridad que llevan años en nuestras calles y edificios? Cientos de miles de ojos sin párpados conocen nuestros gustos, nuestras aficiones y hasta nuestras pasiones mejor que nosotros mismos. No estamos tan solos como pensamos frente a la pantalla del ordenador o del móvil. Al otro lado hay alguien que controla todos nuestros pasos y que está escribiendo, sin que nosotros seamos conscientes, ahora mismo por ejemplo, el guion de nuestra vida.


 87.- Desmemoria histórica. No hay hechos futuros, sólo pasados, y, la mayoría de las veces,  es mejor olvidarlos. Abogo yo, políticamente incorregible que soy,  por la des-memoria histórica, en contra de la memoria histórica que está ahora tan de moda en esta España en estado crítico y que consiste en desenterrar cadáveres de fosas comunes. Dicen los partidarios de la memoria histórica y de la Historia en general que hay que conocer a la sangrienta Clío para no repetirla. Citan a menudo la frase de Churchill, creo que era: “Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla”, que es mentira. No hace falta demostrarlo mucho. Conocer la historia no significa librarse de ella: la única manera de librarse de la Historia es rebelarse contra ella. Y para rebelarse contra ella no hace falta ser Licenciado en Historia, sólo hace falta decir ¡No! a la realidad que convierte todo lo que toca en historia, es decir, en mierda, incluidas nuestras vidas, que se reducen a biografías: historias escritas. Y lo que está escrito está muerto. Así de fácil.

88.- Llueven ahora mismo bombas sobre Bagdad, la antaño espléndida residencia de los califas, a orillas del Tigris, fundada en el año 763 de nuestra era y capital de una deslumbrante civilización, célebre por su molicie y lujo oriental, hoy sólo ruina brutal de lo que fue. El llanto de la hija del visir, una vez arrebatada la virginidad, es el nuestro, nuestras propias lágrimas de impotencia. De alguna manera las bombas están cayendo, aquí y ahora mismo, como una lluvia intermitente, silenciosamente sorda y ensordecedora, sobre mí y sobre ti también, amigo mío, sobre nosotros, que hemos perdido la inocencia, y sobre los cadáveres de todos y cada uno de nuestros niños muertos.

 

89.- Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza. El Caballero de la Triste Figura cree que la bacía del barbero es el yelmo de Mambrino y que la no poco pazguata Aldonza Lorenzo es toda una dama, la encantadora Dulcinea del Toboso. Su fiel escudero y amigo percibe la realidad: la bacinilla y el pelo de la dehesa de Aldonza. Pero ambos se equivocan: Aldonza no es Dulcinea, desde luego, pero tampoco es la que cree el zafio de Sancho.

90.- La literatura comparada y el sentido común revelan que no hay originalidad literaria que valga, que todo ha sido dicho ya alguna vez por alguien, que detrás de todo lo que digamos hay una enorme tradición y bibliografía. La novedad es que no hay novedad: no hay nada que no haya sido dicho ya. Y ni siquiera podemos arrogamos la originalidad de decir esto nosotros por primera vez, sino que ya lo dijo Terencio, por ejemplo, en latín hace muchos cientos de años en el prólogo de su comedia El Eunuco: “Denique / nullum est iam dictum quod non dictum sit prius. / Qua re aequom est uos cognoscere atque ignoscere / quae ueteres factitarunt si faciunt noui”. Lo que puede traducirse por algo así como: En fin, / que dicho no hay que no haya sido dicho ya. / Por eso es justo que lo sepáis y disculpéis / si hacen los modernos lo que hicieron los antiguos.

jueves, 16 de marzo de 2023

Pareceres (XVII)

81.- Se le atribuye a uno de los siete sabios de Grecia, a Tales de Mileto, el inventor del teorema de su mismo nombre, el estar agradecido a la Fortuna por tres cosas: la primera, haber nacido humano y no animal; la segunda, varón y no mujer; y la tercera griego y no extranjero (heleno y no bárbaro, decía él). A lo que habría que oponerle las siguientes objeciones: que ningún hombre nace hombre, sino que llega a ser tal cosa -cosa, sí- entre los congéneres de su misma especie, lo que da origen al especismo; que ningún varón nace varón, sino que se hace varón, dependiendo de la educación que reciba, que origina el machismo, y finalmente, que ningún griego nace griego, sino que se hace griego, que el nacimiento, y, por lo tanto, la nacionalidad es algo meramente circunstancial, lo que crea la xenofobia y el racismo. Así empieza la filosofía occidental: con el desprecio de los animales, el desprecio de las mujeres y el desprecio de los extranjeros. No penséis que desde entonces hemos mejorado mucho ni avanzado. 

 


82.- Si no lo había hecho antes, el 11 de septiembre de 2001 quedó patente que la televisión era la mayor arma de distracción y destrucción masiva jamás inventada, la más poderosa de todas las armas inventadas porque podía llegar hasta el último rincón del planeta y hablar en cualquiera de las lenguas de Babel divulgando las poderosas imágenes. Los mandamases de este mundo deben estarle eternamente agradecidos a John Baird, el inventor del engendro. Con ella nos entretuvieron largas horas de enteros días a todo el mundo mundial: la catástrofe que nos echaron por la pequeña pantalla, reproducida una y otra vez como si fuera un interminable y animado gif (acrónimo inglés de Formato de Intercambio Gráfico, pero en inglés: Graphic Interchange Format), les sirvió para consolarnos de nuestro desconsuelo existencial al comprobar que nosotros no habíamos sido las víctimas, al ver que aquello no nos había pasado a nosotros: catarsis colectiva. Pero lo que sí nos pasaba a nosotros era el intensivo bombardeo mediático que  nos cayó encima como un chorreo, del que no nos hemos librado todavía. 


 83.- Del manicomio y la cárcel. Cuando salías del hospital psiquiátrico, pasados dos minutos de las cinco y media de la tarde, y volvías la mirada hacia la puerta que se cerraba detrás de ti regurgitándote al exterior, sentiste que salías no de una clínica u hospital frenopático, sino de un enorme útero que te vomitaba, de un ingente claustro materno que te estaba pariendo en ese momento, dándote a luz, a la clara luz de aquella espléndida tarde primaveral de mayo. Metáfora lograda: salir a la calle del manicomio es salir del seno de la Gran Madre, del líquido amniótico de la diosa Cibeles, la Virgen María que rompe aguas y se pone de parto en el paritorio. Es de alguna forma como nacer o renacer a la vida y a la libertad, es decir, a la intemperie, o, mejor dicho, a tu libertad provisional.  Pero no sólo tu libertad era provisional, amigo mío, sino también la mía, que iba a visitarte y a creerme cuerdo por unos instantes. Porque no hay que olvidar una cosa: el manicomio existe para que los que estamos fuera consideremos que estamos cuerdos, que no estamos locos como los que están encerrados en él, y eso, como en el caso de las cárceles, que también pretenden hacernos creer que somos libres, es mentira.


 84.- Por el pleno desempleo. Para mí lo más deseable no es el pleno empleo, sino el completo desempleo: yo no quiero trabajar, no quiero que me empleen, porque eso significa que me utilizan, que se sirven de mí, de mi tiempo, convirtiendo mi vida en rastrera, monótona y mortecina existencia.  Porque no me digáis que no os da la risa, que no es como para burlarse de Hipotecas y  Planes de Pensiones, ese matarse a trabajar para nada y ese estudiar por miedo a no superar el listón de la dorada mediocridad. La vida es otra cosa, no esta muerte planificada en cómodos plazos: las vacaciones en Benidorm, los ascensos laborales, los másteres en New York, y las pastillas de las farmacias para olvidarlo todo, para superar la depresión que nos entra sólo de pensar en esos éxitos  y para lograr conciliar el sueño, acallar la mala conciencia que tenemos y dormir de un tirón hasta bien entrado el día como si fuera domingo y no hubiera que ir a trabajar para ganarse la vida que pierde uno trabajando. 


85.- La solidaridad de hogaño es la versión laica de la caridad de antaño. Dicho de otra manera, la caridad no ha desaparecido: se ha extendido a toda la sociedad secularizándose. Es justo que haya injusticias y desastres ecológicos para que el alma solidaria y ecológica de cada uno pueda solidarizarse, valga la redundancia, con ellos y realizarse lavando la "marea negra" de su propia y "mala" conciencia, dando un sentido a su vida del que carece. Se fomenta tanto el individualismo que, frente a los problemas sociales o colectivos, parece que sólo hay una salida individual: el sálvese quien pueda del voluntariado, la solidaridad, la cáritas Christiana.


jueves, 9 de marzo de 2023

Pareceres (XVI)

76- ¿Por qué la taza –dijo Diógenes al ir a beber agua a la fuente-, cuando tenemos una mano con que beber? Y bebió, después de arrojar la taza, el agua fresca de la fuente en el cuenco de la palma de su mano, que le supo a gloria bendita, a lo que sabe el agua precisamente porque no sabe a nada. ¿Por qué la mano –decimos nosotros al ir a beber agua a la fuente-, donde hay boca con que beber? Y metemos la cabeza en la fuente. Y bebemos la fuente, igual que Narciso que se ahogó en ella víctima de su propia sed. Y decimos entonces: ¿Por qué la sed?
 
Diógenes tira su cuenco, François-Xavier Fabre (1766-1837)
 
 77.- Después de haberse enseñoreado Alejandro de este mundo, suspiraba por los imaginarios que le oyó quimerear a un filósofo, su maestro Aristóteles, no por nada, no porque fuera Alejandro o porque fuera especialmente necio,  sino porque el que la sigue la consigue, como dice el refrán, y él había conseguido realizar su sueño. Pero,  recién cobrada la presa,  descubre Alejandro y nos damos cuenta nosotros como él y como Apolo de que ya no era la Dafne que perseguíamos y que nos había enamorado, por lo que nos invade una gran congoja. Lo peor de los sueños es que se realizan. ¡Oh maldita hacienda, si no la tienes, la deseas porque te falta; si la tienes te da preocupaciones y cuidados, y la aborreces porque te sobra! Alejandro debió de decirse a sí mismo algo como lo que dijo Gracián, que parafraseamos aquí: Al que deseé distante ya lo tengo cercano, y ahora que lo tengo al alcance de la mano, ya lo deseo distante. 
Apolo realiza su sueño: alcanza a Dafne.
 
78.- “La propiedad es el robo”, sentenció Proudhon,  el anarquista, de una vez por todas. La propiedad privada es una abstracción, y como tal una mentira que necesita imperiosamente para sostenerse y hacerse valer la legislación y la fuerza represiva, que son las armas que le brinda el Estado, garante de la desigualdad social que a mí me concede algo a costar de privar a los demás de su disfrute: de ahí el nombre de propiedad privada.  
 
Pierre-Joseph Proudhon, según Gustave Courbet (1865)
 
 79.- Tan importante como el despliegue de tropas es el despliegue mediático. Casi un centenar de profesionales -redactores, técnicos, cámaras y reporteros gráficos- enviaron un día las cadenas de televisión y radio carpetovetónicas a las principales zonas del “conflicto”, para “cubrir” periodísticamente hablando la II Guerra Televisiva del Golfo Pérsico, la Operación Tormenta del Desierto. Se sabía día y hora del comienzo antes de que comenzara. Se sabía, con todo detalle, cómo se desarrollaría. Conocíamos, de antemano, el ganador. Las víctimas sólo serían efectos colaterales. ¡Maldita película de hazañas bélicas que vemos en la pequeña pantalla no sin numerosísimas interrupciones para los espacios publicitarios de los que patrocinan su emisión! 
 
 
80.- (Fragmento de una carta a un amigo de la infancia) ¿Será que nos estamos, amigo mío, haciendo viejos? ¿Será que nos estamos volviendo niños? ¿No es verdad que niños y viejos son más libres que los adultos porque todavía no tienen ataduras ni memoria en el caso de los primeros, o porque han dejado de tenerlas, en el caso de los segundos, alcanzando el júbilo y la jubilación, es decir el regocijo de verse liberados de la  servidumbre de los trabajos de la existencia, hasta olvidarse de todo y de todos, incluso de sí mismos?
 

lunes, 20 de febrero de 2023

Pareceres (XV)

71.- No nos representan. Uno de los gritos razonables y populares que se coreó una y otra vez contra los gobernantes democráticos que nos arrojaron en brazos de Marte durante el rodaje de la película La Guerra del Golfo, segunda parte (1990-1991, Operation Desert Storm, en la lengua del Imperio), fue “¡No a la Guerra!”. Resulta conmovedor cómo hemos pasado de aquel No a la Guerra de antaño, al Sí a la Guerra de hogaño, aunque no se diga explícitamente así. Otros gritos que entonces se corearon y que deberían volver a escucharse si no estuviéramos anestesiados y sordos como tapias, fueron “¡No en nuestro nombre!” y “¡Que no, que no, que no nos representan!”. Debería cambiarse el modo verbal de esta última frase y sustituirse el Indicativo, que constata simplemente una realidad de un modo objetivo y neutro, por el Subjuntivo que expresa un deseo, y decir: “¡Que no, que no, que no nos representen!”: que no, que no, que al pueblo no lo representa usurpando su nombre de hecho nadie, ni Dios todopoderoso siquiera, ni falta que le hace tampoco, que por eso se dice que el pueblo es su propio soberano. 

 

72.- En la salud y en la enfermedad. Jules Romains puso en boca de su lúcido y peligroso doctor Knock la frase de que las personas sanas son enfermos que se ignoran, es decir, que ignoran que están enfermas y el mal que padecen, lo que nos lleva a decir, como ya sugirió alguien que no recuerdo, que la medicina ha progresado tanto en nuestro tiempo que todos somos ya pacientes, unas veces en acto y otras en potencia aristotélica o asintomática, como durante la crisis sanitaria que nos confinó y encerró a todos. Si damos la vuelta al dicho, hallamos que los enfermos serían personas sanas que se saben enfermas porque han recibido un diagnóstico médico que así lo acredita, y son conscientes gracias a él de su enfermedad. El médico, decidiendo qué es un síntoma y quién se encuentra enfermo, se ha revestido así de un poder autoritario y omnímodo de índole sacerdotal capaz de catalogar como paciente a una persona sana cuyos parámetros se aparten de la estadística mayoritaria, y de rehusar a otra persona el reconocimiento social de su dolor. La enfermedad no es otra cosa sino la conciencia del cuerpo, o, dicho de otra manera, la conciencia de que nuestro cuerpo es nuestro y no de otro, como el alma, individual e intransferible. 


 73.- Empleados. Hemos sido esclavos, después siervos, ahora somos empleados, públicos o privados, según nos contrate el Estado o el Capital, tanto monta, monta tanto el Estado como el Mercado, gracias a las florituras del lenguaje políticamente cortés; empleados, que no sólo quiere decir que tengamos un empleo, sino sobre todo que el empleo nos tiene a nosotros, nos usa y abusa de nosotros que somos así utilizados. Los empleados hacemos hogaño las mismas cosas que hacían antaño los esclavos, pero se nos ha cambiado el nombre, brillante ejercicio retórico éste de dignificación apelativa, menudo eufemismo. 


 74.- El enemigo. El enemigo número uno es uno mismo porque uno hace siempre, aunque no quiera, lo que está mandado. Uno obra según su propia voluntad, así y sólo así obra según la voluntad de Dios, que eso es lo que quiere el Señor. Dios quiere que hagas lo que a ti te dé la gana, porque así y sólo así estás haciendo, sólo lo sabe Él, lo que Dios manda, cumpliendo la divina voluntad.


 75.- Opinión Pública y seguridad ciudadana. La prensa -y con este término obsoleto me refiero a todos los medios de (in)formación masivos tanto escritos como audiovisuales, analógicos y digitales-, enarbola de cuando en cuando, creándolo y zarandeándolo, el fetiche de la opinión pública, ese fantasma que no existe hasta que lo crean y zarandean, porque el pueblo no tiene opinión, la opinión es individual siempre, por lo que no puede definirse como popular o como pública, que viene a ser lo mismo. Y la prensa dice que la opinión pública exige, por ejemplo, más seguridad, más policía, más cámaras, más cárcel para los delincuentes y en general más represión. Nos venden la idea peregrina, como todas las que nos meten en la cabeza, de que la ciudad va a tener más seguridad si se aumenta el número de agentes de policía, pero la realidad, terca como una mula, demuestra una y otra vez que eso es mentira. No porque haya más policías dejará de haber delincuencia. Puede que algún ciudadano se sienta más seguro, pero no es más que una apreciación subjetiva y psicológica: la calle sigue siendo la jungla por mucha policía que haya y debido a ella misma, que también colabora poniendo su granito de arena en el mantenimiento de la ley y el orden de la selva. Poniendo más policía en la ciudad, los ciudadanos tenemos un problema más porque las pistolas que llevan al cinto los agentes, que las carga el diablo y se disparan solas, sólo con que un dedo apriete el gatillo, no dan seguridad sino disgustos, pero así funciona el desorden establecido.

 

 

miércoles, 8 de febrero de 2023

Pareceres (XIV)

66.- Decir como a menudo hace la gente que la felicidad está en las cosas pequeñas a lo mejor no es decir gran cosa, es poca y menuda cosa, valga la paradoja. Pero eso es así si se entiende el dicho exclusivamente como afirmación positiva del valor de las pequeñeces; sin embargo, si lo miramos por el otro lado, del revés, con toda la carga negativa que conlleva, descubrimos una gran verdad, si se me permite la grandilocuencia de la expresión: no sabemos muy bien dónde reside la dicha, pero sabemos, desde luego, dónde no está y dónde no puede hallarse, que es en las grandes cosas, porque en realidad ni siquiera son tales 'cosas' sino ideas de las cosas, visiones de la platónica caverna. 
 
 
67.- Una nación, para ser lo que es, es decir, para ser una nación igual que las demás, debe oponerse a las demás naciones por una serie de rasgos distintivos propios, básicamente por su lengua, su cultura y por su historia. En esa oposición radicará su identidad. Ser catalán se opone, por ejemplo, a ser gallego o vasco, o lo que sea, por unas características que el propio nacionalismo catalán se empeñará en cultivar como señas peculiares de una nacionalidad que sólo encuentra su razón de ser contraponiéndose a las demás. El nacionalismo y el patriotismo son la mayor lacra de la humanidad: identificarse con la patria o nación de uno implica levantar un muro de aislamiento, una frontera que excluye, por oposición, a los demás. Contra ambos hemos pergeñado este apotegma en el que el término 'españoles' puede cambiarse por cualquier otro gentilicio: Los españoles no nacemos españoles, nos hacen, si Dios no lo remedia, españoles, o nos hacemos nosotros mismos, si no lo remediamos.
 
 
68.- ¿Quién nos asegura que ese billete impoluto que llevamos en el bolsillo tan poco gastado por el uso todavía no es una burda falsificación? “¡No, no puede ser!” Dirán algunos incautos. “Si me lo ha dado el cajero automático... Si es un billete de Banco...” Pero ¿quién nos asegura que las entidades bancarias no nos engañan a sus acreedores en el sentido más profundo y no sólo superficial o trivial del término, no porque emitan billetes falsos además de los verdaderos, sino porque en verdad todos los billetes que emiten son falsos, así como todas las tarjetas de crédito y débito, porque el dinero, que es real en cualquiera de sus formas físicas o espirituales como la vida misma, es una falsedad manifiesta que falsifica, valga la redundancia, el valor de las cosas, el valor de nuestra propia vida, devaluándola? Pero ese billete que llevamos en la billetera -o esa tarjeta de crédito, da igual para el caso- es bien real: puede servir para pagar un café, una copa, una comida, un polvo, un soborno, un crimen 
 
 
69.- La hija del visir, que está a punto de dejar de ser una niña, rompe a llorar sin tregua, y llora, según cuentan (pero la verdad sólo Alá -o, lo que es lo mismo, Nadie, si se nos permite este guiño irreverente al Islam- la conoce), porque Mesopotamia la legendaria cuna de nuestra civilización donde florecieron los jardines colgantes de Babilonia, una de las siete maravillas del mundo antiguo, regada por el Tigris y el Éufrates milenarios como la cultura que allí se forjó con el arranque de la escritura y de la Historia, está hoy, ahora mismo, como siempre, todavía, bombardeada miserablemente durante el rodaje de la superproducción cinematográfica The Gulf War II. Están lloviendo  bombas sobre Bagdad, una ruina destruida con el pretexto de reconstruirla y un desierto baldío anegado de sangre propiciatoria derramada, aunque no lo parezca,  por su propio bien. 
 
 
70.- El pueblo, ese invento del gobierno. There is no alternative. (No hay alternativa) era el eslogan del partido conservador británico y de su primera ministra Margaret Thatcher. Sin embargo, que no exista una alternativa realmente, aquí y ahora, no quiere decir que no pueda haberla. Tampoco existe el pueblo que, es una entelequia inventada por el gobierno y los políticos para ejercer su gobierno sobre él, pero hay pueblo, igual que hay un corazoncito dentro de todos nosotros, que por debajo dice, aquí y ahora mismo, que es el único lugar y tiempo posible para la revolución. El pueblo, que no existe, se rebela sin embargo contra la democracia que se le impone, en nombre de la voluntad popular, que no quiere que gobierne nadie, ni Dios, ni muchísimo menos un representante de su supuesta voluntad, en nombre de ella, como si ella quisiera ser gobernada. Y por ahí, por ese camino, nunca se sabe hasta dónde se puede llegar. Pero, por eso mismo es un buen camino, el mejor que puede haber.
 

jueves, 26 de enero de 2023

Pareceres (XIII)

61.- Odiseo, o sea Ulises, arriba náufrago y desnudo, después de haber perdido barco y tripulación, a la costa de la isla de Esqueria, donde viven los feacios, y donde la princesa Nausícaa, que se hallaba en la playa bañándose con sus esclavas, lo encuentra y lo lleva hasta el palacio de su padre, el rey Alcínoo. De camino le habla de cómo su pueblo ha levantado un hermoso templo al dios Posidón, el señor de los mares, que se alza en mitad del ágora pavimentada con lajas labradas hundidas en tierra. No es un pueblo guerrero, pues, como dice el poeta, no se preocupa de otras armas que no sean las del mar: Cuidan de los aparejos allí de sus negros navíos, / de las amarras y velas, y dan pulidez a los remos, / pues a feacios no preocupan ni arco ni flechas, / sino los mástiles, remos y naves bien equipadas / con los que cruzan ufanos el mar plateado de espumas. Gracias a los feacios y solo a ellos Ulises, o sea Odiseo, podrá surcar el mar  y regresar de la guerra a Ítaca, su reino. 
 
Nausícaa, William McGregor (1937)
 
62.- Mucho se habla de la violencia machista en nuestro país, que se ceba en los malos tratos y llega hasta el asesinato de las mujeres por parte de sus parejas masculinas. Cada vez que aparece un caso de estos en los medios de comunicación se publicita hasta la saciedad dando pábulo a los medios de (in)formación de masas. Se dice por ejemplo en la prensa que diciembre de 2022 ha sido el mes más trágico en los últimos veinte años en lo que respecta a violencia de género en España: 13 mujeres han sido asesinadas en 28 días. Y así como se da bombo y platillo a esta lacra, se pasa por alto otra mucho más clamorosa: el índice de suicidios en nuestro país: suele haber 11 cada día. En el caso del suicidio es muy difícil echar la culpa a alguien, pero, en el fondo, es la misma violencia la que se ejerce contra los demás que contra uno mismo. Eso explica que el cristianismo haya condenado la muerte voluntaria igual que el asesinato: No matarás es un mandamiento de la ley de Dios que se refiere tanto a las vidas ajenas, incluidos los animales, como también la propia de uno mismo, porque no somos dueños ni de las unas ni de la nuestra tampoco. Precisamente es una violencia posesiva la que se ejerce en uno y otro caso: La maté porque era mía. Yo también soy mío, por eso tengo derecho a matarme. Es la misma violencia, se mire como se mire. 
 
63.- No deberíamos ofendernos demasiado porque alguien nos llame en un arrebato de ira “¡hijo de puta!”, o más bien hijoputa, o joputa, o hijueputa, como en algunos países sudamericanos. No es tanto una invectiva contra la figura sacrosanta de nuestra madre, cuya sublimación es Nuestra Señora la Virgen María, como la constatación de que todos, incluida la madre que nos parió, somos, como la prostituta, a la vez vendedores y mercancías: nos vendemos a nosotros mismos bajo el pretexto de que hay que trabajar para vivir, por lo que acabamos viviendo, si a esto se puede llamar vida y no subsistencia, para trabajar.
 
Mujer contando monedas, alegoría de la avaricia, Mathias Stom (c. 1635)
 
 
64.- ¿A qué huelen los billetes nuevos cuando, recién salidos del horno bancario, empiezan a circular tan impolutos y flamantes, sin las muchas huellas de mugre, sangre, sudor y lágrimas todavía que el uso imprime al vil metal? No nos llamemos a engaño, no digamos que no huelen a nada todavía. Esos billetes van a servir para hacerse virales como los virus y sobornar a alguien que se creía insobornable, para mostrarnos todas las vilezas que somos capaces de cometer, y para demostrarnos también que todo en la vida tiene un precio. Como cantó el poeta romántico, una oda no vale nada si no está escrita al dorso de un billete de banco... Los billetes nuevos parecen asépticos. Parece que no tienen historia detrás. No han adquirido la pátina de roña que hace que parezca que son lo que son en realidad. Parece que no están envilecidos por el uso. Démosles tiempo, que eso es lo que piden: el dinero requiere tiempo para crecer y multiplicarse, sólo eso. Démosle tiempo al tiempo, démosle tiempo al dinero. Por muy blanqueado que esté, el dinero es siempre dinero negro. Por muy limpio que esté, el dinero es siempre dinero sucio. Por muy virtual y digital que sea, el dinero es siempre real y, por lo tanto, falso. 
 
 
 
65.- En el tercer milenio de la era cristiana los trabajadores de todo el mundo deberíamos unirnos y rebelarnos contra las cadenas que nos atan todavía a la vieja servidumbre del trabajo asalariado, supervivencia vergonzosa del sistema esclavista de producción, gritando al unísono: “¡Basta ya!”. Resulta irónico, si no fuera un sarcasmo sangrante, que en las calendas de mayo se festeje el día del trabajo en conmemoración de los mártires anarquistas de Chicago al grito decimonónico de “¡Viva la clase obrera!”, cuando debería oírse un sordo y desgarrado “¡Abajo el trabajo!”. Ahora que las dictaduras han desaparecido de la rugosa faz de la vieja Europa, nos han dejado sin embargo estos cadáveres putrefactos que hieden pero no mueren, inequívoco caldo de cultivo de explotación, frustración y subordinación a jefes y jefecillos, empresarios, que, a diferencia de los políticos democráticos no admiten elección ni revocación. Enroquémonos, desprestigiando el supuesto carisma liberador del trabajo, en las barricadas del dolce far niente, y entreguémonos a la holganza de la pereza, bendita sea la vagancia, saboteando todas las entidades tanto públicas como privadas, modernas maquinarias que nos devoran, forzándonos a obedecer ciegamente a una rutina cronometrada y jerárquica. La revolución todavía pendiente pasa por trabajar lo menos posible, por convertirnos en parásitos del sistema, acelerando así la vertiginosa caída del capitalismo –no lo verán tal vez estos ojos que comerá la tierra-, último acto heroico que nos queda acaso a los náufragos postreros de la Historia Universal.